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25. Aurora boreal

Aunque no estén numerados, los interludios también son capítulos.

El baile del equinoccio era peor que un mal dolor de cabeza. La Fortaleza había colapsado y sus habitantes se desvivían para hacer posible la celebración que tendría lugar aquel mismo anochecer. Las circunstancias habían impedido que Killian y yo hablásemos de lo ocurrido, aunque en el fondo me alegraba haber evitado aquella conversación.

¿Qué iba a decirle? ¿Que no podía darle lo que esperaba?

Suspiré y me levanté de la cama. Estaba cansada de aferrarme a mis sentimientos por él, pues eran incompatibles con la certeza de saber que no podríamos compartir un futuro juntos. Ignoré la punzada de dolor que me atravesó el pecho. Tenía que ponerle fin a aquel comportamiento estúpido de una vez por todas.

Fruncí el ceño tras mirar más allá de la ventana y descubrir que las lunas todavía brillaban en el cielo. Mi confusión aumentó cuando comprendí que el cuarto estaba iluminado por una fuente de luz artificial. Dirigí la vista al techo para admirar los haces de luces verdes, azules y violetas que brillaban en la estancia. Se movían como sombras de colores producidas por un fuego invisible y me quedé maravillada con su armoniosa coreografía.

La planta boreal que los generaba descansaba sobre la cómoda, recogida en una maceta de cristal que brillaba bajo los tonos de las auroras. El aleteo de mi vientre despertó un hormigueo que me hizo cosquillas en la piel y sonreí fascinada. Era la primera vez que veía aquellas flores, pues eran muy escasas y solo crecían en los picos de las montañas más altas del reino. Jadeé cuando toqué la maceta y descubrí que estaba helada. Las raíces desaparecían bajo la masa de nieve que contenía y me protegí las manos para sacar el sobre que guardaba, donde habían escrito mi nombre en letras celestes.


Sé que dije que hablaríamos hace dos atardeceres, pero el ritmo de la Fortaleza no lo ha permitido. Al fin he comprendido que será imposible que encontremos un momento a solas entre estos muros, así que reúnete conmigo en la playa esta noche tras el inicio del último baile, cuando todos estén distraídos.

Lo de las rosas muertas no acaba de convencerme. Esta planta es un regalo mucho más apropiado, pues es tan poco común como tú e igual de sorprendente.

Atentamente:

Un estúpido ogro ignorante.


La risa que escapó de mis labios rompió con la calma del cuarto y la calidez se extendió por mi pecho sin que pudiese hacer nada por evitarlo.


P.D. No te preocupes por la magia de las gemas. No he materializado la planta, sino que he ido a buscarla a las montañas para que no te afectase su poder. El cristal es especial de las minas diamante, ten cuidado cuando lo toques.


La advertencia había llegado un poco tarde, pero que hubiese tenido en cuenta mi falta de poder consiguió formarme un nudo en la garganta. Sonreí tras imaginarlo entre la nieve, muerto de frío mientras trataba de dar con una de aquellas plantas, y mi corazón bombeó una calidez que me iluminó por dentro.

Quizá el futuro no fuese del todo imposible.


Me entretuve leyendo los papeles que había esparcido sobre la mesa y mis alumnos comenzaron a materializarse en sus respectivos asientos.

—Buenos días —dije cuando estuvieron todos presentes. Los rostros de los muchachos se llenaron de confusión, pues no conocían aquella expresión en desuso, y tuve que contener una sonrisa—. Si no os importa, cuando abandonéis la clase, hacedlo utilizando la puerta.

—¡Pero tardaremos más! —exclamó Eirwen, un joven de cabello tan blanco como la nieve.

—Tenéis que empezar a valorar vuestro tiempo y las cosas en las que lo invertís —dije mientras comenzaba a repartir hojas de papel de algodón de mar entre ellos.

Me detuve en cuanto vi unos ojos del color de la miel de rosas al final de la clase, donde había una nueva mesa ocupada por Zeri. El muchacho, que se sentaba junto a Alis, me dedicó una sonrisa que correspondí.

—¿Maestra? —dijo Saraiba cuando regresé a mi asiento.

—Moira está bien. O Stone. Incluso Sin Magia; pero nunca maestra —dije para la diversión de sus compañeros.

—Te has olvidado de activar el artefacto.

—¿Para qué es esto? —preguntó Zephyr con la hoja en la mano.

—Hoy vamos a aprender hechizos de sanación.

—Pensaba que no nos ibas a enseñar magia —dijo una muchacha de ojos grises.

—Yo también lo pensaba, Kala, pero me preocupa que no sepáis cómo curaros si estáis heridos. Es muy frecuente lesionarse tras huir o luchar. ¿Cómo vais a sobrevivir si os quedáis atrapados porque tenéis una pierna rota?

Nadie me respondió y en sus rostros vi la misma preocupación que sentía desde que había descubierto que carecían de aquellas habilidades.

—Al contrario de lo que podáis pensar o de lo que os hayan dicho, mi intención no es eliminar el uso de la magia. En una situación de vida o muerte, vuestros poderes resultan muy valiosos, pero solo si sabéis cómo aprovecharlos. Lo he consultado con los grandes maestros y no hay nada que pueda perjudicaros si practicáis este tipo de magia. Será mejor que empecéis.

—Pero ¿qué pasará cuando descubran que nos has enseñado conocimientos de cursos más avanzados? —me preguntó Aster, el joven de ojos tan azules como el mar.

—Es probable que me meta en más problemas, así que quizá estaría bien que no lo fueseis contando por ahí.


Caminaba sin prisa entre los árboles, pues mis ganas de regresar a la Fortaleza eran inexistentes. Había pasado la mayor parte del día escondida en el bosque mientras revisaba algunos de los diarios de Adaír. Desde el ataque del jabalí de fuego estaba muy intranquila y no dejaba de ver seres entre las sombras, pero cualquier lugar era preferible al escenario en el que se celebraría el baile del equinoccio. Al parecer era uno de los festejos más importantes del clan, algo en lo que no tenía ni el más mínimo interés, al contrario que el resto de los neis del reino.

—¿Por qué no nos vamos a casa de una vez? —me preguntó Trasno con los brazos cruzados.

—Esta noche se lo diré a la Guardia y a los demás. Me gustaría quedarme un par de atardeceres para ayudar a mi padre a instalarse. Está algo taciturno desde que sabe que no voy a vivir en su nueva residencia.

—Lo cierto es que la Fortaleza Aquamarina es impresionante. Es una lástima que esté repleta de culebras y caracoles de arpón venenoso.

Los guardias me observaron reírme sin motivo aparente y me dejaron entrar en el recinto con un asentimiento de cortesía. Los jardines del castillo nos recibieron repletos de personas que iban de un lado a otro cargando con la decoración y los elementos necesarios para celebrar el baile. En la explanada de hierba azul levitaban candelabros plateados, grandes lámparas de cristales que reflejaban los colores del mar, alfombras de algodón e hilos de seda, plantas de artificio que iluminarían el cielo nocturno con sus explosiones...

Los cocineros atravesaron un portal y se generó un gran alboroto cuando decenas de platos y manjares emprendieron el vuelo hacia el gran salón. Atrapé una galleta de canela y amanecer sin que nadie se diese cuenta y Trasno y yo nos apresuramos a salir de aquel lugar en busca de un poco de calma. Decidí rodear el castillo para evitar el jaleo, lo que provocó que se me tensasen los músculos. No había regresado a las caballerizas desde la lucha con Júpiter y la intranquilidad que sentí me obligó a caminar más deprisa.

—No sé qué hacer, Mónica —dijo Aidan en un susurro que llegó a mí con la brisa del mar.

—No tienes que hacer nada, ¡eso es lo que tienes que hacer!

—¿Entonces por qué estás tan enfadada?

—¡No estoy enfadada!

Trasno y yo intercambiamos miradas incrédulas, pues era evidente que la obsidiana estaba a un paso de convertirse en un fuath maligno. Aidan avanzó hacia ella y le posó una mano en el brazo y Mónica lo miró con los ojos vidriosos. El aqua le deslizó los dedos por la mejilla y la joven se acercó para apoyar la cabeza en su pecho. Sentí un hormigueo incómodo en cuanto comprendí que aquella era una conversación privada que nadie debía interrumpir, así que me di la vuelta para marcharme antes de que me descubriesen.

—Quizá debería dejar la Guardia —dijo Aidan.

—No digas eso, la Guardia es nuestro hogar.

—Escúchame —le pidió el soldado.

—No tengo nada que escuchar.

—¿Entonces qué hacemos?

—Nada.

—¿Nada? —repitió él. Y la distancia no impidió que sintiese su desesperación.

—¿Qué ocurre aquí? —dijo una voz que me hizo frenar en seco.

Trasno y yo nos miramos con pánico y el nerviosismo que se apoderó de la voz de Mónica me aceleró el corazón.

—¿Necesita algo, Ixe Leza? —preguntó Aidan con una contención que me sorprendió.

—¡Lo que necesito es saber qué están haciendo! —exclamó la consejera.

—No veo por qué tengo que rendirle explicaciones, Leza.

La voz del soldado se tiñó de una superioridad impropia en él y el duende y yo echamos a correr en su dirección.

—¡Ya estoy aquí! —dije exagerando mi respiración para que pareciese que llevaba un buen rato corriendo—. Perdón por llegar tarde, resulta que el di...

Me detuve y fruncí el ceño para fingir que estaba sorprendida por la presencia de Ixe Leza, la mejor amiga de Vayras. Sus ojos oscuros se centraron en mi rostro y el largo cabello de la mujer se sacudió tras agarrar a Mónica con un movimiento brusco. La soldado emitió un gemido de sorpresa y la consejera le tiró del brazo con la intención de descubrirle la muñeca izquierda, el lugar en el que se mostraría su ïdrix.

—¿Es que todos los miembros de este maldito Consejo están como una regadera?

El ambiente cambió en cuanto pronuncié aquellas palabras y el tiempo pareció detenerse. Sus miradas demostraron la conmoción que provocó mi comentario, ya que incluía todos los elementos para considerarse una gran falta de respeto; justo lo que necesitaba para distraerlos.

Reprimí una sonrisa de satisfacción. Un latido más tarde y todo se habría ido al traste. Aidan estaba a punto de perder el control debido al trato que recibía su nywïth y la consejera casi había dejado al descubierto la muñeca de Mónica. No habría encontrado nada en ella, ya que los soldados no habían aceptado el vínculo, pero aquella sospecha bastaría para meterlos en problemas. Por suerte para todos, tenía una gran habilidad para irritar a la gente, y cuando los miembros del Consejo a los que había llamado Leza se materializaron ante nosotros, la Ixe ya había soltado a Mónica y olvidado sus conjeturas sobre los Aylerix.

—¿Cómo te atreves? —me dijo con una voz que resonó en la tranquilidad que nos rodeaba.

—¿Qué ocurre? —preguntó un Ixe al que no conocía.

—Veo que la señorita Stone ha vuelto a hacer de las suyas —dijo Vayras complacido.

—¡Exijo un escarmiento!

—¿Para mí o para usted? —pregunté con una sonrisa que provocó que Leza me mirase con los ojos inyectados en sangre.

—Haré que te expulsen de nuestra Fortaleza.

La voz ominosa con la que verbalizó aquella promesa iba destinada a infundirme temor, pero lo único que consiguió fue que mis ojos brillasen con diversión.

—No debe preocuparse, Ixe Leza, desapareceré de este lugar antes de lo que espera.

—¿Es que no va a mudarse a su nueva residencia? —me preguntó el Ixe de cabello gris.

—Regresaré a mi hogar en los próximos atardeceres.

Los consejeros olvidaron la ira y el rencor de golpe. Sus rostros se transformaron con una alegría que no se molestaron en ocultar; especialmente Vayras, que me miró como si le hubiese hecho un gran regalo.

—¿Estaba usted al tanto de esto, Ix Realix?

La mirada del Ixe se dirigió a algún lugar a mi espalda y me volví para encontrarme con el rostro de Killian. El jefe del clan me observó con los brazos cruzados y la expresión serena, pero los nudillos blancos y el mar embravecido que escondían sus ojos rompieron su máscara de calma imperfecta.

—No tenía ni idea.


(Si eres de Colombia, lee más abajo, porfis).


Inserte hate hacia Killian aquí 📮😂📮

Leza y Vayras siempre incordiando 🙄🙄

¿Cómo creéis que le está yendo a Moira con sus alumnos?


🏁 : 160 👀, 64🌟 y 80✍

Nos leemos para la semanaaaa ❤

Un besiño😘


🇨🇴

Estoy escribiendo un libro nuevo en el que hay un personaje natural de Colombia. Me gustaría reflejar la forma de hablar de los colombianos de la mejor manera posible, pero tengo carencias 🤣🤣

Si por aquí hay alguien de Colombia dispuesta a aguantar mis preguntas random, manifiéstese. 😳

Mil gracias por leerme y aguantarme. 💛💙❤️

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