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63. Sangre derramada


Alis se llevó una mano al estómago. Había comido tanto pastel que le había sentado mal. La joven estaba incluso pálida. Su piel adquirió un color verdoso que reflejaba su malestar, algo que aumentó cuando apareció una agente del castillo para informarnos de que Elísabet había convocado una reunión de emergencia. Alis y yo intercambiamos miradas de gravedad y se me aceleró el pulso de inmediato. Recordé a Elísabet en el pasillo, con la mirada cargada de odio después de presenciar mi conversación con Killian, y supe que había llegado el fin. Me levanté con un suspiro y ayudé a Alis a estabilizarse.

—¿Seguro que estás bien? —le pregunté.

—La próxima vez que honremos costumbres de la civilización antigua, arráncame la tarta de las manos antes de que me la termine.

Me reí y esperé a que atravesase el portal de luz azul creado por la agente. Me detuve ante él, con el corazón acelerado y el miedo recorriendo cada centímetro de mi cuerpo. Aquella reunión no iba a terminar bien. Las voces que resonaban en mi mente se reafirmaron en la tormenta que estaba por venir y cogí el cuchillo de la encimera y lo oculté bajo la capa.

Me tensé tras llegar a la gran sala de reuniones y ver a todo el mundo presente. Había incluso más personas que cuando me habían acusado de controlar al jabalí de fuego. Todas las butacas estaban ocupadas y los últimos en llegar nos vimos obligados a quedarnos de pie en medio de la estancia.

En lo alto de la tribuna se encontraban Killian y Elísabet. Ver su cercanía me quemó por dentro y desvié la mirada de inmediato. Bajo ellos se sentaba la guardia Aylerix y, en la zona inferior, los líderes de cada gremio del Consejo. Me encontré con los ojos azules de Vayras. Su rostro arrogante era lo último que necesitaba ver en aquel momento, así que me volví en busca de mi padre, que me dedicó una sonrisa que me entristeció. La mirada de Elísabet se posó sobre mí y me aferré al cuchillo que ocultaba bajo la capa. Todo cambiaría a partir de aquel momento. Me habría gustado tener más tiempo.

—Sé que ha sido Ix Elísabet quien ha convocado esta reunión —dijo Killian mientras la miraba—, pero si me lo permite, me gustaría darles una noticia importante.

—¿Han decidido vincularse al fin, Ix Realix? —le preguntó Ixe Turia con una sonrisa amable.

Killian se tensó y la culpabilidad se dejó ver en sus ojos. Elísabet le apretó la mano con afecto y salió en su rescate.

—Hablaremos sobre eso en unos instantes, Ixe, se lo aseguro.

La mirada de la joven se dirigió a mí y Vayras sonrió complacido. Killian carraspeó y su rostro se tornó grave.

—Deben saber que hace más de una luna que descubrimos un plan trazado por Catnia y sus aliados. Dada la delicadeza de la situación, nos vimos obligados a contar con un número reducido de consejeros para analizar la amenaza, lo que no impidió que la información llegase a nuestros enemigos. Los rivales del reino tejen trampas desde las sombras, pero gracias a la labor de incontables neis de los seis reinos, hemos logrado desbaratar sus maquinaciones.

Los Ixes estallaron en vítores y negué divertida. Ni siquiera sabían por qué celebraban, solo reaccionaban de la forma esperada por su superior. Era ridículo. Me encontré con unos ojos grises de brillos azules que se ocultaban bajo una capucha. Sonreí cuando me observaron con expectación.

—No entraré en detalles, pues no necesitan conocerlos —continuó el Ix Realix—. Solo diré que los sanadores han creado un antídoto que le han administrado a todos los afectados. La amenaza ha sido neutralizada y el bienestar de los neis, gracias al esfuerzo de muchas personas, asegurado. Quizá se pregunten por qué lo hemos mantenido en secreto durante tanto tiempo. La respuesta es simple: en esta sala, entre nosotros, se ocultan aquellos que conspiran contra el reino.

La estancia se cargó de tensión y la mirada de Killian se volvió desafiante.

—Puede que no sepa quiénes sois ni qué es lo que buscáis, pero lo que sí sé, es que no lograréis vencer. Habéis quebrantado la ley y puesto en peligro a los neis de los seis clanes; creedme cuando digo que vais a pagar por cada gota de sangre derramada en vuestro nombre. Profanasteis nuestros hogares y sembrasteis el temor en nuestros corazones, y a pesar de todo, seguimos proclamándonos vencedores. Nada de lo que hagáis logrará debilitar la fortaleza del reino Aquamarina ni la valentía que nutre el espíritu de sus habitantes. No os tenemos miedo. No suponéis ninguna amenaza para nosotros y os aseguro que, la próxima vez, os estaremos esperando.

Las palabras de Killian inundaron la estancia de una electricidad que me llenó de energía. Los presentes lo miraron con admiración, afectados por el poder de su discurso, y yo sonreí orgullosa. Había llegado el momento de brillar.

El silencio permitió que escuchase el sonido que provocó mi cuchillo al atravesar la carne. Sentí el calor que se apoderó de la daga en cuanto entró en contacto con la sangre. El líquido escarlata se deslizó por mi piel y me moví para dar otra puñalada. El pánico de los Ixes resonó a mi alrededor. La confusión de la estancia me regaló unos valiosos latidos en los que asesté un último ataque mortal. La magia de las gemas se removió y sentí las cadenas que se formaron a mi alrededor, pero ya era demasiado tarde, no había nada que hacer.

El cuerpo cayó al suelo con un ruido sordo y la sangre se extendió por la superficie de piedra. Mi mirada se encontró con unos ojos azules que me habían observado cientos de veces sin saber que una de ellas sería la última. El cuchillo plateado brilló entre ropas ensangrentadas. El poder de las gemas me destrozó y la magia se aferró a mis entrañas como una daga envenenada.

Los soldados me doblegaron mientras los sanadores se reunían alrededor del cadáver. Doc me miró conmocionado y colisioné contra la piedra helada. El impacto me sacudió con un latigazo de dolor que me nubló el pensamiento. Un líquido cálido y viscoso me acarició la piel y me encontré con el horror que reflejaba el rostro de Killian. La oscuridad me envolvió en su abrazo y sonreí complacida. Ya nada importaba. Había cumplido mi misión.

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Contadme cosas 📩

Espero que os haya gustadoooooo😻

Nos vemos el sábado❤

Esto se acabaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Un besiñoooooo😘

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