Me desperté con saltos y risas en mi cama. Al alzar la mirada me di cuenta de que era el pequeño Leo.

-Buenos días - Le agarré y comencé a hacerle cosquillas.

-¿Vamos a desayunar? - El pequeño asintió y tomó mi mano. Ambos bajamos rápidamente las escaleras y nos sentamos en la mesa.

-Buenos días mi niña - Andromeda besó la frente de su nieto y me frotó el hombro.

-Rachel, cuando termines de desayunar nos vamos - Me dijo Santana bajando las escaleras.

Asentí con la cabeza, desayuné rápido y me vestí.

-Lista - Santana asintió con la cabeza. Patrick se nos unió en el camino a la puerta. Pero una pequeña mano me detuvo.

-No te vayas tía Rachel - Le dediqué una tierna sonrisa al pequeño y me agaché a su altura.

-Voy a estar aquí para la hora de cenar.

Leo asintió y me dio un abrazo.

-Ten cuidado - Sonreí y le froté el cabello.

-Cada vez te pareces más a tu madre.

Leo se rió y me dio un beso en la mejilla.

-Te quiere mucho - Santana me miró con una sonrisa.

-A ti también, no creas que no le oí llamarte mamá ayer pillina - Santana se sonrojó mientras que Patrick y yo explotamos en carcajadas.

-Iros a la mierda - Patrick la tocó el hombro con una sonrisa.

Llegamos a un punto del patio en el que había una silla.

-Es un translador, nos llevará al lugar donde tenemos que ir. A la cuenta de tres lo tocas - Asentí a la explicación de Santana.

-1, 2, 3.

Toqué la silla y al instante sentí un tirón de estómago.

-¡Suéltate! - Hice caso y me solté callendo de boca en un suelo de madera.

Me di la vuelta aún tumbada para ver a mis amigos descendiendo lentamente.

-Voy a mataros - Santana me dedicó una sonrisa y me ayudó a levantarme.

-Reconoce que ha sido divertido - Sonreí.

-Santana - Me di la vuelta para encontrarme con un chico alto y pelirrojo, tenía una cicatriz que ocupaba toda su mejilla derecha.

-¿Es ella? - Dijo el chico mirándome.

Santana asintió con la cabeza y el desconocido me dedicó una sonrisa deslumbrante.

-Hola. No me conoces, pero yo a ti sí, tus amigos nos han hablado de ti y quiero que sepas que eres todo un ejemplo a seguir - Le miré entre confundida y divertida por lo nervioso que estaba.

-¿Cómo te llamas? - Le pregunté calmadamente.

-Ian. Supongo que no te han explicado de qué va todo esto, así que te daré un tour.

Me fijé en la sala en la que estaba, parecía una cabaña de madera común. Estaba totalmente desamueblada con la excepción de una alfombra y la silla.

-Te sigo - Le dije a Ian.

Este asintió y se dirigió a la alfombra. La levantó y dejó ver una trampilla.

-No es muy sofisticado pero es lo mejor que podemos hacer - Tras decir eso Patrick se dirigió junto a Ian para ayudarle a levantar la trampilla.

Me encaminé hacia ellos y me puse al lado de Ian para bajar las escaleras.

-Verás, cuando los mortifagos te capturaron Santana pensó que podía haber más squibs en vuestra misma posición. Así que además de ir a recoger las armas nos encontró a unos cuantos.

Llegamos al final de la escalera y nos encontramos con una puerta.

-Contraseña - Se escuchó una voz por dentro de la puerta y una pistola se asomó por un pequeño agujero apuntando a Ian.

-No necesitamos varita - La puerta se abrió y me encontré con un largo pasillo de madera dividido en distintas salas casi sin paredes por lo que las podías ver desde aquí.

-Es ella - Un chico bajito se asomó por la puerta mirándome con asombro.

-Rachel - Dije extendiendole la mano, aunque suponía que el ya lo sabía.

-Gus - El chico me dedicó una sonrisa.

-Pienso luchar por mis dereschos en la guerra y no dejar que ningún mago lo haga por mi - Sonreí ante eso.

-Yo también Gus.

Ian me cogió del brazo y seguimos caminando mientras Santan y Patrick se quedaban hablando con Gus.

-No es mucho, pero todos decidimos luchar en la guerra y necesitábamos aprender a defendernos.

Entramos a una sala donde había un par de personas más.

La sala era grande y cutre. Tenía unas dianas pintadas en la pared y un saco de boxeo colgando del techo.

La gente se giró a mirarnos.

-Que me dices Rachel ¿Te unes a nosotros?

                             ***

Me pasé el resto del día entrenando.

El uso de la pistola se me dio bien. Una chica llamada Meredith me ayudó con la puntería.

En cuanto a la lucha cuerpo a cuerpo... Me había peleado tantas veces en mi vida que lo controlé perfectamente. Incluso vencí a Lauren y a Andrew. Dos squibs entrenados.

En ese momento estaba centrada en mejorar mi habilidad desmontando y montando una pistola.

-¿Cómo se siente un crucio? - Levanté la mirada para ver que había bastante gente rodeandome.

-No creo haber sido la única de aquí en recibir uno - Un par de personas asintieron.

-Si, pero tu eres a la que más se lo han hecho - Miré a la chica que me había preguntado. Su morena melena caía sobre sus hombros salvajemente.

-Se siente como si un montón de cuchillos se estuvieran clavando en ti. Cuando se acumulan muchos el dolor es tan grande que no sabes cómo reaccionar. Yo me hubiera suicidado o me hubiera vuelto loca si no fuera por mis compañeros de celda y Draco y Narcisa Malfoy.

-¿Pero los Malfoy no son malas personas? - Me preguntó Andrew.

-Los Malfoy son una familia atrapada entre dos bandos en mitad de una guerra. Lucius Malfoy busca la gloria personal uniéndose a calvito, pero el resto de su familia solo quieren mantenerse a ellos y a sus seres queridos a salvo.

-Si veo a un Malfoy en la guerra no le dispararé - Dijo un chico.

-Vamos a luchar todos juntos, por nosotros, porque somos fuertes - Toda la sala aplaudió a las palabras de Santana.

-Me ha gustado tu sorpresa - Le dije en el oído cuando la gente empezó a dispersarse.

-Vamos a ganar esta guerra.