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CAPÍTULO 5. No sé que sería de mí sin ti

Natalia

—Y este es todo nuestro trabajo sobre la biología marina —da por finaliza la exposición David.

Recibimos aplausos por parte de los compañeros. Al final he puesto el trabajo de parte de los dos, cambiamos juntos un par de cosas y añadimos un poco más. En mi opinión, creo que el trabajo nos ha salido para un sobresaliente. Me he desenvuelto lo mejor posible ante mis compañeros y David también lo ha hecho bastante bien, aunque conociéndole para él es muy fácil llevarse la gente al bolsillo.

—Un gran trabajo si chicos —nos halaga el profesor—. David me encanta el empeño que has puesto en la exposición ¿lo has hecho tú solo? Me refiero a sacar las conclusiones sobre cada uno de los apartados.

—Sí claro pero... —antes de que pueda seguir hablando le corta el profesor.

—¡Maravilloso! —exclama dando una gran palmada—. En el trabajo tenéis un diez ha conjunto e individualmente David tú un nueve y Natalia tú un siete —da las notas.

Es imposible que me haya puesto tan sólo un siete individualmente. Lo he hecho poniéndole todo el empeño del mundo, y he dicho todo exactamente igual que lo estaba en las diapositivas del trabajo. He hablado sin cortarme ni un poco, es injusto.

—Perdón profesor pero no estoy de acuerdo con mi nota —discuto enfrentándole.

—¿Por qué? Lo primero de todo es que has hablado flojo Natalia, eso es algo de las muchas cosas que tienes que corregir —dice con una amplia sonrisa en la cara.

—Perdona profesor pero ha sido Natalia quien más empeño le ha puesto al trabajo —se entromete David defendiéndome.

—¿Y? —inquiere—. David tú has tenido más soltura al hablar que la señorita Natalia —contesta.

Mi expresión es seria, necesito un diez o como mínimo un nueve. No puedo bajar mi media de sobresaliente ahora en tan sólo esta asignatura.

—Natalia es quien se merece mi nota y no yo —dice David.

—¿Seguro David? Fíjate que tus medias están en suficientes y en esta conseguirías un sobresaliente.

—¡Me da igual! —chilla dando un golpe seco sobre la mesa del profesor con la palma de la mano abierta.

—David cálmate... —le pido en un susurro agarrándole de los hombros tratando de masajearlos para tranquilizarle.

—¡Estoy segurísimo! —grita—. ¡Y le digo que quién se merece ese puto nueve es Nat y no yo! —vuelve a reclamar gritando.

Todos los compañeros fijan la vista sobre él. Esto es lo que pasa algo que tenga que ver conmigo, se comporta como el típico hermano sobre protector que nunca he tenido.

Se marcha a su sitio disgustado con su compañero Yoel y la tanda de los demás retrasados con músculos que forman un coro al final de la clase. Una vez que David se sienta yo me dispongo a hacer lo mismo. Todo se queda en silencio por unos segundos hasta que vuelve a sonar ese familiar golpe atizando sobre una de las mesas de clase, pero esta vez junto con el chirrido proveniente del arrastre de una silla sobre el suelo del aula.

—¡Que cojones! —David es el culpable del alboroto—. ¡Nat no se merece un nueve! —chilla, no puedo creer lo que acaba de decir. Se me engarrota el corazón de tan sólo oír esas palabras saliendo de su boca—. ¡Nat se merece un diez! ¡Un puto diez!

Ahora si queda todo en silencio, excepto por el sonido proveniente de mi corazón que bombea con tanta fuerza que parece querer salir de mi pecho. Nunca he tenido malos rollos en el instituto, siempre he querido pasar desapercibida. Al parecer se acabo eso de ser el fantasma de clase. Elena mi compañera me propina un golpe con el codo para que reaccione ante tal situación, pero de mi boca no sale absolutamente ni una palabra. Estoy tan blanca como la mismísima pared.

—David Fedez fuera de clase ahora mismo —el profesor lo dice calmado y con su dedo índice señalando la puerta.

Miro a David. Él nunca ha sido expulsado de clase y se ha quedado completamente en un estado de shock. Puede que sea uno de los mayores mujeriegos, un idiota y muchas cosas más, pero una cosa que destaca en él es que nunca ha dado problemas en clase, siempre ha respetado toda y cada una de las normas.

—¡David fuera! —esta vez el profesor sí que le grita—. ¡Ahora!

Él solo sale sin enfrentarse al profesor. Nunca le ha gustado faltar el respeto a nadie en clase. Hago el amago por levantarme de mi sitio, tengo que ir a buscarle.

—No puedes irte... —susurra Elena a mi lado, quién parece oír mis pensamientos.

Me levanto de la silla y sin apartar la mirada del profesor abandono el aula sin ninguna llamada de atención. Miro hacia un lado del pasillo, hacia el otro y no encuentro absolutamente rastro de David, no hay nada. David parece haberse esfumado por arte de magia. Camino un poco más hasta dar con el hueco de las escaleras, y le encuentro ahí sentado con las manos en la cabeza. Sin decir nada me siento a su lado y le abrazo, se que le gusta que le abrace, que le encanta que lo haga.

—Nat... —susurra.

—Qué —contesto.

—Antes me gustaba que me abrazaras... —murmura—. Pero ahora me encanta.

—¿Ah sí? —me sorprendo por sus afirmaciones hacia mis abrazos.

—Sí, te han crecido las tetas —suelta una pequeña carcajada.

—¡Cerdo! —le doy un golpe sobre la espalda, un golpe que resuena y me retiro de su lado—. ¿Cómo puede estar tan tranquilo después de la que has montado?

—Mereces un diez... —susurra.

Ahora es él quien se acerca hacia mí, volviendo a quedar los dos completamente juntos.

—Pero me ha puesto un siete —le recuerdo.

—Y también tienes dos tetas como dos carretas y no te digo nada excepto ahora.

—¡David! —le riño.

Me atrapa entre sus brazos. Algo que es imposible al estar entre ellos es eso de poder escaparse. Me retuerzo bajo su agarre, cosa que no sirve de nada y ya sé lo que viene a continuación. Una de sus manos se dirige a mi cabeza y comienza a remover mi pelo de lado a lado despeinándome.

¡Pelandrusca! —dice mientras sigue despeinándome.

—¡Para! —le grito dando patadas al aire—. ¡David para! —chillo—. ¡David!

Una vez que se cansa de despeinarme y para, deshace su agarre de mi cuerpo permitiéndome escapar. En un momento dado, huyo de él corriendo a más no poder, tanto como me permiten los pies, por los pasillos de todo el instituto. Lo malo es que escucho sus pasos detrás de mí, y sé que me alcanzará en cualquier momento. Mis piernas no dan más de sí mismas, y creo que me está comenzando a faltar el aire.

—¡Te pille! —David tira de mi camiseta hacia detrás y me estampa contra su cuerpo de manera que mi espalda queda pegada a su pecho—. ¡No puedes huir de mi pequeña Nat! —suelta una risa maliciosa.

—Suéltame David —le pido haciendo un puchero sacando el labio inferior.

Enrosca sus brazos alrededor de mi cintura y me levanta a pulso, de manera que mis pies no tocan el suelo. Se dirige cargando conmigo hasta el baño de chicas, dónde se adentra aun conmigo acuestas. Una vez allí me encierra junto a él en uno de los minúsculos cubículos del baño, cerrando el pestillo y poniéndose frente a la puerta con cada uno de sus brazos extendidos a cada lado impidiendo que salga.

—David nos estarán buscando... —murmuro con la respiración agitada.

Estoy tratando de recomponerme y coger aire tras la carrera, pero le tengo demasiado cerca. No entiendo bien si mi respiración está agitada por la carrera o porque su cuerpo está casi pegado al mío.

—Me da igual —sonríe dejando caer su espalda sobre la puerta—. Oye... ¿Te he dicho que estás muy guapa? Es raro verte un poco maquillada —con su manaza invade mi rostro y la restriega sobre ella.

—¿Eres idiota? —me está cabreando—. Me despeinas, me persigues, me encierras en este diminuto cubículo en el que creo que comienza a faltarme el aire y ahora tratas de quitarme el maquillaje.

—No te enfades Nat... —me pide poniendo morritos.

—No, no me enfado pero David... —comienzo a decir.

Dejo de hablar nada más sentir su tacto sobre mí. Atrapa entre sus dedos un mechón de pelo rebelde que cae sobre mi cara y luego lo pasa por detrás de mi oreja.

—No sé qué sería de mí sin ti —susurra.

Posa ambas manos sobre mis mejillas haciendo así que le mire directamente a los ojos y se acerca un poco más a mí. Esto no puede ser verdad. No puede estar pasando. Pero va a pasar justamente aquí y ahora y yo no se lo voy a impedir.


Para mis nuevos/as lectores/as he de deciros que está es mi primera novela. Tendré mil fallos, lo sé. Tengo que corregirlos, lo sé. Solo espero que os quedéis para ver mi evolución cual pokemón mientras avance la novela. También sé que la protagonista es débil, pero a lo largo de la novela veréis el cambio. Os aviso porque os puede llegar a desesperar en ciertos momentos. No sigo hablando que os hago spoiler yo sola. Espero que lo hayáis disfrutado.

Gracias por todo el apoyo, comentarios y votos que me dais a diario

¿Hacemos otra cadena?

David deja de ser tan picaflor

¿Cuántos seremos?

Un beso

Os quiere;

Dreamy


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