Capítulo 1: Conviviendo con 'tallica y cosas del diablo pasan.
No daré muchos detalles porque tendré por asegurado de que ustedes me conocen lo suficiente, y si no es así, ya me conocerán en el transcurso del tiempo. Me llamo Kirk Hammett, tengo veinte años y me llamaron hace dos semanas atrás, más o menos, para unirme a la banda Metallica. Sólo eso es requerido saber para entender mi historia.
Nunca creí que iba a unirme a una banda como esa, me refiero a que, a pesar de que no fueran muy famosos, más de alguna vez tuvimos que tocar en un mismo escenario cuando estaba en Exodus. Marcaron un antes y un después en la escena, no se imaginan lo que han hecho por la música pesada con apenas unos demos lanzados. Fui incapaz de lograr un gran lazo de amistad con ellos, pero soy capaz de decir que me lograron caer muy bien y ellos por mí sienten lo mismo.
Excepto por dos casos.
Me limitaré a hablar del primero, su nombre es Dave Mustaine, apenas lo conocí sabía que tenía un aire... ¿cómo lo digo? Tenía un aire obscuro, quizás era porque él estaba muy ebrio y drogado, más que yo, cuando nos conocimos. Los intentos por establecer una conversación resultaron fallidos. Después me enteré de que lo echaron y me ofrecieron reemplazarlo en Metallica.
Tras decir todo ésto, puedo comenzar de verdad con mi historia:
Recibí una llamada de este tipo hace poco amenazándome. Que yo no tenía derecho en meterme en "su" banda y haría lo posible para que mi vida fuera miserable. Yo ya había oído de lo agresivo que se ponía cuando bebía y que en las riñas es un matador de primera, no deja a quién se escape. Ahí fue cuando me entró el miedo, más aún cuando recordé la manera en que él tocaba guitarra: demasiado rápido y prácticamente violando cada nota musical de forma que me aterraba, pedirme entrar en este puesto es un halago, no hablamos de suplantar a un "don nadie".
No porque él tuviera un talento del diablo, no, yo... temía por mi. Los de Metallica confiaban en que podría hacer las cosas bien. No obstante... ¿tocar como él? Se me hacía jodidamente complicado, he tratado de tocar las canciones a su estilo y los dedos me arden como nunca, siento que me abriré los dedos antes de sacarme completo el setlist. Los solos de guitarra nunca han sido mi especialidad, como guitarrista, al menos en Exodus, sólo me quedaba en la guitarra rítmica y componía riffs que no sean nada fuera de lo común, digo... ¡Soy un novato aún!
Las clases de guitarra que tuve hasta hace poco me sirvieron de mucho, aún así... el miedo me superaba.
Por mi mente rondó la idea loca de invocar al diablo y vender mi alma, recuerdo haberle comentado a mi, ahora ex compañero de banda, Gary Holt. Como buenos amigos que hemos sido siempre, nos lo tomamos con humor. Era de día todavía, recién había terminado de empacar mis cosas cuando él me propuso jugar a la Ouija. ¿Me entienden? A plena luz natural, o sea, esa cosa es de maricas, pero qué va... ¡Lo hicimos para puro joder!
Un par de cervezas más, me empaqué también el tablero —fabricado en madera y bien tallado con pintura negra, que hicimos con mucho cariño—, me despedí de los demás chicos y miré por última vez la casa de Exodus que funcionó como mi hogar en mis tiempos más duros de la adolescencia cuando nadie estuvo para mí.
Más que decidido, comenzó el viaje a San Francisco para instalarme con mi nueva banda.
Terminé llegando una madrugada del 11 de abril, eran cerca de las tres de la mañana cuando arribé del muy agotador viaje a una residencia, que, apenas estando afuera, se siente el olor a hamster muerto. Debían estar en medio de un desmadre porque tenían las luces encendidas y con la música a todo volumen.
Toqué el timbre con impaciencia, creyendo que no lo iban a escuchar. Sin embargo, lo toqué y la música paró. Salió a abrirme la puerta un hombre rubio y alto, borracho a más no poder, oh, era James Hetfield... ¿qué más se puede pedir?
Me pegó una mirada de pies a cabeza y luego, se giró para grita al interior:
— ¡Cabrooss! ¡Llegó el nuevo! —Arqueé una ceja, tratando de no sentirme incómodo al ser el único sobrio— Pase, mijo, pase... —Me pescó del brazo y me arrastró hasta la sala de estar— Cabros, sean respetuosos y saluden a... —Frunció el ceño— ¿Cómo era tu nombre?
— Kirk, James, Kirk.
— ¡Eso! —exclamó, recibí un empujón que me hizo quedar en frente de ellos y continuó- ¡Saluden a Kirk James Kirk y démosle una cálida bienvenida!
Cliff y Lars me saludaron chocando el puño, estaban igual de ebrios, así bien "jarcor". Dejé mis maletas a la mierda y me uní a ellos para beber alcohol.
Ya a eso de las cuatro de la mañana, me estaba cagando de sueño, porque el viaje me había hecho morir de aburrimiento, no sé qué fue peor, el autobús o el taxi, en los dos la pasé pal culo.
Cuando todos nos estábamos quedando dormidos en el suelo del living, de la nada, a Hetfield se le quitó lo borracho o desconozco qué mierda le habrá picado, el punto es que bien serio se levantó y dijo:
— Cabroh, que desubicado' somo', ¡por dio'! —El se levantó y acercó a él— Cliff, Lars, vengan pa'cá... Ah, ya están acá, merda... —Me contempló con cara de culo por medio segundo— Bueno, Kirko, te tenemos la mala noticia de que somos pobres y poseemos solo una cama por habitación, y que hay dos habitaciones en la casa no más.
— Ohh... —murmuré, mirándolo inexpresivo sin entender ni mierdas.
— Que vas a dormir con uno de nosotros y sortearemos por acá para ver con quién duermes.
— Ah, bueno —encogí los hombros, no había ningún problema hasta el momento.
— Y bueno... ¿puedes darte la vuelta pa' que sea más secreto?
— Ok...
Me dí la vuelta y por el rabillo del ojo vi como se afirmaron entre los "tres" de los hombros, en realidad, Lars era tan enano que tuvo que subirse sobre el sillón para quedar a un nivel similar al de los otros dos.
Oía sus voces pero el alcohol y el mareo me superaban. Por mi mente transcurrió la manera en que los conocí, ohh, cuando todavía estaba en Exodus y compartimos el mismo escenario. Sí. Recuerdo que con los chicos estábamos en plena prueba de sonido cuando llegaron ellos.
James fue muy simpático, hubo buena onda al instante. Al igual que con Cliff, ah, ¡tan calmado y culto que es ese hombre! Me parecieron increíbles. Al poco rato vino a mi una chica un tanto bajita de larga cabellera morocha, oh, ¡tan linda que se veía! Bueno, en realidad sólo la miré por detrás, cuando James y Cliff me dejaron de lado y se fueron a hablar con mis otros compañeros. Aproveché de hablar con esa chica. Hmm... ni le pregunté el nombre, andaba re drogado yo con la "María" que el tonto de Gary me convidó. Y, aparte, hacía un calor del infierno, tan así que...
— Oye, ¿no te molesta que me desvista enfrente tuyo? —Alzó la voz ella, sonreí como pervertido e hice que me daba la vuelta para darle "privacidad".
— Oh, para nada... —Pasó harto rato de silencio hasta que le pregunté— Y oye... Perdón, ¿cómo era que te llamabas?
— Lars Ulrich, ¿y tú? —Me giré para terminar viendo un hombre enano con la pija al aire y di un grito de puta madre.
Recuerdo haber salido corriendo como niña a pedirle consolación a Gary tras haber experimentado ese trauma que todavía lo tengo en mente.
— ¡Kirko, ya decidimos! —me despertó de mi trance James— Te vas a quedar a dormir con...
— ¡Con Muah! —dijo Lars, intentando hacer un acento francés muy barato.
Me fui a la mierda porque recién estaba pensando en aquel trauma.
— Vamos a mi habitación, nos vamos a divertir mucho —No me quiero divertir con él, no, por favor, no— ¡Vamos, acompáñame! Es tarde y tenemos sueño, ¿no es así?
Ellos asintieron y bostezaron.
— Está bien —musité resignado. Tomé mi maleta y él me la quitó.
— No, no —interrumpió—, tú sólo sígueme.
Caminé un par de pasos más adelante y él me empujó con una de sus manos. No hubiera sido tan terrible si no fuera porque en vez de agarrarme de la espalda para impulsarme hacia adelante, lo hizo agarrándome el trasero... Ok, sólo porque andaba más hecho mierda que yo y los demás le perdoné ese acto de "depravación", el cansancio y el ser tan introvertido me impidió darle una bofetada.
Subimos escaleras e hizo un pequeño "tour" por el segundo piso. Ok, allí se encontraban las dos habitaciones y al final del pasillo, el baño. Nada más que añadir, entramos a nuestro dormitorio.
Oh, un puto desastre: ropa tirada por todas partes, al igual que botellas y condones usados. Él rodó los ojos, dejó mis cosas en el suelo y un tanto avergonzado murmuró:
— Uhh... ¿puedes mirar hacia otro lado?
— ¿Para?
— Ya verás...
Volteé y esperé. Entretanto oía como recogía toda la basura y la tiraba hacia otro lado, después sonó algo gigante azotar contra el piso, intenté espiar por el rabillo del ojo pero...
— ¡Aún no! —Di un salto del susto, ¿cómo me pilló?
Unos segundos después me dio permiso para mirar. De la única cama que había antes, ésta era compuesta por dos colchones, él sacó uno y lo arrojó sobre el suelo, lo cubrió con mantas y una almohada, mismo procedimiento hizo con la verdadera cama.
— Tú duermes en la de arriba —explicó—, y yo en la de abajo, ¿sí? No quiero causarte problemas.
Asentí, un tanto perturbado y él se tumbó en su cama. No pasaron más de cinco segundos cuando se quedó totalmente dormido, puto borracho.
Yo, cuidando un poco más mi higiene, fui a lavarme los dientes antes de desvestirme hasta quedar en ropa interior y meterme a la cama. Medianamente alcoholizado y toda la mierda que quieran, en mi defensa, no lavarse los dientes apesta y los pantalones me apretaban la cintura, no quería amanecer con marcas rojas que luego picarán y... fuck.
Recordé el tablero de Ouija que me traje de Nueva York y me levanté a buscarlo. Estaba oscuro y no se veía un cojón. Pesqué un mechero y encendí una pequeña vela que me traje —para jugar aquí solo—. No fue nada anormal. Incluso, me atrevo a decir que resultó aburrido. La cosa esa no se movía para ningún lado y yo me hacía la ilusión de que se encontraba algún ser sobrenatural por aquí cerca, nada, tal vez me faltaban más personas o los efectos de la cerveza me hicieron olvidar el LARGO procedimiento para llamar seres del más allá, fua, vaya tonto del culo que soy, ¿eh?
Nada.
Seis y media de la mañana, seguía sin dormir, la vela se apagó hace que rato y me aburrí de "jugar". Guardé todo muy bien y me quedé dormido como nunca antes en mi vida.
Desperté increíblemente acalorado, no me encontraba sobre mi cama, no, esta superficie era dura y rocosa. Me dolía la cabeza, observé mi entorno... mierda, la "mariajuana" que me dio Cliff antes de repartirnos las camas creo que me hizo mal porque juraría ver un mar de lava a un par de metros de distancia y siento que me voy a morir del mareo. Olí un poquito, ughh... Roca fundida, sí, era lava.
Me levanté con una tremenda cara de orto, bostecé así bien monstruoso y me estiré... Hasta que mi visión se tornó clara, pude divisar un ser demasiado alto, rojizo, musculoso, desnudo...
No había porqué preguntar sobre su identidad, los cuernos de carnero y las alas gigantes de murciélago lo delataban. Se me erizaron todos los pelos y si es que no hubiera ido al baño antes de acostarme, me meaba y cagaba encima. La impresión me limitó a gritar como nena y agarrarme el pecho como si eso frenara un posible ataque cardíaco.
— ¡AAAAAAAAHHHHHH! —Me eché para atrás, para colmo me tropiezo y me pego en mis partes traseras, el ser del infierno me admiró fijo y comencé mis plegarias salvadoras— ¡Lamento nunca haber sido creyente! Siempre fui budista, vegetariano y lamento mi alcoholismo... ¡Si quieres dejo la droga, pero no me mates!
— No, idiota, no te pongas a llorar ahora —suspiró asqueado, yo lo miré asombrado— Dijiste hace unas horas que querías hacer un trato, ¿no es así?
Aunque mencioné que no era necesario preguntar, fui idiota al preguntar:
— ¿Eres el diablo?
— ¿Los cuernos, el color rojo y las alas pegadas a una imagen humanoide no te dan una idea? —Oh, el sarcasmo.
— Ah, bueno, no te me enojes, please, no quiero morir... —Tragué saliva desde el suelo.
— ¡Que no te voy a matar! —De la nada apareció un cetro y lo azotó contra el piso, haciendo que la roca volcánica se trizara— Si sigues con tus mariconerías, de verdad te haré morir ahora mismo de la forma más horrible y dolorosa que se me ocurra.
Me levanté, atemorizado, asentí y esperé a que comunicara algo importante.
— Pensabas en venderme tu alma con tu amigo, el rarito de Exodus, ¿no es así? —Volví a asentir, todavía temblando— ¿Qué es lo que quieres a cambio?
— Ser el mejor —Contesté, ya teniendo más confianza.
— ¿Mejor en qué? Especifícame, idiota.
— ¡Quiero ser el mejor guitarrista para Metallica! —Exclamé mi deseo más profundo.
— ¿Eso solamente? —Le di la razón con la cabeza— Ok, no creas que ser un servidor mío es algo así de fácil, en todo caso.
— ¿Eh? —Parpadeé anonadado.
Volvió a azotar su cetro del mal contra el piso, haciendo que colapsara, el desplome me tomó por sorpresa... dejándome en un pequeño terreno en medio del mar de lava. Parecía perro chihuahua de tanto tiritar. Si esto es un sueño, por favor, despiértenme, joder, tengo miedo...
— Si vas a venderme tu alma, significa que cuando TÚ mueras vas a vivir siendo mi esclavo, soportando los maltratos que YO te otorgue, para que peques y obligues a los demás a hacerlo. Para denigrarte y hacerte sufrir, eso ocurre si tu mueres.
— Oh, no parece algo tan malo, ¿no es así? —¿De verdad estoy hablando con coherencia?
— Yo te doy el talento y tú me das tu alma, claro, para poder darme tu alma y obtener lo que quieres... Necesito algo a cambio, me refiero, a que pases ciertas pruebas con el objeto de que pueda confiar en ti como mi fiel servidor y no eres un puto miedoso que se arrepentirá.
— ¿Qué cosa?
— Que me demuestres que puedes soportar vivir sin alma.
— ¿Y cómo demuestro eso?
— Oh, eso déjamelo a mi, idiota, tú solo trata de vivir... y según los rumores, a ver... ¡Eres un marica! —Dejé el miedo de lado y lo fulminé con los ojos, ¿acaso me provoca a propósito, busca mi rabia?— ¿Aceptas el trato?
— Claro —Con toda la confianza posible, desafié—, soy completamente capaz de vivir sin alma.
— Como digas... Si me fallas en el detalle más mínimo, estás destinado a morir y sufrir el castigado que los maricas se merecen.
— Voy a vivir sin alma —repetí, lleno de seguridad.
— Pff... como siempre haciéndose el macho cuando no te corresponde, Hammett —soltó una risa burlesca—. Bueno, te dejaré en tu mundo, que empiece el juego, marica.
La única parte rocosa existente se desprendió, llevándome consigo, mi vista se tornó blanca al acercarme al caliente magma. Ahora sí que me desperté cagado de susto, posterior a esa pesadilla... nunca más consumo drogas y alcohol en una sola noche, al menos no vuelvo a mezclarlas.
Miré la hora en el gran reloj que estaba en la pared; las dos de la tarde. Mierda, ¿tanto dormí anoche?
Me levanté, con una resaca tremenda; lo único que podía contrarrestar mi jaqueca o las ganas de vomitar, era un ardor tremendo en mis brazos y abdomen. Oh, dios santo, era horrible. Caminé un par de pasos hasta encontrarme con un gran espejo. Abrí los ojos como platos y un enorme grito en horror me salió del alma que supuestamente no tengo... ¿Me la quitaron? ¿No? ¿Es esta la prueba del que me hablaron?
Al mirarme bien, aprecié de la peor forma un pentagrama cortado en todo mi abdomen. La sangre aún no secaba y los cortes más abiertos que nunca.
Recordé que ahora viviría aquí y que... no estaba solo.
Lars despertó con mi grito, no del todo, en realidad, se dio varias vueltas entretanto rezongaba... con rapidez cogí una camiseta sin mangas y me la puse lo más rápido posible. Para que cuando terminara de despertarse, él dio un salto, quedando sentado sobre la cama, me miró con asombro y se acercó hacia mi. Tenía los ojos tan abiertos que juraba que pronto le explotarían, con un hilo de voz me preguntó:
— ¿Estás bien? —El verde de sus ojos penetraba tan bien que juraría que me estaba intimidando o incluso, violando con la mirada, pero no en un sentido sexual.
— C-claro... —Titubeé, nervioso.
— Juré haberte oído gritar —parecía no pestañear, joder, me daba miedo... Insistió— ¿Estás bien?
— Sí.
Su mirada dejó de coincidir con mis ojos, fue dirigiéndose lentamente hacia abajo, de una manera tan poco disimulada que se me helaba la sangre tan solo verlo. Hasta que se detuvo a mitad de mi cuerpo, abrió la boca en forma de "O", retrocedió, pasmado, un par de pasos y exclamó:
— No lo estás... ¡no lo estás!
Buscó entre sus cosas un botiquín, cogió un montó de algodón y alcohol —del para las heridas, no del que se toma, tan tonto no es, creo—, y continuó gritando:
— ¡NO LO ESTÁS! —Me agarró un brazo y quedé perplejo.
Tenía todo el brazo cortado, sobretodo en la parte de las venas, la sangre bien fresca y escurriendo por mis manos, dejando caer varias gotas en la alfombra. Él en menos de un segundo se dio el tiempo de bañarme el brazo en alcohol —y yo casi llorando porque me ardía—, y como si fuera poco, me dio un mega discurso, hablando demasiado rápido y le entendí solamente la mitad:
— Dios mío, ¿qué te hiciste? No, qué pregunta más idiota. ¿Por qué te lo hiciste? ¿Te querías matar? No, por favor, no lo hagas... ¿Qué es lo que te hizo tomar esa decisión? Mierda, ¿por qué hago preguntas tan taradas? Obviamente no me vas a querer decir, oh... ¿Por qué? ¡Y sigo insistiendo! Sea lo que sea por lo que estés pasando, no te desanimes, la vida es muy hermosa para que andes sufriendo... ¡Te apuesto que tu dolor no vale ni una sola lágrima o corte tuyo! No, ya, ¿te duele mucho el alcohol? Oh, ¿porqué sigo con mis preguntas idiotas? Claro que te duele, pff... ¿puedes evitar hacer eso de nuevo? No quiero que te hagas daño, no nos conocemos desde hace mucho pero se me hace feo verte tan mal, sonríe, ¿sí?
Forcé una mueca sobre mi verdadero sentimiento, que era más un pensamiento que decía... WTF, ¿qué fue esa mierda?
Cuando dejé de sangrar, él guardó todo en el botiquín y se fue de la habitación.
Opté por ir a darme una ducha para retirar la sangre de mi abdomen que se estaba pegando a mi piel tanto como a la camiseta y eso no era nada bueno, puedo imaginar que el desvestirme dolerá al mismo grado que una depilación con cera hirviendo.
Cuando ya me había vestido y cubierto los cortes con una chaqueta de cuero. Bajé al primer piso y saludé a Cliff, pasé cerca de la cocina y vi a James usando un delantal mientras preparaba el almuerzo. Paré oreja al oír a Lars subir el tono de su voz en una discusión:
— ¡Pero, James! No es que yo sea gay, simplemente me preocupa que recién se venga instalando y ya ocurra algo como ésto.
— Ok, te entiendo, pero tal vez lo haga para llamar la atención o no sé.
— No, James, si fuera por eso, lo andaría enseñando de manera pública, yo lo pillé in fragantti.
— ¿Lo pillaste cortándose?
— No, un poco después, me desperté y vi que estaba sangrando así bien feo.
— Tal vez tenga algún problema psicológico...
— ¡Por eso mismo! No me quiso decir nada al respecto, no sé, es eso lo que me preocupa que eso puede llegar a algo peor.
— ¿Sólo eso?
— Sólo eso, ya sabes... Como recién viene llegando tal vez le falte algo de confianza y no lo hemos recibido de manera adecuada.
— Tienes razón, tenemos que hacerlo entrar en confianza con nosotros y ahí lo ayudamos a solucionar sus problemas... Gracias por el dato, enano, porque no quiero que así de rápido se nos vaya el guitarrista.
— Yo tampoco quiero eso.
Ambos sonrieron y chocaron puños.
Al rato almorzamos los cuatro en el comedor y yo, por querer ser cortés, me ofrecí a lavar los trastos.
Me encontraba solo en la cocina, lavando hasta que sentí una mano tocarme el hombro.
— Kirk, ¿puedo hablar seriamente contigo? —la voz gruesa de James me hacía comprender que TAN serio era el asunto.
— Dime.
— ¿No haz tenido problemas últimamente? Ya sea amorosamente, con tu familia, u otros...
Era una pregunta trampa, era obvio, lo decía por los cortes que me aparecieron de la nada.
— Eh... hace poco mi novia me dejó.
Eso era mentira, yo la dejé a ella cuando tomé clases de guitarra estando en Exodus hace años, un capítulo de mi vida cerrado desde hace rato, sin secuelas, todo OK.
— Pff... —murmuró, con una cara de "creí que te cortabas por algo más triste"— Ni modo, la vida sigue, chaval.
— Lo sé —Fingí sonreír.
Satán, hijo de puta. ¡Ahora crearán que soy un emo!
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