
Capítulo 14
-¿Dónde crees que tenemos que buscar? - dijo James a la vez que acariciaba las curvas de la mujer. Habían dado vueltas por Rabat como dos simples turistas y no habían conseguido nada útil. Bueno, ella había declarado el palacio del rey como un terreno bastante atrayente, pero eso no parecía ser nada útil para su investigación.
-No lo sé, aún nos falta ir a las ruinas de las afueras, ¿no? - Volvían a estar en la cama y, a pesar de la conversación en su visita, ella quería sentir la cercanía del soldado. Era bueno, extremadamente bueno, y conseguía que sus desastres desaparecieran. Solo faltaba saber cuándo caería la venda.
-Sí y el barrio ese azul...- Selene alzó una ceja divertida para después dejar un beso en su brazo real.
-Se llama Casba de los Udayas- el americano rodó los ojos y ella alzó una ceja. Hubiese seguido si un teléfono no hubiese resonado en la habitación. A pesar de la queja implícita en sus ojos, ella se separó. - ¿sí?
-Buenas noches, Sel- Una sonrisa decoró sus facciones al escuchar su voz. Aunque sabía que le escondía cosas y eso pesaba más de lo que había parecido en un principio.
-Buenas noches, ¿qué tal? - No era normal que llamara, no cuando podían estar en problemas allá donde estuvieran. Siempre utilizaban la mensajería instantánea que permitía el uso de aquellos aparatos tecnológicos antes desconocidos.
-Mal, te echo de menos...- La voz al otro lado se rompió y ella frunció el ceño. Nunca había escuchado al hombre tener algún comentario así. Eso estaba mal, completamente mal.
-¿Qué ha pasado? - Al notar la alerta en la voz de la sirena James se incorporó. En lugar de perderse en sus atributos como deseaba, se centró en escuchar la información que salía de sus labios.
-Nada, simplemente quería escuchar tu voz. - Eso no podía estar bien. Se levantó y se dirigió al portátil, que estaba en la mesilla. Lo abrió y tecleó varios comandos antes de volver a hablar. James tomó el aparato al momento para intentar acelerar el proceso.
-¿Dónde estás? ¿Por qué ahora, Fran? - sus peores temores jugaban con acabar con su cordura, estaba segura. No recibió una respuesta, el chico colgó y ella tiró el móvil. Ophrant no lloraba, pero tampoco podía decir que aquello fuese bueno. Sintió el abrazo de James antes de siquiera esperarlo y le sorprendió la facilidad con la que su contacto parecía relajar la tensión acumulada.
-Creía que podían estar sacándote de quicio- susurró contra la coronilla de la morena. Ella tan solo se refugió en el pecho desnudo. - No juega, tienen clara la estrategia. Van a ir a por tus cercanos. ¿Alguien a quien avisar?
-Mierda...- Se separó a la vez que jugaba con el teléfono. Ni siquiera tenía su número porque se lo había cambiado. El americano no entendió a la primera su expresión.
-¿Complicado? - dijo a la vez que se dejaba caer en la cama con una sonrisa contagiosa. Selene suspiró antes de hablar.
-Creo que me odia y ni siquiera tengo su número- Cuando él quiso acercarse Selene se negó. James no hizo nada por cambiarlo. Ella tecleó algo y luego se llevó el aparato a la oreja. Escuchó dos pitidos antes de recibir una respuesta. - ¿Shuri?
-¿Princesa? ¡Hace cuánto no hablamos! ¿Qué tal? - La princesa de Wakanda era demasiado buena, no cabía ninguna duda de aquello.
-Hola, sí hace mucho. Yo estoy bien, ahora mismo por Marruecos- comentó como si no estuviese dándole toda la información. El americano abrió mucho los ojos, claro que él no sabía que la mejor programadora informática se encontraba al otro lado de la línea. - Necesito un favor.
-Sé que estás en Marruecos, Rabat para ser exactos- Odiaba que la controlasen, pero a la vez dejaba claro que se preocupaban por ella. Se sentía bien por ello. -¿Qué necesitas?
-¿Me puedes decir el número de Dheera? - escuchó un teclado y supuso que estaba enviándoselo. Después se dio cuenta de la parte del seguimiento. - ¿Sabes dónde está Ophrant? - James no conocía aquel nombre. No obstante, prefirió pensar que aquel nombre le pertenecía a uno de los desconocidos de la organización.
-Ya tienes el número. Ophrant dejó de ir a trabajar anteayer, creí que estaba contigo. Pillaste una suite y pagaste para dos. Espera... ¡¿No estás con Ophrant?! - Se alejó el auricular al recibir el grito. Por supuesto, la muchacha entraba en la edad del pavo y era cotilla. Era peligroso que la persona con mayor habilidad de hackeo del mundo fuese chismosa.
-Shuri... Llevo días sin verlo y creo que él va a tener algo serio tarde o temprano con María Hill- El americano que escuchaba se sorprendió al reconocer aquel nombre. Era la exagente de SHIELD. No entendía nada.
-¿En serio?¿Con ella? Tú vales mucho más, Selene. - Rodó los ojos. Sabía que valía más, pero no era buena para el tritón, básicamente porque no estaba dispuesta a sentar cabeza. Si no, no se hubiera acostado con el soldado junto a ella.
-Si consigues algo mándamelo- Colgó y suspiró a la vez que negaba. Aquella mujer estaba loca, extremadamente loca. Tecleó el número de la que había sido su doncella con vacilación. No sabía qué iba a encontrarse.
-Hola, ¿quién es? - Era la voz de un hombre, un tono que conocía demasiado bien.
-¿En serio? Quiero hablar con Dheera, por favor. ¿Me la pasas? - Una risa ronca sonó al otro lado del teléfono y la princesa de la Atlántida puso los ojos en blanco con impaciencia.
-A lo mejor ella no quiere hablar contigo- comentó y la mujer bufó. No podía utilizar su poder monárquico, no al haber sido derrocada y no existir, y al tener a Bucky al lado.
-Tiene que ver con Ophrant, a lo mejor eso la anima- Un murmullo resonó a través del altavoz, ella esperó de forma impaciente. Sus pies se movían sin que ella se diese cuenta. James trataba de entender el nivel de presión que debía de tener encima.
-¿Si?
-Hola, Dheera. Cuánto tiempo... Mira, sé que no quieres hablar conmigo así que seré rápida- Se mordió el labio con fuerza a la vez que decidía como explicarlo. - Alguien me ha amenazado y Ophrant ha desaparecido. Es probable que vayan a por ti.
-¿Ha habido movimiento en los mares? - preguntó ella y Selene se calló. Era imbécil, no había comprobado eso porque había estado demasiado confiada.
-No lo sé, tengo que mirarlo. Mantente a salvo, por favor.
-Si no hubieras decidido volver a buscar una corona no necesitaría esconderme- Era una puñalada en toda regla y Selene, que odiaba que le dijesen aquel tipo de cosas, no se quedó corta.
-Prefiero eso a dedicarme a meterme en la cama de un hombre- Había pasado a hablar en atlante y ni siquiera se había dado cuenta. James intentaba entender algo de su conversación sin ningún tipo de éxito.
-Vete a la mierda, Selene. Cuando aprendas a arrepentirte o a empatizar volvemos a hablar. - Tiró el móvil al escuchar que había acabado la línea. Un vaso de agua que había junto a la mesilla explotó, James lo evitó con maestría mientras que los grifos del baño se abrían.
Rodeó los brazos de la enfadada princesa. En algún momento entre la rabia, la ira y el agua, dejó que él la abrazase. No dejó que una lágrima recorriese su tersa piel, pero la presión en el pecho era demasiada. No podía con todo aquello. Se acordó, de repente, de la primera pregunta de su exdoncella. Apartó al soldado para correr al baño de manera inestable. Se arrodilló en el agua para buscar aquello que podía llamar su atención.
Intentó con todas su fuerzas encontrar algo. El problema era que no sabía qué buscar ni dónde y si conocían a Ophrant como tritón habrían tenido cuidado de no rodearse de agua. Buscó y buscó la presencia de su mejor amigo, pero no había nada. La incertidumbre al saber que podían conocer sus raíces heló su sangre. Era imposible, James no habría sido capaz, no cuando tenía un ojo sobre sus movimientos siempre y chips de rastreadores y micrófonos.
-¿Encuentras algo? - Bucky era inexperto en la materia referida a los poderes acuáticos, no obstante, se imaginó que se trataba de algo relacionado con aquello. No se imaginaba otra razón por la que estar de aquella forma frente a un bidé.
-No, no hay nada- se quejó y el moreno se acercó con la calma propia del soldado de invierno. Rodeó a la mujer de las caderas y la levantó con facilidad. Después caminó con ella hacia la habitación mientras ignoraba sus quejas y golpes. Al llegar, la dejó suavemente en la cama.
-Hoy llevas un mal día. No vas a conseguir nada, mañana seguiremos. Es hora de dormir- dejó que tirase de ella hasta la cama pues sabía que tenía razón. Cuando estuvo arropada tanto por la manta como por su abrazo, se durmió.
A media noche, cuando ella parecía haberse perdido en el mundo onírico, un brazo se presionó contra su garganta. Intentó respirar varias veces y, al no conseguirlo, acabó por despertarse. El soldado de invierno la estaba ahogando. Golpeó su brazo una y otra vez hasta conseguir que se alejase. Al ver que no funcionaba intentó llamar al agua, justo cuando estaba a punto de utilizarla contra el americano, él se apartó rápidamente. Su mirada volvía a ser clara. Por ello, se permitió respirar. Tosía. La garganta le quemaba, pero nunca había sentido una quemazón tan placentera. Al volver a mirar al lugar donde yacía el americano su corazón se estrujó, tenía la mirada perdida y se habían acumulado las lágrimas.
-¿Qué ha pasado? - dijo con la voz rasposa debido a lo acontecido segundos atrás. Se arrodilló frente a él y agarró sus manos con calma. Él miró a los ojos a la mujer, su mirada mostraba horror.
-L-lo siento. Era una pesadilla, de verdad, no pretendía, y-yo...-Besó al moreno al darse cuenta de que titubeaba. La verborrea sin sentido no era de sus cosas favoritas en el mundo, prefería muchas otras cosas.
-Está bien, no pasa nada. Ahora vas a volver a dormir y sé que no vas a volver a hacerlo. Incluso si lo hicieras, sé que no pretendías hacerme daño. - Allí estaba el canto de sirena de nuevo. No podía evitarlo, menos cuando la había atacado a muerte. Si bien había parado a tiempo, necesitaba cubrirse la espalda. Tenía que buscar algo para evitar un ataque en caso de que volviese a pasar.
A pesar de haberse metido de nuevo en la cama, fue incapaz de conciliar el sueño, se despertaba cada pocos minutos. Demasiado difícil concentrarse en ello al saber que su amante podía matarla sin siquiera darse cuenta. Cuando volvió a abrir los ojos, las ojeras demostraron que su descanso no había sido bueno. La culpabilidad teñía el rostro humano, ella prefirió ignorar aquello.
Tras ello, fueron a la necrópolis de Chellah, su primera parada del día. Eran los restos de un asentamiento romano y un buen sitio para esconder mensajes. Parecía un parque recreativo. Ella iba de la mano de Bucky, deseaba sentir algo más personal que el cuero de sus guantes, por desgracia, era imposible.
-Mierda...- Habían dado una vuelta y todo había ido bien. Cuando llegaron a la capilla, cambió. Su piel palideció y ella quiso creer que no era cierto. James alzó una ceja y, por primera vez en el día, habló.
-¿Qué pasa?
-Esa inscripción es en atlante- dijo antes de acercarse. Hacía mucho que no veía su lengua materna escrita. Un calor se instaló en su pecho al reconocer el trazado, aunque al leerlo sintió que su sangre se congelaba. El azul se congregaba en sus mejillas por culpa de la ira y, por primera vez en años, le dio igual.
-¿Qué dice? - Había visto a la mujer desequilibrarse, pero nunca había visto sus mejillas con tanto color. El azul era demasiado bonito como para no tenerlo en cuenta, no lo diría en alto, por supuesto.
-Vienen a por mí. Son atlantes. - No se fijó en su reacción. Estaba demasiado ocupada, necesitaba encontrar posibles atacantes. Podía ser la nueva república o alguien que hubiese apoyado a sus padres, no había más opciones. Bueno, las había, pero no quería creerlas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro