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[16]

Mark siguió a su padre para bajar del barco. Según Sebastián, encontrarían a su hermana allí. Él no lo tenía muy claro, ¿cómo se suponía que iban saber dónde estaba? Aún así, decidió confíar en su padre, que parecía muy seguro respecto al tema.

—Por aquí —le indicó Sebastián.

Estaba completamente de noche, y Mark apenas veía más allá de sus pasos.

—Una pregunta —decidió hacer desaparecer sus inquietudes—. ¿Cómo sabes a dónde tenemos que ir?

Su padre paró de golpe y le miró directamente. Mark pudo ver en sus ojos una sombra de duda, pero luego negó con la cabeza.

—Ya te lo contaré —dijo sin estar muy seguro.

Mark se cruzó de brazos y le miró mostrándole sus intenciones. No entendía porqué no se lo decía, tampoco es que fuera a ir gritándolo. De todos modos, su padre negó con la cabeza. El chico se resignó y volvió a seguir a su padre a través de la ciudad oscura.



—Ya casi llegan —avisó Verónica—. Vamos a hacer la prueba, a ver si tengo razón, ¿sientes algo raro?

Alexia seguía pensando en lo que le había dicho su madre. Sí, era cierto que cuando estaba con Sebastián y Mark notaba algo diferente. Se sentía... ¿mejor? No sabía ni cómo describirlo. Igualmente, Verónica no parecía tener intenciones de contarle nada, como si fuese un gran secreto o algo por el estilo. Lo volvió a intentar:

—¿Me vas a decir por qué? —preguntó por octava vez Alexia.

—Lo primero, eso me lo tomaré como un sí —Sonrió—. Lo segundo, ¿por qué insistes?

—Porque pensaba que era normal, y parece que no —dijo agarrando a Dharma—. Y me preocupa.

Verónica la miró.

—No tienes porqué hacerlo —le dijo con tono tranquilo—. Ya lo entenderás.

Alexia se cruzó de brazos. ¿Cómo lo iba a entender si nadie le decía nada?

—Eres la primera persona que me lo ha mencionado, algo sabes —dijo un momento después.

Su madre dudó, pero no contestó.



Dani caminaba sobre las piedras pensativo. Lo había arreglado todo con su padre, y sentía que se había quitado un peso de encima.

Sonrío y se quedó mirando hacia la luna, que mostraba su reflejo en el agua, creando un espectáculo de luces. Por fin parecía que las cosas se alineaban y volvían a la normalidad. No estaba muy seguro de que "normal" fuera la palabra adecuada, pues desde que se fue su madre siempre había sido así. Entonces, ¿esto sería una nueva vida? Daba igual, simplemente quería estar bien con su padre, significase lo que significase.

Amplió más su sonrisa, pensaba que era lo único que podía hacer en ese momento. La nueva energía que sentía lo provocaba automáticamente.

Estaba dispuesto a irse a casa cuando, entre las rocas, vio un brillo azul casi imperceptible. Se agachó y miró el espacio que había, pero resbaló y cayó por el agujero.



—Se escuchan pasos, ¿o soy yo? —preguntó Alexia pensando que se lo estaba imaginando.

—No, yo también los oigo... —dijo Verónica—. ¡Escóndete!

La darmado miró a todos lados, pero no había ningún sitio lo suficientemente grande.

—¿Dónde?

Su madre la agarró del brazo y la llevó a una esquina.

—Así no se te verá tanto —dijo mirando hacia el agujero, por el que acababa de caer alguien.

Verónica era consciente de que a ella no la vería, sin embargo, intentó no hacer movimientos bruscos.

El chico se levantó lentamente por el golpe y escaneó la cueva con los ojos. No sabía que existiera esa cueva, por lo que se sorprendió cuando notó al fondo el movimiento del agua. Cuando su vista se frenó sobre Alexia, solo podía distinguir la silueta. La chica se había tapado los ojos con una mano y su collar con la otra, en un intento de que no brillasen tan intensamente a causa de la luz de la luna que entraba por el agujero.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Dani acercándose.

A cada paso, Alexia se pegaba más a la pared, si era posible. Al darse cuenta de que la había visto, esperó que fuera un mal sueño, que no estuviera pasando. Sentía el corazón en la garganta.

Él le tendió la mano. Estaba notando que al caminar hacia ella no lograba nada, así que probó otra táctica.

—¿Qué haces aquí? —Lo volvió a intentar Dani, aún con la mano extendida.

Alexia no sabía que hacer, ¿responder? Imposible. Su mente iba a mil por hora buscando vías de escape, pero no encontraba ninguna.

Dani podía ver ligeramente su expresión, pero no sus ojos. Iba a volver a preguntar algo, que seguramente quedaría sin respuesta, cuando notó el brillo azul, que había hecho que cayese allí, entre sus dedos. Entrecerró los ojos para ver mejor, pero la luz azulada seguía brillando intensamente.

—¿Qué...?

Entonces se dio cuenta, era exactamente lo mismo que la piedra que se encontró Erik; mismo color, mismo brillo.

Alexia sabía que estaba viendo sus ojos, era evidente, la luna no parecía estar de su lado. Le sonaba su cara, pero no sabía de qué, no era posible, ¿cuándo le iba a ver? De todos modos, le sonaba que había sido hacía poco.

Volvió a sopesar sus opciones. Sus ojos giraron hacia Verónica, que estaba un poco más alejada con una frustración que se notaba a kilómetros, y entonces pensó en sus poderes. Eran otra opción, ¿no? Podían ayudarla a salir de esa situación, el inconveniente sería que la viera usándolos, claro. En caso de que pudiera escapar, no había nadie que le prometiera que el chico no se iba a acordar.

Dani seguía intercalando imágenes de su mente, estaba clarísimo que era la misma luz. ¿Por qué le brillaban los ojos a la chica? Por un momento, no descartó la idea de qué estaba soñando, pero no, era demasiado real.

Se giraron a la vez al escuchar que alguien más bajaba por el agujero. Alexia aguzó la vista, pues sentía quiénes eran. Por un momento, parecieron sorprendidos, y Mark le señalaba, ligeramente, con la cabeza que escapara mientras que el chico estaba dado la vuelta.

Intentó no hacer ruido mientras avanzaba rápidamente hacia la abertura que daba al mar. Miró a Sebastián y a Mark haciendo un gesto de agradecimiento y se fue.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Sebastián.

Había intercambiado una mirada con su hijo, era momento de improvisar.

—Es que... —Se giró Dani hacia donde, hacía un segundo, estaba Alexia—. ¿Qué?

—¿Qué pasa? —intervino Mark acercándose a él.

—¿Vosotros habéis visto a la chica que había ahí? —preguntó Dani sin poder creerlo.

Padre e hijo se dedicaron una mirada cómplice.

—¿Qué chica? —preguntó Sebastián intentando confundirlo—. ¿Estás bien?

El aludido asintió frunciendo el ceño, no podía habérselo imaginado.

—Vamos fuera, probablemente te hayas dado un golpe fuerte al caer —improvisó Mark señalando la salida.

Dani les siguió hasta el exterior y les agradeció su ayuda. Vio cómo se alejaban rápidamente, justo después de que el chico le diese su número. Según él, para saber si se recuperaba. Con el móvil en la mano, seguía dándole vueltas a todo. Estaba segurísimo de que la chica estaba allí, o ellos le estaban ocultando algo o, de verdad, no la habían visto. Optó por la primera opción, pero no entendía porqué le esconderían eso. Bueno, a ver, tal vez tuviese algo que ver con el brillo azul que desprendía, no estaba seguro.

Miró el nuevo contacto, pulsó añadir y sonrió. Si quería enterarse, tendría que hablar con el chico, capaz le podía decir para qué servía la piedra que encontró Erik antes de perderla. Por alguna razón, podía intuir que tenía relación con la chica. Otra pregunta le asaltó a la mente, ¿por qué le brillaban los ojos? Decidió dejarlo por el momento, aunque, sabía que, igualmente, no se lo podría sacar de la mente, pues no era la primera vez que había visto algo parecido.

Recordó dónde estaba la entrada de la cueva y empezó a caminar hacia su casa.

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¡Hola! ❤️

¿Qué os ha parecido?

¿Alguna idea de lo que pueda pasar a continuación?

=)

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