Capitulo III
Ha pasado una semana desde que Katherine Jackson llegó a la capital para trabajar como sirvienta en la Mansión Sullivan.
Tanto el amo Nathan como la señora Sofía estaban sorprendidos por la excelente eficacia que la joven aprendiz demostró tener.
En esa semana de prueba no hubo un solo fallo en sus tareas; limpió los muebles de la sala de estar sin romper nada, hacia las compras con rapidez y sin entretenerse, entregada la correspondencia y enviada los telegramas, y, sobre todo, era una buena cocinera.
Sofía tuvo que aprobarla con buena nota, hasta empezaron a caerse bien. Durante ese tiempo. Nathan solo estaba en despacho trabajando y cuando terminaba se iba a su dormitorio a descansar, sin salir hasta el día siguiente para seguir con la rutina.
Kath le extrañó que no le hubiese visto desde aquel día, pero sí pudo verle asomado por la ventana del despacho cuando salía a comprar y regresaba. Veía una leve sonrisa en él, pero luego se apartaba de la ventana.
Ese día, el sábado, Kath recibe la noticia por parte de Sofía, que el amo Nathan la felicita por su trabajo, y que ese fin de semana tiene días libres. La chica no puede creerlo, pero sonríe agradecida.
Todavía no había tenido oportunidad de hacer un poco de turismo por la ciudad y conocer a gente nueva, aunque la gente ya la conocía a ella por ser la nueva sirvienta de Sullivan.
—Espero que, por tener días libres, no pierdas esa capacidad de trabajar, Katherine —advirtió Sofía con disciplina.
—Descuide, no pasará —aseguró la chica—. Y por favor, llámeme solo, Kath.
—Como gustes. Y dime, ¿qué harás en tu descanso? —preguntó Sofía con algo de curiosidad.
—Haré un poco de turismo por la ciudad —respondió la chica mientras se cambiaba de ropa—. Todavía no he tenido ocasión.
—Me parece una idea excelente. Así, si tienes nuevas tareas, estés al tanto de donde ir —dijo Sofía sin perder ese carácter serio y autoritario—. Pero, si quieres conocer los mejores lugares de la ciudad. Te aconsejo que vayas a ver a Jon, el capataz.
—¿A Jon?
—Sí, conoce la ciudad como nadie —informó Sofía—. No creo que tenga mucho trabajo hoy. Puede hacerte de guía.
—De acuerdo. Muchas gracias por la información, señora Sofía —agradeció la chica con una dulce sonrisa. Sofía se sorprendió.
—Ohm... Bueno, no tienes que tratarme como a una señora mayor. Con Sofía es suficiente —dijo ella algo avergonzada. A Kath le sorprendió verla así, pero sintió que podía hacer buena amistad buenas amigas si iban por ese camino—. En fin, que tengas buen día.
Sofía se retiró de la habitación de Katherine. Minutos después, la joven sale de allí con un pequeño bolso colgando del hombro, con un vestido de primavera sencillo pero muy pintoresco, azul y verde a finas rayas.
Apresurada salió de la casa por la puerta principal y sintió el brillante sol al salir. Se cubrió un poco los ojos hasta que se acostumbró a la luminosidad. Era un día perfecto.
—Ah... que cálido día. Perfecto para salir a pasear —exclamó ella sintiendo el calor en su piel.
Kath se apresuró a ir en busca de Jon en los campos o en las caballerizas. Al pasar por delante la casa, fue observaba por el joven amo que de nuevo estaba asomado, pero la chica no miró hacia arriba y no tardo en desaparecer por la esquina.
Nathan la observó con una leve sonrisa irónica. En ese momento entraba Sofía con unos documentos en mano.
—Señor, aquí le traigo los informes del día —anunció ella dejándolos en la mesa. Nathan apenas la miró—. Recuerde que hoy debe ir a la capital para hablar con el alcalde sobre el precio de las cosechas.
—Bien, Sofía —agradeció él sin dejar de mirar por la ventana—. Y dime, ¿Qué tal nuestra nueva sirvienta?
—¿Katherine? Ha demostrado ser muy eficiente, tal y como nos aseguró a ambos —informó la mujer cabizbaja y educada—. Debo reconocer que me ha sorprendido su habilidad de adaptación. Puede llegar a ser una buena sirvienta para usted, señor.
—Me alegra oír eso. Sería una pena desperdiciar tal talento en alguien tan joven —comentó él sonriendo satisfecho. A Sofía le sorprendió esa mirada, como si planeará algo contra la chica nueva—. ¿Algo más que informarme?
—Ehm... no, señor —respondió ella—. Eso es todo por hoy.
—Bien. Puedes retirarte.
Sofía hizo una reverencia rápida y se marchó. La mirada del joven amo la inquieto un poco. Nunca le había visto así, y mucho menos por una chica que no conocía siquiera. Tenía un mal presentimiento de todo esto. Esperaba equivocarse.
Mientras, Nathan se había sentado en su silla para repasar los informes antes de prepararse para bajar a la ciudad. No le hacía mucha gracia, pero el imaginar que podría cruzarse casualmente con la joven Katherine lo animaba un poco.
Sonríe levemente y con sarcasmo.
* * *
—¿Jon, dices? Creo que está alimentando a los caballos del establo —dijo un trabajador a Katherine. Uno joven lleno de tierra.
—Entendido. Muchas gracias —agradeció Kath, y enseguida se marchó hacía allí.
Los trabajadores que la vieron pasar quedaron boquiabiertos por su belleza juvenil y alegre sonrisa. Apenas la habían visto desde que supieron de ella por Jon.
Kath ignoraba las miradas de curiosos y llegó finalmente al establo que estaba muy cerca de donde estaba.
En efecto, vio a Jon recién terminar de darles paja y agua a los animales. El hombre con camisa de tirantes la vio y la cara de cansancio cambió a una animada y alegre.
—¡Hombre, Kath! ¡Por fin te veo chica! —saludó él yendo hacía ella.
—¡Jon! —saludó ella con la mano en alto. Llegó a él y alzo la cabeza, ya que era más alto que ella—. Me alegra volver a verte.
—Y a mí. Pero dime, ¿a qué se debe el honor de verte aquí? Me sorprende que puedas salir con el trabajo que tenéis las sirvientas en casa.
—El amo Nathan me ha dado días libres por mi buen trabajo de la primera semana de prueba —respondió ella alegre—. Por ello he venido a verte. Quería saber si puede enseñarme la ciudad. Sofía me ha dicho que eres un buen guía para ello.
—¿En serio? ¿Sofía a dicho eso? —preguntó él sorprendido—. Mmm... Me sorprende. Ella no me ve con buenos ojos. Es demasiado estricta por su trabajo de ama de llaves.
—Pues te aseguro que ha sido ella quien te ha recomendado para ser mi guía por la ciudad. Dice que conoces los mejores lugares para hacer turismo.
—Pues... no le falta razón. Conozco muy bien la ciudad —admitió él avergonzado, pero con humor—. Ahora mismo acabo de terminar mis tareas, si me das un momento para asearme podremos irnos.
—¡Muy bien! ¡Muchas gracias!
Katherine esperó a que Jon se aseara y cambiara de ropa. Esperó paciente en la entrada de la mansión. No pudo evitar mirar la casa y ver de nuevo al amo Nathan asomado por la ventana.
Katherine empezó a tener dudas, el amo la observaba siempre que podía... Por su mente cruzó la idea de que quizás el amo este detrás de ella, o que al menos le interesaba un poco.
«¡No, no, no...! ¡No es posible!» Se negó a creer ella en sus pensamientos «Él me ha dado este trabajo por mi eficacia. No puedo pensar que yo... No puedo».
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