Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

29. Salvajes e ingobernables

Aclaro las dudas que tenéis sobre el vínculo nywïth porque es información que no se encuentra en la versión de El refugio que está subida a Wattpad.

Sí, es un lazo que simboliza la unión perfecta determinada por las gemas, la fusión de dos personas que se complementan la una a la otra, pero los neis no son iguales en todos los momentos de su vida. Su creencias y su comportamiento, al igual que los nuestros, cambian según el conocimiento y las experiencias que tienen del mundo. No se mantienen estáticos, ajenos al paso del tiempo y a la influencia del saber. Algunos reconocen a su nywïth en el instante en el que posan ojos sobre ellos, pero es posible, como ocurre en la mayoría de los casos, que los neis ya hayan tratado con su persona destinada sin saberlo, ya que no era el momento apropiado para que se forjase el vínculo. Es por este motivo que resultan tan poco comunes en la sociedad de Neibos.

La luz del mediodía se colaba entre las hojas de los árboles que ocultaban el cielo. Mis alumnos caminaban en silencio en un intento por pasar desapercibidos, pues los neis que recorrían la Ciudad Azul nos observaban como si fuésemos un dragón de cristal extinto. El desconcierto teñía sus rostros conforme avanzábamos hacia la playa sin utilizar ningún transporte mágico, solo nuestras lozanas piernas en desuso.

—¿Qué miráis? ¡¿Queréis un prisma del recuerdo con nuestra cara?! —exclamó Eirwen en un arrebato que nos sobresaltó a todos.

—Ni que estuviésemos haciendo algo malo... —murmuró Kala.

—No es personal —dije en un intento por calmarlos—. La gente se sorprende cuando ve que las cosas se pueden hacer de otra forma porque provoca que se cuestionen sus propias decisiones.

—¡Pues que se las cuestionen con discreción! —exclamó Zephyr para que todo el mundo lo escuchase.

—Siempre va a haber alguien a quien no le guste lo que haces. En cuanto lo aceptas y aprendes a priorizar tus deseos y bienestar sobre las opiniones de los demás, el mundo se vuelve un lugar más bonito en el que vivir.

El frescor de la brisa nos acarició la piel y la luz de los soles se reflejó en el océano. Por primera vez desde que nos conocíamos, percibí que mis alumnos me miraban con otros ojos. Quizá fue la calidez de la arena o el color que adquirieron sus mejillas en respuesta al aire salado, pero el brillo de sus iris se transformó en algo nuevo, en un sentimiento real que había nacido de su interacción conmigo, no de las historias que les habían contado sobre mí.

Me volví hacia Trasno sin saber cómo lidiar con aquel sentimiento de orgullo y el duende se limitó a observarme satisfecho desde una roca cercana. Saraiba se dirigió a la orilla y suspiró tras hundir las manos en el agua.

—Hacía mucho que no venía a la playa —dijo para mi sorpresa. Sus compañeros murmuraron expresiones de acuerdo y los miré con el ceño fruncido.

—¿No sois neis de Aqua? ¿Cómo es posible que paséis tanto tiempo sin visitar el océano?

—La mayoría de nuestras clases se organizan en Slusonia —me explicó Malena, que ya no me trataba con tanto desprecio como al principio.

—Y siempre realizamos las instrucciones, los entrenamientos y la práctica de magia en el interior —dijo Aster.

—¿Y qué hacéis en vuestro tiempo libre?

—Estudiar con nuestros padres.

—Asistir a las reuniones de los eruditos y los grandes maestros...

—Y practicar lo que hemos aprendido en Slusonia.

—¡Pero qué asco de vida! —exclamó Trasno desde la copa de un árbol—. No me extraña que sean tan idiotas.

Mi desconcierto no les pasó desapercibido y les pedí que se sentasen en la arena en un intento por disimular. Junto a la calma del mar, hablamos de la civilización antigua y de cómo nuestros ancestros extraían energía y alimento del océano. Los jóvenes se interesaron por las naves con las que cruzaban los mares, y también por los piratas y las leyendas de aventureros que habían descubierto islas y territorios recónditos.

—Cerrad los ojos —les pedí cuando quedaban escasos latidos para que terminase la clase.

Los muchachos fruncieron el ceño, pero nadie protestó. Sonreí cuando vi a casi treinta neis sentados en silencio frente al mar y no pude evitar sentirme satisfecha.

—Pensad en vuestro mayor deseo, en eso que os gustaría hacer, pero para lo que nunca tenéis tiempo. El estudio de una disciplina, una visita a un lugar único, una afición inexplorada...

Los rostros de mis alumnos se relajaron de golpe y dejé que activasen su imaginación durante unos instantes.

—Mañana, en lugar de acudir a nuestra clase, quiero que invirtáis el tiempo en realizar la actividad en la que estáis pensando.

—¿Por qué? —me preguntó Alis, que reflejó el desconcierto de sus compañeros.

—Mi objetivo es enseñaros a sobrevivir, pero cuando estás entre la vida y la muerte, no son tus habilidades quienes te salvan de la oscuridad, sino las experiencias que te aferran a este mundo. No podré enseñaros a luchar si antes no descubrís qué nutre vuestras ganas de seguir viviendo.

Las miradas de los jóvenes se concentraron en mi rostro y en ellas vi el reflejo de las limitaciones a las que los sometía el sistema. Habían comenzado a fragmentarse.

—Cerrad los ojos y dejad la mente en blanco. Olvidaos de Slusonia, de las exigencias de vuestros padres y de la presión de los atardeceres. Sentid la brisa del mar sobre la piel. Saboread la sal que trae el océano. Percibid la humedad que flota bajo la calidez de los rayos de los soles. Escuchad el sonido de las olas al romper en la orilla, el rumor del viento que se desliza entre los árboles...

Desactivé el brazalete que bloqueaba la magia y el gemido que emitió Kala nos sobresaltó a todos.

—¿Qué es eso? —me preguntó desconcertada.

—No has utilizado el poder de las gemas antes de venir, como os sugerí. —La joven asintió avergonzada y la miré con un orgullo que alivió su temor—. ¿Qué sientes?

—Un hormigueo, una chispa eléctrica. Es...

—La magia —dije para sorpresa de sus compañeros—. Es la energía de las gemas, que atraviesa el planeta y recorre los troncos de los árboles. Es el poder que nutre la tierra y activa los océanos. Es la vida en sí misma, y ahora estáis empezando a descubrir su verdadero poder.

*****************

Crucé los pasillos de la Fortaleza a toda prisa, ya que no quería toparme con nadie. Mi intención era buscar a mi padre, darle una sorpresa con los cambios que había hecho en su nueva residencia y pasar el resto de la tarde con él y lejos de las habladurías.

—¿No te preocupa que todavía no se hayan vinculado? —dijo un agente del castillo que me llamó la atención.

—El Ix Realix sabe lo que hace.

—No lo dudo, pero el reino estaría más protegido si ostentase el poder del idrïx.

—Ya han pasado dos atardeceres desde que se hizo pública su relación —dijo una tercera voz—. ¿Por qué no han oficiado ya la ceremonia?

«Exacto. ¿Por qué no han oficiado ya la ceremonia?»

El alivio que sentí me puso de mal humor. Me negaba a aferrarme a aquella cálida y ensoñadora sensación que me atravesaba los músculos y me llenaba los pulmones de aire. Maldije en un susurro y cerré los puños, irritada por mi propia estupidez.

—¡Por las nueces escarchadas de Adros! —exclamé airada.

—Veo que tenemos un buen atardecer, Sil. —La cercanía de la voz de Cruz logró aliviar la tensión que reflejaba mi rostro y le dediqué una sonrisa débil pero sincera—. Ya he restaurado la planta, por cierto.

—¿El qué? —pregunté confundida.

—La planta boreal que me pediste que reviviese.

En mi memoria brilló el recuerdo de las auroras, de la maceta rota y la nieve derretida. Acaricié la zona en la que me había cortado con los fragmentos de cristal y sentí el tacto de la ninfa del bosque sobre la piel.

Mi rostro palideció.

—No te preocupes, está como nueva, pero ten más cuidado la próxima vez. Y ahora me voy, ¡que llego tarde! —exclamó mientras creaba un portal a Slusonia.

El corredor brilló con la luz turquesa de la magia de Cruz y una oleada de poder se propagó a través de las paredes. Se me llenaron los ojos de lágrimas, pues era evidente que mi capacidad para distinguir la realidad de las alucinaciones continuaba mermando. Un Ixe me miró con los ojos entrecerrados y recordé que me encontraba en un lugar público repleto de personas. Me deshice de la humedad que me dejaba en evidencia y eché a andar hacia el ala académica. Necesitaba distraerme y estaba segura de que mi padre lograría que olvidase hasta la última de mis preocupaciones.

Reconocí la voz de Vayras a pesar de la distancia. El consejero hablaba con Leza de los asuntos a tratar en la reunión que tendrían antes de la puesta de los soles, pero cuando me vio caminando en su dirección, cambió de tema.

—Es un alivio que Ix Elísabet se encuentre entre nosotros. Es una joven brillante, el Ix Realix ha tenido mucha suerte.

—Así es —coincidió Leza—. El jefe del clan solo tiene buenas palabras para la muchacha. Estoy segura de que serán muy felices juntos y debo confesar que yo también espero ansiosa la ceremonia de unión.

—Elísabet será de gran ayuda para el Ix Realix. Lo alejará de otras compañías y lo ayudará a centrarse y a tomar decisiones más certeras. —Vayras me miró para asegurarse de que me daba por aludida y en mi rostro se dibujó una sonrisa que no pude controlar—. ¿Qué le hace tanta gracia, señorita Flame?

—Las ideas son salvajes e ingobernables, Ixe Vayras, tan indómitas como las olas del mar. Cuando nace un árbol, no puedes más que verlo crecer sin dominar sus ramas, de la misma manera que no se puede limitar la energía que emana de una tormenta. Mi ausencia o presencia no cambiará nada, pues la semilla que se plantó soles atrás ha crecido para ser un Ix Realix fuerte y admirable que no se dejará controlar por un consejero macilento con delirios de grandeza.

Seguí caminando sin detenerme, y en cuanto los dejé atrás, sonreí y me regocijé en sus expresiones de espanto. Un hormigueo vivo y feroz se apoderó de las yemas de mis dedos y disfruté de la victoria en silencio, lo que impidió que analizase la variación que se había producido en el poder de las gemas. Cuando fui consciente de lo que ocurría, ya era demasiado tarde: Killian me había escuchado. La frustración regresó tan rápido como se había marchado y negué decepcionada conmigo misma. Apreté el paso y utilicé la rabia como combustible para llegar antes al ala académica. Tenía que dejar de participar en las insinuaciones de Vayras, pues eran mis propias reacciones las que le daban el poder de afectarme.

Vi una sombra por el rabillo del ojo y gemí sobresaltada. El gato negro se abrió paso entre los agentes del castillo, que se miraron asombrados, y maldije su falta de sensatez. ¿Cómo se le ocurría caminar entre los habitantes de la Fortaleza? ¿Es que no sabía lo que significaba pasar desapercibido?

Tracé el camino del animal con gran disimulo. Revisé todos los pasillos, pero no logré encontrarlo. Parecía haberse esfumado. Me detuve ante la puerta que se alzaba al final del último corredor y la abrí mientras pensaba en qué disculpa les iba a dar a los eruditos por importunarlos.

La estancia estaba iluminada por la tenue luz de la lámpara de sal que colgaba de la pared. En su interior tan solo había una mesa de madera desvencijada, lo que dejaba un gran espacio vacío y oscuro junto a ella. El gato se encontraba en el centro de la penumbra, sentado sobre las patas traseras. Sus ojos eran el único elemento de color en aquel entorno lúgubre y me acerqué para ver qué había cambiado en ellos. Seguían siendo los iris que había reconocido en la Cabaña de Invierno tantas lunas atrás, pero el brillo amenazador que habían adquirido semejaba ser un aviso que vaticinaba adversidades.

Una sensación húmeda y tenebrosa me reptó por la piel y me alcanzó las entrañas. La puerta se golpeó con una ráfaga de aire que me sobrecogió. La energía de las gemas se convirtió en ponzoña en mis huesos. La luz parpadeó y una sombra oscura se cernió sobre mí. El gato saltó en mi dirección y un poder invisible me empujó hacia atrás. Colisioné contra la pared y el gemido de dolor que escapó de mis labios rebotó en el techo de piedra. La puerta se abrió y mis ojos se encontraron con los de Vayras, que observó cómo el cuerpo desnudo de Max se pegaba al mío antes de desaparecer.

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH

POR FIIIIIIIIIIIIN!!!!!!!!!!!

¿Esperabais esto? ¿Qué os ha parecido?

Tengo que decir que me ha sorprendido que, en general, a casi nadie se le ocurriese enlazar los acontecimientos. A lo largo de las dos novelas, sobre cinco personitas dejaron algunos comentarios acertados sobre el tema.  Les hice captura para compartirlos llegado el momento, pero ahora mismo solo encuentro una 💔

De todas maneras, sé quiénes sois 😏

Por lo demás, ¿qué tal esos alumnos?

¿Y Vayras qué?

Ahora sí, quiero teoríaaaaaas 😍

Espero que os haya gustado descubrir uno de los misterios que tanto os atormentaban. ❤

Antes de escribir el tercer libro os dije que este era mi favorito.

Ahora empiezo a recordar por qué. 😻

🏁 : 168 👀, 70🌟 y 80✍

Nos leemos para la semana.

Un besiñooooo😘

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro