Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

49. La necesidad por saber


Pasé la página de uno de los libros que había cogido de la sala de preservación. La cama estaba llena de escritos y dibujos de enlaces elementales. Musa se sentaba ante mí, concentrada en su lectura, al contrario que yo. Mi mente iba de un lado a otro sin descanso. Me resultaba imposible detenerme en un tema en concreto, ya que me angustiaban cientos de preocupaciones. Suspiré y fingí que acomodaba los cojines para apartar a Trasno, que no dejaba de molestarme. El duende llevaba toda la mañana hablando de cosas sin sentido que me distraían y cada vez me costaba más contener las ganas de gritarle.

Deslicé la mirada por el libro que sostenía y contuve un suspiro. Los esmeraldas y yo habíamos probado todas las soluciones lógicas para los damnares, e incluso algunas que rozaban la insensatez. Le había preguntado al sanador, a mi padre y a Elyon. Killian y la Guardia cuestionaron a los eruditos, que llevaban semanas investigando el caso de Max sin saberlo, pero hasta el momento, nada había funcionado.

La maldición se volvía más poderosa con los atardeceres, lo sentía en la energía de la habitación. Marco y Max trabajaban junto al escritorio, y cuando se movían, percibía oleadas del poder transmutado del damnare. Las garras de la magia oscura se hundían cada vez más en la carne del soldado, lo que solo podía significar una cosa: nos estábamos quedando sin tiempo. Era evidente que las desgracias que sufría se habían vuelto más frecuentes, al igual que sus encuentros con la muerte, pero nadie estaba preparado para aceptarlo.

—Deberíamos probar con la energía del árbol de estalactita —le dijo Marco—. Si sus cristales son tan poderosos como para activar naves y artefactos, quizá puedan servirnos de ayuda.

—Me habría encantado ver alguno en persona... —dijo Max con una nostalgia que me quemó el pecho.

—Son impresionantes. Cuando las cosas se calmen, quizá puedas venir de visita al Hrath. Te enseñaré los secretos mejor guardados de la zona nívea.

—¡Deja de hacer eso! —exclamó Max mientras cerraba el libro de golpe.

—¿De hacer el qué?

—Organizar planes como si tuviese un futuro.

—¡Me niego a comportarme como si ya hubieses muerto!

—¡La realidad no va a cambiar por mucho que nos empeñemos en negarla! Hace una luna casi no os conocía y ahora hablamos y nos reímos como si fuésemos amigos desde hace helios. ¿Sabes lo que significa eso? ¿¡Sabes lo que significa!? —gritó Max desesperado.

Y entonces Marco lo besó.

El hrathni deslizó las manos sobre el lugar de su cuello en el que se encontraba la marca alquímica y lo atrajo hacia él. Max no reaccionó, sorprendido por la proximidad del esmeralda, pero cuando sus músculos se relajaron y la ira se disipó, correspondió el beso con ansia.

Musa y yo nos miramos perplejas y nos acercamos a la puerta con sigilo. El silencio nos recibió al otro lado del pasillo y nos apoyamos contra la pared antes de romper a reír.

—No sé ni qué decir —susurró incrédula.

—Al menos ha surgido algo bueno entre tanta ira y desesperación...

Musa asintió y su rostro recuperó la inseguridad que teñía las expresiones de todo el reino.

—Me voy a la sala de preservación.

—Y yo al bosque. No quiero tener que escuchar a nadie más argumentar a favor de aniquilar a toda una ciudad repleta de inocentes.

—No me quedan lágrimas creadoras de portales —dije tras abrir el saco de cuero que me colgaba del cinturón—, pero puedo utilizar la energía de otra esfera para trasladarte al bosque.

—Cada vez se te da mejor, ¿eh? —me dijo orgullosa—. ¿Les has contado lo que hemos averiguado?

—No he encontrado el momento.

Realizamos el resto del camino en silencio. La Fortaleza se había convertido en un lugar sereno y en calma, una ilusión bajo la que se ocultaba el pánico de los habitantes del clan. Musa atravesó la nube de humo carmesí que creé junto a los acantilados y me encaminé a la sala de preservación sin más demora.

—Esto es un aburrimientooooo —protestó Trasno desde una estantería—. Lo único que hacemos es leer, leer ¡y leer! ¡Y ni siquiera se trata de cosas interesantes!

—¿Preferirías contraer la enfermedad y morir como los habitantes de clan Rubí?

El duende entrecerró los ojos y se cruzó de brazos con enfado. Me tenía harta. Todos me tenían harta. Estaba cansada de la situación, de los gritos ¡y de aquella maldita impotencia! Tiré una balda de libros en un arrebato de ira y me caí al suelo agotada. Suspiré mientras observaba las consecuencias de mis actos irracionales y comencé a amontonar los tomos para devolverlos al lugar que les correspondía. Trasno me ayudó en silencio.

Me dirigí al primer piso y retomé las lecturas que había interrumpido el anochecer anterior. Yo también estaba cansada de leer sobre enfermedades tan absurdas como el dolor de codo causado por tirar de animales con una cuerda o la irritabilidad provocada por vivir en zonas del planeta en las que no daba el sol. ¿Qué le pasaba a la gente del mundo antiguo?

—¡Esto es imposible! —exclamé después de quién sabe cuántas posiciones de los astros.

—Los humanos padecían miles de enfermedades, Moira, cada una más extraña que la anterior.

—¿Y cómo lograban mantenerse con vida?

El duende, que se había recostado sobre los libros que descansaban en la mesa, se encogió de hombros.

—Siendo honestos, solían perder la cordura bastante a menudo.

Me tensé de inmediato y la sonrisa del duende desapareció.

—De todas maneras —añadió para distraerme—, tendrías que haber asumido que era un plan condenado al fracaso en cuanto escribiste los síntomas con la tinta invisible y no obtuviste ningún resultado.

—¿Y qué quieres? ¿Que vea cómo mueren cientos de personas sin hacer nada?

—Solo digo que acabarías antes encontrando una solución a todos los males del mundo.

—¡Trasno! ¡Eres un genio! —exclamé mientras me abría paso entre los libros—. Si no puedo encontrar la enfermedad, quizá logremos dar con una cura para todas las dolencias del mundo antiguo.

—No crees que si existiese un hechizo como ese, ¿los sanadores ya lo habrían utilizado?

—La magia de los últimos humanos era muy distinta a la actual y los neis no lo saben todo. Hay muchas formas de utilizar la energía de las gemas.

—Y lo dice la experta...

—¿Vas a ayudar o no?

La respuesta del duende llegó en forma de soledad, y aunque jamás lo reconocería, una parte de mí se entristeció por que desapareciese. Me gustaba su compañía, me hacía sentirme menos sola en mi propia mente fragmentada. Suspiré y me senté ante la hoja de papel vacía. Cerré los ojos y me centré en escribir las palabras apropiadas con la tinta invisible. La sala se llenó de un estruendo que me sobresaltó, ya que como todas las mesas estaban repletas de libros y escritos, algunos de los ejemplares que materializó la superficie celeste se cayeron al suelo. Me arrodillé sobre el mármol para recogerlos, pero la cubierta de uno de ellos me llamó tanto la atención que empecé a leerlo casi sin darme cuenta.


El rugido de mi estómago resonó en la estancia y, gracias al frío que sentí en las extremidades, comprendí que había pasado varias posiciones de los astros perdida entre las páginas de aquel tomo. Ya casi lo había terminado, pero me obligué a detenerme porque no se trataba de más que de una leyenda que se había transmitido con las generaciones. El mito había surgido con el mismo planeta y contaba que, en un bosque inmaculado que se regeneraba cada noche para mantener su pureza, se ocultaba una cueva que contenía el elixir de la vida. De entre las rocas heladas brotaba un manantial que nacía en el lugar más profundo de la tierra, y con el poder del agua, atravesaba la piedra y nutría las raíces de la planta universal. El texto decía que aquella flor podía curar cualquier dolencia o hechizo, pero llegar a ella resultaba tan difícil como sobrevivir al bosque mágico en el que se ocultaba, pues estaba encantado y custodiado por espíritus.

Me regañé por distraerme con tonterías que no hacían más que avivar mi desbordada imaginación y me centré en textos que parecían más profesionales, escritos por eruditos y sabios antiguos que creían que la energía de las gemas se acumulaba en plantas y objetos ocultos en la naturaleza. Suspiré desilusionada, pues el tono de aquellos ejemplares me recordaba más a un cuento que a algo que pudiese encontrar en el mundo terrenal, pero como la realidad que me esperaba en el exterior me asustaba más que las historias del viejo mundo, decidí continuar leyendo.

Latidos después me topé con un libro escrito por un anciano del clan Aqua de hacía edades. Sus palabras estaban cargadas de una sabiduría que había presenciado el paso de las eras, y cuando vi un dibujo de la flor universal entre las páginas, sentí que se me aceleraba el corazón. En aquellos escritos se recogían anotaciones de eruditos y grandes maestros, investigaciones que hablaban del poder elemental, de cómo la magia de las gemas confluía en el centro del planeta y guardaba una energía que podía cambiar el aspecto del mundo.

El xerät vibró con una grabación en la que Musa me informaba de que ya había regresado a la Fortaleza, pues había anochecido. Me dolían los ojos, tenía frío y se me habían agarrotado los músculos. Notaba el paso del tiempo en la sed y el hambre que me carcomían por dentro, pero mi necesidad de saber tenía garras que me arañaban la piel y me obligaban a continuar.

Encontré otro libro, en aquella ocasión escrito por una gran maestra, y alterné su lectura con varios esquemas de investigación de antiguos eruditos y consejeros del clan. Me froté los ojos cuando se me llenaron de lágrimas por el cansancio y subí y bajé las escaleras para activarme y evitar quedarme dormida. Me dolía la cabeza de procesar tanta información y mi pensamiento se había convertido en un torbellino de ideas inconexas, hasta que, poco después, todo tuvo sentido.

—¡Trasno! —exclamé mientras sostenía un libro celeste con la cubierta repleta de gemas y cristales brillantes—. ¡Trasno!

—¿Es que has perdido la chaveta del todo, chifladilla? —se burló tras aparecer junto a mí.

—Sé cómo podemos salvar a todo el mundo.

El shippeo que ansiabais ha llegadooooooooo ¡Aaaaaah! 👨‍❤️‍💋‍👨

¿Qué le pasa a Trasno? ¿Las alucinaciones de Moira estarán queriendo decirle algo? 😏😏

¿Qué os ha parecido la charla sobre la fragilidad de los ancestros?😂

¿Qué plan creéis que tiene Moira? 📩

Responderé a los comentarios del capítulo anterior esta noche. ¡Muchas gracias!😍😍😍

Espero que os haya gustadoooo😻

🏁 : 195 👀, 83 🌟 y 88✍

Nos vemos el lunes ❤

Un besiñoo😘

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro