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CAPITULO 43

Capitulo 43


Sasha:

Desciendo los escalones que dan al sótano, doblando las mangas de mi camisa hasta los codos. La madera cruje con el peso de mi cuerpo con cada paso que desciendo, y el olor a polvo y humedad se cuela por mis fosas nasales a medida que sigo avanzando a pasos lentos Pero firmes. El aire parece estar impregnado con esa fragancia deliciosa a muerte y sangre que tanto me gusta haciéndome respirar profundo antes de soltar el aire justo antes de bajar el último escalón.

—Si... huele a muerto...

Susurro cuando paso frente al hombre esposado sobre la parrilla metálica afirmada a la pared, al cual le doy una mirada condescendiente cuando levanta la cabeza para mirarme. No responde y por mi parte sigo en dirección hacia la mesa donde tengo varios de mis juguetes. El Pakhan quería encargarse de esto por su cuenta, pero ante mi insistencia no tuvo más opción que ceder; así que ansioso por empezar, saco de mi cinturón el puñal con el que juguetero entre los dedos lanzándolo hacia arriba y atrapándolo nuevamente sin dejar de silbar cuando me volteo recostando la cadera en el tablón de la mesa tras mi espalda.

Recorro con la mirada al hombre que jadea con el cabello mojado sobre el rostro y arrugó la nariz, en un gesto repulsivo cuando me fijo en su pecho cubierto por el bello blanquecino. Solo lleva calzoncillos y unos feos calcetines a cuadros, mientras sus brazos se separan de extremo a extremo, sujetos a cada lado de su cabeza, por las gruesas esposas en sus muñecas.

—¿Por qué no acabas con esto de una jodida vez chico? —Jadea y a juzgar por los golpes en su rostro, asumo que alguien no se resistió a jugar con el.

—¿Por qué la prisa?

Deslizó el filo del cuchillo en mis dedos probando el filo, y lento levanto la vista hacia el vejete que me mira y pasa saliva como el cobarde que en realidad es.

—Dime... ¿Valió la pena?-lo señalo con la punta de la navaja—Todo esto... años de espera, años de acechar escondido como un cobarde. Y... ¿para que? Para morir en las manos del hijo del hombre que mato al tuyo. —Sonrío y alza el mentón mirándome irascible—triste... muy triste, debiste meterte un balazo cuando podías. Debiste hacerlo antes de tocar a un miembro de mi familia.

Mi voz es controlada, pero casi no puedo contener la ira mientras empuño el mango del cuchillo en mi mano, recordando que este hijo de puta es el responsable de que mi hermana cargue con una cicatriz en su cuerpo, que mi madre mire por encima del hombro cada que sale de casa y de que Lev esté en una puta cama con un balazo en la pierna.

—¡Valió la pena si al menos logré matar a uno de ustedes, bastardo maldito!

Estrecho los ojos y me acerco a pasos lentos hasta quedar a la altura de su rostro, detallando cada expresión en su cara; sus pupilas dilatadas, las gotas de sudor que corren por su frente, el como traga saliva y aprieta los dientes intentando mantenerme la mirada. Observo cada detalle, desplazando la mirada a las esposas y los clavos a juego que le atraviesan las palmas de las manos manteniéndolas abiertas y sonrío colocando la hoja filosa bajo el párpado de su ojo.

—¡Error!—Señalo y presiono la punta del cuchillo en su carne, afirmándome sobre el, deslizando el filo hacia el rabillo de su ojo izquierdo, grita y se remueve, pero le sujeto la cara volteándola a un lado con mi mano libre, mientras entierro hacia el fondo el filo con el que acabo por arrancarle un globo ocular, que dejo caer al suelo antes de apartarme soltando su rostro de mala gana.

—Ya deberías saberlo... nadie toca a los nuestros y sale impune Montalvo, lastima que al igual que Will, lo averiguaste tarde.

Grita y lloriquea, mientras pateó a un lado el órgano que acabo de quitarle. Apartándome cuando veo el liquido que le corre de entre las piernas, cuando se orina y que por poco me moja los zapatos.

—El único que ha enterrado a un hijo aquí fuiste tu. Y no te hagas el mártir—Le aclaro y jadea agitado sin levantar la cabeza que mantiene con el mentón pegado al pecho respirando agitado.—Porque no hay punto de comparación, y la diferencia más notoria radica en que tú hijo y tu, eran unos traidores cobardes que asesinaron a los padres de mi madre, intentaron matarla y traicionaron a los suyos cuando se vendieron a la Yakuza, en cambio mi hermana, solo es una niña inocente.

—Debí hacer que te matarán cuando eras solo un pequeño bastardo. —Murmura lleno de rabia y asiento dándole la razón.

—Si... debiste hacerlo. —Me mira cuando tomo las pinzas con las que me acerco y ajusto en el metal del cabezal de los clavos que le atraviesan las manos. Sus pies están sumergidos cada uno en una cubeta de metal con agua helada y sacude la cabeza cuando prevé lo que estoy por hacer.

—Eres un lunático. Un demente de mierda y un bastardo... —Solloza y suspiro.

—Ahh...—chasqueo la lengua sin inmutarme por el arrebato de ira— solo busco la forma de hacer de esto algo más entretenido, podría facilitarte las cosas. Pero luego de todas las molestias que te has tomado para atraer nuestra atención, sería una falta de respeto de mi parte acabarte con un balazo como si fueses un cualquiera. —Ajusto la última pinza y busco su mirada—Después de todo... tu lo dijiste, tienes potencial para más.

Me volteo hacia el interruptor para liberar la descarga eléctrica, pero el sonido de los pasos que se acercan me detienen con la mano aún sobre la palanca, y entonces fijo la mirada en el hombre que emerge de entre las sombras haciéndole honor a su apodo, "La parca italiana" mientras me observa con esa mirada inexpresiva que luce siempre.

—¡Detenlo!—Pide de inmediato Montalvo fijando su ojo sano en el padre de Sarah. Y casi sonreiría observando al bastardo suplicar por ayuda si no fuera por lo cabreado que me tiene.

—¿Por qué lo haría?—Responde el italiano sin mirarlo y vuelvo mi atención al interruptor, jalando de la palanca que suelta la descarga eléctrica que pone a temblar y a chillar a Montalvo, cuando la corriente se extiende desde sus manos hacia la espalda por el metal al que tiene pegado a la carne. El liquido bajo sus pies evita que muera rápido y que se achicharre, pero no evita que el dolor de las descargas se intensifiquen cuando subo la potencia del interruptor sin quitar mis ojos del padre de Sarah que me mira fijamente, hasta que tras unos instantes corto el flujo eléctrico.

Montalvo gime y jadea agitado, la baba le cae de la boca mojándole el pecho peludo y sacude la cabeza jadeando atontado, hasta que poco a poco levanta la mirada suplicante hacia el hombre que ni siquiera lo mira.

No tengo ni la más mínima idea que es lo que hace aquí, o cuanto tiempo ha permanecido escuchado, ni porque me observa como lo hace pero me importa un carajo.

—Detenlo y trabajaré para ti.—Insiste en un patético intento por salvarse de su inevitable destino—¡Conozco gente que puede serte de utilidad!

Desplazo la mirada desde el hombre jadeante hacia Rinaldi que suspira como si ya estuviera aburrido y enarca una ceja blanqueando los ojos.

—No hay nada de ti que pueda interesarme, yo no trabajo con asesinos de niñas, además... aunque me pese, esta mierdecilla ahora forma parte de los míos—me señala con el mentón—no voy a interferir, de hecho—mira el reloj en su muñeca—Si... acaba de comenzar mis vacaciones.

Montalvo llora apretando los dientes y voltea a mirarme a mi que no puedo evitar burlarme de el con una enorme y descarada sonrisa. «Patético.» Esa es la palabra que describe al viejo infeliz que ha intentado destruir a mi familia y solo ha conseguido provocar la furia de quien no debía.

—¿Qué estabas haciendo aquí Rinaldi?

Mi pregunta detiene al hombre que se marchaba en dirección a las escaleras y que ahora lento voltea por encima del hombro para observarme. La luz es tenue y solo una parte de su rostro es levemente iluminado por la luz amarillenta que parpadea sobre su cabeza, Pero podría jurar que veo una sonrisa ladeada tirar de la comisura de sus labios antes de voltear.

—Asegurándome de que tienes lo que hace falta para cuidar de mi tesoro más preciado.

Ni siquiera me da tiempo a responder, ya que desaparece haciendo crujir la madera de los escalones cuando se marcha sin voltear.

—Bien... ¿En qué estábamos?

Me volteo hacia el hombre que niega con la cabeza repetidas veces, cuando me acerco y saco mi celular colocando una melodía. Beethoven inunda el lugar al igual que los jadeos agitados de Montalvo que me mira como si me hubiese vuelto loco.

Le sonrió y tras hacerle una fingida reverencia saco nuevamente el cuchillo con el que me dispongo a quitarle el otro ojo sin dejar de silbar "fur elise" de beethoven que se acompasa en mi cabeza, con los gritos del hombre que se retuerce en mis manos.

—Ah... adoro la música clásica. —Musito apartando con mi brazo la sangre que me salpica el rostro, antes de tomar una piensa y jalarle la lengua hacia fuera preparándome para también cortársela.

«No puedo permitirle conservarla, no luego de llamar en más de una oportunidad zorra a mi madre y blasfemar sobre mi hermanita.»

Para cuando acabo de quitarle todo lo que lo hace humano al infeliz frente a mi, dejo caer la navaja al suelo en medio de la sangre bajo mis zapatos. Su respiración es entrecortada y a decir verdad ya me he aburrido así que suspiro y saco de detrás mi espalda el revolver al que le abro el tambor y le colocaron una sola bala la cual se tiñe con la sangre de mía manos cuando la deslizó en uno de los orificios vacíos. Giro el tambor dejando la bala en posición y pego el frio metal a la frente de Montalvo, le soy una ultima mirada y repasando en mi cabeza las palabras de Rinaldi jalo del gatillo.

—El que toca lo mío se muere.—Sentencio lanzando el arma a un lado antes de voltear hacia la salida.

***

Sarah:

El calor de unas manos cálidas y ásperas recorriendo mi espalda me hacen sonreír somnolienta, mientras escondo la cabeza en la almohada.

—Despierta pequeña perezosa.

La voz del hombre que besa mi hombro desnudo me hace sonreír, aferrándome a las mantas que jala intentando que me despierte por completo.

—No... aún es temprano.

—Hay que empacar. ¿No querrás perder el vuelo verdad?

Me incorporo de golpe en la cama observando al chico que me mira con una enorme sonrisa traviesa en el rostro.

—¿Es enserio? ¿Hoy? —Mi voz denota el entusiasmo que no logro controlar y la mirada cargada de amor que me da cuando me sonríe asintiendo y esconde un mechón de mi cabello tras mi oreja, me hace devolverle la sonrisa con el corazón acelerado.

Han pasado dos días desde que papá y el Pakhan llegaron a un acuerdo en el que aprobaron la unión entre ambas familias, y aunque Sasha no dejó lugar para dudas ni objeciones, también «y por contradictorio que pudiese sonar» insistió en que quería que viajáramos a Nueva York, para pedir mi mano de la forma tradicional frente a papá y mamá; con quien hable por teléfono y ya está informada de todo.

El alivio en su voz cuando le dije que estaba bien y que pronto estaría con ella, me lleno el corazón, en especial cuando no dejaba de repetir que me amaba y que se moría por abrazarme otra vez. Para mí buena fortuna papá ya había aplacado su ansiedad y el mismo día en que me encontró le había adelantado que estaba bien, que en un par de días regresaríamos todos juntos, aunque en ese momento asumo que no pensaba que el "todos juntos" era literal.

—¿Alguna vez te he dicho lo hermosa que es tu sonrisa Freya?

Me acerco y dejo un beso rápido en sus labios logrando que parpadee cuando lo tomo por sorpresa.

—No. De hecho... no lo has hecho en las ultimas horas. —Me apartó el cabello fingiéndome ofendida.

—Eso tal vez se deba a que te la has pasado durmiendo desde hace casi doce horas, pequeña.—Recorre mi brazo con las yemas de sus dedos, dejando un rastro cálido en mi piel, que poco a poco comienza a quemar cuando volteo el rostro hacia el y sus ojos azules se fijan en los míos con esa mirada intensa que siempre me dedica.

—Te amo Sasha Ivanov.

Las palabras salen de mis labios en un impulso y junta el ceño ladeando la cabeza como si lo acabase de tomar completamente por sorpresa, separó mis labios a punto de volver a hablar pero me sobresalto cuando se abalanza sobre mi enjaulándome con su cuerpo sobre el mío, aprisionando mis muñecas a cada lado de mi rostro.

—¿Cómo dijiste Freya? No escuche bien...—Me sonríe y muerdo mi labio reprimiendo una sonrisa.

—Que te amo demente impulsivo. —Repito y puedo ver el brillo oscuro que se apodera de sus ojos cuando me observa fijamente, sus labios forman una enorme sonrisa y sin más, sus labios atrapan los míos.

Su boca me invade, su lengua se funde con la mía y sus dedos entrelazados con los míos se presionan formando una cadena entre nuestras manos que se niegan a soltarse, incluso cuando separa mis piernas con sus rodillas y se acomoda entre ellas. Ninguno lleva ropa, de hecho se nos ha hecho costumbre dormir completamente desnudos y ahora eso es algo que agradezco ya que no hay nada que desee más en este momento que sentir dentro de mi, al hombre que me besa con posesividad mientras recorre cada espacio de mi boca.

Sus labios se apartan de los míos y ladeó el rostro a un lado dejando que bese mi barbilla y mi cuello, sus manos siguen sosteniendo las mías a medida que desciende y besa mi garganta, una de sus manos se separa de la mía y acaricia mi rostro tallando con sus dedos, de forma delicada un lento recorrido hacia uno de mis senos que acuna y se lleva a la boca lamiendo mi pezón, antes de chupar y jalarlo con suavidad entre sus labios.

—Sarah...

Mi nombre sale de su boca en un susurro caliente, mientras recorre mi cuerpo con sus labios. La forma en la que besa cada rincón de mi cuerpo me estremece y que no suelte mi mano en ningún momento acelera aún más mi loco y enamorado corazón.

—¿Si?—Jadeo cuando se escabulle entre mis piernas separándolas un poco más, con suavidad con su mano libre.

Besa el interior de mi muslo y el calor de su lengua recorriendo mi intimidad me toma por sorpresa haciéndome gemir y arquear la espalda con su boca devorando mi necesitado y húmedo coño. Y casi sonreiría por la forma cariñosa, en la que su pulgar acaricia el dorso de mi mano mientras su boca lame y saborea cada rincón de mi sexo con necesidad y vehemencia.

Mis paredes se aprietan y que jadee mientras me devora por completo, solo potencia la sensación de presión que se forma en mi vientre bajo, mi cuerpo tiembla y cuando mi nombre vuelve a salir de sus labios en medio de un jadeo, exploto. El orgasmo arrasa conmigo devastándome y convirtiéndome en una masa temblorosa y jadeante, que se aferra con los dedos al espeso y rubio cabello de Sasha, que se mantiene entre mis piernas abiertas, perpetuado mi orgasmo, hasta que suavemente se aparta y me atraviesa observándome con sus ojos azules.

Levanto la cabeza sosteniéndole la mirada, pero se me hace difícil cuando mi atención se posa en sus labios enrojecidos, detallando aun la humedad que brilla en ellos. Me sonríe socarrón y claramente orgulloso. Y desliza la lengua por los labios saboreando los restos de mi orgasmo antes de besar mi mano, acomodandose nuevamente sobre mi.

—Te amo.— Susurra sujetando mi barbilla fijando sus ojos en los míos.-Te he amado desde la primera vez que te vi, mi vida solo tiene sentido cuando estás conmigo y por eso me he negado a soltarte. Hacerlo sería condenarme a una muerte lenta y dolorosa; soy adicto a ti, y por eso amarte duele, eres la única capaz de destruirme Sarah... con una sola palabra, y esa es "no". Pero vale la pena el riesgo y cada maldito día que te entrego un trozo de mi alma. Lo ha valido siempre y es por eso, que te doy la oportunidad de decidir—deja un beso corto sobre mis labios y pese a estar completamente confundida, sonrío cuando levanta mi mano que ahora luce una hermosa joya de lo que parece ser oro blanco, con dos hermosos diamantes en dos colores.

Junto el ceño y observo el anillo de compromiso en mi dedo. Son dos piedras hermosas rodeadas por pequeños diamantes blancos, Pero lo que más destaca son la gemas que están entrelazadas la una con la otra, como dos delicadas gotas, una de color verde y la otra de un azul grisáceo idéntico a...

—Son...

—Tus ojos.—Me sonríe con dulzura y besa la punta de mi nariz. —Se mía... se mi esposa Sarah Rinaldi.

Trago el nudo en mi garganta y fijo mis ojos en los suyos. Se que pretendía pedir mi mano, pero... creí que solo era protocolo.

—Creí que primero querías pedir mi mano a papá y mamá...

—¡Y lo haré! Pero quiero que tú me des una respuesta primero. Ya hemos decidido demasiado por ti. Iré a nueva York, me discúlpate con tu madre por haber sido un cretino y pediré tu mano como es debido.—Asiente y toma mi barbilla para que lo mire—Pero solo si tú así lo deseas. No voy a forzarte pequeña, incluso si me destruyes en el proceso, es tuya la decisión.

La forma en la que me observa me hace pasar saliva y de pronto la mirada se me vuelve borrosas, el corazón se me dispara al igual que el pulso y me siento aturdida y confusa. Pero a diferencia de otras veces, no es por una crisis, en esta oportunidad se debe a las lágrimas de emoción que se forman en mis ojos y al hombre que me mira esperanzado en espera de una respuesta, de que yo sea quién decida lo cual me desata una risa, en medio de un sollozo mientras asiento eufórica y rodeo los hombros de Sasha para besarlo.

—Claro que quiero ser tu esposa. ¿Cómo podría negarme luego de lo que acabas de hacer?

Sus ojos se arrugan en ambos extremos cuando sonríe ampliamente, y su mirada se ilumina de inmediato con alivio dejando salir una sonora exhalación.

—Ahhh si te refieres al orgasmo, aún estamos comenzando, de hecho no me importaría volver a empezar y...

—No hablaba de eso.—Golpeo su hombro y se ríe antes de volver a besarme, haciendo que corresponda y lo rodee con mis brazos dejando que lento se deslice dentro de mi.

Su frente se pega a la mía, sus dedos entrelazados con los míos y sus ojos se mantiene fijos en los míos en todo momento mientras comienza a deslizarse dentro de mi. Gimo y el aliento cálido de mis labios acaricia los suyos, mientras entra y sale de mi con suavidad. Una suavidad que nunca antes había conocido de el y que resulta embriagadora y desconcertante en partes iguales, mientras me hace suya con una delicadeza impropia de un hombre frio, sádico y despiadado como el, del cual en este instante no hay rastro mientras me observa directo a los ojos gimiendo con cada embestida.

En cambio su mirada oscura destella posesividad, deseo y algo más. Algo para lo cual la única palabra que encuentro para describirlo es... amor.

El prometió poseerme hasta los huesos, y eso es lo que hizo, pero aun así... una parte de el, acabo por perderse, cuando su oscuridad se fundió con la mía. El, abrazo mis demonios y los hizo suyos, y yo saqué a la superficie ese lado humano que se negaba a enseñar al mundo. Reafirmando una y otra vez... que aunque las cosas no siempre resultan como uno espera... nadie escapa de su destino y a diferencia de lo que Sasha Ivanov creía, nuestro destino no era convertirme en la posesión del Ruso, nuestro destino siempre fue fundir nuestras almas en una sola. Luz y oscuridad, ambos fundidos en un mismo corazón.

✨✨✨
¡¡¡Chicassss el anillo!!! 🥹🥹🥹

Hay... No puedo soltarlos aún 😭😭 lo bueno es que nos falta el epílogo mis niñas.

No sé olviden seguirme en Instagram: themorganking23 para enterarse de cositas sobre el libro de Kat y Lev el cual posiblemente empecemos a actualizar la próxima semana. 🥹

Mil gracias a todas las personas que me han seguido en esta historia al igual que las otras, aún estoy aprendiendo y me hace muy feliz saber que me están apoyando. Infinitamente agradecida por sus bonitos y motivadores comentarios y por como me alientan a seguir. Y sobre todo por la paciencia cuando demoraba en actualizar. Las adoro. Mil gracias y nos vemos nuevamente en el epílogo.

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