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[3]

Alzó la mano hacia arriba y una chispa amarilla se enredó entre sus dedos, un solo movimiento y un rayo cruzó por toda la habitación e impactó fuertemente con la pared, dejando un denso humo naranja en el agua.

Lo apartó con la mano e inspeccionó la pared.

—Funciona —susurró para sí mismo, sonriendo.

Luca había intentado inventar algo que le ayudase a no destrozar las paredes cuando entrenaba. Después de un montón de tiempo, había averiguado como formar esa espuma sólida que cubrían las paredes con sus poderes.

El humo fue desapareciendo lentamente ante sus ojos.

De repente, escuchó un ruido que provenía de la puerta. Salió de la amplia habitación que había convertido en su sala de combate. Traspasó un no muy grande pasillo en el que habían dos puertas; una a la derecha y otra a la izquierda. Siguió recto, hasta el final del pasillo, y llegó hasta el salón. No se había esmerado mucho en decorarlo, pues solo habían algunos sillones colocados alrededor de una mesa baja. En la misma pared blanca se encontraban la puerta y una pequeña ventana. Abrió la puerta que daba al exterior.

—Hola —dijo despistado sin mirar hacia delante, pero al hacerlo, se encontró cara a cara con un darmado no muy alto y que vestía de rojo—. ¿Qué quieres otra vez?

—¿La has encontrado? —le preguntó.

Aquel hombre llevaba llendo a su casa durante años completos, siempre una vez a la semana.

—A ver, ¿cómo te lo digo? —se preguntó Luca—. Aún no.

Exageró sus palabras con las manos y esperó su respuesta.

—¿Lo estás intentando? —preguntó Sin, como se llamaba.

—Sí, y aunque todos creáis que no...

El otro no le dejó terminar la frase.

—Si no te mueves de aquí, es prácticamente imposible —recalcó la última palabra.

Luca puso los ojos en blanco y se dispuso a cerrar la puerta, aquello superaba sus fuerzas.

—¿Es que no quieres que llegue el momento?

Luca abrió un poco más la puerta y se encogió de hombros.

—No tengo prisa, y tampoco es que me haga mucha gracia el final —dijo sin interés —. Lo que significa —Alzó la voz antes de que Sin se le adelantase de nuevo—. Que ni a ti ni a tus compañeros os corre prisa.

Se despidió con una sonrisa totalmente fingida y cerró la puerta por fin. Suspiró y vio a través de la ventana como Sin se alejaba con pasos rápidos y cortos de allí. Alrededor, a unos cuantos metros se habían reunido un par de personas más.

Resopló y volvió a lo que estaba haciendo antes de esa interrupción.

Alexia distinguió dos figuras negras acercándose en la oscuridad y en unos segundos empezó a ver mejor sus rasgos. Mark y Sebastián se acercaron a ella con una sonrisa. Se abrazaron un momento bajo el cielo oscuro y se sentaron junto a un muro de piedra.

—Ojalá no tener que esperar un mes —dijo Mark.

—Ya sabes que lo hemos intentado todo —le dijo Alexia intentando animarle.

Alexia miró al cielo deseando que esa oscuridad permaneciese allí. Que el mínimo brillo de la luna y las estrellas hiciesen que sus ojos se iluminasen, no ayudaba. Por eso aprovechaban aquellas noches, en las que el brillo era más pálido y podía confundirse con el reflejo del agua. Durante el día, sus ojos no se iluminaban, pero su piel más clara de lo normal y el extraño azul de sus pupilas la delataban.

Parecía mentira pensar que ella nunca había visto ningún otro darmado. Solo sabía de ellos gracias a que su padre y su hermano estuvieron investigando un tiempo. Habían encontrado unos documentos donde se hablaba de este grupo denominado como mitológico. Era de hacía varios siglos, así que probablemente nadie lo habría leído desde hacía mucho tiempo, sobretodo contando con que la letra no estaba bien trazada y era difícil de leer.

En el documento se había descrito un poco la situación que vivieron cuando ambos grupos se encontraron. Primero, el grupo acuático se dejó ver por primera vez, hecho que tardaron mucho tiempo en decidir... Era mucho riesgo. Los darmados forjaron grandes esperanzas, pero los humanos del momento, temiendo que querían robarles sus tierras, atacaron. Mucha gente les vio, así que, entre todos, pudieron recrear más o menos una imagen que les representase.

Mark y Sebastián observaron los dibujos con detenimiento y notaron algunas diferencias. Al final llegaron a la conclusión de que, tanto como los darmados como los humanos, habían cambiado con los siglos.

Entre los tres, sacaron la idea de que ella era uno de ellos.

Alexia les miró, y se encontró con dos miradas perdidas: Mark tenía la mirada baja, siguiendo el camino de las líneas del suelo como si fuese algo nunca visto; y con la vista de Sebastián clavada en el horizonte, intentando diferenciar en la oscuridad entre el cielo y el mar.

—Pero no podemos lamentarnos por eso —dijo Alexia, rompiendo el silencio que había entre ellos.

Agarró la mano de Mark y se puso en pie.

—Vamos a disfrutar de este rato —pidió mirándolos a los ojos.

Sebastián se incorporó también y padre e hijo sonrieron contagiados por aquella nueva energía.

—¿Qué propones? —preguntó Sebastián mirando a Alexia.

—¿Os apetece un baño? —sonrió.

Un humo intenso se colocó frente a sus ojos, dejándolo sin poder ver absolutamente nada y muy desorientado. Podía distinguir las llamas y el vivo color naranja que se extendía rápidamente.

Intentó acordarse de qué hacía allí. Montones de recuerdos pasaban por sus ojos, haciendo que no supiese diferenciar entre hacía 7 años y apenas unas horas.

Su cabeza paró de dar vueltas y abrió los ojos lentamente, intentando recordar en qué momento los había cerrado.

A su alrededor, el olor a humo y el sonido de las llamas no le dejaban pensar con claridad.

Se miró las manos, no tenía más de 17 años, era el pasado.

El humo desapareció de su vista y vio a escasos metros de él los ojos verdes claro de su madre. Ella extendió la mano hacia él. El chico dejó atrás las diferencias que tenían ambos y la pelea que acababan de tener unos minutos antes. Intentó agarrarla de la mano, pero algo tiró de él hacia la salida...

De nuevo no veía nada, pero en unos segundos se encontró de nuevo entre las llamas ardientes de un incendio.

Ahora iba vestido con el uniforme de policía y no veía la mirada suplicante de su madre. En cambio, se encontró cara a cara a un padre con su hijo de unos cinco años.

Tenía dos opciones: o correr a la salida para llamar a los demás desde el coche de policía, poniendo en riesgo la vida de aquella familia; o ir en su busca y sacarlos del edificio.

Optó por lo segundo, dio grandes zancadas hacia ellos y...

Dani se despertó. Estaba en la cama, su respiración era agitada y soltó un suspiro. La misión anterior le había revuelto los recuerdos...

¡Hola!

¿Qué os ha parecido el nuevo capítulo?

¿Alguna teoría? =)

❤️

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