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Capítulo 18

La policía me dejó en casa después de hacerme algunas preguntas y decirme que estarían pendientes de mi. Pero eso no me alivió, si los mortifagos me querían ningún policía muggle podría detenerlos.

Me encontraba en el salón. Al llegar Queen me puso una manta y me dio chocolate, pero se fue a dormir debido al cansancio.

Santana, Patrick y Artie estaban sentados cada uno a un lado mío. Yo no había hablado desde que contesté las preguntas de la policía, así que estos habían tenido que explicar a mis amigos lo que había ocurrido.

Miraba un punto fijo en el suelo aún con la sangre de Finn en mis manos mientras el resto de personas de la sala me miraban expectantes.

No estábamos seguros, no nos bastaría con unos cuchillos. Necesitábamos armas de verdad, pistolas. Ellos podrían llegar en cualquier momento.

-No estamos seguros - Mi voz sonaba rasposa debido a los gritos que había dado ese día. No quité la mirada de el punto del suelo que miraba - Ellos van a venir en cualquier momento, necesitamos pistolas. Vamos a morir.

Mi voz comenzó a temblar debido a los sollozos que querían salir. Artie se acercó y me cogió de la mano mientras que Patrick me envolvió en un abrazo.

Santana se agachó delante de mi y con una mirada decidida dijo

-Voy a conseguir esas pistolas, y te juro que nada de esto volverá a pasar, estaremos a salvo - Patrick dio un fuerte suspiro para argumentar

-No sabemos como son las cosas, llevamos semanas sin tener noticias de nadie del mundo mágico - Estaba bastante preocupado por ello, aunque yo también lo estaría si mi pareja estuviera metido en una guerra y no pudiera comunicarme con él.

-Chicos tranquilizaos, estaremos bien. Vamos a tener esas pistolas y aún tenemos los transladores. Una retirada a tiempo es mejor que una derrota - Todos asentimos a lo que dijo Artie y después de estar un rato en silencio uno a uno se fueron retirando a dormir.

Cuando yo subí las escaleras me encontré al pequeño Leo corriendo por el pasillo.

Lo cogí en brazos y miré su adorable rostro.

-¿Qué ocurre enano? - Además de andar ya podía decir un par de cosas, como nuestros nombres y cosas básicas como comida o sueño.

-Ia Achel - Balbuceó el pequeño.

-Esa soy yo, ¿Quieres dormir conmigo? - Leo asintió mientras llevaba sus manos a mis mejillas y las apretaba.

Una vez en mi habitación ambos nos tumbamos en mi cama. Comencé a acariciar su rubio cabello hasta que calló dormido.

Ese pequeño era mi ahijado, y a pesar de que no tuviera las mejores condiciones y pocos juguetes era un niño feliz y lleno de amor que repartir. En ese momento me prometí a mi misma que no dejaría que esta mierda de guerra cambiara eso.

-Voy a protegerte pequeño - Susurré para quedarme dormida.

                               ***

Habían pasado un par de días desde la muerte de Finn. Ya lo llevaba mejor, aunque creo que el sentimiento de culpabilidad nunca se fue.

Todavía no teníamos las pistolas, pues al parecer era un poco ilegal usarlas sin licencia, pero el curso costaba demasiado, así que tuvimos que recurrir a otros medios más lentos.

Esa mañana Queen estaba más preocupada de lo normal. Cuando la pregunté me dijo que tenía la sensación de que algo malo iba a pasar ese día, lo que me dejó muy preocupara a mi también.

Patrick estaba de los nervios porque aún no sabía nada de Fred.

Santana estaba nerviosa por la tardanza de las pistolas y el mal presagio de Queen. Por lo que no se había apartado de ella en todo el día.

Yo seguía afectada por la muerte de Finn, no podía dormir bien.

En resumen el único que mantenía la calma era Artie, se dedicaba a ir de un lado para otro apoyándonos y tranquilizandonos a todos.

                             ***

Ya entrada la noche cenabamos todos en la cocina. Nadie tenía ganas de hablar así que todo era silencioso a excepción de las palabras sueltas que decía Leo y las respuestas dulces de Queen.

Una gran explosión seguida de una perturbadora risa se escuchó en la entrada y supimos que estaban aquí.

Todos nos pusimos de pie en completo silencio mientras escuchábamos a una mujer llamarnos.

Analicé la situación. No había forma de salir de la cocina e ir a los transladores sin encontrarnos de frente a los mortifagos. Necesitábamos una distracción.

Una idea cruzó mi mente. Supe que podría costarme la vida, pero si podía mantenerlos a todos a salvo lo haría sin dudar.

Le hice unas señas a Santana dándole a entender mi plan y esta se negó mientras se acercaba a mi. Una vez a mi lado susurró en mi oreja.

-¡¿Estás loca?! No puedes hacer eso, te matarán - Yo la di una sonrisa tranquila.

-No me matarán, aún. Piensan que yo se donde está Harry. Como mucho me secuestrarán y torturarán - Santana no se calmó ante eso así que la agarré del brazo y volví a susurrar - Si salimos todos juntos morimos. No pienso permitirlo. Tienes que protegerlos, a ti te necesitan, en especial Queen. Salir de la cocina cuando se alejen y correr a los transladores.

Santana asintió con lágrimas en los ojos y me dio un gran abrazo susurrandome que tuviera cuidado.

El resto miraban confusos la escena, pero al verme trepar hasta la ventana que daba a la calle se comenzaron a alterar. Yo les di una sonrisa y les observé la que temía que fuera la última vez.

Patrick, con su incansable alegría ; Queen con su instinto tranquilizador ; Artie, con su sabiduría ; Leo, era el pequeño milagro de la casa ; y por último Santana, ella será una gran líder algún día y espero que se le declare a Queen.

Suspiré y llena de nervios salté por la ventana. Cogí un trozo de tubería para defenderme y fui hacia la entrada, la cual estaba infestada de gente con capas negras.

Intenté relajarme mientras me preparaba mentalmente para lo que estaba a punto de hacer.

-¡Capullos, me buscáis a mi! - Los mortifagos se giraron a mirarme y una mujer tenebrosa con el cabello azabache y desaliñado tomó la delantera mientras me miraba burlona.

-¿Y por qué la señorita Potter se entregaría así de fácil a los mortifagos? - No me esperaba esa pregunta, pero para mi suerte siempre fui buena mintiendo.

-Estoy aquí para vengar la muerte de Finn - Era mentira, nadie en su sano juicio se enfrentaría a tantos mortifagos armado con un palo por un fin tan rastrero como la venganza.

-Eres igual de estúpida que tu hermano - Dijo burlona sin saber que la estúpida era ella al estar creyendo mi mentira y dejando escapar a tantos squibs.

-No me importa tu opinión, he venido a luchar - Agarré mi tubería preparada para lo que venía.

Al ver tantos hechizos corriendo hacia mi comencé a correr, pero no llegué muy lejos antes de ver el rostro de la horrible mujer de antes, me agarró del brazo y sentí el tirón típico de la aparición.


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