CAPÍTULO 17. Cosa que en cambio tú no
Natalia
Siete días.
Una semana justamente desde que David no me dirige la palabra. Es algo que no llego a entender. Lo único bueno de esta semana es que es viernes, última hora del día, y falta justamente un minuto para que suene el timbre.
Sea como sea tengo que conseguir hablar con David y arreglar este estúpido asunto una vez por todas. Si no se avergüenza de mí quiero que me lo demuestre, y no que me haga creer todo lo contrario.
Se escucha el sonido procedente del timbre, el que anuncia que ha acabado el día de hoy y rápidamente levanto el trasero de la silla para echar a correr tras David. Él va dando grandes zancadas, huyendo de mí como siempre lo ha terminado haciendo durante esta última semana. Para mí desgracia una de sus zancadas hacen dos de las mías.
—¡David! —grito con la esperanza de que se gire, pero él simplemente sigue su camino sin mirar a atrás—. ¡David! —grito nuevamente.
Me veo obligada a dar una pequeña carrera hasta quedar justo detrás de él. Si alargo el brazo lo suficiente creo que puedo conseguir detenerle.
—¡Que te esperes joder! —vuelvo a gritarle.
Mi paciencia está llegando a su límite. Siempre trato de conterme, de no sobrepasar ese límite, pero esta vez me está siendo imposible mantenerlo al margen. Alcanzo el asa de su mochila, y tirando de esta hacia mí logro detenerle.
—¿Sigues enfadado conmigo? —pregunto manteniendo la mirada fija en sus ojos.
Él solo se dedica a fruncir el ceño y a sonreír de manera irónica. Se está riendo de mí en mi propia cara.
Da la vuelta sin darme respuesta alguna encaminándose en dirección hacia su coche. No voy a dejarle escapar tan fácilmente si es lo que piensa. Su comportamiento me parece absurdo, es como el comportamiento de un crío de apenas cinco años en lugar del comportamiento de un adolescente de dieciocho años, el que debería de tener.
Abriendo la puerta lateral izquierda del coche se adentra en el, de manera que yo hago lo mismo colándome por el lado del copiloto.
—No me voy a ir de aquí hasta que hablemos —le advierto cruzándome de brazos.
—Pues muy bien —dice arrancando el coche—. Hablaremos si tengo ganas cuando lleguemos a casa, ahora mismo estoy conduciendo y si me distraes podemos tener un accidente.
Cruzada de brazos paso la mayor parte del camino. David ni tan siquiera me ha dirigido en ningún momento la mirada, él sólo ha mantenido la vista fija en la carretera y un rostro de lo más serio, lo bastante como para que sepa que sigue enfadado. No he querido comenzar a discutir en pleno camino, más que nada por la seguridad de ambos.
Aparcando frente a su casa baja del coche sin intercambiar una palabra. Me obligo a mí misma a bajar del vehículo, dirigiéndome ofuscada hacia su encuentro para plantarle cara tal y como se lo merece.
Es ahora o nunca.
—¡Mira me vas a escuchar de una vez! —le grito golpeando su pecho con fuerza con palmas de mis manos.
David sonríe con esa sonrisa de superioridad que tanto odio que ponga.
—¡No sé qué te está pasando! —chillo desesperada.
—Relájate fiera... —se digna a decir.
Pero con eso sólo me dan ganas de gritarle aún más.
—¡Se supone que la que debería estar cabreada aquí sería yo porque realmente te avergüenzas de mí! —la ira comienza a estallar dentro de mí.
Nunca antes le había gritado de esta forma.
—No me avergüenzo de ti joder —dice sacudiendo su cabeza un par de veces.
—¿Ah no? —cuestiono.
Él niega con la cabeza
—¿Entonces? ¿Qué es lo que te pasa? ¡No te reconozco! —grito.
—Estoy... Estoy confundido —resoplando sin parar, se pasa las manos una y otra vez por el pelo, revolviéndolo de delante hacia detrás lo que me indica que está nervioso—. Desde que nos besamos... ¡Joder toda la culpa la tiene el puto friki!
Mi mano impacta con su mejilla derecha, dejándole la marca roja tanto de mis dedos como de mi palma. Me duele más el hecho de pegarle de esta manera a mí que a él, que lo único que hace es llevarse la mano a la mejilla dolorida y sonreír. Es un estúpido, ya no aguanto más, ya no le aguanto más. He aguantado todo este tiempo sin decir nada, sin echarle en cara cada cosa que ha hecho pero he llegado a tal punto donde estoy desbordada, donde la presión que llevo dentro acaba de explotar después de tanto tiempo aguantándola en mi interior.
—No vuelvas a llamar a Jorge así —chillo golpeándole—. ¡Jorge tiene su nombre! ¡Eres un imbécil! ¡No te soporto! ¡No sé qué tiene que ver él aquí! —grito.
David envuelve mi muñeca contra su mano, pero me deshago de su agarre rápidamente forcejeando contra él. No quiero que me toque porque si lo hace volveré a tropezar, volveré a cometer de nuevo el gran error de perdonarle como tantas veces antes lo he hecho.
Le miro de pies a cabeza con desprecio, doy media vuelta sobre mis talones y me giro para encaminarme hacia casa. Me detengo al notar las yemas de sus dedos de nuevo rodeando mi muñeca, su tacto me hace reaccionar de manera diferente, no me deja pensar con claridad y me hace decir o hacer cosas estúpidas.
Tira con fuerza de mi brazo, consiguiendo apegarme contra su pecho y seguidamente pega sus labios sin previo aviso a los míos. No le respondo al beso, no soy consciente de lo que está sucediendo. Necesito parar y que pare. Necesito plantarle cara, no puedo seguir siendo esa chica débil que a la mínima vuelve a perdonarle de nuevo.
—¡No! —grito empujándole.
Consigo separarle de mí lo que son unos cuantos centímetros. Al menos este espacio me da para pensar con claridad, me es imposible concentrarme si le tengo tan cerca. No puedo.
—Al menos si te avergüenzas de mí dímelo a la cara. Sé el supuesto hombre que eres, o que te crees que eres —vacilo en su cara.
—Nat ya basta... —murmura.
—Dímelo —le insisto—. Se supone que eres mi mejor amigo, que nos lo contamos todo, que estamos desde que somos así... —trazo una medida con la palma de la mano a la medida de la cintura, para calcular más o menos una medida exacta del como éramos—. Juntos, y ahora me estas demostrando cosas que son, son raras y no son típicas de ti... ¡Estoy cansada!
Agacha su mirada dirigiéndola hacia el suelo dándose por vencido.
—Sigo esperando —sigo insistente cruzándome de brazos.
—¡No me avergüenzo de ti joder! —chilla elevando la mirada.
—¡Pues demuéstramelo!
—¡Pues deja al puto friki de lado! ¡Te pasas todo el puto día con él! ¡Estás todo el día junto a él! ¡Siempre estás con él joder! —grita.
No voy a consentir que siga insultando a Jorge.
—¿Pues sabes qué? —cuestiono—. Al menos ese friki —hago comillas con los dedos índices y corazón—. Como tú le llamas se digna a mirarme, a hablarme, a ayudarme, a apoyarme, a estar conmigo delante de sus amigos. Cosa que en cambio tú no.
Golpeo su pecho por última vez antes de echar a andar. Ya no puedo más. Sé que a la mínima voy a romper a llorar. Soy una imbécil, soy una estúpida que no sabe enfrentarse a él. David lo único que sabe es hacerme débil, hacerme llorar cuando todo con él antes eran risas.
Risas que han acabado convirtiéndose en lágrimas.
CHICAS LA ÚLTIMA VEZ QUE MIRÉ EN QUE PUESTO ME ENCONTRABA EN EL 94, MUCHÍSIMAS GRACIAS POR EL APOYO.
» No olvidéis votar y comentar mucho, mucho.
» ¿Qué os ha parecido el cap?
» ¿Qué pensáis de la reacción de David?
» ¿Nos leemos en el próximo?
Muchos besos y gracias por leer❤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro