CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 4
Sasha:
La mujer a mi lado permanece en silencio, y de soslayo la detallo de a momentos, sin que lo note. No puso peros a la hora de subir al coche y ha permanecido en total silencio desde que salimos del bosque luego de deshacerme de los cuerpos de los imbéciles que creyeron que podían dañar lo que me pertenece.
Estrecho los ojos observando como Sarah se lleva la mano al pecho, aferrándose a algo entre el abrigo, Lev también lo nota y se pone alerta, como si esperara que la chica sacara alguna especie de arma para atacarnos. Ella toma algo ente sus dedos y ladeo la cabeza, intentando entender que busca, hasta que veo la cadena del collar que sostiene contra su pecho con sus delicados dedos.
Suspiro apartando la mirada y extiendo la palma de mi mano hacia arriba. «Odio hacer esto, pero no tengo opción. »
—Entrégamelo. —Ordeno pero no se mueve y Lev enarca una ceja observándome con curiosidad. Sabe que no soy conocido por ser paciente, pero...
—No me obligues a quitártelo Freya. —Digo y esta vez enfoco mi mirada en su rostro.
Suspira y con una lentitud inquietante se quita la mano del pecho, y le da una última mirada a la cadena rota en su mano, hasta que al fin me lo entrega.
Una lágrima cae por su mejilla, y la aparto con mis nudillos, incapaz de mantenerme indiferente ante su tristeza.
—Te lo devolveré. Lo prometo. —Digo guardando la cadena en mi bolsillo, sin dejar de mirar a la chica que aparta la mirada a la ventanilla. —Solo... debo asegurarme de que no haya rastreador, no queremos que papi venga por ti, acabas de llegar.
Ella voltea el rosto esta vez mirándome con furia, y le sostengo la mirada a la espera de su reacción, pero simplemente suspira y aparta la mirada nuevamente.
—Pierdes tu tiempo, no es un rastreador. Además, la cadena se ha roto. —Suspira con pesar.
—Ya lo veremos Freya... —Susurro mirando la joya en mi mano, la cual es idéntica a la que guardo en el cajón de mi mesa de noche.
Una hora más tarde al fin, nos adentramos al sendero que da acceso a la construcción que será nuestro hogar momentáneo. Los guardias en la primera línea de la entrada abren los portones electrificados y los canes inspeccionan el vehículo en busca de algún posible artefacto explosivo. Cuando se cercioran de que todo está en orden, asiento y con un asentimiento le doy la orden silenciosa al chófer para que avance.
El segundo perímetro esta a pocos metros y desvió la mirada a Sarah que alza las cejas al cielo cuando nota el enorme lago congelado junto a la carretera, que da acceso a la entrada principal de la mansión que mande construir para ella. Porque mi Freya merece lo mejor y no pienso darle menos que lo que merece.
La construcción consta de dieciocho habitaciones, divididas en dos alas. El el ala Sur, esta la habitación de Sarah, la biblioteca, el gimnasio, la sala de entretenimientos y un pequeño cuarto adicional que se que le encantara. Mientras que el ala Norte, consta de otro gimnasio equipado para mis entrenamientos, una sala de cine, mi habitación de juegos, donde guardo mis armas favoritas al igual que algunos otros juguetes y mi biblioteca privada. También tenemos una piscina climatizada, y la cocina está completamente equipada con todo lo necesario.
Cuando atravesamos el sendero del bosque, ya el sol se ha ocultado casi por completo; La mujer a mi lado, aun no ha vuelto a pronunciar palabra, pero decido no presionarla. Soy consiente de que esto puede ser difícil de asimilar, pero cuanto antes se haga a la idea, mejor será para ella.
Abro la puerta del coche y me acerco rodeando el coche hacia la puerta de Sarah, le extiendo mi mano y puedo ver la duda en sus ojos cuando mantiene la mirada en mi mano, hasta que suspira y la acepta. Pero en cuanto nuestros dedos hacen contacto una extraña corriente nos hace apartar las manos, la una de la otra. Su ceño se junta al igual que el mio, mientras ambos nos miramos las manos el uno al otro.
Parpadeo y le señalo la entrada indicándole que avance. Ella no vacila solo sacude la cabeza como si intentara volver a la realidad y la observo mientras camina delante de mi, cuando la veo masajearse las cienes un momento antes de abrazarse a si misma y seguir avanzando hacia la entrada donde se detiene frente a la puerta de madera, aún sin decir una palabra.
—Esta es tu casa ahora Sarah Rinaldi. Espero que te guste, la mande a construir para ti desde que decidí que serias mía.
La mujer me mira con sus ojos desiguales fijos en los míos, y no responde, su mirada es extraña por momentos pero aun asi no me responde, lo cual comienza a molestarme. No soy una persona muy paciente pero de verdad estoy intentando serlo con ella.
Lev se marcha a la parte trasera de la mansión, mientras yo guio a Sarah hacia la que será su habitación. Le indico a los guardias que se mantengan en la puerta, mientras entró con ella al dormitorio para enseñarle el lugar. No puedo arriesgarme a que intente huir de mi, el lugar es prácticamente una fortaleza, ha sido construido para protegerla y mantenerla a mi lado alejada del peligro pero aun asi, no es una prisión, nunca pretendí convertirlo en eso, pero por el momento hasta que tengamos una conversación y definamos como vamos a proceder de aquí en más, no puedo darme el lujo de dejarla deambular sin supervisor por los alrededores.
—Espero que todo sea de tu agrado, como veras...
—Necesito mi bolso. —Me corta aproximándose a la ventana de la habitación dándome la espalda, sin inmutarse por si quiera observar algo a su alrededor.
—En realidad, creo que aquí encontrarás todo lo que necesitas. Y si necesitas algo más no dudes en pedirlo.
—Mi bolso, necesito mi bolso. —Repite y suspiro masajeando mi frente con dos dedos.
—Bien... mandare por el. —Respondo.
—Y Sarah... será mejor que descanses. Ha sido un día largo para ti. Enviaré a alguien a prepararte algo de cenar y una enfermera vendrá a revisar el golpe en tu rostro. —Explico y tampoco me responde.
—¿Necesitas algo mas?
—Regresar a mi hogar, pero dado las molestias que te has tomado para traerme hasta aquí, asumo que eso no será posible, así que me conformare con que me traigan mi bolso.
Una sonrisa ladeada tira de mis labios, al escuchar sus palabras y la forma dulce en la que intenta ocultar su molestia. «Mi Freya, siempre tan calmada y apacible...»
—Bien... yo...
El sonido de mi teléfono me corta y lo saco del bolsillo de mis pantalones, juntando el ceño cuando veo el nombre de la persona en la pantalla.
—Así que ya ha empezado. —Susurro y ella voltea de inmediato.
—Vuelvo enseguida Freya, ponte cómoda.
No espero respuesta solo salgo de la habitación, y tras indicarle al guardia que le lleven algo para cenar a mi invitada permanente, me dirijo a la biblioteca para tomar la llamada.
—Padre...
—¡Dime que no fuiste tu! ¡Dime que no haz sido un jodido crío irresponsable, que ha jalado las bolas de un toro embravecido D'yavolenok!
—No se de que me estas hablando padre, pero tengo trabajo. Estoy ocupándome de asuntos importantes y no tengo tiempo que perder con adivinanzas.
—Hablo de Sarah Rinaldi. ¡Alguien la ha secuestrado! Acaba de llegar una alerta, ¡Rinaldi está como un Demente, quiere a su hija de vuelta Sasha! ¡Están armando un maldito ejército y solo han pasado unas horas de su desaparición!
—Pues es una pena, de haber aceptado entregarme su mano, nadie la habria tocado. Pero no tengo nada que ver con eso. Y a decir verdad, no es mi asunto tampoco. —Respondo acomodándome en mi silla y subiendo los pies a la mesa.
—¡Blyád Sasha! ¿Por qué no puedo creerte?
—Ese es tu problema padre, no el mio. Te lo dije, yo no la tengo. Si la tuviera lo sabrías, después de todo, no puedo disponer de tus hombres sin que se reporten contigo antes... entonces... ¿Cómo podría meterme en territorio de los italianos y raptar a la mujer más importante de la organización por mi cuenta, sin que algún lame botas me delate contigo?
Mis argumentos son los suficientemente convincentes, lo sé porque no responde inmediatamente, por lo cual asumo que esta considerando mis palabras.
—Bien. Espero que no me estés engañando Sasha, esto es serio. Porque Rinaldi no se anda con vueltas cuando de lo suyo se trata y si alguien se atrevió a tocar a su hija... eso significa que hay un enemigo que no le teme a la muerte y que cualquiera de nosotros podría ser el siguiente. Mantente alerta y no bajes la guardia.
—¡Da! Lo hare padre, y dile a Rinaldi que estoy a su disposición. Si necesita una mano para encontrar a su hija, que me lo haga saber. —Rio moviendo el respaldo de la silla giratoria.
—¡Poshla ty Sasha! «¡Vete a la mierda Sasha! » —Responde y luego termina la llamada.
Sonrió divertido, y me dispongo a tomar mi botella de vodka para celebrar que todo ha salido como lo planea cuando los golpes en la puerta me hacen suspirar dejando la botella sobre la mesa.
—¡Blind! —Maldigo soltando un suspiro, dejando caer la espalda otra vez en mi asiento.—Adelante.
El hombre que entra apresurado me mira alarmado y junto el ceño, cuando veo que respira de forma agitada.
—Señor... la chica. Algo ha ocurrido con ella debe venir conmigo. —Jadea y me pongo inmediatamente de pie rodeando el escritorio para seguirlo.
—¿Escapo? —Pregunto mientras lo sigo y niega con la cabeza.
—Enloqueció. Se... volvió loca. —Dice y tomo su brazo girandolo de golpe antes de estampado contra la pared.
—Mucho cuidado con esa boca, cuida tus palabras para referirte a ella, porque no me va a temblar la mano para cortarte la lengua si siento que la utilizas de más. —Advierto clavando mis ojos en los suyos mientras lo veo asentir repetidas veces.
Desplazo la mirada hacia la puerta abierta del dormitorio donde deje a Sarah, y luego a la cara pálida del hombre que aparto de mala gana a un lado, para avanzar hacia la habitación.
—¿Qué ha pasado? —Indago ahora observando las manchas de sangre en forma de manos sobre el marco de la puerta.
—Se ha descontrolado de un momento a otro, con todo respeto mi señor, es como si hubiese perdido la razón.—Responde el guardia que se para a mi lado.
Ambos avanzamos y cuando nos detenemos frente a la puerta abierta de la habitación, observo con más atencion las gotas de sangre que manchan la tela de su abrigo y aparto la mirada al otro hombre inconsciente en el suelo. Volteo y barro con la mirada el lugar hasta que me detengo en la chica acurrucada en el rincón, junto a la ventana, cubriendo su cabeza con ambas manos, bañadas en sangre.
—¿Alguien la toco? —Pregunto al otro guardia de pie junto a la puerta, sin esconder el tono amenazante detrás de la pregunta.
—No jefe. Como ordeno nadie toco a la italiana. —Me asegura y doy un paso atravesando el umbral de la puerta, con la mirada puesta sobre Sarah.
—Sarah... —La llamo y por un momento su cuerpo se pone rígido, pero no reacciona.
—Freya... —Vuelvo a llamarla y para mi sorpresa, lentamente levanta el rostro, mirándome a través de la cortina de cabello que le cubre parte del rostro.
Mi ceño se junta y estrecho los ojos, cuando noto la expresión vacía de su mirada.
«¿Que demonios le ha pasado?»
De pronto comienza a incorporarse, sin apartar su mirada de la mia y cuando logra hacerlo por completo, la recorro de pies a cabeza. Sus manos caen a cada uno de los lados de su cuerpo y en una de ellas, aún sostiene con firmeza el tenedor manchado de rojo carmesí. Lo poco que se puede ver de su pálido rostro, cubierto por el cabello húmedo, está salpicado con algunas gotas de sangre, que hacen resaltar el rosa natural de sus labios.
El suelo esta cubierto de los restos de lo que se supone sería su cena, la cama está movida a un lado, la mesa de noche no está y el vidrio de la ventana está destrozado en el suelo como si alguien hubiese lanzado algo enorme a través de ella, al igual que el espejo y la lámpara de pie que yacen destruidos en el suelo.
Vuelvo mi atencion a Sarah que tiene la mirada vacía y perdida, fija en la mia. Ladea la cabeza, cuando empieza a caminar en mi dirección y por el rabillo del ojo, veo a uno de los guardias junto a mi, que lleva la mano a la pistolera, pero se detiene cuando sin voltear levando una mano, dándole la señal de que no lo haga.
—El que la toque lo asesino. —Aseguro en tono calmado, solo para que los hombres a mi lado escuchen.
Sarah sigue avanzando hasta que la punta de los dedos descalzos de sus pies, se detienen frente al pulcro y brillante negro de mis zapatos. Sus ojos me miran, pero no parece verme en realidad y cuando levanto mi mano para tocar su rostro, en un movimiento ágil y determinado, intenta enterrarme el tenedor en el rostro. Pero dicha acción queda a medias, cuando le sujeto la muñeca, ejerciendo una leve presión, para mantenerla quieta y luego con los dedos de mi otra mano, le rodeo el cuello, acercándola a mi rostro.
La punta de nuestras narices casi se rosan al igual que sus labios, que se mantienen a escasos milímetros de los míos. Tentándome descaradamente cada vez que presiono un poco mi mano en su cuello, provocando que se entreabran un poco mas. Sus ojos vacíos ahora destellan furia y su respiración agitada la hace resoplar salvajemente, moviendo en el proceso algunos finos mechones del cabello platinado frente a su rostro.
Una sonrisa tira de mis labios mientras la detallo y se ensancha aún más, con el pasar de los segundos, cuando mi mente me recuerda que efectivamente no me equivocaba con ella. Es aún más magnífica de lo que me imaginaba y que estoy loco por descubrir, cuantos misterios mas esconde mi preciosa Freya detrás de ese rostro angelical.
—Freya... no es propio de una princesa este comportamiento. —Susurro sobre su rostro, ejerciendo otra vez una leve presión en su cuello, la cual la hace gemir y calentar mi rostro con su cálido aliento, cuando entreabre sus labios.
—Estas a salvo Freya... —Las palabras abandonan mis labios por alguna extraña razón en la que siento la necesidad recordárselo. —No voy a dañarte, lo sabes.
Le mantengo la mirada, pese a la ferocidad de la amenaza que hay en la suya y eso parece surtir algún efecto, ya que siento que su respiración poco a poco comienza a normalizarse. Su cuerpo comienza a perder rigidez y mientras, recorro su rostro con los ojos, intentando descifrar que diablos pasa en realidad con ella. Noto como su mirada comienza poco a poco a ceder. Sus pupilas ya no se ven tan oscuras y su respiración es levemente mas pausada. El sonido metálico del tenedor que cae de su mano, me hace desviar un instante la mirada al suelo, para inmediatamente volver a su rostro cuando habla.
—Ruso...
Aparto mi mano de su cuello cuando susurra la palabra y a penas logró sostenerla de la cintura, cuando se desploma inconsciente en mis brazos.
—Te tengo... te tengo.
💫Sasha y su cinismo a la hora de hablar con Micky 🙉🤭🤭
💫Sarah... 🛐 🤯
💫Ella intenta apuñalarlo... Autoamticamente Sasha: "Ella no lo sabe aún, pero va a ser mi esposa".
💫No se enojen con Sasha por quitarle el collar, es entendible, Todas las que leyeron a Sebastian Rinaldi, saben como es el con sus obsequios 😅(Usualmente todos vienen con sorpresa y Sasha es muy listo.)
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