Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 32. Los calcetines

Natalia

Cuando hemos bajado del avión hemos vuelto a coger un autobús que nos ha llevado directos hacia el hotel. Hemos esperado en la recepción de este hasta que nos han repartido las llaves de las habitaciones correspondientes a cada una de las parejas formadas, obviamente no han dejado que las parejas sean mixtas entre chicos y chicas pero todo el mundo sabe que todos acabarán cambiándose de habitaciones los unos con los otros. La planta correspondiente a nuestro instituto es la planta dos. Todos hemos ido directos cargando con las maletas hasta montar en los ascensores. Una vez en la segunda planta comenzamos a buscar la habitación que nos corresponde a Elena y a mí. Resulta que está frente a la de Laura y Ángela. Luis y Julio se encuentran dos habitaciones más a la derecha que nosotras. Jorge y Fernando unas cinco habitaciones más lejos y David y Yoel en la última habitación que está justo en la terminación del pasillo. Las demás son de Pablo, Diego, Diana y demás alumnos. La habitación es pequeña pero acogedora, consta de dos pequeñas camas individuales, una ventana con unas vistas espectaculares y un pequeño cuarto de baño.

Nada más soltar las maletas los profesores nos han avisado diciendo que dentro de unos cinco minutos aproximadamente bajemos a recepción para la primera actividad del día. Resulta que esa actividad ha consistido en una pequeña guía turística y la subida al London Eye. Ha sido bastante impresionante montar en este tipo de "noria". Una vez que te encuentras arriba puedes admirarlo todo y tienes las vistas en todas las dimensiones de Londres que te puedas imaginar, es impresionante. Se puede observar todo con total detenimiento y se puede apreciar Londres completamente entera. Me ha impresionado mucho más de lo que esperaba y ha sido una experiencia más que he de decir que me gustaría volver a repetir. Después de la visita al London Eye hemos venido de vuelta al hotel y hemos cenado para luego irnos a dormir.

Como es de suponer, todos estamos despierto aún a la una de la madrugada cuando deberíamos estar descansando para el largo día que nos espera mañana. El primer día en un hotel es una auténtica locura. Nadie tiene la culpa de nada. Sólo somos adolescente con las hormonas completamente por las nubes, que es lo más normal del mundo a la edad en la que estamos. Hay unos que van de habitación en habitación, algunos que se intercambian para estar con sus parejas y otros que simplemente se quedan en la habitación tratando de relajarse porque no pueden dormir viendo una película. Este último caso es el caso de Jorge y mío. Los dos nos encontramos tendidos sobre mi cama y desde la tablet que ha traído Jorge vemos "Crepúsculo".

—Que bonito... —murmuro para mí misma.

—Si es precioso... No veas... —ironiza Jorge. Apuesto a que ha puesto los ojos en blanco. Lo deduzco por el tono en que lo ha dicho—. Es demasiado romántico eso de ser un vampiro y tener que controlarte por no morderle a la chica que te gusta y convertirla en uno de los tuyos también... —vuelve a gruñir con su discurso. Le miro de reojo y le lanzó una fugaz mirada de lo más fulminante que uno se puede imaginar.

—¡No sólo le gusta si no que la ama! —defiendo al protagonista de la historia, o más bien a la historia en general.

—¡Oh vamos! —grita él poniéndose en pie. Se sitúa al lado de la cama y me mira sonriente—. Eso es igual que si yo digo... —lleva tanto su dedo índice como pulgar hacia su barbilla, y pensativo acaricia esta—. ¡Oh Nat! Tú me gustas pero claro no puedo acercarme a ti porque te puedo morder y acabar haciéndote daño... —dramatiza su papel llevándose una de las manos hacia el pecho—. No quiero que te conviertas en uno de los míos. Por favor aléjate de mi... —me enseña ambas palmas de sus manos y sigue con su numerito. En realidad estoy tratando de contener la risa—. No puedo aguantar más está presión que siento en mi pecho, no puedo de verdad... Siento que voy a terminar haciendo una locura. ¡Tengo sed de sangre!

Da un grito inesperado y sin previo aviso su cuerpo se abalanza sobre el mío. Jorge se encuentra con su cuerpo justamente encima del mío. Sus manos se pierden en las curvas de mi cintura y sus dedos no paran de hacerme constantemente cosquillas, por lo que no puedo parar de reír. Las cosquillas son una de las más grandes debilidades que tengo. Grito una y otra vez rogándole que pare e incluso pataleo sin poder parar debajo de su cuerpo tratando que me suelte y me deje en paz, pero mis esfuerzos son completamente inútiles. Está claro que Jorge tiene mucha más fuerza que yo.

—Para... —consigo decir tratando de recuperar todo el aire perdido a causa de la risa—. Para por favor... —le suplico esta vez.

Al fin hace caso a lo dicho y para de hacerme cosquillas. Doy un largo suspiro tratando de recuperar el aire perdido. Luego paso ambas de las mangas de mi jersey muy cerca de mis ojos, justo por las marcas donde se marcan las ojeras, y seco algunas de las pocas lágrimas que han escapado mientras Jorge me hacía reír. Al menos las lágrimas esta vez son de reír y no de llorar.

—¿De verdad que te parece eso romántico? —pregunta Jorge lo bastante cerca de mi rostro como para conseguir así que su aliento golpee sobre mi rostro.

Jorge aún se encuentra encima de mí. Apoya sus antebrazos a cada lado de mi cabeza para acomodarse y nuestras miradas consiguen conectarse la una con la otra con rapidez. Ninguno de los dos somos capaz de retirarla y lo peor de todo es que no consigo articular palabra alguna. Le tengo tan cerca de mí que está consiguiendo hacerme sentir nerviosa.

—Sí, sí... —murmuró afirmando a su pregunta—. Sí, me parece muy romántico... —digo en un susurro.

Veo como su rostro se acerca aún más al mío. Puedo sentir de nuevo su cálido aliento contra mi rostro pero esta vez todavía con más fuerza y luego este mismo comienza a descender lentamente hacia mi cuello. Noto como su nariz va rozando contra este mientras que comienza a bajar con lentitud.

—¿De verdad te gustaría que te mordiese aquí? —susurra con voz ronca en mi oído y sus labios me rozan mientras que habla.

Así es como consigue poner todo y cada uno de los vellos que cubren mi cuerpo de punta provocando en mí un leve escalofrío, el cual recorre toda mi espina dorsal y finalmente consigue por dejarme la piel completamente de gallina. Puedo notar como mi corazón bombea aceleradamente contra mi pecho, como si quisiese escapar de este. Se ha puesto a cien en tan sólo cuestión de segundos, supongo que por la cercanía y por el hecho de estar en una cama con un chico, que a decir verdad es lo bastante guapo como para que me atrajese lo suficiente. Es por eso por lo que estoy nerviosa, estoy segura. Mi mente parece nublarse unos instantes y luego mi mirada se posa fija sobre sus labios. Estos se encuentran entreabiertos. Al girarme de cara a él nuestros labios apenas están a unos centímetros de rozarse.

—Muérdeme... —articulo en un susurro apenas audible.

No sé porqué lo he dicho. No tenía la más mínima intención en hacerlo pero las palabra han brotado por si solas de mi boca, sin mi permiso.

—¡Nat! —mierda ese grito es proveniente de la voz de Elena.

Oímos la puerta de la habitación chirriar. Es entonces es cuando Jorge a la velocidad de la luz, como si de un rayo se tratase, se aparta de encima de mí y cae justamente por el lado contrario de la cama terminando por golpearse fuertemente contra el suelo. El sonido de su cuerpo al impactar sobre el cimiento, más el quejido de dolor por su parte ya me dicen que le ha debido de doler bastante la repentina caída imprevista. Me incorporo nerviosa tratando de peinarme el cabello con las manos pasándolas por este una y otra vez y acabando por sentarme sobre el borde de la cama. Cuando lo hago me encuentro a Elena sentada frente a mí sobre su correspondiente cama dando pequeños botes con su trasero contra el colchón y todo esto acompañado de pequeñas palmitas sonoras, eso sólo suele hacerlo cuando está tramando algo y cuando por ello está feliz.

—¿A qué no sabes qué? —pregunta dejando de dar palmitas y dando esta vez una gran palmada bastante más sonora que ninguna otra de las anteriores.

—No qué... —contesto.

Miro hacia atrás nerviosa y puedo observar con claridad la mata de pelo moreno de Jorge y su cuerpo que yace inerte aún tumbado sobre el suelo.

—¿Estás bien? —le pregunto en voz baja. Me preocupa el hecho de que se haya hecho daño.

—¿Nat me estás escuchando? —me giró de nuevo hacia ella que me mira de brazos cruzados y con el ceño fruncido al parecer indignada porque no le estoy prestando atención—. ¿Qué es lo que escondes ahí que tanto te hace mirar hacia atrás? —pregunta levantándose de su sitio—. Umm... —se queda dudando quieta sobre su sitio y acaba echándome un vistazo desde arriba hacia abajo, es decir, desde pies hasta la cabeza—. Tienes los pelos revueltos y unos coloretes bastantes rojos... —dice frotando las palmas de sus manos la una con la otra sin parar—. ¡Déjame ver que escondes ahí! —se tira de plancha sobre mí, ahora, colchón y su reacción viene acompañada de una cara extraña—. ¡Hola George! —le saluda animadamente sacudiendo la mano derecha.

Doy una palmada sobre mi frente y sólo me queda rezar porque Elena no se mal piense sobre todo esto.

—Ho-Hola... —escucho que le saluda él aún desde el suelo.

Ahora le veo aparecer poniéndose en pie para seguidamente colocarse bien la ropa al igual que su pelo. Jorge es un poco maniático a mi parecer.

—¿Qué estabais haciendo? —nos interroga Elena con una sonrisa.

Jorge y yo nos echamos una rápida mirada y puedo ver como él se encoge simplemente de hombros. La verdad es que no hemos hecho nada malo como para ocultar la verdad. Es simple, Elena se fue con Yoel a la habitación de los chicos y yo al quedarme sola y no poder dormir le propuse a Jorge venir a ver una película.

—Veíamos una película... —decimos ambos al unísono.

—Y yo ya me iba... —trata de excusarse él—. Buenas noches chicas —se despide Jorge agarrando la tablet con rapidez colocándola debajo de su axila y saliendo de la habitación tan rápido como un rayo.

Pero antes de salir lanza al aire unos calcetines con los que estábamos jugando. Estos le dan a Elena sobre cabeza y hacen que se queje por el golpe.

Cuando al fin oigo el sonido de la puerta avisando de su salida doy un largo suspiro y Elena me mira con los ojos muy abiertos.

—¿Has visto lo mismo que han visto mis ojos? —pregunta ella embobada, tanto que se encuentra incluso con la boca abierta formando una perfecta "o".

—No, ¿el qué? —pregunto acostándome a su lado.

—O son imaginaciones mías o ese chico con el nombre Jorge que acaba de salir por esa puerta —señala hacia la mencionada puerta—. La tiene muy grande... —acaba de decir.

—Elena sólo eran... —trato de explicar con tacto.

—Lo has empalmado —concluye ella segura de su respuesta.

—No... —comienzo a notar una calor procedente de mis mejillas. Odio esto de tener tanta facilidad para sonrojarme—. Sólo eran unos calcetines.

—¿Unos calcetines? —pregunta confusa. Asiento con la cabeza—. No me digas que eran esos... —señala los que le acaban de golpear hace unos momentos.

Estallo a carcajadas y acabo por agarrarme el vientre de tanto reír.

—¡Ya Nat! —me grita ella—. ¿Y a qué jugabais? —dice con un movimiento de cejas de arriba hacia abajo.

—Imitaba a uno de mis cantantes favoritos a ya sabes... A agarrarse el paquete... —le contesto muerta de vergüenza—. ¿Y tú a que venías?

—Yoel y David dan una fiesta... —dice.

—¿Y?

—Que Yoel y David nos han invitado a las dos a su habitación —suelta dando énfasis a ese "las dos" por lo tanto me incluye a mí.

No pienso ir. Está claro que no voy a ir. Va a estar David allí, es lo más lógico porque es su habitación. Ni más ni menos su habitación, no podría ser otra.

—Van a hacer como una fiestecilla aquí Nat... Han traído alcohol, habrá música... —explica—. Ojo, música en voz baja está claro.

—No pienso ir.

—¡Vamos Nat! —insiste—. Por favor hoy tienes que dejarme la habitación libre.

Olvidaba ese dato. Elena y Yoel van a hacerlo en el viaje y al parecer resulta ser justo hoy ese día.

—Elena te he dicho que no y es que no —vuelvo a negarme.

—¡Oh! —gruñe entre dientes—. Al menos le habrás dicho a Jorge que irás a su habitación ¿no?

Niego con la cabeza. Lo había olvidado por completo.

—¡Tengo una idea! —chasquea sus dedos—. Volveré a las cuatro o así. Cuando yo te llame te sales de la habitación y me das vía libre a mí ¿vale?

—Está bien —me conformo.

—Gracias... —me agradece.

Me da un abrazo y se levanta de la cama para poner rumbo a la habitación de los chicos.

—Que descanses y pon el móvil con volumen no vaya a ser que te quedes dormida... —me dice y le enseño mi dedo pulgar.

Me lanza un beso soplando sobre la palma de su mano izquierda acompañado de un guiño y de nuevo me quedo aquí sola en la habitación, pensando en algo que no logro entender.




Tengo que deciros que ya mismo se acerca uno de los momentos de esos que os gustan y que en el próximo capítulo habrá otra sorpresa.

¿Qué os ha parecido el momento Nat - Jorge? No era para nada de esperar jaja

¿Y el capítulo en general?

¿Qué os parece si nos conocemos mejor? Contestar a lo siguiente...

Mi color favorito es el amarillo.

Tengo diecisiete años.

Y me encantan los animales.

¿Creéis que Nat acabará por ir a la fiesta y hablar de una vez con David?

¿Qué os gustaría que pasará? Vamos decidme ;)

Ya sabéis que tenéis la sinopsis de mi nueva novela en mi perfil. Pasaros y me comentáis que os parece, estoy segura de que os gustará tanto o incluso más que está ;)

PD: gracias a algun@s de ustedes me he viciado TEEN WOLF JAJAJA

Un beso.

Os quiere;

Dreamy.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro