< Encarnación >
<<El reloj de arena se ha volcado una vez más, y empieza a correr un nuevo tiempo.>>
<<Lo sé.>>
<<Si lo sabes, Agua, deja que fluya y entiende una vez el designio de tu prole.>>
Volver del Mundo de los Espíritus siempre era un sacudón al que nunca te terminabas de acostumbrar, a pesar de los años de disciplina y la frecuencia de los viajes astrales. Sólo los Aire lo tenían incorporado de manera tan natural. El resto de los elementos debían, como mucho, agradecer que volvían en una pieza, sin dejar la cordura en el camino.
Amalok se sentía como esos afortunados, cada vez que regresaba y comprobaba que era su cuerpo, y los besos eran de Naobi, y los abrazos de sus hijos. Eran cosas necesarias que debía confirmar en su posición; pero la edad se lo hacía cada vez más difícil.
—Cariño...
La voz de su mujer le hizo abrir los ojos, levantando la cabeza y parpadeando lento, cuando vio la sonrisa y sintió su mano en la mejilla. Rompió su posición de loto y le respondió con un suave beso, saliéndose de la pequeña piedra en la que había estado sentado incontables horas.
El suave vapor que había inundado el aire se hizo más liviano, disipándose y mostrando un arco de mármol blanco detrás, que circundaba un pequeño jardín breve, en cuyo fondo mostraba una laguna redonda. Dentro del agua, un pez blanco y un pez negro nadaban en corrientes concéntricas. Todo tenía una luminiscencia propia, lo que marcaba lo sagrado de aquel lugar.
—Estoy bien.
—¿Lo estás? — la mujer delante suyo le cuestionó — En el último tramo estabas perturbado.
—No pude evitarlo, ShiChen; extraño mucho a Liben.
—Sabes qué pasa si pierdes el foco en ese estado, es peligroso — entrecerró los ojos — . No vuelvas a descuidarte dejándote llevar por las emociones mortales.
—Estoy de vuelta en una pieza, no lo hago tan mal.
La monja se cruzó de brazos con el ceño fruncido, tras ver la sonrisa de confianza que buscaba calmar sus propios nervios. Suspiró largamente, acomodándose el manto cruzado color maíz sobre su pecho.
—Te advertí que verías al espíritu de tu hijo, y que no debes desviarte.
—Lo siento — miró a su esposa de repente — . Él está bien, mi amor. Está descansando y está feliz por Jibril. Dice que nada parece malo del otro lado ante esa peculiar unión.
—Qué alivio, querido — la mujer llenó sus ojos de lágrimas, tocando el pecho de su esposo — . Les contaré eso a los chicos después.
—No era el punto, sin embargo — interrumpió la monja, tratando de no sonar insensible — . Te ayudé a que llegaras hasta tus creadores.
—Y te lo agradezco, sabes que estoy en deuda con los tuyos.
—Tenemos misiones, no deudas — cortó severamente — ¿Encontraste respuesta a las dudas que dejaron tus sueños premonitorios?
—No — respondió, apenado — . Me dijeron que debía dejar fluir las cosas, porque la marca del tiempo había cambiado y empezaba de nuevo.
—Ciertamente la decisión que has tomado ha cambiado el curso de la historia; y quizás la forma misma del mundo. Eso fue lo que intuí en Ba Sing Se, cuando vi concretarse esa boda que acordaron Lord Keegan y tú. Sorprendentemente, los involucrados no estaban incómodos; la felicidad era genuina. Ver este complemento entre ambos jóvenes me inquietó; mas, cuando consulté por ello, los espíritus acordaron en que había sido lo correcto.
—La verdad esperaba algún tipo de resistencia, pero no la hubo — la miró con cuidado — . Por eso quise consultarte apenas empecé a soñar esas cosas, y te tomaste la molestia de viajar hasta aquí. No quería que fuera sólo mi impresión.
—Cuando llegue al Reino Tierra, le cuestioné a Wen Fu su finalidad en todo esto — aclaró, rompiendo su posición y sentándose sobre sus muslos, con la espada recta — . Él me aseguró que no había segundas intenciones más que las habladas; y me negué a creerlo hasta que ocurrió. Cosa que me dejó sorprendida — miró hacia la laguna — . En el mundo espiritual, era como si hubieran esperado que esto ocurriera en algún punto de la historia. Y pasó, con nosotros como testigos — los volteó a mirar — . Así que claramente estaba designado.
—¿Y eso qué significa, Maestra ShiChen?
—No lo sé, buena Naobi — le dijo con más dulzura cuando la enfocó — . Con los sueños que inquietaban a tu esposo, pensé que al ayudarlo a ver a sus creadores lo podría comprender. Lamentablemente, la lógica con la que se manejan a veces nos es incomprensible; inclusive a los Aire, que los vemos frecuentemente. Cuando quieren ser crípticos, no hay modo de entenderlos.
—Vine, sin embargo, con una buena sensación — habló Amalok, retornando a su tono de voz usual, duro — ; de que mi propuesta y la elección de Naobi fueron las correctas. Algo de mí me hacía sentir que había tirado a mi hijo a una fosa de lobos, por el bien de la paz.
—Es, efectivamente, una fosa de lobos — afirmó ShiChen, con un dejo casi de humor. Alzó su expresión sin cejas, que arrugaron la flecha azul en su frente — . Pero es cierto que tu esposa ha hecho una elección correcta.
Naobi la miró, inquieta.
—¿Será así, Maestra? Me siento en falta cada día que pasa, desde que señalé a Jibril; que lo arranqué de su gente porque no pensé en nadie mejor para sortear semejante posición.
—Fue lo mejor. Gracias a Liben y su valiente paso al Otro Lado, se abrió la puerta; Amalok que fue el conductor del motivo y tú, quien hizo la elección, comenzaron una era de paz que durará muchas generaciones; vuestros hijos y sus descendientes podrán disfrutar los años venideros, largamente en progreso.— Amalok miró extrañado como Naobi frunció el ceño.
—Pero hay algo más.
—No puedo escapar de tu sagacidad femenina — cerró los ojos, sonriente — . Si, hay algo más.
—¿Qué es?
—Me tomaré el atrevimiento de decirles con los espíritus de testigos que, de entre todos sus hijos talentosos, fuertes e inteligentes, Jibril es el mejor. Como el último producto, el más acabado y destilado. Inclusive, nació al final precisamente por eso. Su destino es enorme, y va más allá de ser un instrumento de paz mundial.
Los miró con atención.
>>Ha entrenado su bending desde niño; se ha forjado, crecido y peleado en la guerra, pero su espiritualidad es extraordinaria. Sé que no han tenido tiempo para esos menesteres en plenos enfrentamientos y defensas de territorios, pero quizás ahora sea el momento de orientarlo para ese lado.
—¿Espiritualidad?
—Está conectado a Padre Océano de una manera intensa; no me extrañaría que, ahora con su mente en paz y su corazón lleno de amor, tenga sueños con Tui y La como los ha tenido su padre, susurrando el camino al que está predestinado.
—Entonces sí tiene que hacer algo más...- dijo el hombre. La monja asintió.
—Más bien, ser. Hasta donde ha escalado, en su excepcionalidad y manejo del elemento matriz, es claro que el Poder está alfombrando el paso de sus pies. Es una cualidad muy poco frecuente, y eso es lo que Naobi sintió en él para elegirlo: que tenía la capacidad y la templanza de tomar semejante posición, porque nació preparado para ella — negó — . Ni siquiera Liben, que en paz descanse, hubiera podido soportarlo.
—Es algo que no sabemos. — cortó Amalok, ofendido por su hijo.
—Dime, Naobi — la miró con calma, ignorando el tono ajeno — ¿Hubieras elegido a tu primogénito para ser el Consorte del Fuego, de haber estado vivo?
—Ya que su ausencia física fue el motivo que impulsó todo esto, no lo sé. Pero, si hubiera tenido que medirse de igual manera — los miró seria — No. Hubiera elegido a Jibril de todos modos.
—Esa, Amalok, es la sabiduría femenina que supiste escuchar en un momento crucial — señaló suavemente con una mano — . Por eso reafirmo mis decires. Jibril era el único capaz, porque nació con el Poder sobre sus hombros. Sólo él podría haber estado a la altura de esto. Por eso está tan conectado a su agua sagrada, es lo que le da esa majestad tan atractiva para los Fuego, que lo aceptaron casi en unanimidad. Además sé que, si se entrenara más, sería un gran Maestro de Maestros, llevando el agua-control a una espiritualidad nueva, más allá de los tabúes de sus propias técnicas. Lo cual, luego de que los espíritus me lo señalaron, la posición que ganó tan repentinamente entre sus contrarios, en cómo cambió toda la historia; y, sobre todo, quién está a su lado, sólo me dejó una cosa clara.
Miró hacia arriba.
—Él será una Encarnación.
Los rostros morenos delante de ella palidecieron, y el único ruido reinante fue el de los luminiscentes peces, rodeando eternamente al otro en el agua circular.
—Basta, monja, no digas tonterías. Esos son cuentos de viejas. — La reacción del Cacique fue de miedo, y no de falta de respeto. La mujer se lo perdonó y cerró los ojos, concentrada.
—Ya me has oído, Amalok. Y que no extrañe que el joven Fuego también lo sea, dada la atracción que se tienen. Es tan grande en su alma, Jibril, que es capaz de infundir su marca al Príncipe Heredero, poniéndolo a su altura inconcientemente. Porque eso desean ambos: estar juntos para siempre.
Se calló.
>>Y su "para siempre" será literal.
——00——
—¡Qué alegría conocerlo, señor Consorte!
Una joven de cabellos negros largos y ojos liláceos sonrió al Agua con ternura infinita, mientras este le tomaba la mano para besarla con delicadeza. Detrás de las formalidades, le parecía fascinante el exotismo que tenía delante; los azules y grises de las telas resaltando entre los rojos y ocres de todo el entorno.
—El placer es mío, Lady Hikari, lamento no haberme presentado antes.
—No se preocupe, hay tantas cosas de las que ocuparse en Palacio que, imagino, en su caso habrá sido el doble de trabajo.
—Nada de lo cual deba preocuparse.
—Sea bienvenido a la Casa Yorunoto.
En un movimiento grácil de la mano de la mujer, aparecieron sirvientes para acomodar las cosas en la sala de recepciones, en tanto algunos fueron con prisa a la cocina. Al mismo tiempo, el muchacho miró hacia atrás a los Guardias de la Luz que lo custodiaban todo el tiempo, haciéndole un gesto para que se quedaran en la entrada y así mejorar la intimidad, como le había enseñado Arthur.
—Permítame. — Se acercó un paso sobre el escalón, y le ofreció el brazo.
—Muchas gracias, es muy amable.
La mujer apoyó todo su peso para poder caminar, ya que le estaba costando bastante últimamente; sobre todo con la carga de los vestidos pesados que estaba sosteniendo, además de los hombros, con su vientre hinchado.
—Debería estar liviana de telas, su estado es muy avanzado.
—No hay que descuidar las formalidades, Consorte. Es mi segundo bebe, ya estoy acostumbrada — le dijo sonriente — . De todos modos, no rechazo la ayuda, alivia bastante mis pies.
—Comprendo.
No dijo nada más hasta que les prepararon un almuerzo liviano y lo dejaron en la mesa, ayudándola a sentarse entre mullidos cojines, como si fuera un siervo mas. Aquello hizo reír nerviosamente a la noble, por la falta de costumbre de esa actitud.
—No es necesario que se tome estas molestias, es el invitado.
—Para mi gente las mujeres encinta son sagradas, y más valiosas que el mismo Cacique. Preservamos la vida por sobre todas las cosas; y ustedes son las criaturas más importantes del mundo, pues sostienen a la humanidad.
—Es tan fascinante todo lo que me dice — sus mejillas se sonrojaron de pronto — . Me siento halagada.
—Debería. Además, orgullosa, con ese vientre tan prolífico y sano.
—¿Sano?
—Sí, está en perfectas condiciones — aseguró sonriente, mientras le servían la comida — . Será un buen alumbramiento.
—¿Puede saber eso? ¿Acaso sabe sobre partos?
—No, jamás me pondría a la altura de la sabiduría de las madres de tribu, como las llamamos — miró apenas su plato, pero no lo tocó hasta que la otra comenzó a comer — . Pero los benders somos enseñados en los aspectos de la sanación; y entre ellos está en distinguir cuando un proceso natural de esas características está bien. Gracias a los dioses, todo está perfecto en su caso.
—Me da mucho alivio y confort, mi señor — se tocó el abultado vientre con cariño — . Confío en las viejas nanas de la casa y las de palacio, pero tengo mis temores a veces. Con Nerella, la mayor, tuve dificultades al final — señaló — Y me costó recuperarme.
—¿Pero nació bien?
—Es una niña preciosa, combativa y tenaz. Tiene una pureza grande del fuego-control. Es igual a su padre, quizás algún día domine el rayo, aunque no me guste mucho la idea. Pero la veo muy aguerrida a pesar de su corta edad — tomó un bocadito rojo, mordiendo despacio — . Ahora mismo está con sus tutores, pero si se queda un rato más se la presentaré, si es que no me hace otra rabieta.
—Será un gusto — comió entonces su porción de pan sazonado. De a poco iba acostumbrándose a comidas picantes y calientes — . Seguramente está celosa del embarazo; pero no se preocupe, cuando nazca el niño se le pasará.
—... ¿niño?
Jibril se quedó con el bocado a medio camino, y volvió a ponerlo en el plato.
—¿No lo sabía, mi Lady?
—Me habían dicho que sería otra niña, por el antecedente — dijo, asombrada — . Kumya ya estaba resignado por el apellido y la herencia. Incluso rozó su angustia, hasta que el señor Kaminari le hizo entrar en razón, siendo que su propia primogénita será la madre del Heredero, y que no perdiera la esperanza en tener un varón en el siguiente intento...
El Agua ocultó su escándalo interno, espantado de ver cómo las mujeres no sólo eran lo opuesto en su cultura, sino que hasta las ponían como desechables en las clases más altas. Apretó los labios y bajó la mirada, comiendo el bocado al fin, tranquilizandose entre las masticadas. Respiró hondo y volvió a sonreír, ocultando esos choques civilizatorios que todavía no podía asumir del todo.
—No tienen que preocuparse. Será un varón — le aseguró — . Si me permite...
—Sí, claro.
Jibril se puso de pie, rodeando la mesa ratona hasta ponerse al lado de la mujer. Con un gesto suave, tocó la barriga en la parte baja, y quedó serio, para nervios de la futura madre expectante.
—El agua es el origen de todo; inclusive, de los dioses y de los creadores de los benders. Todo se inició en el agua, en el regazo de Madre Luna y Padre Océano — le confidenció, y los ojos violáceos brillaron como una niña ante un cuento maravilloso — . Por eso, quienes fuimos elegidos para manejarlo, sabemos como funciona el origen mismo. Todos venimos del agua, si lo piensa. La vida está rodeada de él hasta que sale al mundo e integra el aire en sus pulmones, pisa la tierra con sus pies, y genera el fuego con sus manos.
—Qué hermoso... — susurró la mujer, fascinada con ese hombre que de repente le pareció más atractivo de lo que ya era.
—Por eso vemos estas cosas con claridad. Sólo toque su brazo y lo supe. Es un varón sano al que no le falta mucho para nacer — entrecerró los ojos — . ¿Quiere saber cómo se verá?
—No sé si es correcto sin mi esposo presente.
—Podemos esperarlo, si gusta — la miró — . No tengo limitaciones de tiempo.
—Si es tan amable, me honraría.
La cercanía y el contacto de la mano en su vientre; la piel tornasolada cargada de tinta plateada en sus tatuajes; y la mirada fascinante, inundada de celeste que rodeaba al verde, despertó un dejo de deseo en la mujer. Comprendió de pronto porque el Príncipe Heredero estaba tan encantado, y su propio esposo se había fascinado con la experiencia con el hermano del Consorte.
¿Cómo sería una de esas sirenas en los oleajes de las sabanas?
——00——
—Consorte Real, espero que su estancia en mi casa sea propicia.
—Lo es, Kumya, gracias.
La cabeza de la familia Yorunoto se apersonó un rato después que terminaron de comer, y los comensales habían hablado de otras cosas. Mejor decir, la mujer preguntó entusiasmada sobre todo lo que se le ocurría sobre la cultura de los Agua, que hasta ese día le pareció lejana e insondable. Los encontró profundos, maternales y muy sentimentales, a medida que Jibril iba contando un poco acerca de su propia familia, sus padres, sus hermanos y las familias de estos. La mujer se sorprendió de la gran fecundidad de los hombres, y lo que se esperaba del Consorte mismo cuando llegara su momento: sembrar su semilla y dejar muchos hijos.
—Lamento la tardanza, apenas recibí el recado del cuartel llegué lo más rápido que pude. — se quedó de pie en la sala, mientras los sirvientes le sacaban la capa y las insignias de su uniforme blanco de Guardia de la Luz y lo descalzaron, sin siquiera inmutarse.
—No quise importunar tu jornada, amor mío, pero esto es relevante. — Hikari habló, luego de un momento.
—Cuando se trata de ti, querida, lo demás puede esperar. Sobre todo en estas circunstancias — los ojos anaranjados enfocaron al Agua, tocándose con pereza el rodete trenzado de su pelo caoba — ¿Hay algo que deba saber?
—El Consorte Real tiene, entre sus tantas virtudes, una que es parte de su cultura — señaló la esposa, acariciando la hinchada barriga tras las telas — . Puede sentir y ver a quiénes están dentro del vientre, antes de que nazcan.
—Oh, ¿de verdad?
Los ojos del Fuego pasaron de tener un interés fingido a uno genuino. Cuando Jibril asintió, Kumya miró a su esposa y esta se mostró contenta.
—Por favor querido, ven a mi lado y escúchalo.
Más cómodo, el noble y su mujer estuvieron de un lado de la mesa, en tanto Jibril regresó a su lugar relajado, aunque tratando de respetar el ambiente, ya que los nobles nunca parecían estar tranquilos.
Sintió, por un momento, la observación de Kumya; no enfocado a él, sino recordando quizás a su hermano, comenzando a ver el parecido.
—Anthos y yo somos gemelos, mi Lord — le adivinó la mirada, cargada de recuerdos que llenaron de rubor las mejillas del Fuego — . Es por eso que el semblante es similar.
—¿Gemelos?
—Dos bebés nutridos del mismo vientre a la par — aclaró — crecen juntos, y uno nace después del otro. Son partos complicados, porque la barriga es mas amplia y difícil de manejar.
—... ¿Es posible tal cosa? — preguntó la mujer, azorada como su marido. Jibril parpadeó.
—Bueno, mi madre nos tuvo y sigue aquí con nosotros, gracias a Tui y La. — se encogió de hombros — . No es algo muy frecuente en las tribus, pero ocurre. Eso produce que los nutrientes se repartan de la misma manera, al igual que las herencias de sus padres. Por eso nos vemos iguales. Para distinguirnos, él decidió cortarse el cabello, es todo — sonrió con algo de diversión — . Parece que estoy hablando de alucinaciones, al juzgar con sus rostros.
—Es algo ciertamente que aparece en los cuentos de niños. Aquí no existe tal cosa — aclaró Kumya — . No dejan de sorprenderme, ustedes — saldó el tema del parecido, dando a entender que no quería hablar demasiado de su amante delante de su señora encinta. Lo comprendió enseguida.
—Entonces, dinos, Consorte Real. — lo alentó la mujer, entusiasmada, tomando las manos de Yorunoto.
—Bien. Como le dije a su esposa, es un varón saludable — comenzó— . Además será un bender, el centro de su pequeña alma ya tiene la llama primigenia de los Dragones — continuó, sonriendo ante la cara de felicidad de ambos — . Y, si quieren saber detalles, será bastante particular. Tendrá la piel blanca como la de su madre, y su cabello y ojos serán los de una llama al rojo vivo. Rojo sangre — señaló el vestido de la mujer — . Como un estandarte vivo de su Nación. No puedo saber su desarrollo espiritual mas, por lo que intuyo de su hija y de su padre, quizás se centre en lo mental. Habrá que saber escucharlo.
—Yo...
Kumya estaba azorado; hacía muchos años que su esposa no lo veía así, ni siquiera en el momento en que Keegan le designó ser segundo General en la guerra, pese a su joven edad.
—¿No es maravilloso? — Hikari le tocó el brazo — Ya no tienes por qué preocuparte por el nombre, amor mío, seguirá en el mundo.
Yorunoto notó que el Agua mantenía una sonrisa amable, pero su mirada estaba incómoda en el aspecto sobre los varones y sus privilegios. Entrecerró los ojos, pero respondió con una inclinación breve.
—Gracias por la oportunidad de contemplar una de las cualidades de los Sanadores. Nos han traído suma dicha a nuestro hogar. Es muy importante para nosotros y el futuro de mi sangre. — dijo suavemente. Jibril vio que estaba realmente aliviado, y entendió por qué.
—No se preocupe, me alegra traerles buenas noticias — se inclinó de regreso — . Merecen la cortesía, luego de hospedar y tratar tan bien a Anthos durante la boda — El sonrojo violento volvió al noble, y Jibril sonrió con sutileza — . Quién trata bien a mi familia le es devuelto el doble.
—Es muy generoso de su parte.
—Si tiene algún recado para él, se lo haré llegar — sostuvo con la misma suavidad y el mismo gesto dulce. Miró entonces a la mujer — . A lo mejor, quizás haya cualidades que los Yorunoto quieran conocer de los Agua, una vez que la señora se recupere. Anthos es un gran bender.
La mujer se puso morada y se tapó el rostro con la mitad de su manga, en un movimiento reflejo. Kumya sonrió con diversión, comprendiendo la treta.
—Dígale que siempre será recibido en mi casa por ser el hermano gemelo del Consorte Real — sonrío mas — . Y que será honrado en toda su extensión, como lo merece.
—Se lo haré saber. Si aún no ha conseguido mujer, estoy seguro que vendrá pronto.
—Con la revelación que nos ha dado hoy, mi señor, confiamos ciegamente en su palabra.
Jibril hizo un gesto con la cabeza, y su sonrisa torno entre la satisfacción, el ego y la malicia. Una sonrisa que no había heredado, sino aprendido.
Comenzaba a saber nadar entre los dragones.
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