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Capítulo 22

Se me agota la paciencia, estoy nerviosa y ya no sé hasta cuándo podré aguantar sin darle un golpe. 

     —Amy, regresa a la nave con nosotros, podemos hablar de esto cuando estemos calmadas —le digo en un intento de ganar tiempo.

     Analizo la salida, la tiene a su espalda, si consigo intercambiar posiciones, tal vez tenga una posibilidad de detenerla

     Comienzo a acercarme a ella por un  lateral, así hago que retroceda hacia mí, por el otro. Ambas estamos con las manos despegadas del cuerpo en actitud pasiva, sin opción a coger nuestras armas eléctricas. 

     —¿Quieres que te haga daño, Julia? 

     —Eso está por verse. No lo hagas más complicado y regresa conmigo al cónclave —Y doy ese pequeño paso que ella da en sentido opuesto. 

     —No, ya está decidido. Si Steven se queda aquí contigo, yo tengo que irme. 

     Y de nuevo nombra a Steven, esa es su estrategia, ponerme nerviosa con él. 

     —No te mataré, Amy. Pero no me obligues a exiliarte al sur, ese final empaña tu esfuerzo por la Causa. 

     Mi cuerpo se tensa, como siempre, ante la lucha. Sé que Amy espera que dé el primer golpe, pero le concederé el juramento de sangre y su posterior traslado al sur de Suburbe, lo más alejado de la Divisoria y de nosotros como sea posible.

     —Ya no me importa tu causa, ¿no lo ves? 

     Amy tuerce la boca de manera siniestra en una sonrisa y echa la cabeza a un lado para provocarme. No la veo venir. 

     Me da una patada lateral en el vientre que hace que me desplace hacia atrás un par de metros antes de caer al suelo. No me he levantado todavía cuando Amy está encima de mí. Forcejeamos, pero llevo las de perder debajo de ella. Con sus rodillas retiene mis brazos y está sentada en mi pecho. Consigue agarrarme del pelo a la altura de las sienes, y se dispone a golpear mi cabeza con el frío cemento del suelo. 

     No me extraña que sea tan buena, la alumna ha superado a la maestra.

     De repente, y de la nada, aparece Steven. Le da un golpe con el pie en la mandíbula que la aparta de mí. Amy ha tenido suerte, no golpea el suelo con la cabeza, así que se incorpora mientras está cayendo. Steven pierde tiempo en levantarme, y conociendo a Amy, eso es suficiente para ella. Tiene que saber que Steven ha dado la alarma, porque se prepara para salir corriendo. 

     Ni Whesley, ni su unidad de media docena de hombres que van junto a él, podrán encontrarla ya.

     —Tenías que haber ido a por ella. ¿En qué demonios estabas pensando? —le digo a Steven apartando sus manos de mi cuerpo.

     —Ha estado a punto de matarte. Necesitaba saber que estabas bien, eso es todo. 

     —Pues ya ves que sí lo estoy, imbécil. Y ahora ya es tarde para darle caza. Amy es la mejor, y lo sabes, Steven. Solo tú podías retenerla, eras el que estaba más cerca.

     —¿Qué insinúas con eso, Julia?

     —¡Oh, Steven, vega ya, no te hagas el inocente! He visto tu cara ahí dentro. Sabías lo que ella estaba a punto de hacer y no has hecho nada para impedirlo. ¡Ahora su deserción nos pone en peligro a todos!

     —No sabía lo que pensaba hacer. Ha sido una sorpresa también para mí.

     —Deja que comunique esto al Comité.

     Me giro para volver al cónclave.

     —¿Qué vas a hacer? 

     Steven me agarra del brazo y me sitúa frente a él en un giro brusco, con el brazo que tiene libre me traba por la cintura. Nuestras bocas están a pocos centímetros. Puedo oler su esencia masculina, la que está provocando un acaloramiento en mi interior. Steven respira igual de acelerado que yo y golpea mis pechos con cada inspiración que le hincha sus pulmones. Pero no por ello se aparta, no se avergüenza. Quiere ese contacto íntimo entre nosotros, no es como cuando cruzamos, en esta ocasión Steven no deja de mirarme a los ojos y sonreír.

     —¿Vas a delatarme? 

     —Dime por qué no tengo que hacerlo —le digo retomando la conversación para que se enfríe al menos la parte de mi cerebro que está pidiendo a gritos que le bese.

     —Porque cuando sepan que al dejarla por ti yo he provocado esto, me llevarían a juicio. Verían cada guardia que tú has cambiado, cada una de las que cambié yo por ti. —Steven me aprieta a su cuerpo aún más—. Y no quiero que ahora que me atrevo a confesarte todo lo que siento desde el primer día que cruzamos, me condenen al exilio del sur. Creo que yo aquí y tú en Eliturbe, ya es demasiada distancia que salvar.

     —¿Desde el primer día, dices? —No puedo pensar en otra cosa. 

     —Desde que tú me abrazas —me confiesa totalmente serio. Por lo visto  siempre ha sabido la verdad de la Divisoria y me abrazaba a diario por la mujer que soy. 

     —¿Y cómo de fuerte es lo que sientes por mí? —consigo decir sin que se note que me gusta su sinceridad. Porque es sincero ¿no?

     —Júzgalo por ti misma, Julia. Necesito verte sonreír cada día para que mi oscuridad en este mundo se vaya, que tus ojos celestes me miren más allá del bicho raro que soy y que tu bondad desinteresada me haga libre, aún atrapado a este lado de la Divisoria. El día que no lo hago, que no te veo, muero un poco más. Ha tenido que pasar un año para decidirme, porque eras demasiado inalcanzable para mí. Pero ya no puedo más. No si vuelvo a cruzar un día más contigo como he hecho hoy.

     —No será todo esto una estrategia para evitar tu juicio, ¿verdad? —pregunto con el corazón en la boca.

     Me muerdo el labio, me tiembla solo de pensar que pueda estar riéndose de mí, ¿tan transparente he sido este año con él, que sabe que estoy enamorada?

     —¿Una estrategia haría que sintiera esto?

     Steven coge mi mano y la apoya en su pecho, junto al corazón. Late, y late con fuerza. Cuando aún estoy recreándome en el bello sonido de sus latidos, Steven agarra de nuevo mi mano por la muñeca y se la lleva a la entrepierna. Está duro, completamente duro. 

     —¿Una estrategia podría conseguir que mi sangre fluya por ti de esta manera, solo con sentir tu cuerpo junto al mío, con oler tu cabello cada vez que estamos unidos o ver tus apetecibles labios sonreírme, sin poder besarlos?

     Steven mueve mi mano para provocarse un roce más profundo, se muerde el labio inferior a la espera de mi decisión. 

     Me deja su boca expuesta, tan apetecible que la mía no se puede resistir. Así que empiezo por lamerla, y termino dándole un pequeño mordisco en ese mismo labio. 

     Steven me mira a los ojos.

     —Han sido muchas noches pensando en ti de esta manera Julia, no empieces algo que no vas a poder terminar. Porque yo quiero arriesgar contigo todo lo que soy, todo lo que siento. Tu identidad ya nos lo va poner difícil, ¿confías en mí para enfrentar lo que se nos viene encima?— me dice con una voz excitada que intuyo va a darme más de un momento de placer.

     Nunca podrán decir que Julia Klarence no acaba lo que empieza. Claro que confío en el hombre que amo. 

     Con la otra mano, porque no quiero perder nuestra íntima caricia, agarro su nuca y hundo al fin mi lengua en su boca. Si Steven ha pasado noches pensando en mí, no va a poder creer lo yo he sido capaz de hacerme pensando en él. 

     Steven no juega con mi lengua en un beso de enamorados, al contrario, emplea toda la pasión que le ha consumido en silencio durante el último año, y me vuelve loca saber que soy capaz de despertarlo de esta manera.  

     Sin esfuerzo, me sube a sus caderas, mientras yo enlazo las piernas a su cintura, y todo, manteniendo el contacto de nuestras bocas, de nuestros cuerpos. No dejo de besarlo, es más bueno que cualquier fantasía o sueño que haya tenido con él. Steven sonríe, seguro y lo ha soñado tantas veces como yo. 

     Le pido que me lleve lejos, que por una noche nos pertenezcamos sin necesidad de pensar en nada que no seamos nosotros. Steven sonríe y me promete que hoy seremos libres. Confío en que lo cumplirá. Me ha dicho que iremos a ver las estrellas. 

     Nunca pensé que mi felicidad sería la desdicha de mis padres.

     Cuando aún estaba en el inicio de mi relación con Steven y disfrutando de lo que es el amor, que en todo esto del conflicto aún no me había tocado vivir, apresaron a mis padres como instigadores a un conflicto contra Eliturbe. 

     Sin duda una traidora dio sus nombres y no tardaron en detenerlos seis meses después. 

     Y tras permanecer un año en las catacumbas —sin poder resistir más torturas—, su ejecución fue emitida en el Informe de Urbes de la noche del 15 de Diciembre de 2124. No me oculté para verlo, ya era la Princesa electa por mi pueblo y como tal, lo vi junto a todos ellos, con Steven a mi lado como mi pareja y nuevo comisionado del CSS, en sustitución de Amy. 

     Ese día la princesa dejó de llorar. Hasta hoy. 

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