Al ser un espíritu y no tener cuerpo, tenía que concentrarse para que su imagen no se difuminase cuando el viento la rozaba. En ese mismo instante, cuando sus ojos encontraron los de Richard había perdido la concentración, asi que su reflejo desapareció.

Durante unos minutos mantuvo su mente en blanco y dejó que la brisa le llevara a través de las calles. Viajaba a unos centímetros del suelo, nadie notaba su presencia, no era más que una sombra como otras tantas. Cuando comenzó a cansarse de volar intentó volver a ser un "cuerpo" estable. Se encontraba en una calle bastante estrecha que desembocaba en una gran avenida, High Street. Su "corazón" latió con fuerza, no esperaba acabar alli, donde empezó todo.

Caminó por el callejón hasta llegar a High Street, con nerviosismo avanzó entre las casas que se levantaban a su lado, tenía miedo, miedo de encontrarse con él, miedo de que el se hubiera rendido y estuviera en casa con su mujer. Suspiró y asomó la cabeza por la ventana de una de las casas, y como tiempo atrás se fijó en el grabado que había al lado del buzón;"Thomson" traía escrito. Sus ojos se depositaron en el sillón que había justo al lado de la chimenea, Richard estaba sentado, pensativo y con la mirada perdida. Su mujer Lily Anderson entró en la sala.

-Cariño¿qué te pasa?- Sarah escuchaba con atención sin perder ningún detalle.

-No es nada amor.- dijo Richard.

Sarah sonrió tristemente, se sentó en el bordillo alejada de la ventana y esperó a que se hiciera más de noche.

Cuando las sombras invadían la avenida, Sarah se lenvantó de un salto y volvio a acercarse a la ventana. Sorprendia vio que todavía había luz en la casa.

Richard se levantó del sillón, sacó un cigarrillo de su bolsillo y lo prendió con sumo cuidado mientras se acercaba a la puerta de entrada. Recostado contra la puerta dirigió la vista al cielo para observar las enormes estrellas que se dibujaban en aquel lienzo.
Sarah soltó un pequeño grito e instantaneamente Richard giró su cabeza para contemplar a la muchacha. Sus ojos se encontraron. Richard sonrió y Sarah le imitó.

-Richard....yo-

-No tienes que disculparte, mejor no digas nada. En realidad soy yo quien debe pedirte perdón me he comportado como un estupido. Sarah debes saber que te quiero de verdad. El día que nos conocimos, y descubrí lo que eras te busqué por todo Londres. A los tres días intenté suicidarme, pensaras que soy idiota pero mi corazón arde, lo que siento es amor verdadero.-

-Richard esto no funcionaría. Estoy muerta y además no puedo...- tartamudeó.

-Venga dilo, quiero que lo digas.

-No podemos ni besarnos.

-No me importa, yo solo quiero estar contigo para siempre.

Richard estiró los brazos y la apretó contra su pecho. Y aunque ni él ni Sarah pudieran sentir su contacto físico, ambos notaron una sensación cálida que invadia su cuerpo.
Y por vez primera, Sarah se sintió viva.