Capítulo 19
Whesley no se treve ni a mirar a su amigo Steven, tengo mayor rango que él y no puede contradecirme.
-Por supuesto, Princesa.
Whesley se retira de inmediato demostrando su lealtad a mí y a la Causa, y es cuando me dirijo a Steven más que cabreada.
-Amy no va a abandonar Eliturbe bajo ningún concepto. Cuando decidió traicionar a mis padres frente a la Presidencia, ella no se apiadó de mí. Ahora soy la Princesa, así que me reitero en su exilio.
-Pero, Jul...
-No -no dejo que siga hablando-. Quiso ser eliturbana a toda costa, sin importarle nuestra Causa de unión de Urbes, y sin mirar atrás la de muertos que dejaba, entre ellos mis padres. Esta noche se abrirá la Divisoria y como tú comprenderás no quiero saber qué es lo que ha descubierto cuando está a punto de comenzar el conflicto.
Amy baja su mirada al suelo, ha comprendido que lo que sabe es su sentencia de muerte, porque yo no voy a salvarla. Desde que delatara al CSS muchos eliturbanos han muerto tratando de llegar al salón presidencial. Sus vidas a cambio de la suya.
-No puedes hablar en serio, Jul.
-No me llame más así, comisionado Steven.
-¡A la mierda con tu guerra, Jul! Deja de jugar al conflicto por un momento. Te digo que Amy puede morir por lo que sabe. ¿No vamos a ayudarla?
-Me importa poco. -Es ahora cuando pierdo mi compostura, si quiere hablar como lo haríamos en la cama lo voy a hacer, encierro a la princesa y sale la mujer encabronada-. Esta hija de puta le dijo al Presidente lo que mis padres representaban para Suburbe y la Causa de unión de Urbes, no quieras que perdone que los hayan ejecutado por su culpa después de someterlos a torturas demenciales en las catacumbas. Mis padres murieron sin delatarnos, y es justo que ella que sí lo hizo, también muera ahora
-No eres así de despiadada.
-Créeme que puedo serlo, Steven.
Me duele ver cómo él se acerca a ella y la abraza, cómo me mira lamentando mi falta de piedad con ella o cómo la calma una vez que ha empezado a llorar. Pero no puedo dejar que los celos me coman, Steven no va a verme celosa.
Me queda claro que me ama a mí, que lo que tuvieran ellos quedó muy atrás en el tiempo y que está enterrado para siempre desde que me conoció el primer día que se le permitió cruzar la Divisoria, en su graduación en el Comité de Seguridad.
-Tranquila, Amy, vamos a conseguirlo, te lo prometo -le dice como si yo no estuviera frente a ellos viendo esa complicidad de ambos.
La mujer encabronada que los mira no puede hacer nada al respecto, pero la Princesa de Urbes no va a consentir que pasen sobre ella.
-Solo voy a preguntártelo una vez. ¿Desde cuándo mantienes contacto con la traidora, para defenderla de ese modo?
-¿Qué? -Steven al fin se digna a mirarme-. Jul, esto no tiene nada que ver con la Causa ¿verdad? No la quieres ayudar porque se trata de Amy ¿no es así? Si fuera otra persona, no serías así de cruel, porque la mujer que amo no es así de despiadada con nadie. ¿Quieres hacer desaparecer a Amy porque fue mi pareja?
La rabia que me inunda hace que me ponga a su vera en un abrir y cerrar de ojos. Sin importarme que siga agarrando a Amy, yo lo hago con él, por su uniforme a la altura del pecho.
-Jamás dudes que lo hago todo por la Causa. Demostré mi clemencia con ella al permitirle vivir en Eliturbe, como siempre quiso, no es mi problema que otros quieran acabar ahora con ella, y si tú aún eres capaz de preguntarme por la que fue tu mujer, por celos, es que me conoces muy poco, Steven.
-Escúchame, Jul.
-No -insisto en que se calle-. En cuanto la Divisoria quede abierta esta noche, no quiero volver a verte nunca más. ¿Me has oído? -Zarandeo su cuerpo para que me responda. -¿Me has oído, joder?
-Sí. -No puede contradecirme.
-Vas a dimitir del CSS antes de que comience el conflicto, porque no quiero saber si mueres o no en él cuando recomponga la lista de mi Comité de Seguridad.
-¿Qué dices? También he luchado por este momento, Jul, no puedes dejarme fuera.
-¿Que no puedo? Mira cómo sí lo hago.
Me duele en el alma la bofetada que le doy, antes de arrancarle su insignia de comisionado del pecho y arrojarla al suelo. Pro ha sido él quien ha terminado con todo lo puro que tenía en mi vida en medio de esta locura que me ha tocado dirigir, nuestro amor y nuestra confianza.
Steven ha dudado de ese amor que le tengo y desconfía de mí como líder de la Causa para la unión de Urbes. No puedo llorar porque la Princesa no lo hace nunca en público, pero antes de que reaccione y me convenza, ya estoy corriendo para ocultarme y llorar.
Y corro sin mirar atrás.
Soy más ágil y veloz que él, sabe que puedo escalar las paredes de la Presidencia y ocultarme de la vista de cualquiera en menos tiempo de lo que él mismo lo haría, pero no por ello Steven deja de correr detrás de mí gritando mi nombre, maldiciendo para que pare de una vez o pidiéndome perdón por todo lo que haya podido decir para que yo le abandone de esta manera.
Solo tengo una escapatoria, confundirme con los eliturbanos de la fiesta. Eso hará que Steven desaparezca de mis talones, no querrá acabar en las catacumbas en cuanto descubran su color de piel, su cara y marcas de suburbano.
A menos de cien metros se encuentran los primeros eliturbanos que diviso. Steven me grita que no lo haga, que no me vaya sin él, que me detenga. Pero ya es tarde, he llegado a ellos.
Miro hacia atrás y Steven ha desaparecido.
Respiro intentando controlar el pulso de la acelerada carrera, para poder disculparme por mi intromisión en el grupo de eliturbanos que me observan asombrados. Mi encanto natural y mi sonrisa tonta, junto a mi apellido de emparejada, me disculpa con ellos.
Queda menos de veinte minutos para la hora acordada por el Comité y no tengo tiempo que perder en llantos por Steven, ya lo haré cuando estalle el conflicto. Tengo que llegar al salón presidencial, donde sé que se encuentra el dispositivo para desconectar la Divisoria.
Me paseo entre todos los eliturbanos ajenos a lo que en breve ocurrirá. Miles de suburbanos atacarán la Presidencia donde ellos se encuentran comiendo y bebiendo, despreocupados, creyéndose libres y felices. Una noche Trimestral más. Les sonrío con hipocresía, como lo haría la inofensiva e incauta pareja del afamado doctor Green. No puedo levantar sospechas.
Y al parecer no lo hago, porque he llegado a la puerta del salón sin que nadie me lo impida.
-Deténganla -grita alguien cuando me dispongo a teclear el código de apertura de la puerta.
Varios eliturbanos del Comité Armado se abalanzan sobre mí, pero no consiguen darme caza porque he saltado y me he pegado al techo, como una araña lo haría con zapatos de tacón.
Recojo bien mi vestido y camino a gran velocidad por él sin que la gravedad ejerza su fuerza en mí para dejarme caer y me alejo de la puerta.
Como me han descubierto, he de desviar la atención para que el plan B continúe. Tengo que alejar al Comité Armado de los hombres de mi unidad, para que al menos ellos puedan desconectar la Divisoria. Sé que Whesley y Hotaru Nishi están a punto de hacerse los despistados por el pasillo, para apoyarme en lo que yo necesite en el salón.
Y ahora ellos tendrán que hacerlo todo, bajo las instrucciones que dejé explícitas de la desconexión.
Me queda poco para llegar a la ventana más próxima, por la que voy a salir, cuando oigo una detonación.
Un disparo.
Me giro alarmada, pierdo la concentración en el techo y caigo de él procurando no partirme el cuello en la caída.
He aterrizado de costado, el brazo derecho va a dolerme por un buen rato, hasta que consiga que me lo miren en Suburbe. Pero aún estoy consciente. Intento ponerme de pie, he caído sobre un charco. No acierto a adivinar de qué se trata, es una sustancia viscosa, pegajosa ¿Cómo puede haber algo de estas características, aquí en la Presidencia?
Oigo cómo se acerca el CAE, están a punto de alcanzarme. Me olvido del líquido e intento incorporarme para correr aunque sea por el suelo. No puedo. Me duele el costado derecho.
Huele a sangre, el maldito líquido que tengo bajo mí no es otra cosa que sangre.
Y ahora sé que es mía, cuando no he podido levantarme y el CAE ya está a mi lado.
-Te creímos más lista que todo esto. ¿Correr por el techo cuando te persigue el Comité Armado? Vaya, y nosotros temiendo lo que pueda hacernos la seguridad de Suburbe. ¿Eso es todo lo que sabéis hacer?
El hombre se burla de mí y no le culpo. No tiene nada que ver la seguridad de Suburbe, he sido yo la inconsciente que no ha sabido diferenciar lo personal de lo profesional, y me he dejado influir por lo que me había ocurrido con Steven. Ahora lamento no haber esperado a un compañero que me cubriese en mi entrada al salón Presidencial, sabiendo de sobra que el Comité Armado de Eliturbe tiene armas que aciertan en pleno movimiento y no importa por dónde camines, porque acabaran dándote.
No pensé nunca que doliera tanto. Aunque para haberme alcanzado el hígado, me duele de igual manera el corazón. Por él, por Steven.
Siento como me giran para observar la herida. El aire en ella escuece. Ha sido un tiro limpio que ha alcanzado mi hígado, con una de esas balas que se fragmenta liberando ácido en tu interior hasta hacer desaparecer el órgano vital en el que se aloja.
Quiero llorar, y no por el dolor, que es intenso hasta hacerme escupir sangre por la boca. No, quiero llorar porque mi deseo de no volver a ver a Steven se ha cumplido mucho antes de lo que pensé, porque no está aquí conmigo para aliviar mi sufrimiento, como nos juramos cuando esta lucha nos unió, y porque no está a mi lado para morir conmigo y sé que eso le atormentará de por vida.
Siento cómo las funciones de mi hígado se detienen, cómo el ácido lo está eliminado poco a poco. Tengo frío, voy a morir en pocos segundos.
-Entréganos a Lars -me dice antes de que cierre los ojos para dejarme morir.
Trato de escupir, es lo único que puedo hacer para que vea que no entregaré a Steven nunca. Pero ni siquiera eso puedo ya. Siento que estoy muriendo.
Escucho un arma eléctrica cerca de mí y un cuerpo se desploma a mi lado. Y luego otro, y otros tres más.
Han venido a por mí, sé que Steven está conmigo.
-Apártate de ella.
Debo de estar delirando el instante antes de morir. Amy no ha podido hacer todo esto para salvarme, no después de haberla exiliado de nuevo. No puedo mantener los ojos abiertos, pero sé que es ella porque sigue hablando:
-No te lo repito. Sepárate de Julia.
-¿Piensas que un taser va a impedir que disfrute de este momento?
Oigo una pelea cuerpo a cuerpo. Patadas y golpes que hacen que alguien golpee las paredes y el suelo en diversas caídas.
Tengo frío y quiero que todo acabe.
-Julia, vamos, regresamos a casa.
Amy carga conmigo con dificultad y quiero gritarle que me suelte, que huya ella que puede, que debe dejarme para no ser una carga inútil cuando de todas formas voy a morir.
Pero lejos de eso no puedo decir otra cosa que:
-Cuida de Steven.
Y entonces, cierro los ojos para morir.
La risa asquerosa de Parker me devuelve a la realidad.
De nuevo estoy en casa después de emerger de mis recuerdos de la cena Trimestral de la Presidencia de hace tres meses. Supongo que ver las lágrimas descender por mi cara le produce este momento de gozo que está viviendo.
-Veo que lo recuerdas todo, y me alegro, no porque estés sufriendo con ello, créeme, sino porque mi experimento ha funcionado a la perfección. He tenido que esperar un poco, ¿pero qué son unos días, dormida en casa, cuando tengo toda la eternidad por delante contigo, viva?
Sin saber a qué se refiere Parker con eso de su experimento, me deja sola. No cierra esta vez la puerta, tiene que saber que si me relaciono con el Comité de Seguridad de Suburbe -aún juego con la baza de que no sabe que lo dirijo yo- puedo desbloquearla cuando me dé la gana.
Pienso en su estrategia. Es extraño que no le importe que pueda ahora escaparme. ¿Qué trama al dejarme libre? ¿Que los lleve al resto del Comité en mi desesperación por rescatar a Steven?
Salgo al exterior, necesito aire. Los recuerdos vienen en tromba a mi mente. Todo lo relacionado con Suburbe recupera su lugar en mi memoria y en mi vida.
Me arrodillo y vomito en el suelo, no puedo parar, es como si con cada expulsión, Eliturbe saliese de mi cuerpo.
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