[20]
Cuando Luca salió por la puerta de la habitación, Azariel esperó un momento antes de salir también de allí.
Sabía que se había pasado, pero nadie parecía tomarse en serio la situación. No iba solo de coronas y personas que encontrar, habían muchas más cosas detrás. El problema era que no lo sabían, claro. Llevar todo el peso del secreto en los hombros no era sencillo, pero si lo contaba... Ni siquiera sabía qué era lo que había al final de todo eso.
Giró a la derecha, dirigiéndose sin pensar a la biblioteca del castillo.
Era complicado. Si ya parecía una cosa imposible encontrar a la hermana de Luca, no podía ni imaginarse lo que supondría lo demás. Al final, los dos darmados mencionados eran solo una pequeña parte del verdadero problema. Actuar así sin que nadie supiera bien el contexto, lo dejaba en un mal lugar, pero el asunto corría prisa. El fingir que no sabía ya que Luca tenía poderes tampoco era fácil, querría poder explicarle todo, pero había que ir de poco en poco. También lo sabía todo sobre el colgante, que, sin darle muchas vueltas, era su vida.
Suspiró mientras cruzaba la puerta de la gran habitación. Tenía estanterías hasta el techo, todas ellas repletas de libros. Justo frente a él, habían unas mesas totalmente despejadas, perfectas para pasar el rato entre páginas. Se metió entre los pasillos de estantes, de nuevo, dejando que sus piernas le guiasen.
Recordó cuando había visto la foto del darmado con su padre adoptivo. Se preguntaba si Luca sabría la verdad sobre sus padres, pero no le dio más importancia. La foto había sido la sorpresa. Tener que pensar en maneras para descubrir quién era, no había sido una tarea sencilla. Tal vez aquel hombre supiese algo de ayuda, tenía que encontrarlo. Cuando descubrió que Dylan y Greta estaban en contacto con el chico, no tuvo otra opción que engañarlos. Se sentía fatal por eso, quería decirles porqué lo había hecho, y esperaba hacerlo pronto. Al tener claro que Luca era la persona que pensaba, hizo lo imposible por saber algo más.
Paró en seco frente a una de las estanterías. Sintió una punzada en la consciencia cuando llegó a su mente el momento en el que decidió registrar la casa del darmado. ¿Él mismo se lo perdonaría? No, nunca, pero sabía que lo estaba haciendo por protegerle, aunque aún no supiese exactamente cómo.
Centró toda su atención en el grupo de libros que tenía delante, intentando alejar los pensamientos que le asaltaban, haciéndole dudar. ¿Estaba haciendo lo correcto o se estaba equivocando completamente? Sentía que iba a explotar. Cogió uno de los libros, uno en el que nadie se habría fijado, puesto que estaba mezclado entre otros muchos más.
Lo abrió, y se encontró que no era un libro normal. Pasó la primera página, sabiendo que a la siguiente se abriría un agujero con un papel doblado guardado dentro. Cogió lo que contenía el libro y lo dejó en el mismo sitio donde había estado unos minutos antes. Se acercó a una mesa que había por aquella zona y se sentó en unas de las sillas, ambas de un material rojizo. Desdobló el papel lentamente, viendo ya en su mente las palabras y los dibujos hechos a mano que estaban allí escritos.
Sus ojos pasaron por todo el papel, escaneándolo, como si nunca antes lo hubiese hecho. Siempre miraba con más atención, como si así pudiese comprender algo de todo lo que escondían aquellas palabras. Se detuvo un momento en los dibujos. Solo eran simples bocetos con un poco de color, pero le decían más que todo lo demás. Una piedra morada sin forma, y dos círculos perfectos con un par de diferencias: uno era azul, con una luna en su centro; y el otro, amarillo con un sol dibujado. Si lo que afirmaban las anotaciones al margen del papel, rodeando los dibujos, era cierto, estas dos últimas habían salido de separar la morada. Es decir, la piedra morada ya no existía, solo quedaba su recuerdo en aquellas dos nuevas. Cuando descubrió que Luca tenía uno de aquellos colgantes, supo instantáneamente, que lo que fuese que se avecinaba estaba cerca.
La pregunta era: ¿Qué se acercaba? No tenía ni idea. Temía no saberlo antes de que ocurriese, puesto que la única información que tenía era una frase sencilla: "La magia es más poderosa de lo que parece". Eso podía significarlo todo y nada a la vez.
Se echó hacia atrás en la silla y suspiró. Debía de contarle la verdad a Luca, decirle que todo lo que le habían contado sobre lo que significaba el colgante era falso, pero no podía, porque no sabía qué había además de dos colgantes y magia. Esa era la clave, ¿no? Entendía que el problema era la magia. ¿Qué podía pasar con ella? Luca la había escondido todo aquel tiempo y nadie se había dado cuenta, eso quería decir que no era peligrosa. Se intentaba convencer de ello, tal vez si lo hablara con el darmado... Negó con la cabeza, ¿qué le diría? No hacía más que dar pasos en falso.
No sabía qué hacer.
El abrazo se alargó un rato, diciendo mucho sin necesidad de palabras. Ambos llevaban mucho tiempo esperando ese momento, pero cuando se separaron no sabían qué decir. El chico sentía el corazón en la boca, sin embargo, no dejó que se notara. Luca miró a Ander, su padre, a los ojos, aún sin creerse que estuviera allí. Espera, no lo podían ver con él.
—Tienes que irte —dijo rápidamente al recordar la conversación que había tenido con el rey, retrocedió un poco—. Ya.
—No, Luca —dijo Ander recortando la distancia que su hijo acababa de abrir entre ellos—. No voy a irme de tu lado otra vez.
Sus miradas se encontraron. Luca se vio reflejado en los de su padre, parecían cansados, ¿siempre habían sido así? Cuánto desearía que se pudiese quedar, que no se alejase de él, pero eso solo aumentaba las posibilidades de que le encontrasen.
—No lo entiendes...
Ander negó con la cabeza.
—Puede ser, pero puedes ayudarme a hacerlo si me cuentas lo que ha pasado allí dentro —dijo refiriéndose al castillo.
El silencio lo llenó todo de un frío inexistente que solo existía en sus mentes. Luca tenía sentimientos encontrados. Le quería, pues claro, por eso mismo le quería proteger y apartar de sus líos. Lo único que le hacía dudar era el recuerdo del calor del abrazo en su cuerpo.
—¿Cuándo nos hemos escondido cosas? —preguntó Ander, provocando que Luca levantase la mirada sin ser consciente de cuándo la había apartado.
Nunca, nunca se habían ocultado ni sentimientos, ni pensamientos. Nada. Intentar seguir las costumbres fue lo que le instó a contarle todo, dudando si contarle algunas partes, pero igualmente lo hizo.
—Por eso no tendrías que estar aquí —dijo Luca muy serio al terminar, no le había interrumpido en ningún momento.
El joven darmado se sintió más ligero después de decirle lo que había pasado, echaba de menos tener a alguien en quien confiar.
—Luca... —empezó Ander—. Si soy el motivo por el que no te deja en paz, será mejor que lo sepa, pase lo que pase.
—¡No! No tienes que meterte en esto, es cosa mía —dijo el chico sin reconocer a su padre en las palabras que habían salido por su boca.
Siempre había sido una persona resolutiva, que encontraba respuestas para todo, no podía entregarse así. Además, no tenían ni idea de qué le harían.
—En realidad tampoco es que tú hayas elegido tener poderes y una hermana perdida —dijo cruzándose de brazos-. Así que si nos ponemos así, tampoco es problema tuyo.
—No, papá, no —dijo Luca al ver que se giraba y empezaba a salir del callejón—. ¡Para!
Siguió dando un par de pasos, pero luego se volvió hacia él y se acercó.
—Luca, no puedes simplemente hacerme pensar que no te importa que te vaya a usar —le dijo—. Te conozco lo suficiente como para caer en eso.
Tenía razón, sí, pero lo prefería ante la posibilidad de que le hicieran algo a él por el simple hecho de acogerle. Cuando dejó salir esas palabras, vio en los ojos de su padre una chispa de duda, pero acabó negando con la cabeza.
—Déjame acabar con esto —le pidió cogiéndole las manos.
Apenas fue capaz de reaccionar cuando le soltó y empezó a caminar hacia el castillo. ¿Aquello era un adiós? Si no hacía algo sería demasiado tarde, pero sabía que no podía hacerlo cambiar de opinión.
—Te quiero —dijo casi en un susurro.
Ander se giró al escucharlo. Entre ellos habría una distancia de diez metros, pero la sonrisa que le dedicó su padre le llenó hasta la esquina más oscura del alma.
—Yo más —fue lo último que oyó al girarse.
________
¡Hola! ¿Qué tal?
¿A qué se referirá Azariel al decir que había algo más detrás de todo?
¿Qué pasará con Ander?
Os leo ^^ ❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro