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51. Espinas de enebro argénteo


Una agente del castillo vino a buscarme incluso antes de que llegase a mi cuarto. Elísabet y Rivule no perdían el tiempo, aquello había que reconocerlo. La reunión de emergencia no fue convocada en la estancia habitual, sino en la gran sala de reuniones, donde la Ix Realix podría ocupar la zona más alta de la tribuna y ser el objeto de todas las miradas.

Fui la última en llegar, como siempre, ya que me negaba a utilizar las lágrimas de luna para recorrer el castillo, y cuando atravesé el umbral de la puerta, descubrí que además del lugar de reunión, también había cambiado el número de asistentes. Ya no se trataba de las treinta personas «de confianza» que debatíamos a diario los problemas del reino, sino que habían sido convocados todos los neis que conocían la existencia de la enfermedad del clan Rubí. La sala estaba repleta de eruditos, grandes maestros, sanadores e Ixes convidados a asistir al espectáculo de la familia Rivule.

—¡Que me atrape una marea viva y me libere de esta tortura! —exclamó Trasno con dramatismo.

Me senté junto a mi padre y Cruz, que me miraron con una resignación que me hizo sonreír. Me alegraba formar parte de una familia tan querida y peculiar como aquella, tejida en un entorno que me había enseñado a detestar las muestras de poder innecesarias. La Guardia Aylerix ocupaba el lugar que determinaba la jerarquía, bajo los Ix Realix y sobre los consejeros representantes de cada disciplina, aunque según sus rostros, ellos tampoco estaban disfrutando de la función.

Las puertas se cerraron y Elísabet tomó la palabra. La joven explicó que había descubierto algo que nos podría servir de ayuda, pero les pidió a los Ixes que no se dejasen llevar por la esperanza, pues carecía de la información precisa para asegurar el éxito de su idea. Con aquellas palabras tan inteligentes logró justificar su falta de conocimiento antes de que alguien la cuestionase por ello. No había maldad o arrogancia en su rostro, solo la mirada de una joven que necesitaba impresionar a los demás para sentirse validada; una actitud que reconocí con facilidad.

La Ix Realix sacó el libro con la cubierta repleta de cristales y la estancia se llenó de admiración. Elísabet creó una corriente de aire salado que lo abrió por la página de la planta universal, y tras susurrar unas palabras, la energía de las gemas fluctuó. Sobre el libro se formó un triángulo de luz azul que reflejó su contenido antes de proyectarlo en el centro de la sala, lo que permitió que todos pudiésemos leerlo.

Elísabet explicó que en aquel y otros ejemplares que había encontrado en el ala académica se recogía el saber de neis de edades pasadas. La joven nos habló de las propiedades de la flor universal, que se nutría del manantial que brotaba de la Cueva Original, donde se ocultaban las gemas, y nos mostró estudios que confirmaban su existencia. Cuando su conocimiento probó ser limitado, los sanadores y los eruditos acudieron en su rescate.

—La planta universal crece en el bosque de Hielo Errante —dijo una erudita—. Muy pocas personas han logrado acceder a él, pues es el propio bosque quien debe mostrarles la entrada a los viajeros. No se encuentra en un lugar permanente, sino que se mantiene oculto y se deja ver en puntos de todos los territorios de Neibos.

—El único que logró adentrarse en la cueva fue Cinca, uno de los primeros sanadores. Sus escritos se han conservado a través de las edades y en ellos relata que fue el propio bosque quien lo guio hasta el agua del manantial. En aquellos tiempos en los que los humanos y los neis convivían, todavía no se habían erradicado las enfermedades de Neibos y el sanador padecía una dolencia que nadie había logrado curar.

—¿La misma que amenaza al clan Rubí? —preguntó Ixe Leza.

—La enfermedad presentaba otros síntomas. Como Cinca no tenía nada que perder, decidió aventurarse en busca del bosque de Hielo Errante, pues quería ver el lugar del que tantas maravillas había oído hablar antes de morir.

—Lo hizo sin intenciones egoístas —explicó una gran maestra—, ya que nadie conocía la existencia del manantial ni de la flor universal. Pasó varios atardeceres admirando la vida del bosque, y cuando su muerte era inminente, la cueva apareció ante sus ojos.

—Cinca recuperó la fuerza en cuanto bebió del manantial y se maravilló al ver que el agua hacía crecer la planta universal de la misma piedra helada. Por desgracia, se encontraba en un estado febril y enfermo, por lo que tuvo visiones —explicó la sanadora—. Soñó con un espíritu que le decía que solo podía tomar una flor, por eso no contamos con ninguna muestra.

—Con la flor que logró sacar del bosque creó un antídoto que no se agotó hasta edades después de su muerte, pues según los registros de los sanadores, con una gota bastaba para curar cualquier dolencia.

El silencio se apoderó de la sala y Doc se volvió hacia Killian con el semblante serio y la mirada cauta.

—Percibo un pero en camino —dijo el jefe del clan.

—Muchos han intentado encontrar la entrada al bosque, Ix Realix, pero es un entorno de energía viva que rehúye el poder de las gemas. La puerta solo aparece cuando los neis no utilizan la magia, pues en su interior se alberga tanta energía que se podría desequilibrar su ecosistema.

—Las historias cuentan que es un lugar lleno de peligros, Ix Realix, y quienes acceden a él deben desvincularse de su conexión con las gemas para evitar verse consumidos por una explosión de energía.

—Por no olvidar que la única persona que logró encontrar la cueva fue Cinca...

—Esto parece una historia de aventuras del mundo antiguo —protestó Vayras—. La solución a nuestros problemas no se encuentra en ninguna leyenda inventada.

—¿El trabajo de los antiguos sanadores le parece un cuento, Ixe? —preguntó una mujer que me hizo sonreír.

—Por supuesto que no, sanadora, pero tendrá que admitir que esto es una insensatez.

—Insensatez o no, es la primera pista que tenemos en semanas —dijo Killian—. No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras fallecen neis inocentes. Si alguien tiene alguna otra idea, el Consejo está abierto a debatirla.

El silencio se apoderó de la estancia y el rostro de Killian se llenó de determinación.

—Deberíamos enviar varias patrullas —sugirió Elísabet—. Así aumentaremos nuestras probabilidades de éxito.

Killian asintió en acuerdo, pero el carraspeo de uno de los grandes maestros interrumpió la conversación.

—Lamento contradecirla, Ix Realix, pero me temo que no será posible en este momento.

—¿A qué se refiere?

—Para desvincular a los centinelas de sus poderes elementales, debemos crear pócimas de espinas de enebro argénteo.

—¿Y cuánto tardarán en hacerlo? —preguntó Quentin.

—Las pócimas necesitan macerar durante diez atardeceres, Ix Aylerix.

—¿No podemos conseguirlas en las tiendas de magia?

—Me temo que no, Ixe Turia. Ese poder es muy peligroso y está reservado a los grandes maestros.

—Quizá deberíamos hacer uso de las herramientas de las que disponemos —dijo Ixe Bron, el padre de Zephyr, con un brillo malicioso en los ojos.

—¿De qué herramientas habla?

—Necesitamos entrar en un lugar sin magia, ¿quién mejor que la señorita Stone para desempeñar una misión de tal calibre?

La incredulidad de mi rostro se reflejó en la mirada de los presentes. Bron me dedicó una sonrisa vengativa y las llamas se apoderaron de los iris de mi padre, que no tuvo tiempo a mostrar su ira porque la estancia se llenó de murmullos y protestas.

—¿Esperas que confiemos en ella? —preguntó Vayras airado.

—Quizá no sea tan mala idea, amigo —le dijo Ixe Turia—. Los habitantes del reino rubí nos necesitan y cada anochecer se pierden más vidas.

—¿Y qué pretendéis? ¿Que vaya sola? —protestó Rivule—. ¿Quién impedirá que coja la planta y la utilice para sus propios fines?

—¿Y qué fines son esos, Ixe? —le preguntó Cruz a punto de perder la paciencia.

—Quizá quiera utilizarla para que le otorgue la magia de la que carece —dijo Leza con suficiencia.

—No sabemos si la planta posee ese poder —añadió un sanador en mi defensa.

—Y tampoco va a ir sola —intervino Killian con la mirada clavada en mi rostro—. Si lo que dicen es cierto, el camino para encontrar ese lugar estará lleno de peligros.

—¿Cuentan con alguna poción argéntea que ya haya sido elaborada? —preguntó Aidan.

—Tenemos tres reservadas para emergencias, Ix Aylerix.

—¿Tres soldados y una Sin Magia? —se burló un erudito—. Espero que estén de broma.

—Nos encargaremos nosotros —dijo Mónica mientras se ponía en pie, seguida por sus compañeros.

—Con la Guardia Aylerix, quizá tengamos alguna posibilidad.

—Yo los acompañaré.

La voz de Killian silenció a los consejeros, que se quedaron perplejos. Especialmente el del padre de Elísabet.

—Pero Ix Realix, usted no puede tomar la pócima.

—No, pero los acompañaré hasta donde el reino me lo permita y los ayudaré a combatir los peligros a los que deban enfrentarse.

—Las probabilidades de éxito se multiplicarían con su presencia, Ix Realix —dijo una erudita.

—Si está usted para asegurarse de que nadie nos traiciona —dijo Vayras mientras me miraba con los ojos entrecerrados—, supongo que no habrá inconveniente.

—Pero ¿qué haremos si nos atacan en su ausencia? —preguntó un consejero preocupado.

—Lo sabré de inmediato y utilizaré un portal para regresar. Estaré de vuelta en Aqua en un latido, Ixe.

El silencio se apoderó de la estancia, pero aquella vez, se trató de una calma placentera. Las expresiones de los presentes se tiñeron de esperanza, pues por primera vez en semanas teníamos un plan para combatir a nuestros enemigos.

—¿No va a felicitar a su nywïth por su gran labor, Ix Realix? —le preguntó Leza con una sonrisa.

Los consejeros apoyaron la idea, ansiosos por reafirmarse en el vínculo de su líder. Desvié la mirada para no tener que presenciar cómo se besaban, pero las emociones me arañaron el pecho de igual forma.

—Esta sí que es la Ix Realix que merece nuestro reino —dijo Vayras con la mirada perdida en mi rostro.

Bueno, bueno, bueno.

¿Qué os ha parecido esta leyenda de los sanadores? 📩

¿Y la jugarreta del padre de Zephyr?

¿Qué pensáis de la reacción de los aylerix?

¿Y de Killian?

¿Creéis que encontrarán el bosque?😏

Espero que os haya gustado este cap😻

🏁 : 195 👀, 83 🌟 y 88✍

Nos vemos el sábadoooo ❤

Un besiñoo😘

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