Pasado
Año 2016, Noviembre
Noroeste, Salta, Argentina
Por primera vez

Angel
Mientras contaba la historia de mi expulsión, mas como fue mi misión, su cara era un poema, estaba completamente descolocado. Si bien no le conté quienes estaban detrás de toda conexión de red de trata. Sabia el peligro que había una vez que el sepa al menos un poco de toda la información que tenía.

Flash back
Luego de conocer la identidad de La Dama, la misión se volvió mucho más ágil y efectiva. Me sumergí en un mundo desconocido, donde cada paso que daba me acercaba a los grandes jefes del poder. Era como si hubiera abierto una puerta a un universo paralelo, donde las reglas eran diferentes y las alianzas se tejían en la oscuridad.

A medida que profundizaba en esta red de trata de personas, comprendí que Marina y Daniel no eran más que títeres, manipulados por una fuerza mucho más poderosa que ellos. Este ente, conocido como Juan Alberto Navarrete, cuya existencia era conocida por pocos, se movía en las sombras, orquestando eventos y decisiones que afectaban a muchos. Su nombre, aunque susurrado en círculos selectos, había sido silenciado por otros, convirtiéndose en una especie de leyenda urbana.

Aquellos que se atrevían a pronunciar su nombre lo hacían con un temor palpable, como si invocar su presencia pudiera atraer su atención. Era un ser que inspiraba terror absoluto, un maestro del engaño y la manipulación, cuya influencia se extendía más allá de lo imaginable. En este nuevo contexto, cada información que obtenía se volvía crucial, y cada decisión que tomaba podía tener repercusiones inimaginables.

Fin del flash back

— Es increíble todo lo que viviste en esa misión

— Fue toda una aventura que no volvería a vivir, he estado cerca de la muerte varias veces, descubrí cosas que si te cuento pondría una guillotina en tu cuello

— Por eso y muchas otras razones más quise armar este proyecto, no quiero que este país siga hundiéndose en la miseria. Todo está mal, desde la corrupción hasta esta red de trata de personas, ¿Cuánto más habrá?

— No puedo decirte nada más porque sería arriesgarte, solo te diré que hay muchas más cosas, demasiadas personas involucradas que son muy peligrosas y poderosas, no te imaginas las personas que están metidas en ese ambiente

— Todo es un desastre la verdad — soltó un suspiro y dirigió su mirada al reloj que estaba en la pared - se están tardando demasiado esas chicas, les voy a escribir...

El sonido del timbre interrumpió a Emmanuel, se dirigió hacia la entrada para abrirles la puerta. Por un instante el momento se detuvo, esos ojos marrones claros me hipnotizaron por completo, era hermosa.

— Ella es Elisabeth, ella es Angel tu nuevo guardaespaldas — dijo Emmanuel trayéndome a la realidad, pestañee varias veces antes de poder hablar

— Hola un gusto conocerte — dijo Elisabeth extendiendo su mano hacia mí

— Un gusto — respondí agarrando su mano, una corriente recorrió mi brazo provocando que soltara su mano casi que inmediatamente.

— Bueno, tenemos que organizar todo el tema de seguridad, la logística de los distintos lugares a los que iremos para promocionarnos y tratar de conseguir votos, hay demasiados planes, el tiempo nos corre en contra así que andando — dijo María y sin decir nada más nos pusimos en marcha.

Las horas fueron pasando mientras coordinamos la seguridad que habría en cada escenario, cada lugar. Cada detalle debía ser revisado minuciosamente para asegurar que todo estuviera en orden.

Por momentos, sentía la mirada fija de Elisabeth sobre mí. Era una sensación que me ponía los nervios de punta. Su presencia tenía un efecto extraño en mí. No quería mirarla, no podía. Cada vez que lo intentaba, sentía que mi corazón latía más rápido y mis manos comenzaban a sudar. Era como si su simple presencia tuviera el poder de desestabilizarme por completo. Me preguntaba si ella notaba mi incomodidad, si se daba cuenta del efecto que tenía en mí.

Finalmente, después de lo que parecieron horas interminables, terminamos de coordinar todos los detalles. Me sentí aliviada, pero también agotada. Mientras recogía las cosas, me atreví a echarle un vistazo rápido a Elisabeth. Para mi sorpresa, ella me sonrió, una sonrisa cálida y comprensiva que hizo que mi nerviosismo se desvaneciera un poco.

Momentos antes...

— ¿No podés acelerar un poco más? — pregunto Elisabeth mientras miraba el celular, iban al menos una hora atrasadas a la reunión. Hoy era un día importante donde conocería a Angel, quien seria su guardaespaldas.

— Voy lo más rápido que puedo — respondió María — igual la que tiene la culpa eres tú, por seguir revolcándote con el imbécil de Nicolas.

— Perdón por querer intentar algo con alguien

— El problema no es ese, el problema es que lo intentes con él, cuando sabes que lo único que hará será dañar de nuevo tu corazón

— Las personas cambian...

— Si, pero justamente Nicolas no lo hará — dijo interrumpiendo a una Elisabeth que solo giro los ojos ignorando su comentario. En el fondo de su corazón sabia era cierto su comentario, pero no lo quería creer.

Como creerle cuando con él fue la primera vez que en verdad se enamoró profundamente, que si el estaba feliz ella también lo estaría. Su día podía cambiar si un mensaje de el llegaba.

Luego de varios minutos de espera, finalmente llegaron al lugar. En el instante en que la vio, quedó en estado de shock; no sabía qué decir y las palabras parecían haberse esfumado de su mente. Lo único que podía hacer era observarla, maravillada por la intensidad de sus ojos: verdes, con destellos de marrón que los hacían aún más hipnotizantes. La voz de Emmanuel resonó a su alrededor mientras la presentaba; mencionó su nombre, Ángel, y ella sintió que le quedaba tan bien, como si hubiera sido hecho a medida para ella.

Sin poder contenerse, logró emitir un saludo tímido: "Un gusto conocerte", mientras extendía su mano. En ese momento, como si de una chispa de electricidad se tratase, una corriente se disparó a lo largo de su brazo. Era evidente que había una conexión palpable entre ellas, una especie de magnetismo que atraía sus miradas y llenaba el aire de una energía casi palpable. Ambas sintieron lo mismo, una atracción que iba más allá de lo físico, como si sus almas se reconocieran en un punto del tiempo y el espacio. Fue un instante breve pero significativo, capaz de cambiar el rumbo de sus vidas.