CAPÍTULO 2 "Al acecho".
CAPÍTULO 2
Presente.
Sarah: (22 años)
Sangre, sangre... hay mucha sangre... Mis manos tiemblan mientras sostengo el cuchillo ensangrentado, mamá llora, y... me llevó ambas manos a la cabeza. No me gusta que llore... «¿Por qué lo hace?» Las voces a mi alrededor incrementan, murmullo y más murmullo. Una voz repite mi nombre, pero no logro identificar de donde proviene el sonido.
—Sarah cariño por favor no...
Me incorporo de golpe en la cama, llevando ambas manos a mi rostro. Estoy completamente empapada en sudor, con la respiración acelerada y cada musculo de mi cuerpo temblando.
—Pesadilla... solo fue una pesadilla Sarah. —Repito y suspiro, con una mano donde antes llevaba el crucifijo de mi madre.
—Cinco...cuatro...tres... —Respira Sarah —Dos... uno.
Dejo salir el aire y me levanto de la cama dirigiéndome hacia la ventana del balcón. Recostando mi cabeza en el marco de la ventana observo el cielo que aun esta teñido de oscuridad. La copa de los árboles se mece suavemente de un lado a otro y me concentro en el suave balanceo de las ramas, mientras desplazo la mirada por el jardín.
Siempre me ha provocado una extraña y agradable sensación de calma, la tranquilidad de la noche. Siento que no todos aprecian la belleza que emerge de la oscuridad, la serenidad que hay en la penumbra de la noche y lo increíblemente hermoso y atrayente del misterio que la envuelve, pudiendo trasformar algo tan simple en algo casi místico.
Sonrió, al pensar en las ocurrencias de mi perturbada mente. «¡Perturbada... estas perturbada Sarah!» Aparto los pensamientos intrusivos de mi mente y vuelvo a centrar mi atención en el jardín. Una sombra entre los árboles llama mi atención y estrecho los ojos inclinándome hacia adelante, intentando agudizar la mirada. Parece la silueta oscura de una persona, de pie, fundida entre las sombras de la noche, mientras se mantiene firme mirando en mi dirección. Se que me observa, no veo sus ojos desde aquí, pero aun asi, puedo sentirlos sobre mi.
Aparto la cortina y suavemente deslizo la hoja de la ventana, la brisa fresca sacude mi cabello, cuando doy el primer paso hacia en exterior del balcón, un paso hacia la sombra que permanece estática en su sitio, solo observándome, acechándome como un lobo a un cordero.
Trago saliva cuando vuelvo a dar un paso hacia adelante, pero el sonido de la puerta de mi habitación y las pisadas acercándose, me hacen voltear de golpe, para encontrar a mi padre que camina apresurado hacia mí. Despeinado, sin camisa y con su arma favorita en la mano. Inmediatamente mis ojos viajan a la vieja cicatriz en su abdomen, pero parpadeo confundida cuando su voz me hace levantar la mirada a su rostro.
—¡Aléjate del balcón Tesorina! —Ordena y desvió la mirada tras mi espalda, hacia el jardín donde la sombra que me observaba ha desaparecido.
—¿Que ocurre? —Pregunto apartándome a un lado cuando pasa junto a mi, rumbo a la terraza apartando la cortina para ver fuera.
—Los sensores de movimiento se han activado, alguien ha estado merodeando en la propiedad. ¿Viste o escuchaste algo?
Evaluó y analizo sobre que responder, se que debería decir la verdad, mentir nunca trae nada bueno, pero por alguna extraña y loca razón, no lo hago.
—Lo siento papá, acabo de despertar. —Respondo.
—¿Pesadillas? —Pregunta juntando el ceño y niego con la cabeza, dándole una sonrisa tranquilizadora.
—Solo tenia sed.
La mirada oscura de sus ojos aún no desaparece, mientras me observa y luego evalúa mi habitación con la mirada, como si temiera que alguien estuviese oculto en la sombras.
En la lejanía fuera, se oye el sonido de disparos, seguido del ladrido feroz de los perros y las personas que corren.
—¡No salgas y cierra con seguro! —Ordena y tras dejar un beso en mi frente, se marcha apresurado, cerrando la puerta tras su espalda.
Me volteo hacia la ventana, desde donde veo a varios hombres recorriendo la propiedad con dirección al bosque, Caín va delante sujetando su ballesta y con uno de los pastores a su lado.
Suspiro y me dispongo a cerrar la ventana para regresar a la cama cuando algo fuera de la terraza hace saltar mi corazón, mis pies se mueven por sí solos mientras avanzo hacia afuera nuevamente, desplazando la mirada en todas direcciones, recorriendo los alrededores, pero no hay nadie.
Extiendo mi mano para tomar la rosa negra que ahora descansa sobre el barandal de mi balcón y lentamente comienzo a sonreír sin razón alguna, elevando la mirada al cielo, cuando veo el dron que se aleja, perdiéndose entre los árboles y en la oscuridad de la noche.
Vuelvo a mirar la rosa en mi mano y abro la tarjeta negra sujeta con una delicada cinta roja al tallo libre de espinas.
Las primeras palabras escritas en la nota, no me sorprenden en absoluto, son las mismas que he recibido en cada tarjeta que he guardado celosamente, en uno de los cajones de mi armario desde hace cinco años cuando recibí su primer obsequio, en mi cumpleaños numero diecisiete. Lo que en realidad me confunde esta vez, son las palabras al final de la habitual frase de "Feliz cumpleaños Freya" y es el "Hasta pronto" al final de la nota.
Pese a que para otra persona podría resultar algo perturbador, e inquietante el hecho de saber que ha estado aquí observándome entre las sombras, en mi en cambio, genera una sensación de ansiedad y emoción que nunca antes había experimentado. Pero lo más peligroso de todo, es que aunque no se cuales sean sus intenciones, el, me asusta tanto, como me atrae y me intriga. Porque pese a que es perverso y misterioso el hecho de ser acechada en secreto por este individuo durante años, también me resulta inquietantemente excitante. Y tal vez esa, sea la razón por la cual he cayado durante tantos años.
***
—¡No encontramos nada! Recorrimos toda la propiedad de punta a punta y nada. —Se queja mi hermano —Creo que tal vez algún animal se coló por el sendero del bosque.
Bebo un sorbo de mi chocolate caliente mientras escucho a los hombres que hablan a mi alrededor.
—Si, no lo se, pero los guardias dijeron ver una sombra alejarse, y aunque creen que podría tratarse de un animal salvaje. De igual forma hable con Iván, para que envié a alguien a cambiar el sistema de seguridad.
—Creí que no habían encontrado nada. -Indaga mamá mientras deja un platillo con tostadas en la mesa y una taza de chocolate caliente frente a Damon, que permanece en silencio leyendo un cómic de superhéroes. Mamá acaricia su cabeza, antes de se tarde junto a papá.
—No Sole mio, no vimos nada fuera de lo normal. Pero aun asi no esta de más prevenir así que mandare instalar algunas cámaras de vigilancia con sensor infrarrojo. Las que tenemos no lograron captar nada.
—¿Sarah enserió no escuchaste nada? Los sensores que se activaron fueron los del ala que daba a tu habitación. —Pregunta Caín que me observa como si yo estuviera ocultando algo.
«¡Porque lo estas Sarah!»
—No. No escuche nada, se lo dije a papá. Sabes que la medicina me provoca sueño pesado. —Respondo tomando un sorbo de mi chocolate y con el que paso las tres tabletas que saco del envoltorio en mi bolso.
Caín suspira resignado y cuando mamá cambia el tema, hablando de lo la visita que nos hará la tía Aurora y el tío Alex lo agradezco infinitamente.
—¿Mia y Salvatore no vienen?
—Salvatore no. Comenzara una corta temporada de entrenamiento con tu tio Matt en Los Ángeles, al igual que Caín. —Explica mamá, recordándome que mi hermano se marchara por dos semanas —Pero Mia si viene. Ella se quedará un tiempo, Alex y Aurora accedieron a que venga a para ver futuras posibles universidades.
—Aún no me creo que el tío Alex no se vuelva loco por la idea. Ese hombre debe calmarse un poco.—Se ríe Caín mientras se traga una tostada. Y algo en la mirada de papá cambia por un instante cuando lo mira, pero luego desplaza su mirada a nosotros y vuelve su atención su taza de café.
—¿Mia vivirá aquí? —Alzó ambas cejas sorprendida y papá niega sacudiendo la cabeza.
—Solo por unos dias, mientras conoce la ciudad. Ya que cuando se gradue y venga a establecerse, al parecer se quedara en una especie de apartamento estudiantil o algo asi. Quieren darle su espacio y dejarla experimentar una vida lo mas normal posible. —Dice papá.
—¡Que idiotez! Nuestra familia nunca será normal. —Murmura Caín sonando casi resignado.
Mamá y papá comparten una mirada rápida y mamá toma su mano pidiéndole a papá con una leve sonrisa que lo deje estar.
El resto del desayuno transcurre con naturalidad, hasta que mamá es quien se pone de pie y sale de la habitación seguida por Damon que es como su escolta personal. Papá sonríe sin quitarles la mirada de encima hasta que los ve desaparecer y luego su atención recae por completo sobre mi. Coloca ambos brazos sobre la mesa y entrelaza los dedos mientras me observa con una sonrisa pícara.
—¿Cómo se siente cumplir veintidós? —Pregunta divertido y blanqueo los ojos, antes de sonreír.
—Lo dices como si nunca los hubieses tenido, ya sabes es... solo un año menos de vida que me queda. —Encojo un hombro y sacude la cabeza.
—Tesorina... ese es un pensamiento algo pesimista. ¿no lo crees?
—Pesimista si, pero realista. —Respondo llevando a mis labios mi bebida, no sin antes notar como el estrecha los ojos, observándome.
—Algo le preocupa. —Afirma Caín sin apartar la mirada de su celular para mirarnos.
Me tenso automáticamente con la taza a medio camino y por extraño que parezca no logro mirarlo, ni a el ni a mi padre, que parece aún mas curioso.
—Tengo examen. —Musito dejando la taza sobre la mesa y papá enarca una ceja mientras se frota la barbilla.
—No es eso. Es otra cosa, no has dejado de frotarte los brazos, tu pierna no deja de moverse, tienes ojeras y no logras sostenerle la mirada a papá. —Explica mi hermano, haciendo que apriete los puños debajo de la mesa, y suspire con pesadez. En ocasiones detesto que sea mi gemelo, es como si pudiera leerme como un libro abierto, como si con sólo mirarme supiera hasta mis más oscuros secretos... o casi todos.
—Bien... —Farfullo entre dientes— últimamente los medicamentos no están... funcionando del todo, he tenido pesadillas y en ocasiones me cuesta un poco no perderme en mis propios pensamientos.—me sincero bajando la mirada a mis manos mientras ahora jugueteo con la taza.
Papá suspira y Caín guarda el teléfono en su bolsillo, enfocando esta vez toda su atención en mi.
—Sarah mírame... —Pide papá y levanto la mirada apenada.
—No pasa nada. No tienes que preocuparte por eso, podemos pedir otra cita y hablar con el terapeuta, además tengo unos días libres y estaré por aquí cerca, sabes que...
—¡No! Esta bien. Esta tarde iré a verlo. No te preocupes, tienes razón. Lamento habértelo ocultado, solo... no quería preocuparlos. —Digo y ambos me observan con detenimiento, pero cuando papá intenta decir algo más, mamá llega junto con Damon, sosteniendo un enorme pastel de fresas y chocolate.
Las velas con los números están encendidas cuando deja el pastel frente a mi y sonrió cuando todos empiezan a cantar.
"—Feliz cumpleaños a ti... feliz cumpleaños a ti... feliz cumpleaños pequeña Sarah... feliz cumpleaños a ti..."
Cantan al unísono, mientras aplauden como si aun fuera una niña pequeña, haciendo que sonría, porque no importa la edad que tenga, creo que siempre amaré que hagan esto.
—¡Pide un deseo enana! —Grita Caín haciéndome reír, mientras mamá besa mi mejilla y me abraza, recostando su cabeza a la mía.
Sonrió observándolos a todos, mi familia y lo único que mi mente piensa en este momento, es en lo afortunada que soy de tenerlos conmigo. No siento que me haga falta nada mas en el mundo, solo tal vez... —aparto sus ojos azules de mi mente, junto con los locos pensamientos que me hacen cuestionarme los límites de mi cordura—. En cambio sonrió y me inclino para soplar las velas, todos aplauden y me felicitan. Y luego papá carraspea y se pone de pie, lleva una mano a su bolsillo y me extiende una bonita caja de terciopelo en color negro.
Mamá sonríe frotando mi espalda y sin poder borrar la sonrisa tomo lo que me ofrece.
—Feliz cumpleaños Tesorina. —Dice el hombre que me mira con esos ojos iguales a los míos brillando con adoración.
Y al ver la expresión de amor en la mirada de mis padres cuando me miran al igual que la de mí hermano, no cabe duda que soy muy afortunada al tenerlos. Quito el seguro del estuche y cuando lo abro inmediatamente mis ojos de fijan en los de mamá que me sonríe cuando saco el delicado crucifijo dorado del estuche. La cadena es de eslabones finos y delicados, el dije tiene un pequeño diamante blanco en medio y cuando lo volteo puedo ver que en la parte trasera, en cada punta de la cruz están las iniciales de mis padres y mis hermanos.
Los ojos se me llenan de lagrimas que intento contener sin éxito ya que cuando papá se po e de pie y me abraza rompo a llorar.
—¡Me encanta! Gracias. —Susurro hundiendo mi rostro en su pecho, mientras me abraza.
—Me alegro que te guste pequeña. Se te gustaba mucho el que perdiste porque era el que mamá te regalo, y pensamos que te gustaría, porque este es especial, es...
—Como tu cariño. —Lo corta mamá, y me abalanzó sobre ella para abrazarla también.
—Bien... ¡es hora de cortar el pastel! —Se emociona mi hermano —¿Verdad Damon?—Caín mira al adolescente que se encoge de hombros y luego me mira un instante antes de sonreírme con complicidad.
—Bien... supongo que es hora de pastel entonces. —Rio antes de volver a sentarme mientras mamá y Caín se disponen a cortar los trozos de pastel.
En medio del alboroto y el bullicio de mi familia, vuelvo a mirar el crucifijo en mi mano y sonrió sacándolo del estuche y colocándolo en mi cuello. Papá me guiña un ojo cuando nota que no paro de sonreír y desplazo la mirada recorriendo a las personas en la mesa. «Mi familia...» sin ser consciente de que esta, seria la última vez que los vería en un largo, largo tiempo.
🩸Ay se viene chicas...
🩸Sebas e Issa como papás son 🥰
🩸Sasha sin miedo al éxito... ¡Lo amo! 👀
🩸Ok... pero hablemos de la conexión entre Cain y Sarah que con solo verla, el sabe que algo le pasa. 👀
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