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Capítulo 20

-Yo soy Rachel Potter - Me presenté para soltar un gruñido por el dolor en mis piernas. Luna me dedicó una dulce sonrisa y se sentó a mi lado.

-Conozco a tu hermano - Dijo con su dulce voz aún inocente. Yo rodé los ojos y volví a gruñir compartiendo miradas cómplices con Draco.

-Todo el mundo conoce a mi hermano al parecer - Draco, a pesar de estar tenso soltó una pequeña risa y dejó mis piernas en el suelo.

-Ya no puedo hacer nada más Potter, bajaré por la noche a ver que tal sigue - Le di un asentimiento de cabeza y este se marchó. Luna lo observó subir las escaleras y luego se giró a mi con una sonrisa.

-Me alegro de que Draco sea amigo tuyo, eso confirma mi teoría de que no es tan malo como todo el mundo cree - La miré con curiosidad, parecía tener una perspectiva única del mundo. Esta chica despertaba dudas en mi, quería conocerla más.

-¿Y cómo llegaste a esa conclusión? - Estábamos sentadas una al lado de la otra, como no podía moverme Luna se puso delante para hablar conmigo.

-Fue estos últimos dos años. Draco y sus amigos siempre se han metido conmigo, pero en su quinto año, aunque seguía molestando gente, parecía no disfrutarlo, como si tuviera cosas más importantes en las que pensar. Eso me dio algo de esperanza, aunque casi la pierdo cuando supe que era mortifago, pero al ver la escena de hoy supongo que no ha sido por voluntad propia - Luna era muy observadora, me pareció fascinante como pudo deducir tanto, y a la vez parecer estar ajena a todo lo que la rodea.
Pero algo se había quedado en mi mente.

-¿Se metían contigo? - Luna asintió dedicandome una pequeña sonrisa, como si se hubiera resignado.

-Me llamaban Lunática y me escondían mis cosas, aunque creo que eso último lo hacían de broma - Me sentí mal de lo que la gente le había hecho a una persona tan dulce.

-La gente tiene miedo de lo diferente, de lo que está fuera de su control, por eso intentan destruirlo - Ella me dedicó una pequeña sonrisa y bajó la mirada a mis piernas. Cambió su expresión tranquila por una un poco asustada y pareció entrar en trance.

-Luna - Toqué su hombro provocando que me mirara - No te preocupes, no te harán lo mismo que a mí, quieren sacarme información sobre Harry, supongo que averiguar algo sobre el elegido merece tal tortura.

-Yo estoy aquí porque mi padre apoyó a Harry en su revista - Los gritos de Ollivander se escucharon desde la celda y Luna pareció volver a alterarse.

-Luna, ¡Luna! - La tomé de las mejillas para que apartara la mirada de la puerta. En ese momento me di cuenta de que estaba llorando - Escúchame, céntrate en mi voz. Sé que tienes miedo, yo también, pero hay que ser fuertes, vas ha salir de esta.

Luna dejó de llorar, aunque aún seguía asustada. Me abrazó con cuidado de no herir mis piernas mientras escondía la cabeza en mi cuello para no oír los gritos de fuera. Era extraña la manera en la que habíamos conectado en sólo unos momentos, supongo que estar juntas en esa situación nos hacía más cercanas.

Al cabo de unas horas Narcissa bajó a Ollivander, que venía llorando.

Ella echó una ojeada a mis piernas y después de dedicarme un asentimiento de cabeza se fue.

Ollivander seguía sollozando, yo no podía moverme, por lo que Luna le puso una mano en el hombro.
El anciano se giró hacia nosotras y entre sollozos dijo.

-Se lo he dicho todo. Le he explicado la leyenda de la varita y como conseguirla - Luna le abrazó por los hombros. Yo me sentía realmente agotada. Había sido un día muy largo para todas las personas en esta celda.

Con ayuda de Luna y Ollivander llegué a uno de los extremos de la celda que no se veían desde la puerta.

Allí en la oscuridad los tres nos acostamos y fingimos dormir, aunque ninguno pudiera realmente.

                              ***

Perdí la cuenta de los días que había estado allí, y creo que comenzaba a perder la cordura.

Me torturaban todos los días. Usaban cruciatus, fuego, agua, cuchillos y hasta me habían pegado una paliza. Pero yo nunca dije nada. Aunque me costase admitirlo mi amor por mi hermano pesaba más que esa tortura.

Eso no quita que comenzara a parecer una muerta viviente. Cuando salía de la tortura no tenía energías para hablar, debido a todo lo que gritaba. Tampoco podía moverme mucho así que Draco me transportaba.

Él y su madre se encargaron de que no me volviera loca a causa de tantos cruciatus.

Cuando llegaba a la celda Luna ponía mi cabeza en su regazo y me acariciaba el pelo. A veces cuando hacía eso rompía a llorar, bajo la atenta mirada de Ollivander, Luna y el duende que llegó unos días después de esta última aunque este no había hablado con ninguno, solo se sentaba a nuestro lado y nos miraba mal.

                               ***

Aquel día me sorprendí y me asusté al ver a Bellatrix bajar las escaleras con una terrorífica sonrisa. Todos nos juntamos en la oscuridad de la celda. Pero ella nos vio.

-Buenos días huéspedes, espero que os lo estéis pasando bien en nuestra casa - Se rió al ver nuestros rostros asustados y se acercó todavía más, causando que Luna asustada me cogiera de la mano.

-No os preocupéis, no voy a mataros - Dijo con una sonrisa perturbadora - Solo vengo a por una de vosotros.

La miré sin expresión, pues sabía que me buscaba a mí.

Me levanté apoyándome en la pared pues apenas tenía energías y caminé hacia ella. Cuando estuve a su lado me dio una patada en las piernas que me hizo caer.

-¡Crucio! - Grité de dolor mientras ella se reía y el resto miraban impotentes. Habíamos hecho un trato, nadie se hacía el héroe pues eso podría significar la muerte.

Cuando el efecto del hechizo pasó comenzó a darme patadas en la tripa mientras reía como loca.

Yo miraba a un punto en la pared. Sentía los golpes y me dolían, pero estaba tan destruida que no tenía energías para reaccionar.

Me estaba muriendo. Poco a poco, pero lo hacía.

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