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47. Más allá de la oscuridad

Muchas gracias a todas las personas que comentan y se esfuerzan por cumplir la meta.

Los soldados, afectados por el gasto de energía, se vieron obligados a unir fuerzas para generar un portal que nos llevase de vuelta a Aqua. Me sorprendió encontrar los jardines de la Fortaleza repletos de personas, y cuando desvié la vista hacia la ciudad, descubrí que sus calles estaban igual de abarrotadas. Los aquas tenían las cabezas alzadas al cielo y palidecí en cuanto vi la inmensa nube negra que se extendía sobre nosotros. Su color metalizado variaba según las sacudidas del viento y la masa oscura parecía aumentar con cada latido. Killian corrió hasta la plaza central de la Fortaleza, donde los eruditos y los grandes maestros buscaban una solución mientras lanzaban ataques que no surtían efecto. Los Ixes conjuraron palabras antiguas y removieron el poder elemental antes de empujarlo hacia la nube destructora, que se mantuvo indiferente a sus esfuerzos.

—¡Parad! —exclamó una voz familiar.

Un relámpago se reflejó en el cielo y nos cegó durante varios latidos. El trueno que lo siguió sacudió el suelo y provocó que el castillo se llenase de gritos de pánico. La nube se removió con rabia y el mundo se tiñó de violeta cuando descargó un rayo en nuestra dirección.

—¡Max!

Los Aylerix se abalanzaron sobre el esmeralda para contrarrestar el poder del damnare y lograron apartarlo escasos instantes antes de que el rayo golpease el lugar en el que se encontraba. La multitud se revolucionó. Mientras los neis apagaban el fuego, Vayras y su séquito lanzaron un hechizo que, en lugar de aplacar el poder de la nube destructora, pareció enfadarla todavía más.

—¡Deteneos! —exclamó otra voz conocida.

—¡Moira!

Aster emergió de entre el gentío seguido por el resto de mis alumnos.

—¡No nos escuchan! —exclamó Kala.

Killian y la Guardia unieron sus poderes para atraer los rayos y alejarlos de la población y de Max. Los Ixes y los grandes maestros planificaron otro ataque y mis alumnos se miraron desesperados.

—La nube destructora no era tan grande cuando apareció —me explicó Zephyr.

—Se alimenta de la energía que lanzan contra ella y la utiliza para contraatacar —dijo Saraiba.

—¿Y por qué no se detienen?

—¡Porque nadie nos escucha! —exclamó Eirwen con rabia.

El cielo se tiñó de violeta y la nube destructora emitió un rayo que cayó en el lugar designado por la Guardia, pero antes de que pudiésemos disfrutar del alivio, el enemigo lanzó otro ataque que golpeó el centro de la plaza y alcanzó a varias personas. Los gritos de pánico resonaron en la inmensidad y la multitud se descontroló. Los eruditos y los grandes maestros se prepararon para emitir otro ataque y Zephyr se abalanzó contra su padre.

—¡Lo estás empeorando! —le gritó.

Ixe Bron lo miró con rabia y lo agarró por el cuello antes de propinarle un golpe que le rompió el labio.

—Como le vuelvas a poner una mano encima...

—¿Qué harás, Sin Magia?

—No tendrá que hacer nada —le dijo Zephyr con voz grave—, porque la próxima vez, ¡seré yo quien te devolverá el golpe!

El rostro del Ixe se transformó con asombro antes de inundarse de rabia y vergüenza, pues sus gritos habían atraído la atención de los consejeros.

—¡Tú! —exclamó mientras se acercaba a mí—. ¡Le has envenenado la mente!

La sonrisa que me iluminó el rostro se amplió cuando Zephyr tiró de mí y me llevó con sus compañeros. Los jóvenes gritaban y suplicaban que detuviesen los hechizos y las muestras de poder, pero los neis no les prestaban atención. Del cielo cayeron rayos que alcanzaron a los habitantes de la Fortaleza y les prendieron fuego a los jardines. Marco apareció entre la multitud y obligó a Max a salir de allí, secundado por la Guardia. El suelo tembló y me volví hacia mis alumnos, que me observaron desesperados.

—¡Tenemos que hacer algo! —exclamó Coral.

—¿Y quién os lo impide?

—¡No nos escuchan, Moira!

—Entonces cambiad de estrategia.

Los gritos de la multitud se intensificaron con la caída de más rayos que impidieron que escuchase lo que decían mis alumnos. El mundo tembló y bajo mis pies se formó una grieta de la que brotó un fuego azul que me quemó la piel. Corrí para evitar que me atrapasen las llamas y la tierra se separó. Los rugidos que brotaron del centro del planeta se fusionaron con los truenos que resonaban en el cielo, y cuando levanté la mirada, descubrí que la nube destructora se había expandido y cubría la totalidad del castillo. De ella brotaron más rayos que provocaron que la grieta se convirtiese en un precipicio directo al corazón de Neibos y decenas de neis se perdieron más allá de la oscuridad.

—¡Papá! —exclamé aterrorizada por su ausencia.

Clavé las uñas en la tierra y grité en un intento por escapar del creciente abismo que se extendía a mis pies. Levanté la mirada desesperada y encontré sus ojos de fuego al otro lado de la grieta, junto a Cruz y los soldados. Mis alumnos también estaban con ellos, pero yo me había quedado atrapada en el margen del castillo.

—¡Moira! ¡El brazalete!

En cuanto me topé con los rostros de los muchachos, comprendí que pretendían amplificar el inhibidor de magia que utilizaba en las clases para luchar contra la nube destructora. Lo sujeté con los dedos y me preparé para lanzárselo, pero el precipicio se había vuelto tan amplio que sería imposible que alcanzase el otro lado. Maldije entre dientes y hundí la mano en la bolsa de lágrimas de luna antes de estallar una esfera aquamarina. El humo celeste que se propagó por mis dedos rodeó el brazalete y atravesó el aire hasta que el artefacto cayó sobre las manos de Kala. Mis alumnos desaparecieron entre la multitud y me volví para encontrarme con los inquisidores ojos de Vayras. Al parecer, él también se había quedado atrapado al otro lado del abismo.

—Hay una nube destructora lanzando rayos y abriendo grietas en la tierra, ¿y ese idiota con cara de besugo tiene que estar mirándote a ti? —murmuró Trasno con rabia.

El poder de las gemas cambió. Los presentes se volvieron hacia mis alumnos, que formaron un círculo entre la multitud. De sus cuerpos brotaron ondas de energía celeste que sostuvieron al brazalete sobre un cúmulo de electricidad alimentado por su propio poder. Los jóvenes unieron las manos y del centro del círculo brotó un rayo de luz turquesa que se dirigió a la nube destructora con la fuerza de un estallido.

La onda expansiva alcanzó a los presentes, que cayeron al suelo desconcertados. Los gritos de protesta de los consejeros cesaron cuando la nube centelleó y dirigió sus rayos a mis alumnos. El Ix Realix y la Guardia dieron la orden de protegerlos y mi padre y los maestros de Slusonia fueron los primeros en reaccionar. La multitud utilizó hechizos y escudos para evitar que los alcanzasen los ataques de la nube destructora, que empequeñeció en cuanto dejó de recibir energía externa.

El ente mágico consumió su poder tratando de defenderse del ataque de los jóvenes, que se mantuvieron a salvo gracias a la protección de los adultos, y cuando su fuerza superó la que se acumulaba en el cielo, la nube estalló en una explosión que amenazó con destruirlo todo.

El silencio inundó la Fortaleza y los neis se miraron en busca de la confirmación que probase que la pesadilla había terminado. Mis alumnos me sonrieron agotados y yo correspondí el gesto orgullosa.

—Nos han salvado a todos... —susurró Vayras incrédulo.

—A todos, Moira —repitió Trasno.

Las expresiones de alegría y los vítores de los neis se apagaron en cuanto comprendimos el estado en el que se encontraba la Fortaleza. Los gritos de los heridos se alzaron sobre el desconcierto y el castillo se llenó de sollozos por las víctimas que habían perecido en la batalla. La población reaccionó al horror y los Aylerix comandaron a los soldados de la Fortaleza mientras Killian organizaba a los grandes maestros.

—El castillo está vacío —dije conmocionada.

Vayras frunció el ceño y eché a correr hacia el interior del edificio antes de que tuviese la oportunidad de abrir la boca.

—Esto es una mala idea —me dijo el duende.

—Creía que ya habíamos aceptado que no se me da bien tomar decisiones acertadas —dije mientras atravesaba los corredores.

Me descubrí en el pasillo en el que Catnia nos había vencido a Alis y a mí y me estremecí con un escalofrío. Percibí un cambio en el poder de las gemas y una luz celeste brilló desde el corredor contiguo. Avancé con cautela y escuché un murmullo que me desconcertó. El miedo me aceleró el pulso y descubrí a la madre de Killian conjurando un hechizo que replegó las piedras de las paredes para mostrar un pasadizo secreto.

—Sin Magia —dijo con una sonrisa vil—. ¿Has venido a saludarme?

De sus manos brotó un orbe de plasma añil que me tomó por sorpresa, pero logré utilizar una lágrima de luna para protegerme con un escudo de niebla. El rostro de Catnia se tiñó de irritación y una pizca de asombro que no se esforzó en ocultar.

—Es un buen truco para una principiante —dijo antes de generar un torbellino que me lanzó contra la pared.

Me golpeé la cabeza con tanta fuerza que el dolor me dificultó el pensamiento. La sangre me manchó la piel y la sonrisa de Catnia se debilitó con el ruido de unos pasos que resonaron en el corredor. La aqua me miró con rabia y se encaminó hacia el pasadizo, pero me serví de una lágrima de luna para generar una pared de tierra y piedra que le impidió avanzar.

La energía que se me acumuló en el pecho me alertó de lo que estaba por venir y fui incapaz de protegerme de su ataque. La tromba de agua que surgió de la nada me clavó dagas de hielo en los músculos y me lanzó contra el pasillo contiguo. Las pisadas se intensificaron y Catnia emitió un grito de frustración que le iluminó las manos con el poder de las gemas. El hormigueo de mi pecho aumentó y la magia de sus dedos se convirtió en electricidad. Percibí una sombra al fondo del corredor y Catnia me miró con un odio que me sacudió por dentro. La madre de Killian utilizó el poder aquamarina para destruir la pared que le bloqueaba el paso, pero ya era demasiado tarde, ambas lo sabíamos.

—Pagarás por esto —susurró con voz mortífera.

De sus manos brotaron dagas de cristal que volaron en mi dirección y el miedo me atravesó las entrañas. Cogí una lágrima de luna desesperada, y antes de que el hormigueo de mi pecho explotase, sentí el abrazo del hielo sobre la piel.

Bueno, bueno, bueno...

¿Qué os ha parecido esta batalla mágica?✨

¿Teorías?

¿Quién es el traidor?

Catnia is back, bitches. ¿Qué pensáis?

¿Y de Ixe Bron el bastardo?

¿Qué creéis que le va a pasar a Moira?

¿Qué tal esos alumnos?

¡Cuántas preguntas! 📩

Espero que os haya gustadooooo😻

🏁 : 195 👀, 83 🌟 y 88✍

Nos vemos el jueves ❤

Un besiñooooo😘

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