22. Juguete roto
En mi cuarto resonaron dos golpes secos. Decidí ignorarlos y Trasno me dedicó una sonrisa maliciosa. Desvié la mirada hacia la cristalera del balcón, por donde entró la brisa helada de los últimos instantes de la noche. La oscuridad disminuía con cada latido y los soles se acercaban al horizonte con sigilo. Los golpes vibraron sobre la madera y las llamas que me quemaban las venas se avivaron de inmediato. Trasno se rio mientras se colgaba de la lámpara de sal que había en el techo.
—Moira, sé que estás ahí. Abre la puerta.
Me acerqué para coger una manta de arena tostada con la intención de dirigirme al balcón, pues quizá desde allí podría disfrutar de la paz del amanecer, pero el duende brincó sobre ella y me detuvo.
—¿Vas a esconderte aquí para siempre? —me preguntó con los brazos cruzados—. Creía que eras más valiente.
Me volví para evitar darle una patada que lo enviase al olvido y me encaminé hacia la maldita puerta. El puño de Killian se detuvo cuando la abrí y su cansado rostro me recibió desde el pasillo.
—¿Necesitas algo? —pregunté con voz neutral. El jefe del clan frunció el ceño y sus ojos centellearon con irritación.
—Deberíamos hablar de lo que ocurrió anoche.
—Fue una ceremonia muy bonita. Mi padre disfrutó de cada latido.
—¡Toma esa, cara anchoa! —exclamó Trasno cuando el rostro de Killian se torció por mi indiferencia.
—Sabes de sobra a lo que me refiero.
—¿Quizá te gustaría hablar de mis clases en Slusonia? Lo tengo todo bajo control, no debes preocuparte.
El mar que escondían sus iris se agitó y la risa de Trasno me dio la energía que necesitaba para mantenerme firme. La mandíbula de Killian se tensó y el aqua se adentró en el cuarto y me obligó a contar hasta diez para no perder la compostura.
—No sabía que venían a la Fortaleza —dijo mientras avanzaba.
—Estoy segura de que la familia Rivule será una grata compañía.
Killian estiró el brazo con un movimiento seco y generó una ráfaga de aire que cerró la puerta de golpe. Por las paredes se extendió una luz aquamarina que iluminó el cuarto y su poder creó una capa invisible para evitar que los sonidos se propagasen al exterior.
—Me parece que se está preparando para dar un concierto —dijo Trasno con una malicia que me hizo sonreír, lo que no le gustó al jefe del clan.
—No sabía que me iba a besar.
—Porque de haberlo sabido, ¿habrías disimulado, tritón sin cuerno? —preguntó Trasno airado.
—Los mejores besos son los que sorprenden —dije con voz serena.
—¿Quieres dejar de hacer eso?
—¿De hacer el qué, Ix Realix?
—De protegerte tras la coraza con la que te ocultas del mundo cuando estás herida. Conmigo ya no funciona.
Sus palabras amenazaron con romper la máscara de paz que se había formado sobre mi piel y la ira y el dolor se resintieron contra el hielo que me calmaba la sangre.
—¿Es que no te importa que nos hayamos besado? —preguntó dolido.
—¿Debería hacerlo?
—Eso pensaba, pero quizá me equivoqué al juzgar lo ocurrido —dijo como si tuviese derecho a estar enfadado.
—¿Lo ocurrido? ¿Qué es lo que ha ocurrido exactamente, Ix Realix? ¿Sabes qué? No tienes que darme explicaciones. Puedes besar a quien te dé la gana cuando te dé la gana. ¿Quién soy yo para reclamarte? Tampoco es como si hubiese ocurrido nada entre nosotros, ¿verdad? Que me hayas besado un par de veces no significa que-
Sus labios colisionaron con los míos y el incendio que vivía en mi interior se agravó. Killian deslizó las manos por mis mejillas y me atrajo hacia él con un gemido. Su lengua me rozó el labio inferior y se adentró en mi boca. Un cálido y placentero hormigueo me recorrió la piel y me llenó de una energía que le dio a las llamas de mi pecho el poder de convertirlo todo en cenizas. El dolor y la traición se retorcieron en mi vientre y me sentí indefensa ante unos sentimientos que no podía controlar.
Me separé de él al instante. Killian me miró desconcertado y llevé una mano a su pecho para mantenerlo alejado y poder gritarle con tanta fuerza como tenían las gemas de Neibos, pero entonces me vi en sus ojos. El mar de sus iris me observó con una admiración y un aprecio que me descolocó, pues era un reflejo de lo que yo sentía por él, y el nudo que se me formó en la garganta me silenció.
—¿Es que no vas a hacer nada? —me preguntó Trasno indignado.
Lo besé. Por primera vez fui yo quien le puso fin a la distancia que nos separaba. Enredé los dedos en su cabello y me perdí en el frescor de la lluvia que bañaba su piel. Nuestras respiraciones se volvieron breves y profundas y sus caricias dejaron una estela de calor allí donde se posaron sus dedos. El poder elemental cambió y Killian jadeó antes de separarse. Su şihïr se iluminó con una comunicación y el jefe del clan apoyó la frente contra la mía y suspiró.
—Tengo que irme —dijo en un susurro. La confusión por lo ocurrido me transformó el rostro y Killian depositó un beso en mis manos—. Cuando Elísabet y yo éramos pequeños, mis padres y los Rivule acordaron que nos uniríamos para vincular nuestras familias cuando llegase el momento.
—¿Una unión por conveniencia? —pregunté desconcertada. Killian me dedicó una sonrisa triste.
—Ser Ix Regnix de un clan es un gran sacrificio, Moira, y necesitamos neis fuertes que nos acompañen en el camino. El apoyo de las grandes familias del reino es fundamental.
—¿Tus padres hicieron lo mismo? —Killian asintió—. ¿Y el resto de los Ix Regnix?
—También.
—¿La Autoridad impide que escojáis a la persona con la que vais a compartir vuestro futuro?
—No es tan malo como parece —dijo con voz suave—. Solemos tener contacto con los candidatos desde que somos pequeños porque forman parte del entorno de la Fortaleza, y normalmente nos dejan escoger entre varias opciones.
—¿Normalmente? —repetí horrorizada.
—A veces, las personas con las que tienes una mayor amistad son las menos adecuadas para desempeñar la labor requerida.
—Por si había dudas, aquí llega la confirmación de que ser Ix Regnix es un infierno —dijo Trasno desencantado.
Asentí en acuerdo, incapaz de ordenar mis pensamientos, y Killian siguió la línea de mi mirada antes de fruncir el ceño.
—¿Te encuentras bien?
—Pero entonces... ¿tampoco buscáis a vuestros nywïth? —pregunté. Killian negó, lo que me sorprendió sobremanera, pues el interés de los neis por el vínculo no conocía límites.
—¿A cuántas personas conoces que tengan nywïth? —Me tensé al instante y tuve que morderme la lengua para no desvelar ningún secreto—. Exacto. Las probabilidades de encontrarlos son ínfimas y los Ix Regnix tenemos un papel que desempeñar. El tiempo apremia y ni siquiera una unión mágica puede detener nuestras responsabilidades. Por mucho que queramos encontrarlo, el vínculo nywïth no es una opción para nosotros.
Hasta hacía escasas lunas, a la única persona que conocía con nywïth era mi madre, pero ella lo había encontrado en uno de los clanes más alejados de nuestro reino. Aidan y Mónica formaban parte de la misma Guardia y desconocía las circunstancias que los habían unido en el clan Aqua, pero la soldado era una obsidiana; jamás se habrían encontrado si ella no hubiese abandonado su lugar de nacimiento. Lo mismo ocurría con Quentin y Musa, y en su caso las probabilidades eran todavía más insignificantes, pues él era el legítimo jefe del clan Rubí y ella una esmeralda exiliada en el Hrath.
—Ni siquiera sabía que los neis se podían vincular sin ser nywïth hasta que os conocí a ti y a tu padre.
—¿Tampoco os vinculáis? —pregunté todavía más confusa.
—Supongo que será por si tenemos la suerte de toparnos con nuestro nywïth en algún atardecer del futuro.
Killian se sentó sobre la cama y se pasó una mano por el cabello, y yo me sentí tan desorientada que me dejé caer contra la cómoda.
—Elísabet... No volvimos a hablar del acuerdo desde que éramos niños. Supongo que ahora que Catnia no está, piensan que no tengo a nadie que me apoye y por eso han venido a ayudar. Hablaré con ellos en cuanto pueda.
—¿Y qué vas a decirles?
—Que nunca me había sentido tan arropado.
El aleteo que cobró vida en mi vientre se propagó por todo mi cuerpo y me aceleró el corazón. Killian me dedicó una sonrisa cauta y extendió una mano hacia mí. El poder elemental cambió en cuanto nuestros dedos se rozaron y el jefe del clan frunció el ceño y suspiró antes de levantarse.
—Tengo que irme —dijo cuando se comunicaron con él por segunda vez.
Killian se acercó y deslizó los dedos por mi muñeca derecha, el lugar en el que debía estar mi şihïr. La marca nunca había aparecido sobre mi piel porque no tenía un poder elemental y el joven acarició la zona vacía con preocupación.
—Hablemos este anochecer, cuando haya cumplido con todas mis obligaciones.
—Está bien.
—Buena suerte hoy —me dijo antes de darme un beso en la frente.
Cuando abandonó la estancia, me llevé una mano a los labios y saboreé el recuerdo de lo ocurrido. Los colores del amanecer comenzaron a teñir el cielo y la vista desde la ventana era tan bonita que fui incapaz de apartarme de ella. Ante mí apareció el rostro airado de un duende que se colgó de las cortinas y me fulminó con la mirada.
—¿Es que tienes menos cerebro que esa babosa de mar? —preguntó enfurecido.
—Sé que no te gusta, pero-
—¿Que no me gusta? ¿¡Que no me gusta!? ¿Pero tú utilizas la cabeza, criatura? ¿Es que no entiendes que no formáis parte del mismo mundo? ¡Está prometido con una de las familias más importantes del clan!
—Lo he escuchado tan bien como tú.
—¡Pues entonces eres más tonta de lo que pensaba!
—¡Deja de gritarme!
—¡¡Y tú deja de comportarte como una estúpida!! ¿Por qué crees que llegan a esos acuerdos? ¡Para concentrar un mayor poder con el que defender el reino y proteger a sus habitantes! ¿Crees que van a permitir que el Ix Realix de Neibos esté con la Sin Magia? ¿¿Es que te falta una aleta?? ¿No ves que no eres suficiente? ¿Que nunca dejarán que lo seas? ¿No has oído que no se vinculan por si algún día encuentran a su nywïth? ¡No hay nada que puedas hacen en contra del poder elemental! Siempre serás un segundo plato, aquello que pudo ser y no fue, el juguete roto del jefe del clan.
¿Llorando? Llorando.
¿Confirmamos montaña rusa de emociones?
¿Qué pensáis de Killian?
¿Y qué os parece todo lo que ha dicho Trasno?
Espero que os haya gustado el cap ❤
🏁 : 160 👀, 63🌟 y 78✍
Nos leemos para la semana.
Un besiñooooo😘
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