El sol matutino brillaba intensamente en el sitio escogido por la pareja ficticia, iluminaba las caras tensas de los pocos estudiantes que se situaban dispersos por todo el jardín del colegio.
Angelo y Diana se encontraban sentados en un banco blanco de madera, incómodos y en silencio.

Él miraba hacia abajo, con una tristeza que abundaba en cada extremidad de su cuerpo, frotaba sus manos nerviosamente, mientras que ella miraba hacia adelante, sus ojos fijos en algún punto lejano, esperando que Angelo dé una explicación, relacionada con aquella publicación.

El aire estaba cargado de tensión, y los demás estudiantes comenzaban a notar la incomodidad de la pareja. Algunos se acercaban discretamente, intentando escuchar lo que estaba sucediendo, mientras que otros se alejaban, no queriendo intervenir en la situación.

Diana, impaciente tras ver que el silencio era el protagonista de su escena, decide romper ese esquema, susurrando sin sonar muy dura:

-Aún no entiendo porque lo hiciste. Debería estar muy molesta, sin embargo te observo y sé que algo te ha ocurrido... Ayer intenté leer tu mensaje, pero ya lo habías eliminado, y cuando te escribí, estabas desconectado, lo siento.

-No te preocupes -dice él, sin mucho ánimo con la cabeza hacia abajo.

-Honestamente no quiero verte de esa manera...sabes que si necesitas hablar con alguien, estoy aquí-culmina mientras mira fijamente el perfil de su rostro.

Él decide levantar la mirada, hasta conectar con sus bellos ojos, y al encontrase, sin ninguna nueva emisión de palabras, se abrazan ante la notable necesidad que ambos tenían.

-Lo siento, fue un acto de impulsividad que tuve ayer en la noche-susurra él mirando su entorno, con el fin de que nadie escuche.

-Tuvo que ser una situación desbordante. No eres una persona impulsiva-responde ella en busca de más información.

-Discutí con mi padre, me confesó que tiene una amante...me dejé llevar por la furia y decidí publicar eso para molestarlo-expresa con un tono de voz sumamente bajo y con un poco de vergüenza.

-Lo siento mucho...imagino como te estarás sintiendo-responde de manera empática, tratando de no juzgarlo por su accionar.

-Lo peor es que está revolcándose con la mamá de Agustín-Comenta con una rabia acumulada, dejando a Diana atónita tras la anterior revelación.

Ella lo abraza nuevamente, debido a que sabe que cualquier palabra que le diría, sería inútil. Es por ello, que intenta reflejar el apoyo que le da, brindando algunas palabras de aliento a su oído mientras lo sigue abrazando.

-¿Sabes? desde pequeño mis padres ejercieron una enorme presión en mí en absolutamente todo, tienes que ser el mejor en idiomas, el mejor en deportes, el mejor estudiante, la mejor persona, el mejor de tus primos. Toda mi vida traté de que ellos estén orgullosos de mí. Y en un punto creí que lo había logrado. Había conseguido ser tan exitoso como ellos, había obtenido el logro de ser intachable como la imagen que dan ellos, por primera vez sentí que mi apellido sí valía por mí mismo. Sin embargo, me di cuenta que tras esa hermosa fachada del matrimonio perfecto, se escondían las mentiras más repugnantes de nuestra familia. La idea que tenía de ellos, se desmoronó por completo, y esta vez no como cuando era niño, que me defraudaron por mentirme de Santa Claus o por suspender nuestras vacaciones por cuestiones laborales. Esta vez era mucho más grave.
Quedó en evidencia, que me educaron, me obligaron de una forma a ser como ellos, no obstante, no son nada de lo que dicen ser- expresa con cierta ira que no puede evitar disimularla.

-No sé qué decirte chiquito. Realmente me entristece oírte de esta manera-manifiesta ella sumergida en la aflicción de él, mientras nuevamente lo abraza.

En ese instante, los pasos de una muchacha empiezan a sincronizarse hasta llegar al destino de la pareja, Mariana, sin ni siquiera esperar la separación de sus cuerpos, con un tono sarcástico expresa:

-Imagino que este abrazo no significa reconciliación-dice de manera desafiante, colocando su mirada penetrante en ambos, pero sobre todo en Diana, luego del fin de su abrazo.

-Sí, ahora entiendo porque lo hizo, y si bien no lo justifico, no quiero juzgarlo, mucho menos ahora que ya no se puede remediar.

-Se nota que es hijo de político, caíste en sus mentiras redondita- ataca Mariana nuevamente, lejos de querer olvidar el tema.

-Perdón, sé que no tuve que hacerlo, lo hice sin pensar. Y aunque quizás no sirva de mucho, esta mañana ya lo borré-se defiende Angelo, con el fin de poder culminar esta conversación, aceptando su error.

-Pues mucho no creo que funcione, pero por lo menos pediste disculpas, para ser hombre no está tan mal.

-Diana, déjame reponerlo ¿te gustaría este sábado ir al cine? Podemos disfrutar de una linda tarde-propone él, ignorando por completo las últimas palabras de Mariana.
Él sabía que no podía volver el tiempo atrás, pero en cierto modo, podría provocar un lindo plan entre ambos, para despejar sus mentes, dejando atrás las situaciones negativas que provocaron la amargura de ambos.

-Te lo agradezco pero no lo sé...

-Por favor, ahora más que nunca te necesito... Quiero estar lo más lejos de mis padres como fuera posible, si fuera por mí, no volvería a mi casa.

-Está bien- expresa ella con dudas, aceptando solamente por él.

-¡Tómalo como regalo adelantado amiga!- se involucra en la conversación nuevamente Mariana, con el fin de verificar si Angelo lo sabía.

-Cierto, recién recuerdo que me habías dicho que tu cumpleaños es en dos días- Contesta él luego de comprobar su fecha de nacimiento.

-¿No te acordaste? Que bárbaro, tan hombre que duele -manifiesta Mariana con mala intención para dejarlo mal parado. Pero antes de que él pueda emitir alguna respuesta, el sonido de la campana interrumpe su momento, y deciden iniciar su camino para arrancar