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CAPÍTULO 1

CAPÍTULO 1


Sarah Rinaldi : (18 Años)

Término de colocar los libros en mi bolso, tomo una de las carpetas de encima de mi escritorio y con mi dedo golpeo suavemente la pecera donde duerme "Sunny" mi conejillo de indias. Ella ni siquiera me mira, mientras sostiene entre sus patitas el trozo de Zanahoria que mordisquea ansiosa haciendo que ría. Doy una ultima mirada a mi habitación y entrecierro los ojos evaluando que todo este en orden. La cama está perfectamente tendida, la silla en su sitio bajo la mesa del escritorio, las cortinas separadas por no más de diez centímetros en medio, dejando que solo una linea de sol se cuele en medio y ni una sola prenda de ropa, está fuera del closet. Sonrió satisfecha y me volteo hacia el pasillo.

La voz de mamá en la lejanía y el aroma a café recién preparado, me detienen al pie de la escalera, hasta que escucho la voz de papá.

—¿Sarah y Caín ya se han levantado?

—A Sarah no la he visto aún y Caín esta en el jardín entrenando. —Responde mamá.

El aroma ahora a galletas recién horneadas, inunda mis fosas nasales, atrayéndome lentamente hacía la cocina. Papá mantiene la mirada en su teléfono mientras bebe café, recostado de forma relajada en su silla a la cabeza de la mesa. Lleva una de sus clásicas camisas negras arremangadas hasta los codos y pantalones levis de color azul, mientras su cabello, esta perfectamente peinado hacia atrás, dejando a la vista algunas pequeñas hebras de fino cabello blanco en los largos mechones que se peina con la mano hacia atrás.

Mamá se voltea de pronto, con una enorme bandeja con galletas y me da una de sus cálidas sonrisas cuando me ve. El delantal que luce por encima de la ropa tiene una pequeña mancha de chocolate en el extremo superior junto a su hombro y estrecho la mirada cuando ella desvía sus ojos a la zona que observo deseando poder quitar la mancha.

—Buenos días Pequeña. —Saluda mamá haciendo que parpadee y papá levante la mirada, hacia mi.

—¡Hola! Buenos días. —Respondo sonriendo y me apresuró para abrazar a papá que en cuanto me ve, me sonríe y extiende sus brazos para que me acerque.

—Mia tesorina... —Sonrío cuando susurra las palabras y me apresuró a rodearlo desde atrás, con los brazos antes de besar su mejilla.

« Su tesoro» A mis casi dieciocho años, aun sigue llamándome asi.

—Buenos días papá. —Respondo frotando su brazo, antes de acercarme a mamá que ya ha acabado de dejar la bandeja sobre la mesa y de limpiarse las manos con uno de los repasadores.

Ella sabe de mi... "problema" con la suciedad y el desorden, así que agradezco que siempre tenga en cuenta cada detalle que sabe puede afectarme. Ella es la mejor, no cabe dudas que lo es. Y me siento muy orgullosa de tenerla como mamá. La estrecho fuerte entre mis brazos rodeándole la cintura mientras ella corresponde abrazándome desde los hombros y besando mi cabeza.

—¿Cómo ha amanecido la princesa de la casa? ¿Lista para tu primer día de clases? —Pregunta cuando me aparto sin borrar la sonrisa.

—Apuesto a que ha estado Lista desde hace días. —Se ríe papá sacudiendo la cabeza.

Es increíble que no se haya negado a que concurra a la universidad. Cuando se lo mencione estaba aterrada de que se opusiera, pero en cambio sonrió y dijo que si era lo que me hacía feliz, que fuera por mis sueños. Quien no estuvo muy de acuerdo fue el abuelo, supongo que tantos años a cargo de una organización criminal de renombre lo hizo algo paranoico. A él no le gustaba la idea de que me exponga saliendo tanto de la mansión, pero papá le aseguro que se había encargado que los fantasmas del pasado no volvieran para dañar a su familia. Y que estaba completamente seguro de que nadie sería tan suicida como para meterse con sus hijos. Lo cual en parte lo agradezco mas de lo que creen. No porque sea muy fanática de la violencia, si no, porque el ser la hija del hombre más temido del país tiene ventajas, no se me da bien relacionarme con las personas y el hecho de ser hija de quien soy, ha hecho que varios rumores se esparzan por lo cual la gente tiende a evitarme en especial luego de...

Junto el ceño y cierro los ojos un instante, cuando un pitido resuena en mi cabeza, es leve pero interfiere con la línea de mis pensamientos, volviéndose molesto.

—Cielo...

Parpadeo y enfoco la mirada en los ojos de mamá que me mira preocupada.

—Lo siento, olvide el medicamento. —Explico y me apresuró a sacar el paquete de la mochila que aún cuelga de mi hombro. Tomo dos tabletas y papá me extiende su vaso de zumo para que los beba, sin quitarme los ojos de encima, pero cuando termino una mueca de disgusto se forma en mi rostro y arrugó la nariz, conteniendo la arcada.

—¡Dios! ¿Esto es... zumo de naranja? —Hablo en medio de un ataque de tos.

—Ese es el de tu papá, tengo uno de kiwi para ti por aquí.

Papá se hace el desentendido mientras mamá me extiende una servilleta. Ella se voltea después de quitar el vaso de mis manos y cuando esta de espaldas observo a papá.

—¿Algún día le dirás lo mucho que lo detestas? —Lo acuso en un susurro y se lleva un dedo a los labios y me guiña un ojo, indicando que guarde el secreto.

Blanqueo los ojos y tomo una galleta de chispas que me llevó a la boca antes de voltear, cuando una mano pasa a la velocidad de la luz y me arrebata mi alimento de los dedos.

—Ups, demasiado lenta hermanita —Se ríe Caín dándole una gran mordida a mi galleta.

—¡Oye eso era mio!—Protesto y se encoge de hombros.

—¡Beneficios de ser el mayor!

—Solo por unos minutos. —Le recuerdo apuntándolo con mi dedo, pero el tonto me sonríe descaradamente, antes de abrazar a mamá pasando su brazo por encima de sus hombros.

Mi gemelo a pesar de tener mi misma edad, es casi el doble de alto que yo, y cuando se posa al lado de mamá que lo observa con una enorme sonrisa, puedo ver que también la ha sobrepasado por mucho en altura. El sigue sonriendo mientras apoya la mejilla junto a la de mamá y estrecho los ojos ante su provocación.

—¡Papá!—Lo acuso y esta vez soy yo quien sonríe, sacándole la lengua.

—Caín... basta ya. —Advierte la voz cansada de papá, que se pronuncia casi aburrida mientras sigue con la atención en su móvil.

—¿Dónde esta Damon?—Pregunto cuando no veo por ninguna parte a mi hermano pequeño.

—Esta por allá. —Señala Caín hacia la ventana que da al jardín, donde Damon permanece sentado sobre el columpio que se mece de un lado al otro, mientras el pequeño cachorro de pastor alemán toma el sol paras para arriba sobre el césped.

—¡Jesús! ¡Es tardísimo! Voy a llegar tarde a mi primer día. —Me altero al notar que me atrasado por más de seis minutos.

Acomodo el bolso en mi hombro y me apresuró a la puerta antes de saludar a mi familia con un gesto de mi mano. Mamá me desea un buen día mientras papá balbucea algo que no logro escuchar cuando salgo disparada hacia mi coche.

Lanzo el bolso dentro y la puerta del pequeño minicooper negro se cierra de un azote antes de que encienda el motor y pise el acelerador. Pito la bocina cuando el guardia en la entrada no abre la cerca, pero mi ceño se junta cuando sale de la cabina en dirección a mi ventanilla.

—Buenos días señorita Sarah, lo siento pero hay un paquete para usted. —Explica y mi ceño se junta cuando me extiende la enorme caja de color negro, con cinta roja y una tarjeta del mismo color en ella.

—He... bien... gracias. —Le sonrío amablemente y tomo lo que me da.

Mis manos se aferran a la misteriosa caja y la analizo un instante, con recelo. ¿Y si es una bomba? No. Vamos Sarah deja la paranoia... ya te pareces al tío Alex. —Me regaño y sacudo la cabeza—.

Mis ojos se fijan en la tarjeta roja junto al lazo y la tomó detallándola mientras se las palabras escritas en una elegante letra cursiva.

"Feliz cumpleaños Freya".

Paso saliva y guardo la tarjeta en mi bolsillo antes de dejar la caja en el asiento del acompañante.

—Gracias Víctor. ¿Ahora podrías abrir la reja? Tengo prisa. —Pido y el guardia asiente.

Mientras la reja se abre desvió la mirada nuevamente a la caja en el asiento a mi lado. Es el segundo año que recibo una y por extraño que parezca se de parte de quien es. Solo el podría ser capaz de saltarse las reglas y sin temor alguno enviar un obsequio para mi, asi y aquí. La tentación de abrirlo es demasiado grande, pero me contengo. Aún faltan doce horas para que sea realmente mi cumpleaños. Mi cumpleaños número dieciocho.

🩸Primer capítulo de
"La Posesión del Ruso"
Aquí les comparto un poco de la dinámica de Sarah con su familia y de cómo es ella, estoy segura de que han notado las pequeñas señales.

🩸Cave destacar que esto ocurre dos años después de el primer encuentro entre Sarah y Sasha.

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