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Sintió como su respiración rodeaba todo su cuello, tocando con la punta de sus dedos desde su nuca hasta su torso, haciéndose impaciente ante el roce del otro. Murmurando su nombre hasta volverse su palabra favorita. La locura lo dominada, cada centímetro de su piel le pedía a gritos más, era el momento de dar el siguiente paso.
El otro, sin pensarlo dos veces, comenzó el acto lentamente, dejando en el cuarto un aroma a sudor y el ambiente de deseo y pasión. Era la noche perfecta, con la persona correcta y en el momento indicado.
Al menos así lo creía uno de ellos, derritiéndose en el éxtasis del movimiento, volviéndose uno con el otro, su corazón estaba puesto en ello, su mente y todo de él estaba lleno del otro.
El segundo sabía que era la persona correcta y la noche perfecta, pero no era el momento indicado. Y lo sabía muy bien.
Sabía que no debía tenerlo debajo de sí mismo, gimiendo de placer y pronunciando su nombre incontables veces. Esos sonidos que hacían eco en su cabeza, suscitando un inmenso sentimiento de culpa en él. ¿Cuáles serían las consecuencias de comer la fruta prohibida? Ese pensamiento pasó por su mente cada minuto que transcurría. Ya sabía que estaba mal, se supone que ese era el día en el que renunciaría de una vez por todas a él. Esa misma noche le iba a decir todo, pero sucumbió ante el deseo y el amor que le tenía.
Pero después de esa velada, después de esa noche en que la luna y el sol se juntaron para separarse nuevamente , habría sido el final de lo que pudo ser, pero no fue. El final de lo que no comenzó, pero ya había terminado.
Ambos se dejaron caer sobre la cama con agitación, mirándose fijamente el uno al otro, conectándose la mirada, y diciéndose todo, pero sin usar palabra alguna.
El silencio no era asfixiante, era maravilloso. Escuchando la respiración del otro para finalmente abrazarse. Retomaron los besos con ternura y pasión.
Uno de ellos quería aprovechar al máximo esa noche,la única noche feliz que se volvería con el tiempo un hermoso y doloroso recuerdo.
El otro creía que esa era una de muchas noches más, que había tiempo, si bien no sea la eternidad, de disfrutar sin apuras el calor del otro.
Lo hicieron una y otra vez, las horas no eran suficientes para esa pareja que se complementaban perfectamente el uno con el otro, siendo uno tímido y el otro más provocativo, descubriendo nuevas facetas de cada uno, sintiendo celos por querer ser el único para el otro, amando dolorosamente y con recelo a ellos mismos. Ignorantes de lo que ocurre a su alrededor, como si la guerra estuviera en su auge y un terremoto remeciera la tierra, no se detenían, ya habían caído y sin vuelta atrás en ese juego del destino que se llama amor.
Amor. Solo funciona si cumples con todos los requisitos, sino sufrirás las secuelas de haber escogido mal, pero ese puede no ser el problema muchas veces. Puede que el amor no sea suficiente para que algo funcione, debe haber más virtudes como la comprensión, paciencia, estima y la honestidad. "Honestidad" , nunca debe estar ausente.
Había sido vencido, sabía que la felicidad para el otro tenía un rostro distinto al suyo, mientras que la felicidad del mismo se encontraba en ese momento con él , viendo su bella sonrisa y sus cálidos ojos.
¿Quién será el afortunado?, se preguntó irónicamente.
Lo siento, pero no serás capaz de encontrar a esa persona, no te dejaré hacerlo. Tú me vas a esperar, sé que lo harás, porque sé que me amas.
Espera por mí el tiempo que sea necesario, Jungkook.
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