
En Las Bodegas
Yugi ya tenía dolor de cabeza con todo este asunto.
—Oh dioses —gimió, enterrando la cabeza contra su almohada al darse cuenta de que pasaba la medianoche —chicos, necesito hablar con ustedes urgentemente.
Yugi suspiró mientras se levantaba de su cómoda y tibia cama para bajar a la cocina e ir por un vaso de leche tibia.
Rezaba a todos los dioses porque a Ryou se le hubiese pasado el celo.
¡Necesitaba apoyo!
-o-
El lunes llegó muy rápido para todos.
Ryou definitivamente se sentía mucho más en calma que los días previos, aun así a él y a Bakura les costó lo suyo levantarse de la cama por la mañana.
O más bien, les costó dejar el lio de sabanas y brazos que se habían vuelto al acurrucarse en la noche.
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Malik se despertó antes que Marik y se fue silenciosamente a su casa, claro, dejándole a su chico una pequeña nota en un lugar visible para que el mayor no se preocupara.
Para cuando llegó, su hermana recién se había levantado y no se dio cuenta de su pequeña escapada nocturna.
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—Buenos días —Yugi se sorprendió a media cuadra del colegio cuando unas manos familiares lo cubrieron por detrás
—Ah, Malik, buenos días —saludó de vuelta, dándole un gran abrazo — ¿Cómo estuvo tu fin de semana?
—De maravilla —le sonrió feliz. No se había topado con Marik camino a clases, pero despertar a su lado una vez más había sido suficiente para ponerlo de buen humor —pero creo que tenemos un chisme más interesante del cual enterarnos.
El olfato de Malik había captado el olor de Ryou acercarse a la vez que Yugi escuchó su voz, junto con la de Bakura. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de un sutil cambio en el olor del hanyou... y no era precisamente por venir caminando al lado de Bakura.
— ¡Ryou! —chillaron el kitsune y el neko al mismo tiempo.
El menor de los albinos casi pegó un bote al oír a sus amigos. Un solo pensamiento cruzó por su cabeza "estoy taaaaaan frito"
—Ho-Hola chicos —trató de no tartamudear.
Los dos se miraron entre sí — ¿y-ya te sientes mejor? —preguntó Malik.
Ryou se mordió el labio inferior —desde luego, o no habría venido a clases —forzó una sonrisa nerviosa.
Yugi no se midió en darle un abrazo a su primo, y al olfatear más de cerca su pelo pudo confirmar su idea. Se miró una vez más con Malik y le dedicó una cabeceada.
—Hola Bakura —saludó el moreno, consiguiendo un saludo de vuelta del albino mayor —disculpa, te lo robaremos un momento, nos vemos en el salón.
Y sin más, ambos arrastraron al neko-usagi hacia el patio trasero de la escuela.
— ¡Muy bien, suelta la sopa!
Ryou tragó duro.
— ¿Por qué hueles tanto a Bakura? —casi gritó Malik.
—Yo... verán... cuando estuve en celo, Bakura fue a verme y... —el albino se cubrió el rostro con las manos en un gemido frustrado y avergonzado mientras les contaba la situación.
— ¡No es posible! ¡¿Te gusta Bakura?! —chilló Yugi, para luego recordar algo de gole — ¡Le gustas a Bakura! ¡Yo te lo dije antes de la acampada! —exclamó entre saltos.
— ¡Yugi! —chilló de regreso, tapándole la boca con una mano —si quieres publícalo en el periódico, primo —se quejó.
—Lof fiemto —logró decir contra la palma de su familiar.
Malik, por mientras, casi que se caía al piso de la risa ¡Ryou parecía una manzana!
Estaba a punto de contarles que también estaba saliendo oficialmente con Marik cuando la campana los pilló —Oh chicos, llegaremos tarde ¡tenemos ingles a primera hora y luego laboratorio!
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—De acuerdo, hoy practicaremos un experimento: una reacción química que nos permitirá reconocer los aminoácidos —explicaba el profesor con bata blanca, al frente del salón —pasaré por sus mesas a entregarles esta sustancia —enseñó unos frasquitos pequeños y transparentes con un líquido algo gelatinoso de tono azulado* —y luego de que les de las indicaciones podremos comenzar.
—Que aburrición —suspiró Bakura.
—Totalmente aburrido —concordó Yami, quien recargaba la cabeza entre sus brazos, cruzados sobre la larga mesa del laboratorio —no entiendo a que vino eso de separarnos en dos grupos —el tricolor miró por la ventana, pensando en que estaría haciendo Yugi mientras tanto, apenas si había cruzado palabras con el tricolor ese día pues el hanyou parecía algo ausente en la primera clase.
—Supongo que es obvio viendo que estamos poco más de la mitad del salón y el laboratorio está lleno —explicó Seto, rodando los ojos, pero con una expresión tan hastiada como la de los demás.
—Tristán tuvo suerte de quedarse fuera con los demás —se quejó Marik en voz un poco más baja cuando el profesor pasó a entregar el material, que Seto recibió.
—Sí, jodido afortunado —bufaron los otros tres.
—De acuerdo, esta sustancia se llama 'L-Arginina' es un aminoácido que interviene en muchas funciones del organismo —retomó el profesor —destacándose por sus efectos afrodisiacos —eso pareció llamar la atención de todo el distraído y perezoso grupo, la sonrisa traviesa del profesor hablaba de que esa había sido su intensión —Se encuentran en dos formas, una es la imagen especular de la otra: las formas D (dextrógira) y, la que tenemos aquí, L (levógira). Debido a que las L están en la misma forma natural que en los tejidos vivos animales y en las plantas, son consideradas como las más compatibles con la química humana.
Hubo varias exclamaciones y bromas entre los alumnos hasta que el profesor pudo callarlos e indicarles como montar los elementos necesarios para el experimento. Mientras supervisaba dichas acciones continuó hablando sobre el líquido — 'L-Arginina' también da mayor capacidad y poder a nivel de los músculos del cuerpo, hay quienes sostienen que retardaría el crecimiento de los tumores y, probablemente, del cáncer, pero es algo que no está comprobado —comentaba mientras se paseaba con las manos tomadas tras la espalda por entre las mesas —Bien, ya que tengan la solución de acetato de plomo en el tubo de ensayo sobre el mechero deben añadir 2 cc., de solución de hidróxido sódico al 20% —instruía el de bata.
—Hazlo tú, Seto —le dijo Yami, viendo a Bakura y Marik fastidiar con otros objetos de laboratorio.
—Bien —el castaño midió la cantidad requerida con una pipeta y lo añadió cuidadosamente al tubo de ensayo.
—Ahora deben calentarlo hasta el punto de ebullición —Marik encendió el mechero de Bunsen sobre el que Yami sostenía el tubo de ensayo con unas pinzas, unos minutos después un peculiar olor como a hule calentado empezó a sentirse —listo, ahora deben añadir el 'L-Arginina'
—Oye Fluffy, como que ya te toca hacer algo —lo molestó Yami, sosteniendo las pinzas con la mano izquierda pues el otro brazo se le había cansado.
—Cállate idiota —le propinó un golpe al brazo cansado, provocando que Yami se sacudiera un poco.
—Mejor dame eso antes de que lo dejes caer —reclamó Seto, tomando las pinzas del tubo.
Bakura tomó el frasquito entregado por el profesor y pasó el contenido a otro instrumento para agregarlo al tubo de ensayo, claro que antes empezó a bromear y fastidiar a sus compañeros. Es que si no, no era Bakura.
Marik se permitió reírse de las tonterías del albino, incluso a Seto le causo gracia, pero entre él y Yami -quien era el blanco de sus mofas- trataban de frenarlo.
—Joven Thief, compórtese por favor —reprendió el maestro —que no sea una sustancia peligrosa no significa que no deba manejarla con cuidado.
—Bakura, para ya —Seto fue a darle una colleja, pero esto causo que el aludido terminara por salpicar parte de la sustancia en el brazo y cuello de Yami.
—Ten cuidado, idiota —bramó el tricolor, tomando una toalla pequeña para limpiarse la piel.
—Joven Kuroi, haga el favor de añadir la sustancia al tubo de ensayo. Atemu, venga conmigo —Yami se quitó los guantes blancos y se acercó a la salida, hacia donde iba el profesor —Thief, sepa que esto repercutirá en su nota —el albino bufó, sin darle importancia a la riña —puede que deba repetir el experimento con el segundo grupo —amenazó antes de conducir a Yami fuera del aula, por lo que no vio la sonrisa de Bakura.
—Kagaku-sensei tiene que pensar en mejores reprimendas —menospreció el albino en voz alta mientras se encogía de hombros, ganándose la risa del resto sus compañeros, así como negaciones de cabeza de sus amigos.
—Eres todo un caso, Bakura —dijo entre burla y adulación una de las chicas del salón, dirigiéndole un guiño coqueto, al que Bakura respondió cerrando los ojos e inflando el pecho engreído, llevándose los puños a las caderas.
— ¿Pasó algo? —ni bien el profesor salió del salón con Yami, Joey se dirigió hacia ellos, mirando interrogante a su mejor amigo para luego taparse la nariz con dos dedos — ¿por qué apestas a neumáticos quemados?
—Nada importante, joven Wheeler —calmó el profesor, viendo que Yugi, Duke, Tristán, Ryou y Malik también se acercaron. Los hanyou imitaron la acción del rubio, todos a excepción de Yugi, quien tembló por un momento, llevándose una mano sobre su nariz pues esta empezaba a temblar demasiado, olfateando por inercia —a su compañero solo le salpicaron unas gotas del aminoácido con el que trabajábamos.
—Dijo que no era peligroso ¿cierto? —Yami arqueó una ceja hacia su maestro ¿Por qué lo había hecho salir si no era gran cosa?
—No lo es, pero aun así debes ir al baño a lavarte y si sientes que te causa picor en la piel aun así, dirígete a enfermería y que te den una compresa fría —instruyó —con eso bastará.
—De acuerdo profesor —aceptó el tricolor mayor, apenas notando una intensa mirada fija en él.
El docente miró su reloj de pulsera —falta poco para que termine la clase —miró a los alumnos que estaban ahí —díganles a los demás que pueden salir al receso ya, realizaran el experimento la próxima clase.
— ¡Genial! —exclamó Joey —digo, sí profesor —se corrigió al ganarse una mirada estricta de su maestro.
—Atemu —el de bata blanca volvió a mirar al oji-vino.
—Sí, ya voy —Yami se dio la vuelta con intensión de buscar las escaleras que lo llevarían al segundo piso.
— ¿T-te importa si te acompaño? —pidió Yugi en voz baja, acercándose a Yami.
El más alto le dirigió una sonrisa —para nada, vamos —esperó a que Yugi lo alcanzara y juntos siguieron hacia las escaleras.
—Me pregunto con qué sustancia los puso a trabajar el profesor —comentó Joey, viendo a los tricolores alejarse ¿acaso Yugi no percibía ese olor a quemado?
—Si es el mismo que nos darán a nosotros espero que no sea muy fuerte —mencionó Ryou, tomando una bocanada de aire.
—Oh cielos ¿qué es ese olor? —preguntó Rebecca, quien llegó de la nada junto a Mai.
—Clases de laboratorio —explicó Duke sencillamente.
—Uff. No me digan ¿reconocimiento de aminoácidos? —adivinó la rubia mayor —deben tener cuidado chicos, recuerdo bien esa clase, el profesor siempre usa un concentrado de una sustancia afrodisíaca —previó la rubia, recordando sus clases del año anterior.
Todos se sobresaltaron — ¿A-a-afrodisíaca? —balbucearon los hanyou machos — ¿en serio?
Mai asintió —es un fastidio, no tiene aroma propio sino que se mezcla con el olor de la persona que entre en contacto con él, haciéndolo más intenso y atrayente, y persiste un buen rato hasta aun si se lava —explicó.
Ryou y Malik se miraron entre sí para luego voltear a donde Yugi y Yami se habían dirigido —Oh, oh —exclamaron a coro con Joey.
— ¿Qué? —preguntó la joven osa.
—Al parecer, a Yami le calló de esa sustancia encima —respondió Tristán.
—Pues tiene suerte de que Tea haya faltado hoy a clases —comentó burlona Mai para luego desviar su atención a la cafetería —iré por algo de comer, nos vemos después amigos.
—Nos vemos —Rebecca también se despidió, siguiendo a la rubia mayor hacia el comedor.
—No hay problema ¿cierto? Sólo acentúa su olor y todos olfateamos únicamente la mezcla de los químicos del laboratorio en él —trató de calmar Duke.
—Pero a Yugi no pareció afectarle —hizo ver Tristán —es decir, ustedes no lo soportaron al acercarse pero Yugi no hizo ninguna mueca, y encima se fue con él como si nada.
—Es que... —Ryou tragó en seco —creo que Yugi no se da cuenta... o no lo acepta, pero... su instinto parece reconocer a Yami como una pareja potencial para él.
Joey abrió los ojos como platos, mientras Malik se llevó ambas manos a la boca —de ser así ¿crees que soporte tal provocación? —preguntó el de pelo cenizo.
—No lo sé, Yugi tiene muy buen olfato —murmuró Ryou, meneando la cabeza lentamente.
—Sólo nos queda esperar y ver —concluyó Duke.
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—Gracias por molestarte en acompañarme Yugi —le sonrió Yami, sosteniendo nerviosamente la correa de su mochila.
—No es molestia Yami —le respondió el hanyou, empujando la puerta del baño —así me aseguro de que vayas a la enfermería si lo necesitas —regañó en broma.
Yami sonrió mientras abría el grifo de uno de los lavabos — ¿insinúas que no lo haría por mi cuenta? —le siguió el juego, dejando correr el agua por su brazo y cuello.
Yugi se obligó a apartar la mirada —eres tan necio que no me sorprendería —rio por lo bajo.
— ¿Seguro que no te incomoda estar conmigo? A los demás pareció desagradarles el olor de los químicos del laboratorio —Yami dejó caer más agua por su piel, frotando con suavidad.
—Son unos exagerados, quiero decir, tu ropa sí que tomó un olor raro pero en su mayoría solo percibo tu aroma —explicó el hanyou tricolor.
Yami frotó su piel con una toalla de papel para retirar el agua — ¿puedo preguntarte algo?
—Por supuesto —Yugi jugueteó un poco con su gargantilla.
—Joey siempre habla así... cuando quedamos "percibí tu olor hace cinco minutos" "te olfateé desde tres cuadras antes" —evocó — ¿exactamente cómo es mi olor?
—Bueno —Yugi dudó un poco —cada persona tiene una esencia diferente, por lo que sé, los humanos no suelen percibirla excepto cuando se trata de alguien que les atrae o miembros de su familia —explicó —para nosotros, que tenemos un mejor olfato, es algo habitual, y cuando se trata de nuestro compañero desarrollamos una mayor afinidad en nuestros sentidos hacia él o ella, es decir que somos capaces de escucharle y olfatearle desde un rango más amplio que cualquier otro individuo.
—Wow —musitó Yami, algo sorprendido —eso es sorprendente...pero aún no respondes mi pregunta, Yugi.
El hanyou se mordió el labio inferior —Bueno, tu... —a pesar de que ya conocía su aroma a la perfección, Yugi se detuvo a dar un par de inspiraciones profundas, notando algo más en el aroma de Yami. No algo nuevo, pero si diferente y más... Atrayente —tu aroma es como el del vino —Yami lo miraba atento —un vino suave y dulce —sonrió, perdiéndose cada vez más en ese aroma, tanto que de acercó un par de pasos más a Yami sin darse cuenta —es como el olor concentrado de uvas maduras, con ese toque intenso y embriagante del licor suave, apenas perceptible —detalló con los ojos cerrados.
Yami no pudo evitar sonrojarse cuando Yugi reclinó su rostro para acercar su inquieta nariz a su cuello, justo donde se había lavado.
—Así que ¿Vino? —habló luego de soltar un carraspeo. Yugi abrió los ojos de golpe y se irguió apeando —es curioso, a mí me parece que tu hueles a uvas —explicó con una pequeña sonrisa ladina, tratando de ocultar el nerviosismo que le provocaba tener a Yugi tan cerca de sí, en un espacio cerrado, y más encima estando solos.
Apenas si podía con el deseo de abrazarlo fuertemente contra él y robar sus labios en un beso hambriento.
Yugi se sonrojó un poco por lo dicho ¿Yami había reparado en su aroma? No debería parecerle extraño dado que compartían mesa pero, como acababa de decir, los humanos no solían tomar en cuenta el aroma de los demás si no le importaban o atraían de cierta manera.
— ¿A-Ah sí? —sin saber por qué, el mero pensamiento de que Yami estuviera interesado en él lo hizo vibrar; fue una sensación agradable, su neko interno maullando de orgullo.
—Sí... Y a mí me gustan mucho las uvas —Yami mandó todo al demonio y decidió hacerle caso al consejo de Ryou, si no se arriesgaba a hacer un movimiento directo con Yugi nunca iba a llegar a ningún lado —Yugi... —el mayor caminó lentamente hacia el hanyou, provocando que este retrocediera de forma automática, quedando contra el mesón de los lavabos —yo quiero... —Yami colocó sus manos en la superficie de mármol, a los lados del cuerpo de Yugi, acorralándolo "quiero averiguar si sabes tan bien como hueles"
Con cualquier otra persona Yugi se habría sentido incómodo, agredido incluso, pero era Yami quien lo mantenía así y sentir su aroma rodeándolo le hacía sentir que todo estaba bien, y que le dejaría hacer lo que quisiera. Tenía curiosidad de averiguar que pensaba hacer el oji-vino.
Yami se inclinó otro poco, pensando en completar su frase antes de rozar los labios de Yugi, quería darle su tiempo de responder al chico, aún si no parecía querer apartarse... Eso era buena señal ¿no?
Sin embargo, parecía que los dioses no estaban ese día de su lado. Justo cuando estaban a centímetros, sintiendo el aliento del contrario acariciar cálidamente sus labios, tres chicos entraron al baño, venían hablando en voz alta, lo cual alertó a los tricolores y se separaron a prisa, poniendo algo de distancia entre ellos.
Eran de primer año también, aunque de otro salón, y saludaron a Yami. El oji-vino los reconoció de algunos partidos de fútbol que hacían a veces.
Yugi se acercó a la puerta, dándole la espalda al oji-vino para que no viera su sonrojo y como se acariciaba los labios con la yema de la mano, los sentía muy sensibles, incluso palpitaban suavemente. Tuvo que mordérselos para calmarse un poco.
—Se-será mejor que regresemos con los demás —alcanzó a decir el menor.
—Ah sí, claro —aceptó Yami, con audible frustración en su voz, yendo hacia él.
Yugi se permitió un suspiro profundo para tratar de calmarse, pero resultó todo lo contrario, y tuvo que luchar para que su cola y orejas no salieran junto a un ahogado jadeo.
Ahora sí que notaba algo diferente en el aroma de Yami... había deseo bullendo en él e, inesperadamente, provocó el despertar del suyo propio. Yugi sintió sus garganta empezar a secarse, como se le aceleraba la respiración y su temperatura aumentaba tenuemente.
La misma forma en que reaccionaría su cuerpo frente a otro hanyou en celo.
—Vamos, o nos cogerá el timbre de receso —apuró el neko, tratando de sonar lo más natural posible.
—Sí —Yami no hizo nada por contradecirlo, pero mantuvo su ceño fruncido en frustración. Yugi mientras tanto se mantenía visiblemente inquieto, sus hombros se removían de vez en cuando y tenía sus labios presionados en una fina línea, sus colmillos se afilaban por segundos.
Ninguno mencionó nada del tema mientras regresaban con sus amigos. Ryou y Malik suspiraron aliviados al ver a su amigo bajar por las escaleras junto con Yami, aunque notaron de inmediato su incomodidad, por lo que levantaron sus manos para llamar su atención y hacer a los tricolores apresuraran, sin embargo estos fueron interrumpidos por una de sus profesoras.
—Señorita Mizuki ¿sucede algo? —preguntó Yami cordialmente.
—Disculpen que los moleste chicos ¿podrían ayudarme a llevar un par de cosas al salón de música para la siguiente clase? —pidió la mujer de cabellos rojizos.
—Por supuesto, señorita —accedió Yugi.
—Muchas gracias, acompáñenme por favor, no les robaré mucho tiempo.
—Bien —dijo Yami.
—Iré a decirles a los chicos para que cuiden nuestras cosas, los alcanzó en un minuto —dijo Yugi, echando a correr hacia su primo para decirle que iban a hacerle un favor a su profesora, por lo que tanto el albino como Joey les dijeron que se despreocuparan por su mochila y la de Yami, así que Yugi les dio las gracias y regresó junto al oji-vino a poco de llegar a la oficina de la profesora donde había una caja llena de instrumentos pequeños, además de unos altoparlantes.
La mujer tomó varias copias en sus manos, Yugi tomó la caja sin mayor esfuerzo mientras que Yami levantó el altoparlante en sus brazos y los tricolores siguieron a la dama a uno de los salones del segundo piso. La docente deslizó la puerta que había dejado previamente abierta para entrar y que los tres ingresaron —Yugi deja esa caja sobre el escritorio —indicó, mientras hacía lo propio con las copias —Yami, puedes colocar eso en esta esquina —señalo a su izquierda.
—Sí, maestra.
—Muchas gracias a los dos, muchachos.
—Señorita ¿qué es eso? —Yugi notó un par de cajas más que estaban regadas en la parte posterior del salón.
— ¿Eh? —la mujer se llevó una mano a la boca —oh cielos, le dije al conserje que sacara esto antes del receso y lo llevara a la bodega —se quejó la joven mujer.
—No se exalte señorita, nosotros podemos llevarlas —se ofreció Yugi, sonriendo.
— ¿Lo dices en serio? —Yami asintió, apoyando las palabras de Yugi —chicos, se los agradezco mucho, disculpen las molestias —la docente les sonrió, inclinando la cabeza hacia los tricolores, que ahora recogían un par de cajas cada uno.
—No se preocupe, no es molestia —zafó Yugi, dirigiéndose a la puerta con Yami detrás.
—Los veré en clase más tarde, muchachos.
—Sí —aceptaron ambos antes de salir del salón, la mujer salió poco después, regresando a la primera planta.
—Las bodegas están al fondo en el tercer piso —le dijo Yami al hanyou frente a él.
—De acuerdo —Yugi subió las escaleras con cuidado, igual que Yami — ¿por dónde?
—Hacia allá —señaló con un cabeceo y luego de unos pasos giraron por una esquina oculta al final del corredor, que daba a un pequeño pasillo en sombras con un puerta doble —espero que esté abierta.
—Veamos —Yugi dejó sus cajas en el piso y tomó las manijas, forcejeó un poco pero consiguió abrirlos —por suerte, si lo está.
—Bien —ambos entraron, la puerta era de color verde oscuro, y las paredes grises solo ayudaban a mantener el lugar en sombras, había varias cajas más allí, algunas abiertas y otras cubiertas de polvo, también había implementos de limpieza, unas cuantas mesas algo descuidas y sillas viejas; era bastante amplio.
— ¿Por qué algo como esto no está en el primer piso o un sótano? —dijo Yugi, mientras él y Yami dejaban las cajas en cualquier lado.
—Bueno, creo que hay un sótano aquí pero es una biblioteca antigua, está cerrada desde hace unos años y los dueños de este lugar no han dado para arreglarlo o renovarlo —respondió encogiéndose de hombros y sacudiéndose las manos.
— ¿Una biblioteca clausurada? —repitió curioso — ¿has entrado alguna vez?
—Oh sí, el Halloween pasado apostamos con Joey, Seto, Bakura y Marik de entrar y colarnos en la noche —evocó —fue una locura —sonrió.
—Debió haber sido genial —rio el menor, reclinando el hombro en una de las paredes.
—Digamos que... fue interesante —aceptó, acercándose al menor.
La alarma en la cabeza de Yugi sonó al tenerlo cerca, su aroma lo estaba tentado demasiado, deseaba fervientemente alejarlo y a la vez abrazarlo por el cuello con sus brazos y por las caderas con sus piernas "¿de dónde salió eso?" Yugi agitó su cabeza para tratar de aclararse.
— ¿Qué tienes? —Yami ladeó la cabeza ante ese movimiento — ¿pasa algo?
—N-no, yo... ah, de-deberíamos salir ya, la campana acaba de sonar —respondió nerviosamente, ladeando la cabeza y mordiéndose los labios.
Tal gesto no pasó desapercibido, Yami observó como aquellos labios rosados tomaban una coloración rojiza, como cerezas, era demasiada tentación para soportarlo más tiempo.
Estaban ellos dos solos allí, nadie más entraría por esas puertas, estaba apenas oscuro. Era el momento perfecto.
Como antes, Yami acorraló a Yugi. Ahora contra la pared, colocando ambas manos contra el muro a los lados de sus hombros.
Yugi dio un respingo, abriendo grande los ojos y pegando su espalda atrás. Estaba inmóvil, no hallaba una forma de responder a las acciones de Yami, ni verbal ni físicamente. Simplemente lo dejó proceder.
Yami no apartó sus ojos de las brillantes joyas amatistas en ningún momento, su cabeza bajaba lentamente hasta Yugi, demasiado para su gusto, pero lo que consideraba apropiado para no agobiarlo.
Yugi no se movió, simplemente dejó que los labios de Yami buscaran los suyos y les dio la bienvenida. Tímidamente cerró los ojos al momento en que un suave rubor se extendió por sus mejillas.
La boca de su Yami era gentil sobre la suya, acariciaba sus labios despacio, suave, hechizante, delirante.
Era sublime.
Yugi se limitó a seguir el ritmo que el mayor había impuesto. Sintió una mano que bajaba hasta su cintura y sus cuerpos acercarse más.
No le molestó, al contrario, se sentía bien... Tal vez demasiado.
Yami supo que debía separase cuando faltó el aire, pero lo hizo despacio, apresándole el labio inferior entre sus dientes y raspándolo un poco antes de soltarlo.
Ambos respiraban agitados. Yami aprovechó que Yugi mantenía su boca entreabierta para, esta vez, colar su lengua en la húmeda cavidad.
Yugi jadeó cuando la lengua ajena se introdujo curiosa en su boca, podía sentirla rozando con lentitud sus labios, el borde de sus dientes y más adentro, buscando su lengua.
Las manos del neko-hanyou subieron tímidamente por los costados de Yami y bordearon su espalda hasta que sus dedos pudieron sujetarse a los omóplatos del más alto.
Yami sonrió en medio de su beso ante esa contestación, sintiendo como la lengua ajena respondía tímidamente, y rodeó ahora con más seguridad la cintura de Yugi con ambos brazos, eliminado cualquier espacio sobrante entre ellos.
Volvieron a separar sus bocas cuando el aire faltó y esta vez se tomaron un momento para verse a los ojos, ambos sonrojados y agitados, con los labios húmedos y deseosos uno del otro.
Yugi intentaba formular algo que decir, pero Yami se le adelantó. El mayor se relamió los labios —Sí... Definitivamente sabes tan bien como hueles —dijo —incluso mejor.
Yugi se sonrojó un poco más de lo que ya estaba y sufrió un suave escalofrío que erizó su piel a la vez que hizo que sus orejas y cola aparecieran.
El intoxicante aroma del deseo de Yami hervía, llenando todo el ambiente -dado que estaban en un salón cerrado- y encendía su cuerpo con demasiada facilidad.
No entendía por qué, solo sabía que no podía resistirse más a ello.
—Yami —lo llamó en un jadeo caliente, el oji-vino sintió su aliento acariciarle los labios.
Yami tragó duro. Yugi había respondido a su beso pero aun persistía la duda de si estaba de acuerdo con ello. Iba a decir su nombre de vuelta cuando, tomándolo por sorpresa, la cola de Yugi se alojó en su nuca y presionó hacia abajo, juntando sus bocas de nueva cuenta.
Esta vez, fue la lengua del neko la que se adentró curiosa en la cavidad de Yami, buscando la ajena para jugar a gusto mientras sus manos, cuyas garras ya se notaban, se enredaban suavemente en los cabellos del más alto, acariciándolo con una suavidad que ninguno de los dos demostraba ya en sus besos.
Yami sonrió victorioso en medio del beso, después de todo realmente no le era indiferente al lindo neko-hanyou que ahora jadeaba y buscaba sus besos, preso entre sus brazos.
¿Algo podía ser mejor que eso?
Una respuesta, obviamente positiva, no se hizo esperar cuando, al separarse para obtener algo de aire, observó el rostro sonrojado de Yugi, con los ojos violetas brillando de deseo.
El ambiente se había caldeado demasiado y, viendo la expresión del menor, Yami no sabía si podría contenerse de ir más allá.
Pero a Yugi no parecía importarle aquello en lo absoluto.
Luego de haber recobrado el aliento, Yugi empezó un camino de besos por la mejilla de Yami hacia su cuello, agradeciendo internamente que el mayor no llevase la chaqueta del uniforme ese día. El tenue sabor de la piel dorada era delicioso a opinión del neko, y en su cabeza sólo estaba el deseo de probar más y más.
Estaba excitado, como nunca antes. Tanto así que ni cuenta se dio cuando su pierna derecha se levantó, haciendo amago de rodear las caderas del más alto.
Los que sí sintió fue la sorpresa de Yami ante aquel acto, pero no pudo contener un jadeo cuando la mano izquierda del muchacho se alojó en su muslo y lo ayudó a acomodar su pierna.
De inmediato colocó mejor sus brazos, ahora alrededor del cuello de Yami, y de un suave impulso levantó la otra pierna. Rodeando por completo las caderas del más alto, como había deseado.
Sin dudarlo, el mayor lo apretó más con su cuerpo contra la pared, aunque Yugi estaba firmemente asido a él.
El movimiento provocó un suave choque de sus zonas privadas, delatando ante el otro que ambos estaban más que dispuestos a continuar.
—Yugi... Ahhh —Yami no pudo ni decir una palabra más allá de su nombre cuando el oji-amatista abarcó su cuello con labios y lengua.
Yugi jadeó suavemente, ondeando sus caderas contra las de Yami mientras trataba de jalar hacia arriba la camiseta negra con sus manos.
—Yami —jadeó suavemente —me enloqueces.
Y Yami perdió el control de sí mismo.
Presionó a Yugi con algo más de fuerza contra la pared, soltando uno de sus muslos para poder colar su mano dentro del uniforme del hanyou, acariciando la tibia piel a su paso mientras sentía las deliciosas caricias en su cuello sensibilizar su piel cada segundo más y más.
Aprovechando que, de momento, estaba más preso por la pared, Yugi se separó del cuello de Yami para poder subirle de forma mejor la remera y dejar ese apetecible pecho al descubierto.
—Yugi... —lo llamó en un ahogado suspiro mientras su remera caía al piso.
—Prrr ¿Qué? —preguntó de forma distraída en un meloso ronroneo antes de relamerse los labios y bajar a besar y mordisquear suavemente el inicio del pecho ajeno.
Yami sintió derretirse ante aquel ronroneo.
— ¿Estás seguro de esto? —consiguió decir entre la bruma de lujuria que empezaba a envolver la parte racional de su mente.
Yugi dejó de besar la piel dorada y, ante este cuestionamiento, bajó sus piernas de la cadera de Yami, parándose derecho para mirarlo a los ojos —Sí ¿Por qué? ¿Tú no quieres? —poniendo una carita sumamente inocente, Yugi lo miró con un pequeño puchero en los labios, paseando sus garras tentativamente por los hombros de Yami.
—No... Quiero decir ¡Sí! ... Yo sólo —Yugi no pudo contener una risilla cuando Yami empezó a tartamudear nervioso —no quiero presionarte ni nada —consiguió decir.
Yugi le sonrió tranquilizador —está bien Yami, yo también quiero esto —delineó su mentón con besos fugaces —yo también te deseó —añadió a su oreja, antes de dar una pequeña mordida en el lóbulo de la misma.
Una vez más, Yami rodeó la estrecha cintura de Yugi en un apretado abrazo — ¿tienes idea de cuánto me excita que me hables así? —susurró esta vez él en la oreja felina antes de lamer su contorno lentamente, serpenteando su lengua hasta arriba por la tierna piel interior.
El oji-amatista tembló entre los brazos de Yami sin poder contenerse ante dicha caricia. Sus orejas eran tan sensibles en ese momento que literalmente pudo sentir la descarga eléctrica que bajó desde su oreja hasta su miembro.
—Mmmm ¡Ahhh, Yami! —gimió de deleite, mientras bajaba de forma suave sus garras por la espalda de mayor.
El aludido soltó un quedado jadeo, gustoso de la caricia, y de inmediato las orejas de Yugi se sacudieron. De pronto los besos del menor regresaron a su pecho a la vez que este trataba de hacer que se dieran la vuelta.
Algo confundido, Yami se dejó hacer hasta que su espalda chocó con la pared justo al lado de la puerta, Yugi entonces empezó a encaminar sus besos hacia el sur, pasando perezosamente su lengua por uno de los pezones del mayor mientras rodeaba al otro con uno de sus dedos; fue flexionando lentamente las piernas sin problema alguno de mantener el equilibrio en tanto que trazaba un camino de besos y chupones hasta el ombligo, y finalmente se arrodilló. De más estaba decir que Yami estaba tan encantado como sorprendido de las acciones del pequeño neko, a pesar de su timidez inicial sus actos ahora eran decididos, tal como las manos que trataban de desabrochar su pantalón.
Yami sintió su abdomen contraerse en un espasmo cuando las manos del oji-amatista acariciaron su miembro por sobre la tela, la boca del chico seguía dejando besos esporádicos cerca de su ombligo pero no tardó mucho en bajar hasta donde estaban sus manos, dejando con su lengua un camino húmedo en la tela del bóxer gris que estaba visiblemente abultado. El oji-vino tembló, las intenciones de Yugi quedaron más que claras cuando sus manos buscaron sacar aquel miembro erecto de entre la tela.
Amatistas y rubís chocaron justo antes de que la lengua del curioso gatito empezara a tantear aquella sonrosada punta roma, primero lento, rodeándola una y otra vez, como si probara algún dulce o un helado; cuando pareció no bastarle, separó más los labios e introdujo más de la mitad en su boca.
Yami no contuvo el gemido en su garganta cuando se sintió acogido en aquella cavidad caliente, estrecha; Yugi lo acogía de forma deliciosa, moviendo la lengua torpemente a su alrededor a medida que movía su cabeza de atrás a delante, incluso lo raspaba muy suavemente con sus dientes, teniendo un increíble cuidado con sus colmillos. Para evitar el impulso de llevar sus manos a la cabellera del tricolor menor las llevó a sus propias caderas donde las manos de Yugi apretaban la tela de su pantalón apenas caído, no quería presionarlo si le tomaba del cabello, sabiendo que no se contendría en moverle con más fuerza.
Por un momento cedió al exquisito placer que Yugi le estaba dando y cerró los ojos, dejando ir la cabeza un poco hacia atrás, pero casi de inmediato Yugi alejó la boca de su eje caliente —abre los ojos —dijo en tono de orden que Yami acató enseguida —no dejes de mirarme —con sus grandes ojos amatistas fijos en los del mayor, Yugi pegó su lengua a la base del miembro ajeno y la deslizó hacia arriba lentamente antes de volver a introducirlo en su boca.
Yugi aumentó la velocidad del movimiento y Yami se esforzó por no perderlo de vista ni un segundo, no quería que él se detuviera y, de algún modo, comprendía que esa era la amenaza tacita si volvía a cerrar los ojos.
El de ojos color vino sintió un hormigueo crecer desde el inicio de la columna y expandirse como corrientazos por su cuerpo entero, cierta presión acumulándose en su vientre —... Yu-gi —jadeó —para... voy a... —el menor lo ignoró deliberadamente, incluso su cola levantada se ondeó con descaro; las garras le acariciaron coquetamente las caderas y Yami ya no pudo contenerse.
Su orgasmo explotó, junto con un satisfecho gemido sintió su semilla salir y Yugi la recibió como si nada en su boca, no dejando escapar ni una gota, tragó con gusto aquel cálido líquido. Yami jadeaba para recuperar el aliento mientras lo veía relamerse los labios con gusto luego de haberse apartado un poco, la cola seguía ondeándose a su espalda de forma acompasada y las orejas negras atentas en su dirección.
De forma repentina, Yugi se puso en pie, abrazándose suavemente al cuello del mayor — ¿Yugi? —Yami pudo sentir la vibración del bajo ronroneo que el neko emitía, además el cuerpo de Yugi estaba más tibio, sin dudarlo el oji-vino llevó sus labios de nuevo a atrapar una de las orejitas negras y Yugi gimió su nombre en respuesta.
— ¡Ahhh! E-eso se siente muy bien —jadeó el menor.
De improvisto, Yami lo rodeó firmemente por la cintura, usando la fuerza suficiente para levantarlo, y así lo llevó hasta el escritorio más cercano, donde lo sentó y soltó su oreja solo para estamparle un apasionado beso en los labios. Se sentía hervir por dentro, ardía en ganas de tomar a ese precioso gatito y ni aunque la campana sonase en ese momento para finalizar el receso se detendría.
Sin consideración alguna, Yami desabrochó el pantalón de Yugi y lo bajó; contrario a apenarse Yugi se sacó los tenis a patadas y dejó que Yami terminara de sacarle la prenda, quedando en un pequeño bóxer de color negro. El oji-vino subió su boca de regreso a la de Yugi mientras se encargaba esta vez de abrir de forma torpe los botones de la camisa escolar blanca del hanyou, dejando expuesto aquel cremoso pecho por el cual no tardó en deslizar sus dedos, buscando estimular los pezones ya endurecidos del neko.
Yugi empezó a gemir ahogadamente en cuanto Yami dejó su boca, sólo para bajar sus besos por la mejilla, el mentón y el cuello del hanyou, dejando luego un notorio chupón rojizo en medio de sus clavículas.
—Mmm ¡nyaaaa Yami! —Yugi se aferró a los cabellos de su amante cuando sintió la tibia boca succionar cuidadosamente uno de sus pezones.
—Tu piel también es deliciosa... Yugi, me enloquece cada parte de ti —le susurró a la oreja, irguiéndose para darle la vuelta al escritorio.
— ¿Yami? —lo llamó en un jadeo, cuando sintió al oji-vino alejarse un poco de su cuerpo.
—Cierra los ojos, gatito... ahora me toca a mí consentirte —Yami se sentó detrás de Yugi, separando las piernas para poder pegar la espalda del menor a su pecho y empezó a esparcir besos en su nuca.
Yugi no dudó en obedecer su petición, sus orejas ahora apuntaban hacia atrás y su cola fue a enrollarse alrededor de la cintura del mayor, a la espera de lo que fuera a hacerle.
De su mano izquierda, Yami acercó dos dedos a la boca del neko, presionando sus labios para darle a entender lo que quería; ni tardo ni perezoso, Yugi abrió su boca, cediendo el paso a los dos dígitos como antes lo hiciera con el miembro del chico. La mano derecha regresó a juguetear con uno de los pezones del hanyou mientras la boca de Yami besaba, succionaba y mordía toda la zona entre su cuello y hombro.
Los cuerpos de ambos estaban perlados de sudor, la esencia de la pasión invadía cada rincón de aquella sala y no era para menos. Ambos estaban muy conscientes de lo que deseaban hacer y no se detendrían.
El gemido anticipante de Yugi fue ahogado por los dedos de Yami cuando sintió la mano que se paseaba por su cuerpo bajar descaradamente a la única prenda que conservaba bien puesta -dado que ahora su camisa estaba medio resbalándole por los hombros- y colarse dentro de la tela.
— ¡Ahgggg Yammmi! —un pequeño hilo de saliva escurría por la comisura de sus labios.
— ¿Se siente bien, koneko-chan?* —susurró pesadamente a su oreja, antes de apresar la punta cuidadosamente entre sus labios y empezar a succionarla con delicadeza.
Yugi gritó. Era demasiada estimulación para él, sentía sus entrañas contraerse en anticipación por los altos niveles de excitación a la que era sometido su cuerpo y no podía más que desear sentir a Yami de una vez entre sus piernas, embistiéndolo con fuerza para satisfacer esa poderosa necesidad. En un pequeño destello de lucidez se sorprendió de su propio sentir, puesto que estaba seguro de no estar en celo; pero tan rápido como llegó, así desechó ese pensamiento, el placer que le estaba dando el oji-vino no tenía comparación.
— ¡Yaaami! —ronroneó en necesidad. Yami no pudo más que sonreír al escuchar cada vez más la hermosa melodía de los gemidos del hanyou, sacó sus dedos de la pequeña boca que antes lo hiciese delirar y la llevó junto a la otra dentro del bóxer de Yugi, sólo que más abajo, a la vez que su boca regresaba al hombro del menor.
No se supo si fue un grito, un gemido o un maullido lo que el hanyou emitió al sentir, no sólo los dos dígitos ahora profanar su entrada, -de por sí húmeda- sino que al resto de la mano acariciar de forma un poco torpe sus testículos. Yami definitivamente quería matarlo de placer. Soltó la cintura del mayor sólo para enrollar su cola negra en uno de los fuertes brazos, de la misma forma que llevó su mano al mismo hombro tratando de no encajarle las garras muy fuerte.
— ¡Y... Ya... Yami! —jadeó angustioso, con los ojos fuertemente cerrados —para... no puedo... —sollozó en un suave maullido, sus caderas se balanceaban instintivamente al ritmo de las manos del oji-vino.
—Sí que puedes —murmuró con algo de burla en la voz —anda gatito —Yami raspó suavemente el hombro de Yugi con sus dientes, los movimientos de sus manos ya habían desacomodado bastante la prenda íntima, lo que le permitía observar perfectamente el sonrosado miembro ser estimulado por sus manos —Mmm Yugi —jadeó su nombre, sabiendo que el menor estaba al límite.
Yugi abrió los ojos de golpe cuando sintió la fuerte sacudida nacer en su columna vertebral, provocándole un escalofrió en todo el cuerpo y que su semilla saliera disparada de su pene, añadiendo lo que pronto sería una nueva mancha al descuidado piso viejo — ¡Yamiii! —gritó su nombre, para luego presionar sus dientes, sentía la necesidad de perforar algo con sus colmillos.
Yami observó encantado las reacciones de Yugi en el apogeo de su clímax, el suave temblor de su cuerpo, el tono de sus gemidos y sobre todo sus expresiones lo dejaron extasiado; su miembro palpitaba dolorosamente, exigiendo atención, contra la espalda baja de Yugi.
Esperó a que el hanyou recuperara el aliento, ladeando un poco el torso para recostarse en su pecho, podía sentir el galopante latido de su corazón y creyó que no habría estampa más hermosa que ver a ese lindo gatito prácticamente desnudo entre sus brazos.
— ¿Sigues conmigo, lindura? —susurró quedadamente, dando pequeños besos en la suave piel de su mejilla.
—Más te vale creerlo —respondió luego de un suspiro, ya normalizando su respiración y abriendo de nuevo sus orbes amatistas.
— ¿Fue demasiado para ti, koneko-chan? —bromeó.
—No cuentes con eso, Yami —una pequeña sonrisa vaciló en sus labios.
—Oh, el pequeño gatito quiere seguir jugando —lamió lentamente desde su hombro hasta su cuello, consiguiendo un sosegado gemido placentero y un estremecimiento.
—Creo que tú mismo puedes dar fe de ello —Yugi apretó con su cola, el brazo que mantenía dos dedos clavados en su esfínter.
—Mmm, así es, siento como aprietas mi dedos —relató a su oreja, soltando su cálido aliento en la misma de forma intencional —muero por saber cómo se sentiría estar dentro de ti, mi pequeño, deber ser delicioso —apresó el apéndice felino entre sus labios.
El oji-amatista, cuidadosamente, volvió a su posición de darle la espalda a Yami—Nyaaa... ¿por qué no lo averiguas? —Yugi flexionó las piernas, apoyando la planta de sus pies en el escritorio, así como las manos, para levantar un poco las caderas —ven Yami... qui-quiero sentirte también —expresó más sonrojado de lo que de por sí estaba.
Y claro que Yami no iba a negarse, sujetó las caderas de Yugi con una mano y con la otra se tomó a sí mismo para guiarse dentro de aquella estrecha cavidad que tanto deseaba profanar. El hanyou bajó con cuidado, después de todo seguía siendo su primera vez; Yami no hizo presión, cuando sintió la punta de su miembro dentro, dejó ambas manos de manera floja en las caderas de Yugi, aun cuando estaba desesperado por sentirlo era más fuerte la preocupación por no lastimarlo ni dejarle un mal recuerdo de su primer encuentro, ya que esperaba que hubiesen muchos más.
El neko suspiró de anticipación mientras Yami le acariciaba tenuemente las caderas —hazlo a tu ritmo, no te haré daño —le murmuró con cariño, esparciendo besos por su espalda.
—Yami... —susurró de vuelta, relajando su cuerpo mientras descendía lentamente, sintiendo la tensión de sus músculos internos, que poco a poco iban cediendo —yo... —los ojos amatistas temblaron, sus garras rasguñaban salvajemente la vieja madera bajo sus manos, haciendo terroríficos surcos en esta.
— ¿Te duele? —consultó preocupado, con las manos tensas, casi había adentrado la mitad de su virilidad en el hanyou, y por todos los dioses, necesitaba más.
—N-no es... eso —contestó entre jadeos —yo... —se mordió los labios, rompiendo un poco el inferior con sus colmillos — ¡Te quiero! —confesó en un gemido ahogado, bajando las caderas de golpe.
Yami gimió fuerte, cubriendo el siseó de Yugi al sentir el ardor en su interior, no era un daño insoportable, pero él siempre había sido un tanto sensible al dolor.
Una pequeña lágrima bajó por su ojo derecho sin que se diera por enterado, no así Yami, a quien la gotita le cayó en el brazo.
—Yugi ¿estás bien? —el mayor buscó su mirada.
—Sí —susurró bajo —solo... espera un poco —suspiró profundo, mientras se movía tenuemente, tratando de hallar acomodo.
—Tranquilo koneko —empezó a besar su cuello suavemente —Yugi —el aludido ladeó la cabeza, lo suficiente para mirarlo —yo también te quiero —le sonrió dulcemente, acariciándole la mejilla.
—Yami... —maulló antes de apoderarse de sus labios, sintiendo las mejillas calentarse — ¿lo dices de verdad?
—Me gustas Yugi... desde hace mucho —declaró el mayor antes de soltar un gemido por el movimiento de caderas de Yugi.
Las orejas del hanyou temblaron al oírle y su cola soltó el brazo del oji-vino para ondearse con felicidad, escuchar esas palabras del primer humano que se interesó por él y le trató de buena forma aun sabiendo que era hanyou lo hacía rebosar de felicidad. Yami lo hacía sentir de verdad querido.
—Eres tu —susurró bajito —tu eres para mí.
Yami no supo si había oído bien al hanyou, pero eso pasó a un segundo plano cuando Yugi empezó a subir y a bajar sus caderas, en especial al escuchar sus sensuales maullidos que delataban que el dolor desaparecía, dejando vía libre a que ambos disfrutaran aquella entrega.
Porque eso era, una entrega mutua, un intercambio de sentimientos.
No era meramente deseo carnal o instintivo.
Allí había mucho más.
Y Yugi se dio cuenta en ese momento, recordó las inquietudes que lo azoraron la noche anterior.
Las sonrisas que Yami le dirigía, el caminar siempre a su lado después de clase, todos esos lindos detalles que tenía para con él; siempre queriendo conocerlo a él y a sus costumbres, siempre cuidándolo.
Yami había estado cortejándolo y él ni siquiera lo había notado.
Y a pesar de eso, lo había conseguido. Yugi no podía negar que su corazón latía de forma única por Yami, que sus sentidos se agudizaban en él.
Yami era su pareja destinada.
Se lo decían sus sentimientos y la forma tan natural en que sus cuerpos se amoldaban, el como Yami lo hacía delirar de placer como si no fuera la primera vez que se apareaban.
No, se corrigió mentalmente, aquello no era simple apareamiento, aquello era lo que los humanos llamaban "hacer el amor" y ahora entendía perfectamente el término.
—Agh ¡Yugi! —las orejas felinas se sacudieron al oír los gemidos de su futuro compañero, y se esforzó por acelerar el movimiento de sus caderas; quería complacer a Yami, y así mismo, la presión en su vientre estaba enloqueciéndolo de nuevo.
Los ojos amatistas de Yugi tomaron una coloración magenta brillante mientras sus garras y colmillos se alargaban un poco más. Las garras perforaron la superficie del escritorio hasta el espacio vacío que hacía de cajón mientas sus dientes se apretaban con fuerza.
Yami mordió suavemente el hombro de Yugi, apretando sus caderas que se movían en círculo, llevándolo al delirio y más allá.
— ¡Argg-ah Yugi! —ahogó un gruñido de placer entre el cuello y hombro del neko al llegar al orgasmo.
Yami se corrió dentro de Yugi, desencadenando también el clímax del hanyou —Purrrr ¡Yami!
Apenas el mayor le soltó las caderas, Yugi levantó el cuerpo para sacar el miembro ajeno de su interior, pues se sentía algo sensible a pesar de que ya no doliera; un poco de la esencia de Yami resbaló por los muslos del neko hasta el piso, pues este se inclinó hacia adelante, respirando profundamente.
—Compañero —lo llamó cálidamente el oji-vino, llevando una mano a su rostro. Yugi lo miró con ojos brillantes y temblorosos ante esa sencilla palabra que tanto significado encerraba para él, y sabía que Yami lo comprendía, al menos parcialmente —te quiero.
Yugi se movió para darle un suave beso, cansado —yo también te quiero, mi Yami —pronunció sin recato alguno.
Yami sonrió ampliamente — ¿esto significa que somos pareja ahora?
— ¿No es lo que querías? —le sonrió de vuelta, ladeando la cabeza con coquetería —estos últimos meses... tú has estado cortejándome —no preguntó, afirmó —todo lo que hiciste, cada detalle... me has cautivado por completo... perdóname por no haberme dado cuenta antes —se encogió con poco con culpabilidad.
—No debes disculparte, quizás no fui lo suficientemente directo —sonrió al recordar el consejo de Ryou —ahora puedo decir que todo ha valido la pena, por tenerte a mi lado.
Yugi se acurrucó en su pecho —eres tu... la persona destinada para mí —recitó suavemente —nuestras almas son afines desde el momento en que nacimos... Yami.
El aludido buscó entrelazar sus manos —A partir de ahora... juntos.
—Sí —y Yugi recostó la cabeza en su hombro.
La campana de final de receso los sorprendió.
Ambos tricolores se miraron con los ojos como platos y solo pudieron soltar una risilla nerviosa.
—Vayamos a la enfermería —sentenció Yugi.
Continuará...
*El color me lo invento ¿ok?
*L-Arginina es un aminoácido que interviene en la primera fase de la respuesta erectiva tanto del pene como del clítoris
*Koneko-chan: gatito, minino.
Vaaaaaaaaaaaaaale, espero que esto haya compensado los previos caps algo cortos o no muy sustanciosos ^^U
Por fin las tres parejitas que faltaban están hechas.
Ahora viene... el problema con Tea 7u7
Ryou, cariño, creo que necesitaré un poco de tu ayuda
R: cuenta conmigo *chocamos puños*
Bueeeeeeee, eso fue todo mis bombones de chocolate (?
Nos leemos en el próximo.
Ja ne~nya
Pd: una vez más, creditos de las dos imagenes a mi amiga que tengo ya en un pedestal, y artista idolatrada, Viki
I love u, nada homo ;) xD
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