Estaba muerto.Lo habían matado delante de mi.

Las lágrimas afloraron a mis ojos.Jamás volvería a oír su voz,que me tranquilizaba,que me aconsejaba.

Jamás volvería a oír sus consejos,sus palabras..

Todo había muerto con el.

Oí risas graves y burlescas que me encendieron la sangre.Contemple el cuerpo inerte de mi padre.

Sus ojos se abrieron.

-¡Papá!
Me desperté inquieta.Todo había sido un sueño.Nada era real.
Pero mis temores sí.

-¡Isabel!-mi madre entro en el cuarto al oírme gritar.-¿Estás bien?
-Sí,sólo ha sido una pesadilla.
Ella me sonrió afectuosamente.

-Vístete y baja a desayunar.
Asenti.Mi madre salio de la habitación y yo me levante.
Tenia un vestido y un sombrero en mi silla y resople furiosa.Mi madre sabia que no me gustaba aquellos vestidos y aun así,se empeñaba en ponermelos.

Deje el vestido a un lado y cogi una camisa blanca de manga que llegaba hasta mi antebrazo,unos pantalones marrones,unas botas negras y un sombrero de vaquero que había pertenecido a mi padre.
Por último,coji la cartuchera y me la colgué,junto con mi pistola cargada.
Siempre voy armada por precaución,ya que el pueblo está ubicado en una zona bastante peligrosa del oeste.

Mi madre me miró y suspiro resignada.
-Isabel,ya tienes catorce años...Deberías ponerte los vestidos que te doy.
-Ni siquiera me gustan y...
-Además¡vas armada!Las señoritas no deben ir por ahí con pistola.
-Yo no soy una señorita.
-Eres un caso perdido...Pero algún día deberás casarte y depender de tu marido,y...
-¡Callate!-le grite furiosa.-¡No soporto esto!¡Yo no quiero casarme y espero que algún día lo entiendas!
-¡Isabel...!
Sali furiosa de la casa.No me gustaba pelearme con mi madre,pero no había otra opción.
Odiaba todo aquello.Odiaba que mi madre se empeñara en decidir mi futuro.
Odiaba muchas cosas.

Sali a la calle.Tenia la cara roja y los ojos brillantes.La gente que me veía de aquella guisa se alejaba de mi,pero no me importaba.En el pueblo me temía mucha gente.Sabian que yo era rebelde.La hija de James Blackburn no era muy apreciada.

El pueblo estaba casi desierto.Solo había unos pocos transeúntes por las calles.
Vi a unas pocas mujeres en corro,cerca de una tienda.Llevaban vestidos de volantes y sombreros con plumas.
No se por que,pero me dieron rabia.

Me acerque a ellas.Me miraron con desprecio.Pude distinguir entre ellas a algunas muchachas de mi edad,que me miraron como si fuera un caballo de tres patas.
-¿Qué haces aquí?-pregunto una de ellas.La reconocí.Era una de las egocéntricas amigas de mi madre.Nunca me había caído bien.
-No le importa.Dejenme pasar.-le espete,con la mirada encendida.
-¿Quién te crees que eres?-se burló una joven con vestido amarillo.-No puedes hablarnos así.

La mire cabreada.No soportaba que me provocaban.
-Escuchadme bien,perras.-las amenace.-Os doy 10 segundos para que saquéis vuestro asqueroso trasero de aquí y me dejéis pasar.Uno...

No se inmutaron.Yo prosegui.
-Dos...
Nada.
-¡Díez!

Saque la pistola y pegue unos tiros.Las mujeres salieron corriendo despavoridas mientras yo seguía disparando entre risas.

Adoraba que me temieran.