El Oasis de los Espíritus
Viajar al extremo del Polo Norte siempre había sido una aventura mágica sacada de un cuento de niños. Los relatos y experiencias que de allí salían eran tan irreales, que parecían formar parte de la fantasía; aún entre los Agua, conectado tan sensiblemente por muchas generaciones, en un rito que se había iniciado desde que existían esos pueblos, no dejaba de llenar de maravillas las bocas y las mentes de quienes lo experimentaron.
Aquellos que la habían visto, sabían que era la realidad.
El camino hacia el Oasis era de por sí una obra de arte en sí misma: Sumido en un eterno silencio que sólo cortaba la marea, el cielo cambiaba de luminiscencias; verdosas, amarillas y rojas, que iban y venían como olas de la Aurora Boreal, y se extendían como una suave sábana, estirándose en una cama infinita. Los colores se refractaban desde arriba, pintando los glaciares y los hielos hasta que, tras algunas rocas un poco más sólidas, una sombra opacaba un espacio escondido que, en principio, parecía contradecir todo el paisaje, pero se integraba perfectamente en él.
Entre aquellas paredes y murallas de nieve había una pequeña isla en forma de valle, verde y fértil con sus frutos y flores, y envolvía a un espejo de agua tibio que tenía propia luminiscencia: el Estanque Sagrado, que resguardaba a los siempre eternos Tui y La, girando entre sí por siempre.
—Si me dan permiso, algún día quisiera traer a Artorius hasta aquí. Le encantará todo este paisaje, seguro está más allá de su imaginación. — comentó Jibril emocionado, mientras la barcaza pequeña se abría camino en silencio en el agua, corriendo los bloques de hielo; coronando una pequeña caravana que llevaba a dos de sus hermanos y al consejo de ancianas, escoltando al recién llegado Agua.
—Cuando seas Cacique podrás hacer lo que quieras. — le señaló Anthos, mirando hacia arriba, contento también del paisaje.
—No sé si lo que quiera, eso dependerá de lo que me dejen hacer ellos — contestó con consorte, mirando hacia adelante — . Aunque, pensándolo mejor, acaso eso es considerado blasfemo.
—No lo creo, si otros maestros extranjeros han llegado a visitar a los espíritus en el pasado. Cuñado no sería el primero — Anthos miró a sus otros hermanos, dudoso — ¿O quizás sea diferente y sí lo resientan, porque es el elemento opuesto?
—Bueno, hace muchas generaciones que un Fuego no pisa este suelo. Después de tantos siglos de guerra directa, quizás Tui y La sí resientan su presencia, por su esencia misma.
—Mnh, es cierto eso.
—Si me preguntan, pienso que si alguno de los Fuego lleva a Jibril para que conozca a los Guerreros del Sol y a los creadores del Fuego, Shaw y Ran, no veo por qué deberían estar incómodos — intervino Ivir, mirándolo apenas — . En ese caso sí sería justo, y no enfadaría la visita entre espíritus.
—Sí, tienes razón. Me parece justo — Jibril se acomodó el cabello — . No he hablado con él de esos temas en profundidad, porque no parecía muy educado en ellos, pero sin duda se lo diré a mi regreso. Estaba ciertamente interesado cuando le comenté toda la relación que tenemos con la espiritualidad. Así que, una vez que se lo proponga dudo que se niegue; y sí allá no les gusta mucho la idea, hará todo lo posible por hacerlo de todos modos— se rió — . Suele comandar sus propios deseos de ese modo.
—Te consiente demasiado, no me gusta. Eso te hará caprichoso. — susurró Ivir, mirando hacia otro lado, para ocultar sus evidentes celos.
—Oi, que no es un niño — saltó Anthos, ofendido por su gemelo — . Sabe distinguir una cosa de la otra.
—¡Jajaja! Está bien hermano, deja que se desquite de no verme tanto tiempo. También lo extrañaba. — comentó divertido el Consorte Fuego. El mayor de todos lo miró fijo e hizo un mohín.
—Cállense, los detesto cuando se ponen en ese plan— los gemelos se miraron entre sí y sonrieron con malicia.
—¿En cual plan?— preguntaron al mismo tiempo, con la misma cadencia, sincronizando las palabras. Ivir los miró de pronto y se le erizó la piel.
—¡¡Eso!! Son insoportables, por los dioses— les hizo un ademán, y volvieron a reír. Se sentían bien, juntos de nuevo, como en la infancia.
—¿Existirán esos dragones? — Korin preguntó a la nada, fuera de la conversación. Apoyó el mentón en la mano, contemplando los colores de los hielos. Su mayor lo miró curioso, mientras movía las manos para navegar, sin ver.
—Existen los peces, ¿por qué no?
—No lo sé, deben ser monstruosos, dos serpientes-águila gigantescas que escupen kilómetros de fuego azul — continuó el otro, moviendo la boca — . Yo prefiero que se queden en mi imaginación, gracias.
Los hermanos se rieron, pero las charlas se volvieron susurros respetuosos en la medida que los tonos turquesa del estanque parecían iluminar el entorno hasta ellos, con la luna clara en el cielo, sirviéndose como un gran farol nocturno.
—Estamos cerca, Consorte de los Fuego. Ya saben que estás aquí. — dijo una de las ancianas llamándole la atención desde la barcaza de al lado, manejada por otros benders de la tribu. Jibril se paró con cuidado en el bote, y sonrió mas cuando pudo divisar a los peces sagrados a lo lejos.
—Gracias, madre anciana.
—Es muy importante que estés aquí hoy.
¡Tenía tanto que contarles y agradecerles! No sabía ni por dónde empezar. Además, las ansias de regresar a ver nacer al hijo de su esposo estaban comenzando a ganar un lugar con el correr de las semanas, desde que había regresado a su hogar.
"Ojalá algún día pueda traer al bebé. Si lo cuidamos de los fríos con el calor de su padre, podría pasar unas horas aquí" Jibril sonreía más al divisar el pequeño valle, mientras pensaba en su propio futuro ". Estoy seguro que amará este lugar, y querrá volver siempre a soñar y buscar paz."
————00————
—¿Arthur?
Tora se asomó a la puerta de la sala de la gran casa, caminando con cuidado. cubrió con su bata de verano el abultado vientre, caminando despacio hacia el hombre que estaba allí, en el silencio de la madrugada, mirando la luna creciente de cara a la playa. Cuando volteó a verla soltó el humo de su pipa, curioso de verla ahí entre las penumbras.
—Querida, deberías recostarte — le dijo con suavidad — . Lo siento, ¿te desperté?
—En realidad fue tu hijo, porque no sintió tu calor y me empezó a patear para que me levantara a buscarte. — dijo con un dejo de gracia, haciendo sonreír al rubio.
—Es exigente.
—Igual que tú, Príncipe Heredero.
Se sentó mejor en los almohadones contra la ventana, para recibirla y ayudándola a sentarse a su lado en el ventanal. Acomodó las cosas y retiró el humo de la pipa, para que no se sintiera a disgusto.
—¿Quieres algo de comer?
—No, ya tuve suficiente por hoy — hizo un ademán, buscando los ojos verdes — ¿No puedes dormir?
—No quiero — corrigió despacio, mirando al cielo — . No tengo un buen descanso por las pesadillas que estoy teniendo, así que prefiero agotarme más hasta que no tenga opción.
—¿Tienes malos sueños? Tu melancolía por el esposo y tus miedos están traicionándote.
—Sí — suspiró — . Lo extraño demasiado.
—Cuando quieras darte cuenta estarán juntos una vez más, Arthur.
Tora le sonrió buscando confortarlo, pero no hubo respuesta efectiva ante el comentario; sino un silencioso bochorno que ruborizó las mejillas del rubio de pronto, como recordando algo.
>>—¿Qué ocurre?
—Yo... — suspiró, enfrentándola — . Eres muy valiosa para mí, Tora. Una gran compañera y una buena amiga.
—Te lo agradezco, Majestad — inclinó levemente el gesto de su rostro.
—Quiero confiarte algo y espero que se quede aquí, entre nosotros.
—Sólo nosotros y el bebé lo sabrán, tienes mi palabra — levantó una mano — . Sabes que es mi honor.
—Te lo agradezco — se sentó más derecho — . Es algo sobre mis sentimientos, pero que me está empezando a preocupar. Porque pensé que sería algo pasajero por la distancia, pero esta... incomodidad, no se termina de ir.
—¿Qué puede ser, que tanto te molesta? — el otro se puso más rojo, como en alguna especie de falta a la razón.
—No quiero que Jibril tenga ningún otro amante más que yo.
En cierta manera, para los dragones, lo era.
—... oh.
—¡Lo sé! — la miró de pronto, tomándose la cabeza — ¡Es una locura!
—Son celos hacia el Señor del Fuego y tus nervios por el bebé, Arthur.
—No, es más que eso. Realmente no quiero que nadie lo pretenda, ni lo toque... ¡O lo mire siquiera! — suspiró — La idea de pensar lo que haría mi padre me enloqueció todo el viaje, y me puso de un humor horrible; por eso estuve taciturno algunos días. No quería tampoco admitir que es lo que me pasaba, porque me parece inaudito.
—Lo es... realmente.
Le tomó de las manos, buscando el rostro con los ojos azules, sonriendo.
—No te asustes, quizás sea pasajero. Después de todo, el Agua no es el único que recibió las secuelas de la adaptación de otra cultura. También te esmeraste en empatizar con él al principio, por las diferencias. Ese trabajo mental y emocional también tiene su costo. Quizás ahora aprecias el lazo de otra manera; un poco más como él, así como él es un poco más como nosotros.
—... ¿Crees que se enfade? — torció la boca — Hizo tantos cambios para mí hasta ahora; y aún así yo vengo con esta cuestión. Me siento absolutamente inmaduro a su lado.
—Creo que a su modo de ver el mundo lo sentirá como un halago... y le llamará mucho la atención — alzó las cejas — . Pero eso es algo que deben conversar a solas, pues corresponde a cómo se lleven como pareja de aquí en el futuro, cuando él asuma su puesto de Cacique, y tú de Lord del Fuego.
—Es verdad...
Beso las manos blancas y miró la luna, sonriendo más confiado.
>>—Sí... él va a entender, como siempre entiende todo. Y quizás podamos llegar a un acuerdo; o pueda ayudarme a regresar a un entendimiento anterior.
—Puede ser que a su regreso recuperes tu confianza con múltiples amantes; inclusive los que él mismo tenga por su cuenta — aclaró la mujer — . Esta separación te marca tanto porque, de hecho, es la primera vez que ocurre en nuestra historia; involucrarte así con alguien de otra cultura tan lejana, y eso no es liviano para tu mente. Es inconciente — apoyó las manos sobre su barriga, sintiendo las pataditas dentro — . Te da temor perder todo lo que has construido con él, en ese equilibrio de intimidad mixta, y deseas retenerlo con más brío. Como resultado, el reflejo es ese impulso monógamo.
—Quizás. Tengo la sensación profunda de que no quiero perderlo. Tal vez por eso necesito tenerlo pegado a mí, y se refleja de ese modo.
—No vas a perderlo, Arthur — sonrió Tora — . Te ama profundamente, y es para siempre.
El príncipe no respondió, sino que se enfocó en la panza de la mujer y la acarició con cuidado, pensando en su pequeño ahí dentro.
"Es verdad. Me aseguraré de eso, Alfred, ya verás. " sonrió con ternura " . Cuando conozcas a tu padre, también lo querrás para siempre."
————00————
Al atracar todos los botes, los remeros dejaron un respetuoso paso al andar lento de las ancianas, y todos siguieron su ritmo incluyendo los príncipes, que las ayudaban a bajar y moverse.
—Ellos están felices de verte, Amalok-kin — dijo una de ellas, planeando la mano ofrecida con afecto — ¿Puedes sentirlo en el aire?
De hecho, si podía. Había sonidos inconexos que vibraban con su piel de forma inexplicable; como si estuviera unido a todo en ese entorno más allá de sentirlo en la planta de sus pies, al pasar por el césped o rozar en su andar las flores, o las piedras de ese pequeño valle. Era maravilloso.
Pero, ¿desde cuándo podía sentir todo eso?
—Lo siento muy nítidamente, madre anciana — dijo con algo de asombro de sí mismo — . Es extraño, ¿es porque estuve muy lejos de mi gente por largo tiempo y mi percepción ha cambiado? Jamás me pasó algo así. — se tocó el pecho, incómodo con una presión en el esternón.
—Muchas cosas son posibles, dada tu posición — respondió la anciana, enfocada entre las arrugas, buscando los ojos hundidos en el celeste, como los de ella misma —. Sigues siendo un Agua con un poderoso bending; pero ahora te has unido al Fuego, y has aprendido de ellos. Hay algo de los dragones impregnado en tu corazón ahora. Ciertamente eres diferente, y lo sientes diferente.
—Madre siempre me enseñó que este lugar es guardado con especial recelo para los nuestros — la miró con cuidado — . No quiero ofender a los dioses.
—No los ofendes, querido mío — le dijo mientras avanzaban con cuidado — . Todo esto es parte de un gran designio, verás. Ellos te han traído a este mundo a través de tu madre para este momento.
—¿Este momento?
—Sí. Ya has consumado tu unión, y has repartido tu bondad en tierras lejanas a la tuya; cuyo resultado no fue más que una amplitud de la armonía del universo, pues has iluminado muchas almas perdidas, aquí y allá — le hablaba con calma de manera críptica, mirando hacia el frente — . Estamos aquí para que continúes ese camino.
—Comprendo. — dijo más serio. O al menos pensaba que podía entender esas palabras algo abstractas.
Se acercaron finalmente, al espejo de agua circular que tenía iluminación propia desde adentro. Sonrió con amplitud ante la paz que sintió en su corazón algo nervioso.
—Están preciosos — susurró Korin, sonriente, mirando hacia arriba — . Y Madre está fuerte.
—Este instante es propicio. — dijo la anciana del brazo de Jibril, mirando a las demás, que asintieron con calma.
—Acercate, pequeño — secundó otra mujer mayor, mirándolo con interés — . Hace mucho que no saben nada de ti, y desean verte.
—Desde que eran apenas un infante — terció otra, del brazo de uno de los príncipes — . Acércate para hablarles de tus secretos, pequeño Consorte de los Fuego. Quieren saberlo todo con lujo de detalles, pues han extrañado a uno de sus pequeños extraviados en las tierras cándidas.
—Está bien — Jibril se alejó del grupo, caminando hacia el agua.
—Quizás tome un rato, príncipes — dijo otra al resto — . Así que deberemos tener paciencia para pasar todo el rato aquí.
—Busquemos un lugar para sentarnos hasta que llegue nuestro turno — ordenó Ivir a sus hermanos, que asintieron — . Algo me dice que estaremos un largo rato aquí, efectivamente.
—Estaremos lo que ellos no indiquen, aún si no podamos comer o dormir — sonrió Jibril, de pronto, mirándolos un segundo a todos — ; a ellos me debo.
Las ancianas alrededor sonrieron con un dejo extraño.
—Bien dicho.
El último hijo del Cacique Amalok siguió su camino, hasta que bordeó el agua. Puso sus rodillas en el suave césped fértil y concentrado, miró el andar de sus dioses, concentrado en las manchas redondas de sus lomos, opuestas a la de su compañero.
"Ya estoy aquí, Padre Océano, Madre Luna" dijo en sus pensamientos, con los ojos brillantes ". He vuelto a casa."
...
<<Ya era hora>>
...
————00————
—¿... Jibril?
Liben lo miró con asombro y se puso de pie, levantándose de la mesa en la que estaba escribiendo. La habitación en la que estaba tenía una luz blanca permanente; parecía el viejo cuarto de la infancia que había compartido con sus hermanos, apenas distinguible.
>>—¿Qué haces aq-?
El hombre se detuvo, al verlo un poco mejor.
>>—¡Oh!
————00————
Estimado Príncipe Heredero de la Nación del Fuego,
Le escribo estas líneas porque me tomé el atrevimiento de leer la correspondencia de mi hermano y, dado mis vínculos personales con los cercanos a su familia, me siento en responsabilidad y confianza de dirigirse directamente a usted.
Este mensaje es para informarle con dolor que Jibril no podrá responder ni su carta, ni los mensajes que le envíen desde Hokage, o cualquier otro menester.
Algo ocurrió.
Viajamos junto a mis hermanos hacia el Oasis de los Espíritus en el extremo Norte, usted debe saber porque seguramente le habrá contado sobre ello. Es una peregrinación que tenemos la tradición de hacer los que somos parte s de las familias de los caciques, en pos de mantener la conexión con Tui y La. Al ser mas cercanos como los aire, algunos con el bending bien entrenado tenemos la capacidad de acercarnos a ellos, hablarles y hasta tocarlos, para que nos infunden con sus bendiciones. Lo ha hecho así mi padre, y el padre de mi padre, por generaciones. Inclusive, alguno de mis hermanos mayores.
Pero jamás pasó nada similar a lo que nos tocó vivir.
Mi hermano cumplió con los rituales, sobre todo considerando que sería el futuro Cacique de esta parte del mundo. Y fue acompañado por nuestras ancianas hasta el Estanque, para rezar y volver a casa.
Mas, por algún motivo, en el momento en que se acercó a hablar con ellos, los peces le dijeron algo que no comprendimos, pero él, de pronto, dejó de hablarnos y se metió al estanque con ellos, como si estuviera en un trance. En un instante, fue jalado hacia abajo, hundiéndose involuntariamente.
Y desapareció.
Ese círculo de agua es un portal espiritual, así que debe estar del Otro Lado. Mientras le escribo, algunos monjes Aire están viniendo para acá, para que puedan ayudarnos. Ni ellos pueden entender cómo es que los peces se lo llevaron, con cuerpo y todo. No existe la materia ni la carne en aquel mundo. Lo cual, solamente puede significar una cosa, que no quiero siquiera imaginar.
Lloro desconsolado, y mi vientre se siente arrancado de mi gemelo; con toda la familia, mis padres y hermanos, destrozados tanto como debe de estarlo ahora mismo al leer estas palabras amargas. Y comparto en partes iguales mi tristeza y mi enojo hacia mis padres, pues muy tarde nos han develado algo que había sido marcado para mi hermano, y nosotros nunca lo supimos; ni él mismo, siquiera, pues no le dijeron por miedo a hacerle daño, a deshacer la vida que había construido con usted.
Una monja Aire, hace años, vio que Jibril tenía una gran conexión con los dioses y podría ser una Encarnación. Desconozco si existe tal concepto en su cultura, pero para nosotros es una criatura que habita los mundos y deambula por ellos en las mas variadas formas. Se nos ha enseñado por generaciones a los Agua que han existido en la historia diversas Encarnaciones, personas que dejan de serlo para formar parte de la gran rueda kármica que inicia los ciclos que necesita el universo para que nazca el Avatar; como una especie de combustible en las almas de estos seres especiales. Entrenado de la manera adecuada, pueden ser preparados para esto; pero cuando no es así, como ocurrió con Jibril, pasan cosas como estas: un día, desaparecen.
Me apena que tenga que enterarse de este modo, en este momento dónde está esperando a su primogénito, y después de lo bondadoso que han sido su padre y usted con nosotros; pero le escribí lo más pronto posible, apenas armado para contarle la situación de manera coherente.
Lo lamento muchísimo, querido cuñado. Ojala que los dioses tengan en su haber el deseo de que este no sea el destino de Jibril, o no volveremos a verlo.
Con afecto,
Anthos Amalok-kin
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro