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[17]

Luca miró a Dylan y a Greta, que esperaban una respuesta. ¿Era magia? Querría haber contestado un simple "sí", pero sabía que no era tan sencillo. Su mirada se dirigió a las paredes de la cueva, que seguían iluminadas. Era prácticamente imposible que si les decía que no, que tampoco sabía nada, se lo creyeran. Solo tenía una opción, y, en el fondo, lo tenía muy presente. También se podía imaginar la reacción que tendrían.

—¿Y? —le sacó Greta de sus pensamientos, estaba cruzada de brazos y le miraba exigiendo respuestas—. ¿Nos vas a decir qué significa esto?

Luca se lo tomó como una señal para empezar a hablar, pasase lo que pasase.

—Sí, es magia —dijo lentamente, sin estar muy convencido aún.

Dylan abrió la boca, pero su hermana se le adelantó.

—¿Cuándo pensabas decírnoslo? —preguntó con tono de reproche—. Supongo que nunca, ¿no? Total, ¿por qué contarnos algo así?

Su tono sarcástico le indicaba lo contrario. Lo que pensaba que iba a suceder se había hecho realidad, como si hubiese salido de sus pensamientos frases por frase.

—Greta...

—¿Tenías planes de contarlo? —No le dejó hablar—. Te parecía perfecto esconderlo, ¿por qué no?

Cada palabra se le clavaba en lo profundo, pero intentó que no se notara.

—Por favor... —dijo tras un momento de silencio, tragó saliva—. ¿En algún momento os he mostrado intenciones de usar mi magia en vuestra contra?

—¿Lo pensaste? —preguntó Dylan por primera vez.

Luca lo miró sin comprender.

—¿Qué? ¡No! —dijo sin pensar—. ¿Por qué iba a...?

Suspiró. Vio en los ojos de la princesa y del príncipe el temor por su magia, el rechazo. ¿Tendría que haberles contado todo desde un principio? Eso solo habría conseguido que se fuesen sin siquiera conocerle, pero analizando la situación, parece que el orden en el que hacía las cosas daba igual.

—¿Por qué motivo os haría daño si me estáis ayudando? —dijo clavando sus ojos en los de Dylan.

Hubo un momento de silencio que se hizo muy pesado. Dylan se apoyó en la pared, que ya había dejado de resplandecer de color amarillo anaranjado. En cambio, Greta, que estaba al lado de su hermano, seguía en la misma posición, inmóvil.

—Nos estabas usando para otra cosa, ¿verdad? —dijo de pronto Greta.

Luca levantó la mirada sin saber cuándo la había bajado.

—¿Para qué? —dijo en un susurro sabiendo la respuesta.

—Escapar —Escuchó a Dylan, pero no le miró.

Exacto, justo lo que pensaba. Ya no confiaban en él. Cerró los ojos con fuerza y suspiró.

—¿Desde cuándo pensáis esas cosas de mí? —preguntó Luca.

—Desde que nos escondes cosas —dijo Greta rápidamente.

—¿Y todo este tiempo que hemos estado juntos? —dijo Luca—. ¿Solo significa este momento?

El silencio le dio la respuesta. Greta le mantenía la mirada, pero Dylan la apartaba por mucho que la buscara.

—Me voy de aquí —dijo Greta, dejando la pregunta en el aire.

Dylan la siguió, y ella le indicó que saliera primero. Luego se giró hacia Luca.

—Si quieres volver a entrar será mejor que nos sigas, si no, enhorabuena, has conseguido lo que querías —dijo con tono inexpresivo.

—No tengo intenciones de escapar —dijo pensando bien cada palabra, temiendo que pudiesen tener doble significado y ella pensase cosas que él no quería decir.

Cruzaron miradas un segundo, pero ella la apartó y señaló la salida sin decir nada. Salió seguido por Greta y empezaron a andar en dirección al pueblo. Dylan iba delante y, de vez en cuando, miraba de reojo hacia atrás.

—¿Podemos hablarlo más tranquilamente? —preguntó Luca parándose.

El príncipe y la princesa le imitaron, y le prestaron atención.

—Dinos —dijo Dylan tras un suspiro.

Luca se dio cuenta de que no tendría ninguna otra oportunidad, así que pensó en la manera de aprovecharla al máximo, el problema era que no sabía cómo.

—Lo que habéis visto en la cueva no lo he hecho yo, ha sido al tocar la pared —empezó—. No habéis estado en peligro en ningún momento.

Los hermanos lo pensaron. Parecía que estaban hablando con solo mirarse, se entendían de esa forma.

—Si nos puedes prometer que nunca has herido a nadie con tus poderes, las cosas cambian —dijo Dylan, al fin.

De repente, un recuerdo pasó veloz por su mente, pero lo apartó. Aún así, su silencio dijo más que cualquier cosa que pudiese haber contestado.

—Lo suponía —dijo Greta emprendiendo la marcha hacia el pueblo.

—¡Espera! Fue un accidente —dijo Luca sin saber cómo iba a solucionar todo ese lío.

—Da igual —Suspiró Greta.

Al rato, ya estaban cerca de la puerta de entrada al pueblo.

—Cuando crucemos por aquí —dijo la princesa claramente—. No quiero que nos hables más, todo esto ha sido un error —Se cruzó de brazos.

Luca asintió, aunque en su interior no comprendía cómo todo había podido romperse tan rápido. Se puso las gafas y la peluca con las que había salido y entraron.

—Seguro que hay una manera de resolver esto —dijo Luca en un intento desesperado—. Por favor...

Caminó tras ellos por las calles. Ya veía la casa de la familia real a lo lejos, y parecía que no tenían intenciones de volver a hablar con él.

—Si quieres ahorrarte problemas, será mejor que pares aquí —le avisó Dylan señalando a la entrada, su hermana no paró—. Hay un guardia vigilando.

Luca levantó la vista y cruzó miradas con el hombre. Lo reconoció. Parecía que se escaneaban, y por cómo lo miraba, supo que también sabía quién era.

«Si nos vemos, no pueden saber que nos conocemos» Recordó que le había dicho.

Giró la cabeza por instinto, y vio que los dos hermanos ya habían entrado. Retrocedió, siendo consciente de que la mirada del hombre no se despegaba de él, y empezó a alejarse. Había sido rápido, apenas unos segundos, pero había sentido cómo ese momento había hablado por sí solo. Sonrió. Esperaba poder decirle todo lo que quería, con palabras si era posible, habían pasado 8 años desde que...

Se olvidó de lo ocurrido con Dylan y Greta, aunque no duró mucho. Aún así, sacó la llave de casa y se dispuso a abrir la puerta, pero se sorprendió al notar que ya estaba abierta. Un mal sentimiento se apoderó de él y entró. Como pensaba, todo estaba tirado por el suelo y desordenado. Revisó todas las habitaciones, aunque sabía que estarían todas igual. No se habían llevado nada.

De repente, decidió abrir el armario. Empujó una parte del fondo, que se desplazó, y metió la mano. Sacó una caja del interior y la abrió rápidamente. Donde debería de estar un marco con una foto de él y su padre, su amuleto con un sol grabado y una carta, sólo se hallaba un sobre. Tenía una pegatina con el dibujo de un castillo en el centro. Lo abrió y se encontró con el sello de la casa real.

—«Si quiere recuperar sus cosas, deberá presentarse en el hogar real» —leyó mientras entraba en pánico.

¿Por qué habían registrado toda su casa? ¿Cómo lo habían hecho? Había estado fuera de casa una hora, les había dado tiempo de sobra. Pensó en Dylan y Greta, ¿podía ser...? Habían estado con él todo el rato, no podían haberle dicho nada a su padre, ¿no?

______

¡Hola!

¿Quién será ese guardia misterioso?

¿Qué habrá pasado en la casa de Luca?

¿Solucionarán las cosas Luca, Dylan y Greta?

Más capítulos pronto ❤️

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