15. El beso.
Jesús
La observo mientras duerme plácidamente en esta debilucha y poco sofisticada embarcación. Murmura mi nombre en varias ocasiones y mis ojos se abren como platos al oír cómo lo pronuncia con su dulce voz.
«No es como las que te quieren pretender, es diferente, Jesús», pienso para mis adentros para convencerme de que mis sentimientos por ella son reales.
Acaricio su rostro sutil y cuidadosamente procurando no despertarla. Se estremece a mi tacto y sonríe en sueños. Sé que lo nota. Sé que con el tacto de mis fríos dedos en su piel se le erizan los pelos y que siente algo. Lo sé, estoy seguro de ello.
Entreabre muy lentamente sus ojos grisáceos que avivan la llama apagada de mi corazón y se aleja unos milímetros para que las yemas de mis dedos no puedan rozar sus mejillas ruborizadas.
-¿Qué...qué estabas haciendo? -balbucea tapándose el cuerpo. Ni siquiera me había percatado de que su pantalón algo roto deja ver sutilmente sus piernas.
-Te observaba dormir -musito tajante.
-¿Por qué? -la miro de reojo.
-Haces demasiadas preguntas -mascullo.
-Habló el rey de las preguntas -dice riendo.
Sonrío levemente y una pequeña risa algo sonora se escapa de mis labios. En todo momento sabe qué hacer o decir para cambiar repentinamente mi humor.
-¿A dónde vamos? -pregunta de nuevo y comienzo a reír.
-A buscar a tu padre -digo observando el horizonte. El sol está comenzando a emerger.
-¿A...a mi padre? -traga saliva. Asiento sin mirarla y suspira- no quiero volver con él aún -añade finalmente.
-Debes volver, te estará buscando -digo serio. Sé que le decepciona oírlo.
-Pensaba que sentías algo por mí y que por esa razón me habías sacado de esa mugrosa celda -susurra apenada.
Alzo la mirada y observo cómo clava su mirada en el amanecer. Suspiro profundamente y me acerco a ella. Sujeto su barbilla con mis dedos y nuestras miradas se encuentran nuevamente. La electricidad fluye entre nosotros y siento la necesidad de besarla. Sé que pareceré imbécil pero me tiene loco, y por mucho que le diga que la llevaré junto a su padre, algo en el fondo de mi corazón me está exigiendo que no lo haga, que la deje seguir conmigo.
Finalmente, después de una batalla entre mis sentimientos y mis temores más ocultos, uno nuestros labios en un cálido pero suave beso. Sus delicados labios impactan con los míos muy despacio y introduzco mi lengua en su boca jugando con la suya.
-Me tienes en un sin vivir, Hannah Lemaire -susurro sobre sus labios. Ella sonríe levemente.
-Me estás volviendo loca, Jesús Oviedo -murmura uniendo nuestros labios ferozmente. Sé que me desea, no puede evitarlo.
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