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Capítulo LXXV

La noche era silenciosa en la mayor parte de la mansión. En la habitación de Nathan reinaban los jadeos, los gemidos y el movimiento de las caderas chocando entre si.

Nathan había cumplido con lo dicho; no habían acabado con la felación de Kath, en absoluto.

Él al poco rato recupero las fuerzas para echar a Katherine sobre la cama para estar él encima de ella, y aunque Nathan temió hacer daño al bebé Katherine le quitó ese temor enseguida, y ambos se entregaron durante las siguientes horas al amor y al placer.

A tan solo un par de horas de que saliera el sol por el horizonte, Katherine estaba montada sobre la cintura de Nathan, cabalgando su verga con la espalda recta y agarrándose a los muslos de Nathan con los brazos echados atrás, balanceándose arriba y abajo mientras Nathan la sujetaba por las caderas, disfrutando de la sensación del vaivén y de la vista de los pechos de ella bailando a son.

Junto al sonido de las nalgas de Kath chocando con las caderas de Nathan se oían los gemidos de ella, quien tenía la cabeza echada atrás y los ojos cerrados entregada completamente al placer. Esa imagen excitaba más y más a Nathan que no tardo en subir sus manos por el cuerpo de su amor hasta llegar a los pechos y agarrarlos sin hacer mucha fuerza. Aquello enloqueció de placer a Katherine.

Nathan sentía que estaba a punto de correrse de nuevo, y también notó que Katherine estaba lista para correrse con él, por ello aceleró las embestidas bajo los gritos suplicantes de Katherine por liberarse, y así fue. Ambos se corrieron con fuerza, Katherine dando un grito agónico sujetando las manos de Nathan contra sus pechos antes de desplomarse sobre él.

-Oh dios...

Nathan abrazó a Katherine, sin soltarla ni salirse de dentro de ella se volvió hasta que ambos estuvieron tumbados de lado y los cubrió con la sábanas. Ambos jadeaba agotados pero saciados. Mirando a su amada Nathan acaricio mansamente el muslo de Katherine que tenía apoyado sobre la cadera. Aún se sentía duro dentro de ella pero ya no quería agotarla más, no por esa noche.

-Nunca creí que volvería a tenerte de esta forma -dijo él.

Katherine lo miró y con una mano apartó un mechón de pelo de la cara.

-No tenías porqué -dijo ella, acurrucándose contra él, besándolo en los labios-. No tienes porque renunciar a esto, Nathan.

-Por ahora, debo hacerlo.

Al escuchar eso Katherine temió lo peor, y entonces Nathan le sonrió para tranquilizarla.

-No te alarmes, no pienso volver a renunciar a ti, a ninguno de los dos -dijo mientras posaba una mano sobre el vientre de ella, y Kath puso una mano encima de la de él-. Ya he aprendido la lección. Estaremos juntos, pero antes... debes pasar un tiempo con tu familia.

Kath ladeó la cabeza, en contra de esa decisión. -Mi familia eres tu y nuestro pequeño.

-Lo sé, pero nunca me perdonaré que no hayas conocido a tu familia de verdad. -la acurrucó contra su pecho tras acomodar su brazo libre para rodearla-. Tu lo deseas aunque no quieras reconocerlo.

Katherine suspiró resignada. Él tenía razón, aunque ahora estaba algo molesta con su padre.

-Mi padre piensa que te aprovechaste de mí. Nunca aceptará nuestra relación.

-Tal vez no o tal vez si, ya se verá. -él agarró su barbilla para hacer que le mirará-. Dale una oportunidad. Os lo merecéis. Los dos.

Ella lo miró, sorprendida de su comprensión hacia su padre tras como le había tratado, y eso hizo que lo amará aún más. Le dio un beso tierno antes de volver a acomodarse contra él.

-Me sorprende que seas tu quien me anime a irme. ¿De verdad que te parece bien?

Él suspiró mirando al techo, acariciándola por el brazo. -No te mentiré, será una tortura. Pero merecerá la pena si al final tu eres feliz.

-Ya soy feliz. Aquí, contigo.

-Yo también -él la beso en la frente-. Pero necesitas conocerles. Yo puedo esperar.

Con eso decidido, ambos se quedaron dormidos al poco tiempo. Tal y como se había decido, Katherine se marcharía con su familia a Barcelona para conocer a su gente y sus allegados. Aceptaría esa decisión si con ello finalmente podría estar con Nathan como su marido y padre de su hijo.

Aguantaría esa distancia con tal de que su deseo se cumpliera. Estaba dispuesta. Con ello en mente vio como el carruaje se alejaba de la mansión Sullivan, viendo a Nathan cada vez más lejos hasta que no pudo verlo. No pudo evitar derramar alguna lágrima por verlo tan lejos de ella.

* * *

Dos días después...

En el momento en que el carruaje del duque se detenía en la entrada principal de su mansión en las afueras de la ciudad, un gran número de personas les esperaba afuera, mayormente periodistas de los periódicos locales y nacionales. La noticia de la aparición de la hija robada del duque se había corrido como la pólvora.

Al ver aquello al duque le molesto en gordo al igual que a su esposa y a su hijo mayor. A Katherine le sorprendió ver tanta gente intentando verla dentro del carruaje, gritando preguntas una detrás de otra. Se sintió enjaulada rodeada de depredadores esperando un trozo de carne.

-¿Cómo han podido enterarse tan rápido? -preguntó Jeremy.

-No lo sé -dijo su padre-. Hablaré con ellos. Tu quedate con ellas.

El duque salió afuera a atender a los periodistas y les dio una exclusiva para así librarse de ellos. Una vez logrado ayudo a su esposa a salir mientras Jeremy hacía lo propio con su hermana. Katherine se sintió más aliviada al ver que aquellos buitres de la prensa se habían marchado al fin.

-¿Va a ser así siempre? -preguntó ella, temerosa.

-No, descuida -dijo su hermano, calmándola- es solo ahora que la noticia es actual. En cuento se te conozca un poco dejarás de ser el centro de todo.

Eso calmo ligeramente a Katherine. No quería ser el centro de atención, pero eso era ya imposible al ser la hija de un duque. No tenía mas remedio que aceptar todo aquello con la cabeza alta. Con eso decidido avanzó junto a su familia a la casa, y fue entonces cuando vio que en la entrada les esperaban dos mujeres además de algunos miembros del servicio.

A Katherine se le hacía aún extraño ver al servicio haciendole reverencia, cuando hace pocos días ella estaba en ese momento lugar. Que cosas de la vida, que daba giros inesperados. Cuando llegaron a la puerta tras subir los escalones, su hermano avanzó para saludar a una de las dos mujeres, que era una joven bien arreglada que lo recibió con un beso tierno en los labios.

-Me alegra verte de vuelta, mi amor -dijo la joven con una sonrisa.

-Y yo -Jeremy se giró a Katherine y la invitó a acercarse-. Kath, quiero presentarte a mi esposa, Emily. -él se giro a su amada esposa-. Emily, ella es Katherine, mi hermana.

Al ver de arriba abajo, Katherine pensó que aquella chica, una hermosa joven de largo cabello rubio trenzado coronando su cabeza y de hermoso ojos azul claro, era miembro de la realeza de lo hermosa que era, pero ese pensamiento cambio cuando de repente aquella chica se lanzó a abrazarla sin dudarlo, como dos amigas que se reencontraban.

-¡No sabes cuanto me alegro de conocerte al fin, Katherine! -dijo Emily con alegría y felicidad-. Cuando Jeremy supo de ti no dudo en ir a buscarte y traerte de vuelta a casa.

En ese momento Katherine supo que aquella chica sería su amiga y hermana. No era como Bárbara y otras muchas señorita de alta cuna, egocéntrica y superficiales, Emily era auténtica y pura. Se alegraba de tenerla a su lado.

Emily paso a saludar a sus suegros antes de que todos entraran en la casa. El mayordomo atendió a los señores mientras que la ama de llaves atendió a las señoras. Al verla Katherine pensó en Sofía, aunque esta era mucho más mayor y arrugada pero con una sonrisa igual de dulce. Solo habían pasado dos días y Katherine ya echaba de menos a Sofía... y a Nathan.

-Bueno, -dijo su padre de repente- ha sido un viaje largo, y la inesperada presencia de eso periodistas no ha sorprendido a todos. Propongo que todos nos retiremos a descansar hasta la hora de la cena.

Nadie le llevó la contraría. Él y su esposa se retiraron a sus aposentos privados, dejando que Jeremy y Emily se hicieran cargo de Katherine. Estos la acompañaron hasta su habitación, que era de un color verde claro, muy primaveral y acogedor. A Katherine le gusto nada más verlo. Aun así, en nada se comparaba con la sencilla habitación que tuvo en la mansión Sullivan cuando fue sirvienta.

-Haré que venga a colocar tu ropa en el ropero y te prepare un baño caliente. -dijo Jeremy.

-No es necesario...

-Claro que si -dijo él, se acercó a ella y tocó su vientre-. En tu estado debes cuidarte.

-¿En su estado? -preguntó Emily al escucharle.

Jeremy no tardo en poner al tanto a su esposa del estado de Katherine. La joven se sorprendió de todo lo que su cuñada había vivido y quiso hacerle compañía, pero Katherine logró convencerla para que se fuera con su esposo para estar un rato a solas. Emily al final accedió y se marcho con su marido, dejando a Katherine por fin a solas con sus pensamientos.

Ella tenía mucho que asimilar, y en el fondo agradecía el detalle de su hermano de pedir que le trajeran un baño caliente. En su estado debía cuidarse y mucho. E intentar no alterarse demasiado.

Por desgracia, aquello último sería alto difícil.

-¡¿Un baile de presentación?!

Katherine no salía de su asombro por la noticia que su padre había anunciado a toda la familia en la cena. Ella estaba sentada en uno de los lados de la gran mesa junto a su madre, su padre presidia la mesa y su hijo estaba sentado a su derecha con su esposa al lado, frente a Katherine.

-Así es -afirmó su padre, comiendo tranquilamente-. No tuviste una presentación a los dieciséis años, así que hay que hacer un baile para que todos te conozcan como mi hija.

-¿Es realmente necesario hacerlo? -preguntó Kath, algo preocupada.

-Lo es, querida -le aseguro su madre, cogiendo su mano-. Ya verás como lo pasas bien. Será divertido.

Katherine no estaba muy segura de ello, pero el ver la sonrisa de su madre no quiso digustarla.

-Esta bien, de acuerdo -aceptó, entonces miró a su padre-. ¿Para cuándo sería?

-Podríamos organizarlo para dentro de... un mes, a más tardar -propuso él.

-¡¿Un mes?! Pero, no sé cómo actuar en un baile de alta sociedad.

-No te preocupes -le dijo Emily-. Te ayudaremos a aprender todo lo que necesitas saber.

-Entre Emily, yo, y la señora Wills -dijo su madre hablando de su ama de llaves-, aprenderás a bailar, a cómo saludar a según que altos cargos de la sociedad, y todo lo demás. Estás en buenas manos.

Katherine le agradeció la ayuda de su nueva cuñada, entonces miró a su padre.

-¿Avisarás a Nathan para que pueda venir?

Esa pregunta hizo que todos quedaran callados. Emily miró a los presentes extrañada.

-¿Quién es Nathan?

-Él es... -intentó decir Jeremy, duditativo.

-Mi prometido -dijo Katherine con firmeza-, y el padre de mi hijo.

-Hija...

-Es la verdad, padre. Te guste o no, es así.

-Por supuesto que le avisaremos -dijo su madre, entonces miró a su marido-, ¿no es así?

Alphonse no tuvo más remedio que asentir al mandado de su esposa. Él seguía sin gustarle Nathan Sullivan, pero debía admitir que él era mejor candidato que muchos otros que estaban aún solteros. Aun así no quería dar su bendición todavía. Quería poner a prueba al conde, pero no sabía cómo.

Durante el resto de la cena todo estuvo más calmado, pero Caroline observó a su esposo. Lo conocía y sabía que algo estaba planeando contra el conde, y debía ponerle remedio.

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