La advertencia de Dobby y ¿no iremos a Hogwarts?
Narra ____:
No grité, pero estuve a punto de hacerlo. La pequeña criatura que yacía en la cama tenía unas grandes orejas, parecidas a las de un murciélago, y unos ojos verdes y saltones del tamaño de pelotas de tenis. En aquel mismo instante, tuve la certeza de que aquella cosa era lo que nos había estado vigilando por la mañana desde el seto del jardín, además era muy mono nunca he visto uno.
La criatura nos estaba mirando fijamente, y oí la voz de Dudley proveniente del recibidor. (que asco de niño por favor)
¿Me permiten sus abrigos, señor y señora Mason? (puaj)
Aquel pequeño ser se levantó de la cama e hizo una reverencia tan profunda que tocó la alfombra con la punta de su larga y afilada nariz. Me di cuenta de que iba vestido con lo que parecía un almohadón viejo con agujeros para sacar los brazos y las piernas.
Esto..., hola -saludó Harry, mientras que yo seguí sin decir nada.
Harry y ____ Potter -dijo la criatura con una voz tan aguda que estaba segura de que se había oído en el piso de abajo-, hace mucho tiempo que Dobby quería conocerlos, señores... Es un gran honor...
-Gra-gracias -respondí, mientras ambos nos sentábamos en unas sillas. Quise preguntarle ¿Qué es usted?, pero pensé que sonaría demasiado grosero, así que dije: -¿Quién es usted?
-Dobby, señorita. Dobby a secas. Dobby, el elfo doméstico -contestó la criatura.( que mono)
-¿De verdad? -dijo Harry-. Bueno, no quisiera ser descortés, pero no nos conviene precisamente ahora recibir en nuestro dormitorio a un elfo doméstico.
De la sala de estar llegaban las risitas falsas de tía Petunia. El elfo bajó la cabeza.( Dios mio matame)
-Estamos encantados de conocerlo -me apresuré a decir.
-Pero, en fin, ¿ha venido por algún motivo en especial? -preguntó mi hermano.
-Sí, señores -contestó Dobby con franqueza-. Dobby ha venido a decirles, señores..., no es fácil,... Dobby se pregunta por dónde empezar...
-Siéntese -dije educadamente, señalando la cama. Toma un trozo de bizcocho
Para consternación nuestra, el elfo rompió a llorar, y además, ruidosamente.
-¡Sen-sentarme! -gimió-. Nunca, nunca en mi vida...incluso me dieron algo de comer
A mi me pareció oír que en el piso de abajo hablaban entre cortadamente.
-Lo siento -murmuré-, no quise ofenderle.
-¡Ofender a Dobby! -repuso el elfo con voz disgustada-. A Dobby ningún mago o bruja le había pedido nunca que se sentara..., como si fuera un igual.
Le indicamos a Dobby (silenciosamente) que se sentara en la cama, y el elfo se sentó hipando. Parecía un muñeco grande y mono ( ay quien no se resistiría). Por fin consiguió reprimirse y se quedó con los ojos fijos en nosotros, mirándonos con devoción y le di el trozo de bizcocho bueno también le di a Harry cuando terminamos de comerlo
-Se ve que no ha conocido a muchos magos educados -dijo Harry, intentando animarle.
Dobby negó con la cabeza. A continuación, sin previo aviso, se levantó y se puso a darse golpes con la cabeza contra la ventana, gritando: ¡Dobby malo! ¡Dobby malo!
No..., ¿qué está haciendo?-dije dando un bufido, me acerqué al elfo de un salto y tiré de él hastadevolverlo a la cama.( le pasa)
Dobby tenía que castigarse, señores -explicó el elfo, que se había quedado un poco bizco-. Dobby ha estado a punto de hablar mal de su familia, señores.
-¿Su familia?
La familia de magos a la que sirve Dobby, señor. Dobby es un elfo doméstico, destinado a servir en una casa y a una familia para siempre.
-¿Y saben que está aquí? -pregunté con curiosidad.
Dobby se estremeció.
-No, no, señorita, no... Dobby tendría que castigarse muy severamente por haber venido a verlos, señores. Tendría que pillarse las orejas en la puerta del horno, si llegaran a enterarse.
-Pero ¿no advertirán que se ha pillado las orejas en la puerta del horno?
-Dobby lo duda, señor. Dobby siempre se está castigando por algún motivo, señor. Lo dejan de mi cuenta, señor. A veces me recuerdan que tengo que someterme a algún castigo adicional. ( que mala familia yo nunca he tratado así a ningún elfo
-Pero ¿por qué no los abandona? ¿Por qué no huye? -dije confundida.
-Un elfo doméstico sólo puede ser libertado por su familia, señorita. Y la familia nunca pondrá en libertad a Dobby... Dobby servirá a la familia hasta el día que muera, señorita.
Dobby eso no es bueno para ti, mi familia adoptiva te puede dar mejor cuidado, sobre todo nosotros podemos hacer que te sientas bien alli donde vivo - dije
Gracias señorita tiene un buen corazon y muy grande - dijo
No es nada Dobby - dije
-Y nosotros que nos considerábamos desgraciados por tener que pasar otras cuatro semanas aquí -me dijo Harry.
-Lo que nos cuenta hace que los Dursley parezcan incluso humanos. ¿Y nadie puede ayudarle? ¿Podemos hacer algo?
Casi al instante Dobby se deshizo de nuevo en gemidos de gratitud.
-Por favor -susurró Harry desesperado-, por favor, no haga ruido. Si los Dursley le oyen, si se enteran de que está usted aquí...
-____ Potter pregunta si puede ayudar a Dobby... Dobby estaba al tanto de su grandeza, señores, pero no conocía su bondad...
-Sea lo que fuere lo que ha oído sobre nuestra grandeza, no son más que mentiras. Yo ni siquiera soy el primero de la clase en Hogwarts, esas son ____ y Hermione...
Pero se detuvo enseguida, seguro era porque le dolía pensar en Hermione, al igual que a mi.
-Los hermanos Potter son humildes y modestos -dijo Dobby, respetuoso. Le resplandecían los ojos grandes y redondos-. Harry Potter no habla del triunfo sobre El-que-no-debe-ser-nombrado.
-¿Voldemort? -preguntó Harry.
Dobby se tapó los oídos con las manos y gimió:
-¡Señor, no pronuncie ese nombre! ¡No pronuncie ese nombre!
-¡Perdón! -se apresuró a decir.
-Sabemos de muchísima gente a la que no le gusta que se lo digamos..., nuestro amigo Ron...
Ahí me detuve. También era doloroso pensar en Ron. Dobby se inclinó hacia nosotros, con los ojos tan abiertos como faros.
-Dobby ha oído -dijo con voz quebrada- que Harry y ____ Potter tuvieron un segundo encuentro con el Señor Tenebroso, hace sólo unas semanas..., y que Harry y ____ Potter escaparon nuevamente.
Ambos asentimos con la cabeza, y a Dobby se le llenaron los ojos de lágrimas.
-¡Ay, señores! -exclamó, frotándose la cara con una punta del sucio almohadón que llevaba puesto-. ¡Harry y ____ Potter son valientes! ¡Han afrontado ya muchos peligros! Pero Dobby ha venido a proteger a los señores Potter, a advertirles, aunque más tarde tenga que pillarse las orejas en la puerta del horno, de que los señores Potter no deben regresar a Hogwarts.
Hubo un silencio, sólo roto por el tintineo de tenedores y cuchillos que venía del piso inferior, y el distante rumor de la voz de tío Vernon.
-¿Qué-qué? -tartamudeó Harry-. Pero si tenemos que regresar; el curso empieza el 1 de septiembre. Eso es lo único que nos ilusiona.
-Usted no sabe lo que es vivir aquí. No pertenecemos a esta casa, pertenecemos al mundo de Hogwarts -dije.
-No, no, no -chilló Dobby, sacudiendo la cabeza con tanta fuerza que se daba golpes con las orejas-. Harry y ____ Potter deben estar donde no peligre su seguridad. Son demasiado importantes, demasiado buenos para que los perdamos. Si los Potter vuelven a Hogwarts, estarán en un peligro mortal.
Tranquilo, ¿Por qué? -pregunté sorprendida al escuchar lo que nos pedía.
-Hay una conspiración, ____ Potter. Una conspiración para hacer que este año sucedan las cosas más terribles en el Colegio Hogwarts de Magia -susurró Dobby-. Hace meses que Dobby lo sabe, señores. Harry y ____ Potter no deben exponerse al peligro: ¡son demasiado importantes, señores!
-¿Qué cosas terribles? -preguntó inmediatamente Harry-. ¿Quién las está tramando?
Dobby hizo un extraño ruido ahogado y acto seguido se empezó a golpear la cabeza furiosamente contra la pared.
-¡Está bien! -gritó Harry, sujetando al elfo del brazo para detenerlo-. No puede decirlo, lo comprendo. Pero ¿por qué ha venido usted a avisarnos?
Un pensamiento repentino y desagradable me invadió.
-¡Un momento! Esto no tiene nada que ver con Vol..., perdón, con Quien-usted-sabe, ¿verdad? Basta con que asiente o niegue con la cabeza -añadí apresuradamente, porque Dobby ya se disponía a golpearse de nuevo contra la pared.( Pobre Dobby no me gusta como lo tratan)
Dobby movió lentamente la cabeza de lado a lado.
-No, no se trata de Aquel-que-no-debe-ser-nombrado, señorita.
Pero Dobby tenía los ojos muy abiertos y parecía que trataba de darnos una pista.
-Él no tiene hermanos, ¿verdad?
Dobby negó con la cabeza, con los ojos más abiertos que nunca.
-Bueno, siendo así, no puedo imaginar quién más podría provocar que en Hogwarts sucedieran cosas terribles -dijo Harry-. Quiero decir que, además, allí está Dumbledore. ¿Sabe usted quién es Dumbledore?
Dobby hizo una inclinación con la cabeza.
-Albus Dumbledore es el mejor director que ha tenido Hogwarts. Dobby lo sabe, señor. Dobby ha oído que los poderes de Dumbledore rivalizan con los de Aquel-que-no-debe-ser-nombrado. Pero, señor -la voz de Dobby se transformó en un apresurado susurro-, hay poderes que Dumbledore no..., poderes que ningún mago honesto...
Y antes de que pudiéramos detenerlo, Dobby saltó de la cama, agarró la lámpara de la mesa y empezó a golpearse con ella en la cabeza lanzando unos alaridos que destrozaban los tímpanos. En el piso inferior se hizo un silencio repentino. Dos segundos después, oí que tío Vernon se acercaba, explicando en voz alta:
-¡Dudley debe de haberse dejado otra vez el televisor encendido, el muy tunante!
-¡Rápido! ¡En el ropero! y Dobby tranquilo -dije, empujando a Dobby, cerrando la puerta y echándome en la cama con Harry, en el preciso instante en que giraba el pomo de la puerta.
-¿Qué demonios están haciendo? -preguntó tío Vernon rechinando los dientes-. Acaban de arruinar el final de mi chiste sobre el jugador japonés de golf... ¡Un ruido más, y desearán no haber nacido, mocosos!
Tío Vernon salió de la habitación pisando fuerte con sus pies planos. Harry, temblando, abrió la puerta del armario y dejó salir a Dobby.
-¿Se da cuenta de lo que es vivir aquí? -le dijo-. ¿Ve por qué debemos volver a Hogwarts? Es el único lugar donde tenemos..., bueno, donde creo que tenemos amigos.
-¿Amigos que ni siquiera escriben a los señores Potter? -preguntó maliciosamente.
-Supongo que habrán estado... ¡Un momento! -dije frunciendo el ceño-. ¿Cómo sabe usted que nuestros amigos no nos han escrito?
Dobby cambió los pies de posición.
-Harry y ____ Potter no deben enfadarse con Dobby. Dobby pensó que era lo mejor...
-¿Ha interceptado usted nuestras cartas?
-Dobby las tiene aquí, señores -dijo el elfo, y escapando ágilmente de nuestro alcance, extrajo un grueso fajo de sobres del almohadón que llevaba puesto. Pude distinguir la esmerada caligrafía de Hermione, los irregulares trazos de Ron, la elegante letra de Draco, los escritos de Remus, y hasta un garabato que parecía salido de la mano de Hagrid.
Dobby, inquieto, nos miró y parpadeó.
-Harry y ____ Potter no deben enfadarse... Dobby pensaba... que si Harry y ____ Potter creían que sus amigos los habían olvidado... ellos no querrían volver al colegio, señores.
Harry se abalanzó sobre las cartas, pero Dobby lo esquivó.
Dobby por favor - suplique
-Los señores Potter las tendrán, si le dan a Dobby su palabra de que no volverán a Hogwarts. ¡Señores, es un riesgo que no deben afrontar! ¡Dígame que no irán, señores!
-¡Iremos! -dije seriamente -. ¡Danos las cartas de nuestros amigos!
-Entonces, los señores Potter no le dejan a Dobby otra opción -dijo apenado el elfo.
Antes de que pudiéramos hacer algún movimiento, Dobby se había lanzado como una flecha hacia la puerta del dormitorio, la había abierto y había bajado las escaleras corriendo.
Con la boca seca y el corazón en un puño, salimos detrás de él intentando no hacer ruido. Buscamos a Dobby. Del comedor venía la voz de tío Vernon que decía:
-... señor Mason, cuéntele a Petunia aquella divertida anécdota de los fontaneros americanos, se muere de ganas de oírla...
Cruzamos el vestíbulo, y al llegar a la cocina, sentí que se me venía el mundo encima.
El pudín magistral de tía Petunia, el montículo de nata y violetas de azúcar, flotaba cerca del techo. Dobby estaba en cuclillas sobre el armario que había en un rincón.
-No -rogué con voz ronca-. Se lo ruego..., nos matarán...por favor te daré ranas de chocolate
-Los señores Potter deben prometer que no irán al colegio.
-Dobby..., por favor...
-Díganlo, señores...
-¡No podemos!
-Entonces Dobby tendrá que hacerlo, señores, por el bien de los Potter.
El pudín cayó al suelo con un estrépito capaz de provocar un infarto. El plato se hizo añicos y la nata salpicó ventanas y paredes. Dando un chasquido como el de un látigo, Dobby desapareció.
Del comedor llegaron unos alaridos y tío Vernon entró de sopetón en la cocina y nos halló paralizados por el susto y cubiertos de la cabeza a los pies con los restos del pudín de tía Petunia.
Al principio me pareció que tío Vernon aún podría disimular el desastre nuestros sobrinos, ya ven..., están muy mal..., se alteran al ver a desconocidos, así que los tenemos en el piso de arriba.... Llevó a los impresionados Mason de nuevo al comedor, nos prometió que, en cuanto se fueran, nos desollaría vivos, y nos puso unas esponjas en las manos. Tía Petunia sacó helado del congelador y, todavía temblando, nos pusimos a fregar la cocina.
Tío Vernon podría haberlo solucionado de esta manera, si no hubiera sido por la lechuza.
En el preciso instante en que tía Petunia estaba ofreciendo a sus invitados unos bombones de menta, una lechuza entró por la ventana del comedor, dejó caer una carta sobre la cabeza de la señora Mason y volvió a salir. La señora Mason gritó como una histérica y huyó de la casa exclamando algo sobre los locos. El señor Mason se quedó sólo lo suficiente para explicarles a los Dursley que su mujer tenía pánico a los pájaros de cualquier tipo y tamaño, y para preguntarles si aquélla era su forma de gastar bromas.
Nosotros seguíamos en la cocina cuando tío Vernon avanzó hacia nosotros con un destello demoníaco en sus ojos diminutos.
-¡Léanla! -dijo hecho una furia y blandiendo la carta que había dejado la lechuza-. ¡Vamos, léanla!
Yo la agarré. No se trataba de ninguna felicitación por nuestro cumpleaños.
Estimados Señores Potter:
Hemos recibido la información de que un hechizo levitatorio ha sido usado en su lugar de residencia esta misma noche a las nueve y doce minutos.
Como ustedes sabe, a los magos menores de edad no se les permite realizar conjuros fuera del recinto escolar y reincidir en el uso de la magia podría lograr la expulsión del colegio (Decreto para la moderada limitación de la brujería en menores de edad, 1875, artículo tercero).
Asimismo les recordamos que se considera falta grave realizar cualquier actividad mágica que entrañe un riesgo de ser advertida por miembros de la comunidad no mágica o muggles (Sección decimotercera de la Confederación Internacional del Estatuto del Secreto de los Brujos).
¡Que disfruten de unas buenas vacaciones!
Afectuosamente,
Mafalda Hopkirk
Departamento Contra el Uso Indebido de la Magia
Ministerio de Magia
Levante la vista de la carta y tragué saliva.
-No nos habían dicho que no se les permitía hacer magia fuera del colegio -dijo tío Vernon, con una chispa de rabia en los ojos-. Olvidaron mencionarlo... Un grave descuido, me atrevería a decir... Bueno, muchachos, ¿saben qué les digo? Los voy a encerrar... Nunca regresarán a ese colegio... Nunca... Y si utilizan la magia para escaparse, ¡los expulsarán!
Y, riéndose como un loco, nos arrastró escaleras arriba.
Tío Vernon fue tan duro como había prometido. A la mañana siguiente, mandó poner una reja en la ventana del dormitorio e hizo una gatera en la puerta para pasarnos tres veces al día una mísera cantidad de comida. Sólo nos dejaban salir por la mañana y por la noche para ir al baño. Aparte de eso, permanecíamos encerrados en la habitación las veinticuatro horas del día. ( ahora si estamos en una carcel maldito sea todo, maldito Vernon
Al cabo de tres días, no había indicios de que los Dursley se hubieran apiadado de nosotros, y no encontrábamos la manera de escapar de la situación es un gran pesado pero no podemos hacer magia . Pasábamos el tiempo tumbados en la cama y charlando entre nosotros.
¿De qué nos serviría utilizar los poderes mágicos para escapar de la habitación, si luego nos expulsaban de Hogwarts por hacerlo? Por otro lado, la vida en Privet Drive nunca había sido tan penosa. Ahora que los Dursley sabían que no se iban a despertar por la mañana convertidos en murciélagos, habíamos perdido nuestra única defensa. Tal vez Dobby nos había salvado de los horribles sucesos que tendrían lugar en Hogwarts, pero tal como estaban las cosas lo más probable era que muriésemos de inanición.
Se abrió la gatera y apareció la mano de tía Petunia, que introdujo en la habitación unos cuencos de sopa de lata. Harry saltó de la cama, se abalanzó sobre ellos y me pasó uno. La sopa estaba completamente fría, pero me bebí la mitad de un trago. Luego fui hasta las jaulas junto con Harry y les pusimos en el comedero vacío los trozos de verdura embebidos del caldo que quedaban en el fondo del cuenco. Las lechuzas erizaron las plumas y nos miraron con expresión de asco intenso.
-No deben despreciarlo, es todo lo que tenemos -dije con tristeza.
Dejamos los cuencos vacíos en el suelo, junto a la gatera, y fui a echarme otra vez en la cama, casi con más hambre que la que tenía antes de tomarme la sopa.
Suponiendo que siguiéramos vivos cuatro semanas más tarde, ¿qué sucedería si no nos presentábamos en Hogwarts? ¿Enviarían a alguien a averiguar por qué no habíamos ido? ¿Podríamos conseguir que los Dursley nos dejaran ir?
La habitación estaba cada vez más oscura. Exhausta, con las tripas rugiéndome y el cerebro dando vueltas a aquellas preguntas sin respuesta, concilié un sueño agitado.
Soñé que nos exhibían en un zoológico, dentro de una jaula con un letrero que decía Magos menores de edad. Por entre los barrotes, la gente nos miraba con ojos asombrados mientras nosotros yacíamos, débiles y hambrientos, sobre un jergón. Entre la multitud veía el rostro de Dobby y le pedía ayuda a voces, pero Dobby se excusaba diciendo: Harry y ____ Potter están seguros en este lugar, señores, y desaparecía. Luego llegaban los Dursley, y Dudley repiqueteaba los barrotes de la jaula, riéndose de nosotros.
-¡Para! -dije sintiendo el golpeteo en mi dolorida cabeza-. Déjanos en paz... Basta ya..., estoy intentando dormir...
Abrí los ojos. La luz de la luna brillaba por entre los barrotes de la ventana. Y alguien, con los ojos muy abiertos, nos miraba tras la reja: alguien con la cara llena de pecas, el pelo cobrizo y la nariz larga.
Estaba pensando en Dobby es un elfo muy mono que quiere protegernos pero no debe ser tratado asi, ahg como me da ganas de pegar a esa familia malnacida
Ron estaba afuera en la ventana.
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