Cap. 10 -El inicio de una muerte anunciada
. . . Esto es una dedicatoria para ti,
para lo que pudo ser y jamás fue . . .
Pasado
Salta, Argentina
Año 2010
El Inicio de una muerte anunciada
Elisabeth
Me encontraba corriendo por el juzgado, si seguía corriendo es muy probable que llegue a tiempo al juicio. En mis manos tenia los papeles del juzgado, mi declaración como de la niña que ahora mismo sus padres estaban por pelear por su custodia. Ambos con historiales criminales, en mis papeles prefería mil veces que la criatura estuviera con sus abuelos, pero los jueces jamás me escuchaban. A los psicólogos lo miraban como poca cosa, alguien insignificante. Teníamos un trabajo poco remunerado, pero me llena el alma ver logros en los presidiarios.
En mi maratón de correr por todo el juzgado, no pude detenerme a tiempo y choque con una espalda muy grande provocando que todos los papeles que tenía terminen en el suelo y yo encima de ellos.
— Tienes que tener más cuidado — dijo una voz masculina, no levante mi mirada, estaba muy concentrada en juntar de nuevo todos mis papeles para pararme rápidamente. — no te vas a disculpar? — pregunta, levanto la mirada y solo mire esos ojos celestes me hipnotizaron por un segundo, sentí la garganta seca, las palabras no me salían, el solo me sonrió, noto que quede embobada ante el, de seguro le pasaba siempre.
— Perdón, es que estaba apurada por llegar al juicio — le digo mientras me levanto con todos mis papeles en las manos, mire la puerta para ver si era la sala correcta y no, mire al costado y ahí estaba. Camine en dirección a la puerta, sentía su mirada siguiéndome en la espalda, respire profundo y entre.
Tres horas estuve en ese juicio, donde no se llegó a ningún punto, pese a mis insistencias de que la niña debería quedarse con los abuelos, la jueza decidió que vuelva otra vez con su madre. La mirada de tristeza y decepción de los abuelos me desarmo, aun podía escuchar los gritos de la niña pidiendo por su abuela mientras su madre se la intentaba llevar. Toda esa situación presencio la jueza y no se le movió un pelo. Cada día me encuentro más decepcionada de todo el sistema judicial.
Abro la puerta y me encuentro nuevamente con el hombre de ojos celeste, esta vez de frente, al parecer era periodista a unos metros de él había un camarógrafo con una cámara y una potente luz que dejaría ciego a cualquiera pero a él no, el seguía hablando de un caso que de seguro se estaba llevando a cabo, mi mirada conecto con la suya, el en ningún momento dejo de hablar, deje de observarlo y me dedique a salir antes de volver a pasar vergüenza, podía sentirme nuevamente observada pero no me voy a dar vuelta para verlo, ya demasiada vergüenza pase cuando choque con él y me quede babeando ante su mirada.
Una llamada me detuvo en mi caminata a la salida.
— ¿Hola, quien habla?
— Hola señorita Figueroa le hablamos de la producción de televisión Tenoche, queríamos corroborar que este era su número ya que uno de los nuestros está interesado en usted
— ¿Como carajo hicieron para conseguir mi número? — pregunte interrumpiéndolo enojada, esto ya es demasiado.
— Discúlpenos, pero si no corroboramos esta información nuestro amigo no tendría su número, nuevamente nos disculpamos, que pase un buen día. — Corta la llamada, miro mi celular, enojada, bloqueo el número.
Un escalofrió recorrió mi columna vertebral, esta situación fue demasiado, quien es tan loco para hacer que una productora de televisión averigüe mi número. Guardo mi celular en mi bolsillo y sigo caminado hasta llegar a mi camioneta, una vez dentro saco de nuevo mi celular para usarlo como GPS y observo que me llego un mensaje.
Perdón por provocarte un mal rato, pero quería saber tu número para invitarte, si quieres un día a tomar un café.
Con cariño Nicolas.
Reléelo el mensaje una vez más, como es posible ese sujeto consiguió mi número, que vergüenza, encima hizo que sus colegas corroboren que este era mi número. Banderas rojas se activaron en mi cabeza y un leve rubor en mis mejillas. Esto definitivamente era demasiado.
Le escribiré, al menos no por el momento, una vez que me sienta más segura en mi casa, puede que lo haga.
A quien engaño, esos ojos celestes me embobaron desde un principio, seria tonto no responderle, aunque si le dejaría en claro que esto de conseguir mi número a través de sus colegas no me gusta para nada.
Una vez en la entrada de mi casa, apagué el motor y con el celular en mi mano, procedí a responderle.
No me parecieron las formas para conseguir mi número, si querías invitarme lo hubieras hecho en persona, esta cosa de pedirle a tus colegas que consigan mi número como si fueran detectives es algo que me da demasiada vergüenza.
Pd: Si quieres invitarme a un café acércate en persona, este juego de conseguir mi numero no va.
Elisabeth
Bueno, te pido una disculpa nuevamente, esperare para encontrarte y pedirte a la antigua una cita.
Nicolas
Una sonrisa se me escapo mientras releía una segunda vez el mensaje, guarde el celular en mi bolsillo. Procedí a entrar a mi hogar.
Cierro la puerta y escucho ruido en la cocina, me pongo alerta, dejo mi bolso en el sofá para proceder a tomar mi bate de beisbol, camino lentamente hacia la cocina.
— Elisabeth ni se te ocurra querer pegarme — dijo María, camine hasta donde estaba y estaba de espalda preparando algo.
— ¿Qué haces en mi casa? — pregunto enojada — me asustaste estúpida, me tienes que avisar que vendrás
— Sí lo sé, pero sabía que a esta hora vos salís del trabajo, entonces decidí venir a cocinarte algo y así pasar tiempo con mi hermana del alma ¿Acaso está mal? ¿No me quieres ver más?
— No te hagas la victima que no se sale loca — ambas soltamos una carcajada — avísame la próxima, mínimo un mensajito
— Bueno — dijo María mientras seguía revolviendo la olla, el olorcito a salsa me llego a la nariz
— Huele delicioso, ¿porque no vivís conmigo?
— Porque es un agobio cocinarte, demasiado cansador, por eso solamente lo hago en momentos indicados y algo me dice que este momento es uno — se voltea para mirarme con una sonrisa pícara, me sonroje de inmediato, odio que me conozca tanto — te vi por la ventana ¿Quién es el afortunado?
— Aún no hemos empezado nada para empezar — procedí a sentarme mientras ella seguía cocinando — choque con el cuándo estaba corriendo por el juzgado, al parecer es periodista estaba con todo su equipo a punto de grabar y pues bueno, choque con su espalda.
— Siempre alargas la historia, así no se puede — se queja María mientras me mira exasperada.
— Perdón
— No tienes que disculparte, solo cuenta la maldita historia — yo solo la mire casi sonriendo, sabia de memoria que odia que yo no vaya al grano con la historia.
— Bueno, luego de la sesión que duro como tres horas, salí y él estaba ahí, me miro hasta que salí del edificio, sus ojos son como un rayo láser, podía ver el cielo en sus ojos — recordé su profunda mirada — pero todo se arruino cuando recibí una llamada de su productora preguntando si el numero era mío, el hizo que me buscaran — un escalofrío recorrió mi espalda — fue demasiado ¿Quién en su sano juicio hace eso?
— Alguien que está muy interesado en ti pequeña — respondió María — pero entiendo tu punto es un poco turbio que te busquen de esa forma
— ¿Un poco? un poco mucho, en fin, luego me mando mensaje pidiéndome perdón por pedirle a su productora que me investigue y que quería una cita conmigo, obviamente le dije que no eran las formas y que, si quería una cita conmigo que me lo diga personalmente, nada de andar mandándome mensaje
— Eres mi ídolo — dijo mientras me aplaudía— has aprendido, que orgullo — se seca con la mano una lagrima falsa, yo solo la mire seriamente
— Asique le deje en claro que me invitara personalmente, que no ganara nada mandándome mensaje — solté un suspiro — asique creo que entendió el mensaje
— Muy bien, cuando salgan ire de encubierto, debo saber quien es ese hombre
Nicolas
Sigo observando su foto y me llama aún más atención, sus ojos verdes mezclados marrón me hipnotizaron desde el minuto uno. Solté un suspiro para dejar de observar su foto y retomar con el pedido de café para Elisabeth, sabia por varias fuentes que ama el café, pero más específicamente el cappuccino.
Estaba afuera del juzgado sabia en los horarios en los que se movía, se que haberla investigado no era bueno pero esos ojos desde el segundo uno me llamaron, pedían toda mi atención. Mucha gente comenzó a salir apurada entre esa multitud la vi, como para no reconocerla, traía un traje rojo fuego que le queda entallado, era hermosa. Camine hasta ella, ya que habíamos acordado tomarnos un café en uno de mis restaurantes favoritos, tenia todo planeado.
— Estas hermosa — dije una vez que me encontré cerca de ella, un leve rubor se hizo notar en sus mejillas, la hacia ver aun mas adorable.
— Tú también — levante una ceja mientras la miraba, ella noto que lo dijo mal y solo provoco que se pusiera más roja aun — Quiero decir, tú también eres hermoso, digo, luces bien – solte una carcajada.
— Mejor lo dejemos en que somos hermosos, – soltamos ambos una carcajada — ya es hora de nuestro tan esperado café, así que señorita ¿Le apetece acompañarme? — pregunte mientras le extiendo mi mano, ella no me responde solo sonríe y me toma la mano para caminar juntos.
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