Facundo - Parte I
Volví la mirada al camino y advertí un farolito más adelante, a unos cien metros. Era idéntico al de la casa de Facundo. De hecho, allí estaba Facundo. Cuando advirtió nuestra presencia nos saludó como siempre, con sus dos dedos índice y medio levantados y separados. Apenas pudo nos puso a calentar agua y preparar el mate, mientras aproximaba dos sillas más a la mesa. Sin más, nos sentamos con Charlie a los dos muebles incorporados. Primero nos miramos y luego observamos el pequeño florero situado en el medio de la mesa. Luego salió de la cocina Facundo con el agua bien caliente dentro de la pava. Nos sentíamos como en nuestra propia casa. Una vez servidos los mates, Facundo disparó:
- ¿Qué andan haciendo por acá?
- Simplemente pasábamos y no pudimos evitar detenernos para saludarte – Respondió el gordo- ¿Qué? ¿Acaso llegamos en mal momento?
- Definitivamente no es una buena idea - afirmó Facundo, mientras cebaba un nuevo mate.
- Necesitábamos venir, realmente los extrañamos – Intervine.
- Roberto, el frío que les espera es tal que ni un camperón los va a salvar – Me intentó prevenir. Su mirada se había vuelto tensa. Vestía su eterno saco de acrílico marrón gastado. Debajo, una camisa de cuadros blanca cuyo cuello sobresalía. Usaba un jean algo demacrado por el uso y en parte sucio. Lucía mocasines típicos que terminaban por darle un aspecto algo más avejentado. Algunas canas que escapaban de la tintura endeble no lo perdonaban.
- ¿Por qué decís eso?- Inquirió Charlie- ¿Qué está pasando allá?
- Vos me preguntás eso a mí, pero... ¿Vos sabés por qué estás peregrinando al pasado?
- Sabés bien lo que significa ese lugar para todos nosotros... Lo que significó- Respondió de nuevo, pero esta vez evitando la pregunta que le habían arrojado.
- Tomate un mate... Tomate un mate para bajar un poco ese whisky –Recomendó, el dueño de la yerba.
Pero ya no sentíamos el whisky en nosotros. El silencio se hizo presente y consigo, de nuevo el frío, a pesar de los fuertes mates amargos. El farol había quedado atrás y nuestro camino, jamás tan imponente, se amplió frente nuestro. Los alambrados nos miraban, buscaban asfixiarnos cuál mártires en un campo devastado por interminables historias. No puedo ver más terrenos abiertos sin que me falte oxígeno.
Mientras Charlie divagaba al caminar, yo no pude evitar mirar con cruel insomnio el sátiro asfalto detallado con algún amarillo intermitente. Nunca pasaba nadie por allí más que sombras o algún demonio suelto cargando con incertidumbres y evidencias. Cargaba historias repetidas una y otra vez y quienes lo atravesaran no podían escapar de las mismas. Era politeísta de numerosos colores pero sin manuscrito que lo representara en la memoria. Pobre de aquel que osara años atrás caminar por este sendero. Sólo la luna y sus compinches surcaban por esos pastizales y barrancos tramposos donde los coches encontraban cierta perdición. Balaceras de ideas danzaban por allí y la verdad tarde o temprano aplacó la mente. No habría lectura que trajera a nadie de nuevo. Nunca más ideas.
- No dejo de sorprenderme de cómo pareciera que estamos más lejos a cada paso – Pensó, Charlie, en voz alta-. ¡Si habremos caminado, eh!
- Hubiera jurado que ni el diablo se atrevería jamás a pasar por estas tierras lejanas... Pero nos olvidamos de dios.
- ¡Qué dios hijo de puta!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro