Precipicio
La princesa iba camino a una de las torres para apreciar la vista y su guardia la había dejado sola: era el momento perfecto para provocar un fuerte viento que la hiciera caer al precipicio... Y eso fue exactamente lo que pasó.
Nadie podía creer lo que había sucedido. Antes de aterrizar, amortigüé un poco su caída para que no muriera; todos veían su cuerpo en el suelo. Su columna se había roto, no podía moverse y ya no valía como princesa; "¿Quién es la fea ahora?", dije en mi mente al ver cómo se la llevaban.
Fueron tres días llenos de princesas por todo el castillo, pero entre ellas, solo yo resaltaba ante los ojos de Nadeen. Shura se había hecho muy amigo de uno de los guardias del castillo y pasaba varias horas con él; a veces, a escondidas, bajaba hacia el pueblo a visitar a los suyos.
Se acercaba la hora de que el príncipe tomara una decisión y yo no sabía cuál era su sentir; frente a la ventana vi a un pájaro al cual decidí hechizar, lo convertí en mis ojos y lo mandé en busca de Nadeen, que se encontraba en su habitación hablando con su madre.
Toena: "Bueno, hijo, debes tomar una decisión; las princesas que quedan en el castillo son las de Malta, Solaris y Rubitz, son las mejores; yo escogería a la de Solaris, ¿qué dices?"
Nadeen: "Madre, creo que se ha olvidado una, la más importante, la princesa de Phatzia."
Toena: "Por dios, esa princesita no cumple con nuestros estándares, no tiene porte y es muy descortés."
Nadeen: "Exactamente eso es lo que la hace tan interesante."
Toena: "¡Cállate! No digas más, yo soy la reina y te casarás con quien yo diga."
No pude más con la magia, el ave dejó de ver y escuchar, y esto provocó que mi pelo perdiera vida y se me cayeran algunos mechones; tantos años cohibida de la magia no fueron en vano, aún necesitaba más tiempo para dominarlo.
En mi mente solo retumbaba la voz de Nadeen, él no buscaba una princesa como las demás, sino a alguien diferente y por más que yo tratara de disimular, mi carácter siempre sería humilde y rebelde, no como el de una princesa.
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