Capítulo 18
He chocado con alguien. Levanto el rostro, y me alegra ver a Steven frente a mí.
Me echo a sus brazos. Han sido dos días pensando un montón de disparates, el que más acudía a mi mente era su infidelidad: Él abandonándome a mi suerte por esa otra mujer que Parker ha intentado meter en mi cabeza.
Steven me rodea con sus fuertes brazos y me besa. Me come a besos para que olvide cualquier tontería que pensé de él. Le permito que me bese, lo necesito.
—Creí que te habían hecho algo —me dice entrando en la casa.
—Todo está bien —le digo para apaciguar su miedo—. ¿Cómo supiste que descifraría el plano?
—Yo sí recuerdo quién eres, Jul. Y también sé de lo que eres capaz.
Sin saber por qué, es un cumplido que me halaga. He solucionado un enigma que me ha reunido con Steven y estoy contenta por ello.
—De todas formas, no debí dejarte sola nunca —me dice ahora como regaño, más bien para él que para mí—. No puedo pretender que te quedes a mi lado si yo soy el primero que salgo por una ventana sin ti.
¿Eso es una declaración de amor? Porque si lo es, puedo regresar al dormitorio y olvidarme de salir de casa.
Pero miro mi muñeca izquierda y reacciono. No estamos a salvo todavía para hacernos el amor.
—Yo lo decidí por los dos, no debes culparte tú solo.
—No, no ha estado bien, Jul.
—Estás aquí conmigo, es lo que me importa. Ahora tienes que sacarme de casa, Steven, van a llevarme a las catacumbas.
—De eso nada, mientras yo pueda evitarlo. Espero que esto que llevas en la muñeca resista, mi amor. —Steven levanta mi brazo y me besa con ternura la palma de la mano presa— De lo contrario, muero contigo.
Siempre me gusta oír eso, aunque suene egoísta decirlo. Entrelaza sus dedos con los míos y me lleva a la puerta.
¡Steven y su maldita manía de atravesar la puerta principal. No logramos salir!
Una unidad completa del Comité Armado, con Parker a la cabeza, entra cuando Steven desbloquea el dispositivo de seguridad.
Steven me cubre a su espalda, pero puedo oír la voz odiosa de Parker.
—Vaya, vaya. La pareja del momento. Has tardado mucho en venir a por ella, Lars, pero confiaba en que tarde o temprano acabarías viniendo. Julia es mucha mujer ¿verdad?
Steven se tensa ante la afirmación de Parker sobre mí, pero en su sensatez, como me tiene junto a él, no se lanza a partirle la cara, al contrario, retrocede unos pasos haciendo que yo haga lo mismo.
Sé que está analizando las vías de escape sin perder de vista a ninguno de los seis hombres del CAE. No lo tenemos fácil.
—Entrégate, Lars.
—No.
Creo que eso es lo único que Parker no quiere oír de él.
—Contaba con ello, me habrías decepcionado si lo hicieras. Después de todo quiero que me recuerden por este momento, por tu detención. Chicos, por favor…
A su invitación, el CAE se acerca a atrapar a Steven. Él forcejea desesperado, y en todo momento sin dejar que me toquen a mí, pero son muchos y están armados con tasers. El primer electrochoque que le alcanza, le deja arrodillado en el suelo.
Parker se inclina hasta poner su boca en el oído de Steven.
—No creí nunca que fueras tan estúpido, Lars. En tiempos de guerra no hay lugar para el amor. —Parker se incorpora—. Pero, tío, he de reconocer que por esas piernas alrededor de mi cintura —me mira y me siento desnuda e indefensa— yo también hubiese arriesgado mi vida.
—Quita tus ojos de ella —dice Steven escupiendo con dificultad cada palabra, acompañadas de sangre.
—No estás en condiciones de darme órdenes —contesta Parker. Le da una patada en la boca a Steven que hace que caiga al suelo, sobre las dos manos.
—Basta, Parker, me iré contigo.
—¡Oh, claro que lo harás! Los dos lo haréis.
—No, Jul, no lo hagas.
Steven intenta, en vano, ponerse de pie. Cae derrotado por el nuevo golpe de Parker en sus costillas y por las nuevas descargas del taser de uno de sus hombres. No podrá resistir una nueva descarga, tengo que parar esto.
—¡Parad, por favor! —grito sin que me oigan.
Parker les ordena que me hagan caso, claro que yo apuesto más a que lo ha hecho para tener consciente a Steven, y que vea como me aleja de él, que por perdonarle la vida.
El muy cerdo agarra el pelo de Steven, justo por donde le dejé su precioso flequillo, que ya recupera su color oscuro, y le obliga a levantar sus ojos hacia mí. Está a punto de llorar y sus lágrimas harán que llore yo también.
—Mírala bien, animal, porque es la última vez que lo harás. Nunca debiste poner tus ojos en una eliturbana, y mucho menos siendo mi mujer.
—Púdrete —le dice Steven, con voz casi inaudible. Parker le responde con otro golpe que me espanta, y emito un grito por mi propio dolor.
—A lo mejor una temporada en las catacumbas, mientras el CAE se entretiene contigo, hace que te olvides de ella y delates a tus hombres.
Tengo un nudo en el estómago que me va hacer vomitar. Puedo tratar de defendernos, pero eso sería provocarlos para que sigan lastimando a Steven. No reconozco a Parker. Siempre supe que era un incondicional de la Presidencia, pero ¿entregarme en bandeja de plata a la Élite?, jamás lo creí.
Steven quiere respirar, se ahoga con su sangre. Quiero correr a socorrerlo, pero no me atrevo.
—Lleváoslo —ordena Parker con demasiado autoridad que no es cuestionada.
Entre un par de hombres cargan a Steven por las axilas, para llevárselo a rastras.
—Es un ser humano, no lo tratéis así por favor —pido en mi rabia contenida. Si puedo aliviar su dolor con mi ruego, me arrodillaré si es necesario.
Salgo tras él para que al menos me oiga, que me vea ya es difícil. Sé que está a punto de caer inconsciente.
La mano de Parker en mi pecho impide que me acerque.
—Tú te quedas aquí, de momento.
—Quiero ir con él, iré a las catacumbas con él.
—¡Qué romántico de tu parte! Me complacería mucho decírselo a Amy. La pobre siempre mantuvo la esperanza de volver con Lars.
De nuevo ese nombre, Amy.
No solo no me desmayo esta vez al oírlo de su boca, sino que siento una furia contra él, que hasta ahora, incluso viendo mal herido a Steven por su culpa, no he sentido. Quiero golpearle hasta que muera, es una sensación única que me hace sentir viva.
—¿De qué conoces tú a Amy?
—¿Lo preguntas en serio? —Parker se ríe—. Yo mismo la operé el año pasado. Ha sido mi mayor triunfo contra el CSS, una suburbana en mis manos a la que modelar el cuerpo y lavar su mente.
No puedo respirar. ¿Una traidora? Mi pecho se contrae en un dolor agudo indescriptible. Me resisto a creerlo.
Oigo voces, y si no supiera que Parker y yo estamos solos en casa, podría jurar que provienen de la habitación de al lado.
Es como si una fuerza me impulsara a abandonar mi cuerpo para que vaya hacia la puerta que oculta las voces. Solo que de repente ya no es la del despacho de Parker en la realidad, sino la puerta de una de las salas del edificio de la Presidencia en mis recuerdos.
Y ya no tengo puesta la malla negra que me protege. Ahora llevo un precioso vestido de vuelo rojo, largo hasta los impresionantes zapatos de tacón de aguja del mismo color, y que aún así, permite mi ágil movimiento por el pasillo.
Camino decidida, y cuando llego utilizo mis conocimientos para el desbloqueo del seguro de la puerta.
Las voces llegan claras a mis oídos cuando esta se empieza a abrir. Son las tres personas que he visto entrar, Steven, Whesley y Amy.
Monto en cólera. Saber que dos de mis subordinados mantienen contacto con esa traidora, que vendió la Causa de Urbes a nuestros enemigos hace dos años, me revuelve el estómago.
Se abre la puerta completamente y, sin darles tiempo a reaccionar, les digo endemoniada:
—Mantener una reunión a espaldas del Comité de Seguridad es motivo de ejecución.
La puerta se cierra detrás de mí, y la bloqueo desde dentro.
Estamos encerrados y disponemos de todo el tiempo del mundo para que me expliquen, Parker no va a echarme de menos en la cena cuando su nuevo descubrimiento del transplante de ADN va a tenerle ocupado hablando de él toda la noche.
Los tres inclinan la cabeza sin atreverse a mirarme a los ojos.
—Podéis mirarme —les digo— y podéis comenzar a explicaros.
—Amy ha pedido audiencia para hablar conmigo. —Steven es el primero en hablar.
—No se le permite hablar con nadie de nosotros después de su traición. Estoy aquí al igual que tú. ¿Por qué no ha acudido a mí, entonces?
—Por temor, Princesa. —Steven habla por Amy, sabe que no le tengo a ella permitido dirigirse a mí bajo ningún concepto y él se autonombra su defensor—. Necesita salir de Eliturbe cuanto antes, por su propia seguridad.
La miro sabiendo que no retirará su mirada, si busca mi perdón, no le favorece despreciarme.
Está hermosa, como siempre, solo que esta vez el láser de Parker se queda corto para describir la belleza que ha conseguido. Viste un precioo vestido de seda amarillo, que no resta para nada belleza a su piel pálida de ahora. Lástima, la suya canela era más bonita.
—¿Qué has hecho?, ¿los has traicionado también a ellos y ahora quieres que nosotros pongamos tu culo a salvo?
Amy niega con la cabeza.
—Ha descubierto algo que pone su vida en peligro, Jul, y debemos regresarla a Suburbe.
Desvío mis ojos a Steven, sabe que no puede llamarme Jul en presencia de nadie, aunque sea mi pareja y todos lo sepan, eso me deja vulnerable frente a todos los miembros del Comité.
Está asustado. Nunca le he visto así de expresivo por mí, que lucho cada día a su lado arriesgando mi vida desde hace cuatro años. Los mismos que dice quererme.
Realmente, Steven cree que Amy está en peligro, si no, no se atrevería a pedírmelo de esa manera tan especial entre ambos delante de Whesley, y la propia Amy sobre todo. Cuando sabe la ley que edité contra ella el año pasado.
—Whesley, abandona la sala, por favor —le digo sin apartar mis ojos de Steven, la cosa se va a poner calentita y no quiero testigos de cómo hablo con mi pareja.
Porque más que hablar, vamos a discutir.
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