18. Antro de mala muerte.
Jesús
Llegamos a Isla Tortuga. Desembarcamos juntos y ella camina delante de mí. Al parecer conoce a mucha gente.
-¡Hannah! -la llamo.
-Por dios Jesús, camina más rápido -replica suspirando.
-No me conozco este lugar tanto como tú -mascullo serio.
Se detiene y espera a que llegue a su altura. Me dedica una sonrisa desafiante a la vez que maliciosa y muerdo mi labio.
-¿A dónde vamos? -pregunto frunciendo el ceño.
-A preguntar por mi padre -musita en voz baja, casi en un susurro.
Toma nuevamente su puesto delante de mí y camina observando a su alrededor buscando quién sabe que. Mi mirada viaja hasta sus caderas que se contonean al son de sus piernas y muerdo mi labio inconscientemente.
-Deja de mirarme -dice observándome de reojo. Mierda.
-Perdona -musito agachando la cabeza.
-Quédate aquí -me pide clavando su mirada en la mía.
-Ni de coña -espeto- voy contigo.
Suspira aceptando y la sigo. Entra en una especie de taberna con un olor nauseabundo, lleno de borrachos y un peste a sudor mezclado con el claro olor del ron que sirven.
-¿Ha venido mi padre por aquí? Es el Capitán Cutlass Turner -aclara esperando un sí como respuesta.
-Si hubieras venido antes, lo habrías encontrado cariño -dice la camarera sin levantar la vista de la barra.
-¿Cuándo fue la última vez que lo vio? -ella alza la mirada y se queda estupefacta al ver a Hannah.
-¡Eres la hija secuestrada de Cutlass Turner! -grita sorprendida.
Le hace un gesto para que baje la voz y suspiran al unísono. Veo cómo un borracho choca con ella, la toquetea pensando que es una prostituta y me acerco tocándole el hombro. La furia corre por mis venas.
-Se está equivocando con la dama -digo con voz ronca. Me mira partiéndose de risa y el olor a ron procedente de su boca inunda mis fosas nasales. Más bien, las tapona.
La acaricia más adrede y el rostro de Hannah se torna a pálido. Sé que quiere quitárselo de encima. Golpeo su estómago y cae al suelo de rodillas. Ella se esconde detrás de mí antes de articular palabra.
-Sácame de aquí, por favor -suplica.
Sostengo su mano y me la llevo de ese cochambroso lugar de borrachos. Me abraza y esconde su cabeza en mi pecho ocultando las lágrimas que bañan sus mejillas y empapan mi camisa.
-No llores, Hannah -le pido mordiendo mi labio.
-Cada vez que un hombre me toca de esa manera me entra el pánico -musita sollozando.
-¿Por qué? -pregunto sin pensar.
-Hay tantas cosas que no sabes de mí -dice secando sus lágrimas.
-Puedes contármelo -digo sosteniendo su barbilla con mis dedos. Sus ojos cristalinos se encuentran con los míos y muerde su labio inferior provocando que estemos a centímetros sin darnos cuenta.
-Eres diferente a todos esos hombres que se han atrevido a ponerme las manos encima. Eres dulce, cálido, cariñoso -sonríe levemente- en cambio ellos... -la interrumpo.
-Pequeña, olvida al resto y quédate con quien te llene de alegrías.
Os dejo una nueva pregunta.
5. ¿Creéis que encontrará a su padre?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro