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Capítulo 4 - Seré su presidente...

Año 2017
Presente
Buenos aires, Clínica privada "Nuestra Señora de la Merced"
Seré su presidente

Momentos antes

Emmanuel cayó al suelo por la explosión, algo aturdido por ello. Se levantó rápidamente y corrió sin pensarlo dos veces al auto que se encontraba dado vuelta, estaba prendido en llamas. No le importó quemarse, el tiro con fuerza de la puerta del piloto, donde sabía que estaba María. Pudo abrir la puerta y con cuidado la saco de allí, la bolsa de aire se encontraba desinflada. La puso con cuidado en la calle, observo su rostro, seguía pestañeando a pesar de tener el rostro bañado en sangre.

— Quédate conmigo María, por favor sigue despierta ¿de acuerdo? — dijo Emmanuel desesperado, ella quiso responderle pero las palabras no salían de su boca. — Tranquila, todo estará bien, los paramédicos ya llegarán. Iré a sacar a Elisabeth, por favor no cierres los ojos. — Se levantó para rodear el auto, vio a Ángel sacando a Elisabeth estaba casi igual que María, excepto por su tobillo estaba inflamado. Volvió con María, escuchó a la ambulancia llegar. — Elisabeth está bien, vi a Ángel sacando la del auto. Todo estará bien. Puedo ver a la ambulancia, está llegando, por favor María quédate conmigo...

La pequeña sala de espera de la clínica se encontraba completamente lleno de políticos de la nueva derecha. Emmanuel estaba impaciente esperando en la puerta al doctor.
Todo fue tan rápido, aún tiene la piel erizada por el accidente...

Fue el primero en correr hacia el auto, miro sus manos estaban manchadas de sangre... sangre de María. A la primera que saco fue a ella, su cara estaba bañada en sangre, pero aun sus ojos marrones claros estaban abiertos, seguía consciente, lo miraba. Su mirada solo le transmitía miedo. Cuando quiso correr al otro lado de la camioneta pudo observar a Ángel sacando a Elisabeth. Volvió con María y le rogó que no cerrara sus ojos. Que siguiera mirándolo...
Esa imagen lo perseguía, atormentándolo por no estar ahí con ellas en ese auto. Por no protegerlas como se debía...

— Ellas van a estar bien Emmanuel, ahora lo importante es averiguar quién fue el hijo de perra que provoco esto. — soltó Ángel sorprendiendo a Emmanuel que estaba tan desconectado de su alrededor que no supo en qué momento llego a su lado.

— Sabía que este momento llegaría, pero no esperaba que todo sucediera así...

— Lose, nadie lo esperaba, pero sucedió. Lo único bueno de todo esto es que la presa no está aquí todavía. Creen que están en el hospital Argerich. — dijo Ángel interrumpiéndolo, justo en el momento exacto que el doctor salía de las dichosas puertas. Todos comenzaron a amontonarse junto a Emmanuel y Ángel, lo que fastidio a ambos. — Antes de que hable el doctor, les pido a todos que se corran un poco. Todos estamos preocupados por la salud de la presidente y vicepresidente, pero debemos hacer un poco de espacio y no acorralar al doctor.

— Muchas gracias Ángel. — Agradeció el médico. Todos se alejaron un poco para darle espacio al médico. —Bueno, debo comentarles que tanto Elisabeth como María están estables. Solo tienen algunas heridas. Lo que si debo decirles es que Elisabeth sufrió una quebradura en su tibia y peroné. Por lo que tengo de su historial ella ya había sufrido una quebradura la cual fue mal sanada y ahora que se volvió quebrar le dolerá aún más. Tendrá que usar muletas o una silla de ruedas por los próximos meses.

— De acuerdo doctor, ¿podemos ir a verlas? — preguntó Emmanuel un poco inquieto, quería verlas con sus propios ojos y comprobar que de verdad estaban vivas. La imagen de ellas inconscientes  no se le borraba de la cabeza.

— Claro, de hecho, ambas estaban preguntando por ustedes dos, — señalo a Emmanuel y a Ángel — luego podrá entrar el resto si es que lo permiten. Están en la habitación 414.

Dicho esto, ambos se dirigieron a la habitación. Donde ambas mujeres estaban firmando unos papeles y completamente vestidas, Elisabeth tenía un pantalón de vestir negro con una camisa blanca junto una gran bota que cubría desde su pie hasta su rodilla. En cambio, María tenía un vestido completamente liso y largo hasta las rodillas color salmón claro.

— ¿Qué hacen? — preguntó Emmanuel desconcertado de verlas así, vestidas tan formales. 

— En menos de 30 minutos van a sacar una cadena nacional anunciando que ellos "cuidaran" nuestro lugar mientras nos recuperamos. Por esa misma razón quiero que ustedes dos coordinen sacarlos a todos ellos de la casa rosada y la quinta de olivos. Estoy segura que ellos aún siguen ahí, — Explicó Elisabeth, una enfermera entró en la habitación con una silla de ruedas que estaba modificada para que la pierna de Elisabeth estuviera completamente extendida. Ángel la ayudo a sentarse en esa silla. — gracias, — sonrió. — definitivamente odiare esto.

— Yo también, tendré que estar empujándote todo el rato. —  dijo María terminando de maquillarse, cubrió perfectamente cada moretón que tenía en la cara.

— Saben que no van a salir aquí, deberían estar tranquilas en esas camas...

— Pero no podemos Emmanuel —interrumpió María. — no vamos a salir del hospital, el doctor ya nos obligó a quedarnos mínimo una semana. Mas que nada para controlar como sigue el tobillo de esa mujer. — señaló a Elisabeth que la miraba con una ceja levantada.

— Entonces, ¿porque vestirse de esa forma? — pregunto Ángel.

— Por qué yo si quiero vestirme bien, no como tu muchacha. — le respondió María. Ángel la miro seria. — no me mires así mujer.

— Bueno ya, vayan ustedes dos a donde los mande. Nosotras estaremos aquí, interviniendo la cadena nacional y así dejarlos en evidencia, no nos van a detener. — dijo Elisabeth. Tanto Emmanuel como Ángel, asintieron y sin soltar alguna palabra, se fueron.

— A veces me pregunto por qué sus padres le pusieron Ángel si era mujer. — soltó María, Elisabeth la miró algo sorprendida para luego soltar una carcajada.

— Solo a ti se te ocurren esas preguntas.

— Conforme a lo establecido en el artículo 75, de la ley 26.5622 de servicios de comunicación audiovisual, transmite LRA, Radio Nacional y LS82 canal 7, Televisión Pública Argentina, junto a todas las emisoras que integran la cadena nacional de radio y televisión de todo el país, y el servicio internacional R.A.E; Radiodifusión Argentina al exterior. Desde casa rosada con motivo de comunicar lo sucedido con la presidente electa. Habla para todo el país el sr presidente de los 40 millones de argentinos Daniel Sciolander. — habló la presentadora de la cadena nacional. La bandera de argentina dejo de verse para dar paso al rostro del señor más temido por años. Nadie se metía con él, era respetado, hasta que Elisabeth sin un solo gramo de pudor, se cruzó en su camino.

—  Argentinos y argentinas, hoy, hoy ha sucedido un atentado en contra de su presidente y vicepresidente electas. El país entero necesita respuestas y hoy estoy aquí dando la cara para decirles que lamentablemente no sobrevivieron...

Un corte repentino impidió que siguiera hablando Daniel, desconcertado por aquello quiso preguntar que sucedía, pero la puerta de la sala presidencial fue abierta por Emmanuel junto con otros muchachos de seguridad.

— ¿Qué sucede? — pregunto desconcertado Daniel, no podía entender que sucedía. Los de seguridad seguían entrando, todos estaban armados.

— Señor Daniel Sciolander este dejo de ser su lugar, usted dejó de ser presidente asique si no quiere que esto termine por las malas. Le pido que se retire ahora mismo de la casa rosada. — soltó Emmanuel posicionándose al lado de el con una ametralladora en las manos.

 — ¿Quién eres tú para dirigirte a mí de esa forma? — pregunto enojado, se levantó de la silla para enfrentarlo. — ¡Yo soy tu presidente! Me debes respeto maldito.

— Como dije señor — Emmanuel lo miro desafiante. — usted ya no es presidente. Asique retírese antes de que esto termine peor...

Antes de que pueda seguir hablando Emmanuel. La televisión volvió, pero esta vez no estaba transmitiendo desde la casa rosada, sino que se podía apreciar una sala con paredes muy blancas, dos camas de fondo. Al frente una mesa de madera donde estaban Elisabeth y María, estaban vivas, para sorpresa del señor Daniel.

— Buenas noches argentinos, solo quiero empezar diciendo que el señor Sciolander se equivocó. Ya que estoy viva, mejor dicho. Estamos, — habló Elisabeth, miró a María por un momento. Una sonrisa se le escapó. Dirigió de nuevo su mirada al frente y prosiguió. — todo el país ya sabe que sufrimos un atentado, del cual pudimos salir vivas que es lo importante. Ahora lo principal es que hoy se llevaría a cabo el traspaso de mando, pero por todos los sucesos no pudo suceder por lo que con esta cadena nacional lo único que queremos aclarar, es que a partir de ahora yo, Elisabeth Almirez seré su presidente y daré lo mejor de mi para sacar a este país adelante. 

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