Un osito muy ... horny.
Roier gemía totalmente encantado por la tremenda vista que Spreen le estaba dando al estar de rodillas dándole esa atención especial.
Sus manos acariciaban esas orejitas de oso, sacándole uno que otro jadeo que le hacía jadear y con ello sentía su garganta más apretada.
¿Qué clase de talento era este?
Spreen le tomaba hasta el fondo, chupando, lamiendo. Disfrutando de lo bien que se sentía cuando sus caderas se movían follandole la boca.
Sentía leve roces por los colmillos del moreno, que en lugar de doler, le fascinaban.
— Mierda... — gimió tomándole del cabello y llevándolo hasta el fondo mientras se corría. Spreen parecía ahogarse por la cantidad de semen que estaba llenando su boca y lentamente iba bajando por su garganta, pero no se quejaba o intentaba alejarlo.
Aquellos fluidos escapaban de la comisura de sus labios, succionaba como si no quisiera desperdiciar ni una sola gota.
Cuando sintió que era suficiente se alejó relamiéndose los labios, dándole una mirada bastante traviesa a Roier que para este punto no sabía que decir o hacer. Lo único que existía en su mente era la imagen de Spreen dándole la mejor mamada de su vida, con el rostro sonrojado, lágrimas cayendo por sus mejillas, labios hinchados y el cabello totalmente despeinado al estarle guiando en sus movimientos.
— Ojalá vos tengas más ... Porque pienso dejarte seco~— soltó en una pequeña risa mientras ante la atenta mirada de Roier se sentó sobre su regazo, aquí él no sabía si murió y estaba en el cielo o había caído en el cielo por pecaminoso.
Fuese como fuese, lo iba a disfrutar.
Sus manos se colocaron sobre el trasero de Spreen, tomando su linda colita de oso para escuchar más de esos gemidos tan lindos que salían de entre los labios de su esposo.
Se ponía tan sensible que nadie creería que alguien como él podía ser un hijo de puta que al enojarse te podría devorar entero o partir tu cuerpo a la mitad.
Aunque en este caso, Roier claro que quiere cogerse tanto a Spreen que no sienta nada de la cintura para abajo.
— Deja de manosearme... Pelotudo de mierda...— se aferró a los hombros de Roier mientras comenzaba a dar de pequeños saltos sobre sus piernas.— Puedo sentir que estás duro. ¿Acaso te gusta estarme manoseando el culo?
Tremendo furro que sos.
Excitado con un osito...
Se burla soltando leves gemidos y cerrando sus ojos cada que el miembro de Roier roza su entrada entre cada salto.
— ¿Y de quién es la culpa?
Apenas estaba cerrando la puerta cuando te me lanzaste encima. — sus dedos comenzaron a introducirse en Spreen, sin poder pasar por alto que estaba bastante húmedo y no tan apretado. — Que osito tan más caliente tengo aquí...
Yo quería hacerlo lento, preparándote como se debe y ya tengo dos dedos jodiendote.
¿Te parece suficiente?
Spreen jadea mientras niega, necesita más.
Y claro que hará caso a eso.
Pronto ya tiene tres dedos dentro suyo, moviéndose con rapidez, frotándose en su interior.
— Roier... — gime mirándole con necesidad, abrazándole por el cuello y teniendo que morderse el labio para no verse tan desesperado.
— ¿Qué pasa? ¿Necesitas que te coja como se debe?
Yo también lo necesito, mi amor.— le toma con poca delicadeza del rostro con su mano libre, acercándose a sus labios y besandole con hambre.
El moreno apenas puede con esto, su cuerpo está temblando, se siente demasiado caliente.
A ciegas logra alinear el miembro de Roier y baja de una sola estocada.
Ambos gimen con fuerza entre aquel beso.
Sin perder el tiempo comienza a mover sus caderas, primero de arriba a abajo y luego buscando tocar su propio punto dulce.
Roier parece no poder dejar de tocarlo, le hace abrir más las piernas, necesita entrar completamente en él y recordarle quien es el único que puede tenerlo de esta forma.
Spreen muerde su cuello, se está sintiendo demasiado bien que no le importa correrse con esto. Pero debía hacer sentir bien a su esposo.
— ¿Te parece suficiente ahora?
¿O acaso necesitas más?— le da una fuerte nalgada que provoca que de un brinco que hace rozar su propia erección con el estómago de Roier.
No quiere tocarse, sabe que si lo hace se dejaría llevar tanto que sentiría su mente en blanco.
— Más... Por favor. Soy tu puta, tu depósito de semen, follame, cogeme...— es un desastre, sus pupilas están dilatadas, cada gemido sale entre lloriqueos.— Hazme saber a quien le pertenezco.
Y no es que Roier vea a Spreen como un objeto, él es ... No diría que un caballero en estos momentos pero ahora tiene que hacer caso, ¿No?
Complacer a su osito.
Intentando mantener algo de autocontrol tomo a Spreen de las piernas, haciendo que las enredase en su cintura para tener algo de soporte, sentía las propias temblar y claro que el moreno parecía no controlarse.
Seguía moviéndose en búsqueda de su desahogo.
Se levantó con cuidado llevándose al híbrido cargando, este estaba confundido, ¿A dónde iban?
Miró a su alrededor recordando que ni siquiera estaban en la habitación, apenas dejó que Roier se sentará en el sofá antes de comenzar a chupársela.
Ahí tontamente creyó que sentiría el suave colchón, pero en su lugar fue algo duro y frío.
— Ro... ¿Por qué estamos en la cocina?— el calor aún no se calmaba, solo estaba en sus cinco minutos de cordura.
— Quiero probar algo... ¿Tienes algún problema?— susurró lamiendo su cuello lentamente, causandole escalofríos y que quisiera suplicarle que le mordiera.
— Dale, capo... Te estoy sintiendo palpitar dentro mío, ¿Se siente bien? ¿Te gusta joderme?
No pudo reir ya que Roier dió una embestida que le hizo sentir que el aire se le iba de los pulmones.
No estaba siendo delicado como era usual en ellos cuando cambiaban los papeles. Su cuerpo se movía sobre la mesa mientras intentaba aferrarse a algo.
— Solo yo puedo hacerlo.— Gruño atrapando las manos de Spreen sobre su cabeza.— Soy el único que puede ver esa carita de puta que tienes cada que te la meto.
¿Tanto querías esto, cariño?
Un especie de ronroneo salió desde el fondo de la garganta del híbrido, le estaba calentando con esa dirty talk.
— Vamos, osito. Dime lo que necesitas.
¿Más profundo?~ que me aprietas tanto que parece que no puedes vivir sin mi pene dentro tuyo.
Se relame los labios siendo ahora él quien ve como presa a su pareja, deleitándose por lo hermoso que se ve. Nota que entre cada embestida el miembro de Spreen tiembla, toca la punta con sus dedos sacandole un grito que pudo haberle desgarrado la garganta.
— Estás muy sensible, mi amor.— se burló masturbándole al ritmo de sus penetraciones.
Entraba tan profundo que lo dejaba sin poder siquiera hablar, luego lo sacaba disfrutando de los lloriqueos necesitados y el como intentaba aferrarse a él con sus piernas.
— Por favor... Roier. Mierda...— quería tocarle, besarlo.
Apenas podía sentir que su cuerpo seguía siendo suyo porque a este punto, Roier lo tenía completamente encantado.
Y como si supiera exactamente que quería, se inclino sobre él, dando pequeños besos en sus mejillas para borrar aquellas lágrimas de placer, luego iba bajando por su cuello, rozando sus dientes y dando una leve succión.
Ahí fue donde entendió completamente el porque de la actitud del moreno, al estar tan cerca de su cuello pudo detectar un aroma bastante dulce.
— Estás en celo.— se rio roncamente provocando que Spreen sintiera tanta vergüenza por eso.
Quiso alejarse, reclamar.
Lastima que no se la dejaría tan fácil y pronto estaba mordiendole el cuello, masturbandole con rapidez y moviendo sus caderas tan fuerte que el sonido de sus pieles chocar era lo único que se escuchaba en el lugar.
Sintió el leve sabor metálico de la sangre, creyendo que se había pasado un poco, teniendo que lamer cuando pronto sintió algo caliente manchar su estómago.
Spreen se había corrido.
No pudo siquiera gritar al estarse mordiendo el labio.
Roier quiso, en serio que quiso darle tiempo de recuperarse.
El único problema fue que el interior de Spreen se apretó tanto que ahora él estaba desesperado.
— Lo siento.— movió sus caderas de forma desesperada, notando como se notaba un leve bulto en el vientre bajo de Spreen cada que su miembro estaba dentro suyo.
Bajando sus besos y mordidas hasta el pecho del moreno, apretando sus pezones entre sus dientes de una forma algo salvaje y luego succionando como si quisiera obtener algo de ellos.
Spreen solo podía gemir, suplicarle a Roier entre gemidos desesperados que no se le ocurriera detenerse.
Su mente se nublo, creyó que su propio cuerpo estaba cediendo.
Solo estaba siendo la linda muñeca de Roier...
Una extraña sensación recorrió su cuerpo, desde la punta de sus pies hasta la cabeza.
Grito mientras su cuerpo de arqueaba ligeramente y tenía otro orgasmo, solo que está vez fue uno diferente.
Tenía semen, claro, pero tenía más líquido transparente que fue manchando a ambos y dejándolo totalmente fuera de sí.
Roier ante ese espectáculo tuvo que ceder ante sus propios deseos corriendose dentro del híbrido.
No sabe si fue por el tiempo que no habían podido pasar juntos o que de alguna forma el celo de Spreen lo había afectado también, pero se estaba corriendo mucho.
El vientre de Spreen se veía hinchado y al salir lentamente su interior algunas gotas salieron manchando sus muslos.
Se dejó caer teniendo cuidado de no poner todo su peso sobre él.
Intentando regular su propia respiración y entender como carajos le había provocando un squirt así.
Pudo pensar que habían terminado, que esto era suficiente para calmar las hormonas del moreno.
Lastima que apenas iba a darle los cuidadores posteriores, Spreen tomo sus labios con más necesidad.
— Aún tenemos más lugares donde divertirnos.—
Jadeó mirándole a los ojos y ahí Roier no supo si fue su imaginación, estaba intoxicado por Spreen o que mierda.
Pero juraría que veía corazones en las pupilas ajenas.
Agradecía que tuvo la gran idea de llevar a los niños a casa de sus padres o tendría muchas cosas que explicar después y el psicólogo no era barato.
— Si no te hago un bebé, te hago un queso con tanta leche que tengo para tí.— intentó decir coquetamente solo logrando que Spreen soltará una risa que luego se volvió un gemido al volver a metérsela sin aviso.
— Pelotudo ngh~...— le beso como si la vida se le fuera en ello.
Ya después pensarían en las consecuencias de sus acciones, ahora solo querían coger como conejos en cada rincón de su hogar.
Porque algo estaba claro, Roier se cobraría varias que Spreen le debía y la mejor forma era dejarlo sin sentir las piernas un buen rato.
.
.
.
.
.
.
.
.
Veamos si Wattpad no me lo borra 👁️👁️
Y eso que es lo mas tranquilo que puedo escribir.
Capitulo dedicado al grupito de frutitas.
A
mí señora
Y a Mentita
Tkm mentita.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro