Capítulo 3 - ¿Te imaginas si...?
Año 2014
Pasado
Norte argentino, Tucumán.
¿Te imaginas si...?
Anteriormente
Un impaciente Emmanuel se encontraba relojeando el reloj de su mano derecha. Ya no estaba tan seguro de que María llegará al restaurante a tiempo.
Estaba por llamar al mesero para pedirle la cuenta de su café cuando una mujer se sentó en la silla que tenía al frente, sorprendiéndolo. Pudo observarla mejor y era María, aunque muy diferente. Traía una coleta alta que sujetaba todo su cabello, unos anteojos chiquitos con los cuales deducia que sólo usaba para descanso. Y lo que más le sorprendió es que no traía una sola gota de maquillaje.
— Tengo que admitir que por un momento, no te reconocí. — dijo Emmanuel, María lo miro con una ceja levantada y sólo pudo reírse.
— Pues el hecho de que este así, es que me citaste ayer por la noche. Hoy es domingo, nadie se arregla tanto un domingo.
— Tienes razón, mala mía. Pasa que no podía pasar más tiempo sin decirte lo que estuve planeando todos estos meses...
— Claro, terminaste conmigo para ponerte a planear Dios sabe que cosa. Y ahora vienes, me llamas y me citas en esta cafetería sólo para decirme algo que no me interesa en lo absoluto. Si vine fue para decirte que ya no me busques más, es agobiante tener que ver que estas llamandome todos los malditos días.
— Perdón. Se que te deje sin decirte nada y ahora regresó sólo para contarte algo que a ti por el momento no te importa. Se que tienes todo el derecho del mundo en enojarte conmigo, fui un idiota...
— Fuiste un grandísimo idiota. — interrumpió María.
— Ya lo sé y lo lamento, pero esto que quiero decirte, va muchísimo más allá de nosotros. La razón por la que te contacte fue para ofrecerte una propuesta.
Meses después.
El sol pegaba directamente en la frente de María que seguía caminando sin prestarle tanta importancia, tenía una sola cosa en mente, encontrar a su amiga Elisabeth antes de que entrara al penal de mujeres a trabajar. Miro para ambos lados de la entrada del penal y su amiga no se encontraba ahí, observo al frente y pudo distinguirla, estaba hablando con una de las guardias ambas tenían un vaso de café el cual vendía en el kiosko en el cual se encontraban. Camino hacia ellas y Elisabeth divisó a su amiga llegar hacia ella, soltó una sonrisa.
— Elisabeth debo hablar contigo. — dijo María apresuradamente interrumpiendo la conversación que tenía Elisabeth con la mujer guardia, la cual se levantó y se retiró.
— Genial, arruinaste mi conversación y ahora las mujeres que están ahí embarazadas no podrán tener un gustito. — comentó enojada Elisabeth mirándola a María, cosa que le importo poco y empezó con el discurso que ya tenía mentalmente hecho.
— Sabes muy bien que cuando interrumpo de esa forma es porque tengo algo muy importante que decirte. En fin, surgió una idea en mi cerebro...
— Ay no, tú y tus ideas nos van a terminar llevando a la cárcel junto con nuestras pacientes. — interrumpió Elisabeth soltando una carcajada.
— Esta vez no iremos presas, o quizás sí, pero luego de mucho tiempo, en fin. Lo que te quería decir es ¿quieres postularte como presidente de Argentina? — Elisabeth la miró desconcertada por su pregunta.
— ¿A qué te refieres?
— Si tienes ganas de postularte como presidente y yo por supuesto seré tu secretaria.
— Estas loca. — soltó Elisabeth, esta vez la idea que tuvo su amiga era totalmente descabellada, miro su reloj que tenía en la mano izquierda y ya era hora de que entrara a trabajar — ya me tengo que ir, cuando tengas otra idea descabellada mejor escríbeme por WhatsApp — empezó a caminar rumbo a la entrada del penal de mujeres.
— Oye espérame. — camino apresuradamente María para alcanzar a su amiga. — Sé que esto te suena una locura, pero imagínate a nosotras al frente de este país, siempre hablamos de cómo sería ser presidente o que acciones tomaríamos si somos presidente. Hoy a la noche ven a mi casa y hablamos mejor de esto, ¿sí?
— De acuerdo, — suspiró — no sé de dónde sacaste está loca idea pero debo escuchar el discurso que te preparaste. — ambas rieron — Nos vemos en la noche. — Elisabeth sin esperar respuesta de su amiga siguió caminando. María quedo en el lugar sonriendo, al menos logró que su amiga fuera a su casa.
— Muy bien ya me tienes aquí, ¿Qué es lo que realmente quieres hacer? —pregunto sin dar vueltas Elisabeth a María que automáticamente sin querer responder, tomo un poco de su cerveza.
Por unos minutos el silencio fue amigo de esa noche, Elisabeth no volvería a hablar. Iba a esperar a que María se digne de una vez en responderle la dichosa pregunta.
— ¿Te imaginas si te postulas para ser presidente? — pregunto María sin responderle a la pregunta de Elisabeth, la cual la miro con una ceja levantada sin poder aun creer que todo esto venia de su loca idea.
— No, no me lo imagino. ¡Porque es una completa locura! — exclamo — no puedo creer que todo esto es por tu loca idea. — Elisabeth se levanto de su asiento y camino hasta donde estaba su abrigo.
— No es una locura, solo siéntate de nuevo y escúchame al menos unos minutos. Si al final de todo esto, decides que es mejor descartar esta idea e irte, lo entenderé.
— De acuerdo, habla rápido por que mañana debo ir a trabajar.
— Pero mañana es sábado, tu no trabajas lo sábados — interrumpió María.
— Eso se sabe, pero la directora del penal pidió mi presencia, quiere que le comente detalladamente del intento de suicidio de una de las P.P. L°.
— Bueno te comento resumidamente. Esto vino a mi mente hace unos meses, cuando recordaba una de nuestras tantas charlas cuando íbamos a la facultad de que seria llegar a ser presidente. Que cosas cambiaríamos, que tratados podemos llegar a hacer para sacar a la Argentina a adelante. Y te debo ser sincera no vino sola esta idea, sino que Emmanuel me hablo de armar un partido político, él quiere que yo sea la cabeza de todo, pero sentí que la mejor para eso serias tu. Eres mejor a la hora de hablar en público, de tratar con personas infumables. — soltó una carcajada. — Se que estas pensando que esto es una locura, pero solo imagínatelo no tienes que responderme ahora, solo hazlo en unos días. Te daré tiempo así lo pienses.
— De acuerdo, lo pensare y te avisare quizás en una semana...
— Tu para todo dices dame una semana — dijo María interrumpiéndola. Elisabeth solo soltó una carcajada.
Una semana después...
María caminaba aún más rápido para poder llegar a la salida de la fiscalía en la cual se encontraba. Tenía unos papeles en sus manos que no podía perder, en estos momentos se quejaba mentalmente de no traer su portafolio. A lo lejos pudo observar a su amiga Elisabeth esperándola.
— ¿Esperaste mucho? — preguntó María.
— No tanto, justo me llamaron para pedirme que valla el domingo porque una P.P.L° la pasa algo mal esos días y necesita atención. — comentó Elisabeth, ambas comenzaron a caminar hasta donde estaban sus camionetas.
— Que feo compañera. ¿Vamos a tu casa o a la mía?
— Quiero ir a visitar a tu madre, hace mucho que no como una de sus deliciosas comidas. — respondió Elisabeth ya saboreando un pastel de zapallo exquisito que preparaba la madre de María.
— Muy bien, vamos a ver a la doña. — dijo María antes de entrar a su camioneta azul oscuro, en cambio Elisabeth tenía el mismo modelo de camioneta una Hilix 4x4 de color negro.
Llegaron a la casa de la madre de María, las recibió con los brazos abiertos. Platicaron unos momentos y cuando menos lo pensaron ya estaban los hermanos de María entrando a la casa. Acomodaron la gran mesa con mucha comida que era lo característico de esa señora. Compraron cerveza, comieron a gusto y ahora estaban charlando de todo un poco.
— Muy bien, ¿Cuál es tu respuesta compañera? — le pregunto a Elisabeth que al acto captó de que estaba hablando. Tomo un poco de su vaso con cerveza antes de responder.
— Yo podría postularme solo si, tu también te postulas. Quiero que seas la vicepresidente. Mi mano derecha...
— Vaya, eso no me lo esperaba. — interrumpió María, tomó su cerveza. Por unos minutos ninguna volvió a hablar. — De acuerdo, seré tu mano derecha.
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Glosario de palabras:
P.P.L : persona privada de su libertad.
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