Acto dos; et lux
"El amor consiste en dos soledades que se protegen, limitan y procuran hacerse mutuamente felices."
Rainee Maria Rilke
Jungkook despertaba entre ese extraño pero característico aroma a café, entre la calidez y la sensación extraña de paz que prácticamente jamás sintió, él era un pequeño de sólo 8 años, desde que fue concebido observó sólo lo malvado del mundo, lo terrible y bajo de los humanos. Para sí, el hurtar no era nada más que algo cotidiano, algo simple que debía de hacer, su brecha del bien y el mal no conocía de límites.
¿Cómo culparlo si desde que su cerebro razonó el estaba pidiendo dinero y apoderándose de lo que fuere valioso para llevárselo a su padre y hacerlo feliz? Nadie podría culparlo, era el único hijo de aquel ser que manejaba ese hogar lleno de niños desamparados, prostitutas, pero había que rescatar que a pesar de eso Jungkook se sentía cómodo, bueno era todo lo que conocía entonces tampoco poseía muchas opciones.
Una de las mujeres lo trataba cómo su madre, era dulce y amable desde que tenía memoria, era una dama de solo 23 años, quién desde pequeña había robado y al crecer la enviaban con hombres para drogarlos y robarles su dinero y ya que era astuta no lograban capturarla. Jungkook sabía, sabía que esa vida no era del todo buena aunque no media la magnitud, era un pequeño después de todo.
Ahora reía a carcajadas, Taehyung lo había despertado a cosquillas, pequeñas cosquillitas que sacaban su lado más inocente y esperanzador. Trataba de parar las palmas de su contrario sin éxito, sus manitas sólo recorrían el rostro de su dulce amigo, su amigo, suyo, sólo suyo. Jungkook era alguien un poco territorial podría decirse. Odiaba que los demás tocaran sus pertenencias o que las miraran por mucho tiempo.
Y claramente Taehyung era suyo.
Él tenía los puros celos cuándo alguno de los niños se acercaban mucho a su príncipe de rizos, como él le decía, no debían de observarlo demasiado o hablarle, comenzaba a ponerse rojito y a lanzar pucheros luego se llevaba al mayor a su cuarto para abrazarlo y decirle que él era su único mejor amigo y que los demás niños eran feos, malvados y qué sólo debía de ser su amigo.
Tae reía, le gustaba la forma en que Jungkook lo protegía y lo mantenía entre sus bracitos, realmente le encantaba las sensaciones tan cálidas que se creaban al verlo, al sentirlo de esa manera le agradaba esa etapa de celos que tenía, eso significaba que él era importante y vaya que eso expandía en su ser un pincelazo de alegría inmensa.
Tae era inexperto en la vida, en todo a decir verdad y Jungkoon era cómo su intermedio a la realidad. Bien entendía que no podría protegerlo por mucho tiempo de salir a hurtar, cosa que a él no se le daba, pero lo haría.
Tae era cómo un pajarito enjaulado desde su nacimiento, a contra parte de Jungkook.
Jeon era valentía, Tae cobardía.
Jungkook era transparente, Tae se encerraba en enigmas.
Eran los opuestos del otro, quizá por eso congeniaban, pero sí cabía recalcar algo, y era su lazo instantáneo, de alguna manera ambos encajaban con el otro sin siquiera forzarlo, todo fluía con tanta simpleza y rapidez como si sus almas ya hubiesen congeniado desde el inicio del mundo.
— Tae tengo hambre —Jungkook hacía un leve puchero - vamos a desayunar y volveremos a acostarnos y me leerás más de ese Charles Bukos, Kowsi....
— Bukwoski Jungkookie, Charles Bukwoski — el mayor apretujo las mejillas del menor — vamos.
Ambos se levantaron de la cómoda cama y descendieron hasta el comedor, allí los niños correteaban y gritaban, el padre de Jungkook reía con un cigarro en la boca y el periódico en el otro, las damas servían el desayuno. Jungkoom tomaba de la mano a Tae dirigiéndolo hasta el asiento libre que encontró, pero sólo había uno. Jeon observó a su amigo riendo dulcemente.
—Tae yo me sentaré entre tus piernas porque ya no hay espacio — sus ojitos achocolatados se dirigieron hasta el último asiento — apresúrate de otra manera nos ganará alguien — lo empujó y se subió sobre sus piernas. Tae se removió un poco acomodando a su amigo quien presuroso tomaba la leche, pan, frutas atrayéndolo hacia ambos.
—Jungkook— habló el padre del mismo observando a su hijo engullir aquel pan —mañana llevarás a Tae contigo, no aceptaré que el nuevo siga aquí sin producir, enseñale lo que sabes, confío en ti—Jungkook tragó duro, esa mirada seria significaba que no podría persuadirlo más. Asintió levemente —Cuida bien de Tae ya sabes, nada de hacerse los valientes, estos días los uniformados han estado capturando a más niños, no quiero saber que tú amiguito cayó o ustedes.
—Si padre— Jungkook sintió los brazos de Tae rodear su cintura, sentía su apretón, no quería pero ambos sabían que ese día llegaría. Además sólo serían unos robos fáciles. Jungkook entrelazo sus deditos con los del contrario, espero unos minutos, ambos comieron presurosos y fueron rápido a su cuarto.
Ninguno dijo nada, Jungkook se dedicó a buscar ese libro que antes de que Tae llegara, tenía símbolos extraños, sin sentido, ya que él no sabía leer, por contra parte Tae sí y adoraba oírlo y contemplarlo.
Tae tomó el viejo libro y lo ojeó, pasaba las líneas, los versos y palabras tan bien acomodadas para deleitar al menor.
—¿Qué es el amor? El amor es una niebla que quema con la primera luz del día, de la realidad— dijo Tae.
Jungkook se emocionó con esa palabra nueva amor, pero no entendía de que se trataba.
—Tae ¿el amor para que sirve?
—Uh, pues el amor decía mi madre que era el motor de las personas, existen muchos tipos de amores. El de familia, amigos y parejas o eso leí, nose muy bien cómo explicarlo, el amor es el sentimiento más fuerte, bueno uno de los más fuertes luego del odio y el mismo deriva del amor.
Jungkoon asintió, entonces quizá el sentía amor por Tae, el de amigos o eso creía, pero no entendía mucho. Jungkook se perdió tanto en si que no notó las lagrimitas que caían de su acompañante.
— ¿Porqué lloras Tae?— Jungkook se asustó y se aproximó arropando la cabeza del mayor en su pecho — ¿Que pasa?— ese tono meloso, protector creaba más calma en el mayor, el cuál tenía la cintura del menor entre sus brazos y aspiraba su aroma a cacao.
—Lo siento —hizo una pausa— es que recordé a mi madre y pues no pu-pude evitar el...
— No te preocupes— Jungkookk lo interrumpió —si quieres llorar hazlo, para eso estoy aquí, soy tú amigo, como el mismo debo de ayudarte a afrontar tus penurias.
Tae sólo se aferró aún más escondiendo su rostro del menor, luego de unos eternos minutos Jungkook acaricio el empapado rostro del mayor. Buscó sus ojos, no le gustaba verlo mal, debía de hacer algo para que dejara de estar así.
Algo en su cabecita se encendió, se aproximó lentamente y choco sus labios con los de Tae, algo que tomó por sorpresa al contrario.
—¿Porque hiciste eso Jungkook?
—Porque a eso le llama la tía besos de medicina, cuándo papá esta triste la tía le da sus besos y el mejora y pensé que tú, perdón si no te gustó.
Tae no quería admitirlo, pero le encantó. Todo lo que venía de Jungkook le encantaba, él le encantaba.
— ¿Me darías otro beso de medicina?— su rostro completamente enrojecido enterneció a Jungkook.
Asintió besándolo inocentemente, entre abrazos y palabritas. Realmente ambos eran muy unidos y compartían un lazo muy fuerte.
Lástima que la vida es muchas veces un laberinto de pruebas para amantes inocentes.
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