Capítulo veintiséis "El regreso"
Al pasar los días el vientre de Alice creció hasta estar del tamaño de una pelota de voley, la jóven no podía estar más ansiosa por la llegada de su bebé, ya quería tenerlo entre sus brazos. Pero, mientras tanto tenía cosas pendientes y una de ellas era armar la cuna, por lo que entró a la habitación y se puso a leer las instrucciones.
Mientras intentaba descifrar las instrucciones, su padre Sam pasó por la habitación y se detuvo al verla. Su mirada reflejaba tristeza por la pérdida, pero también amor y apoyo hacia su hija.
—¿Necesitas ayuda con eso, cariño? —preguntó Sam con su característica voz grave.
La castaña levantó la vista, agradecida por la oferta de ayuda de su padre. —No me vendría mal, papá —respondió, una pequeña sonrisa curvando sus labios.
El cazador se acercó y juntos comenzaron a ensamblar la cuna. Mientras trabajaban, compartieron recuerdos de Dean, momentos de risa y nostalgia. Hablaron sobre lo mucho que lo extrañarían, pero también sobre la esperanza que traía la próxima generación de Winchester.
—hubiera sido un buen niñero, para Teddy —comentó su padre —una vez trabajamos un caso que involucraba bebés transformadores y...yo no hubiera podido hacer sin él, sobre todo porque no tenía alma.
—sé que tuviste malas época pero decir que no tenías alma, es mucho.
—no, es que literalmente no tenía alma —explicó.
—¡oh! Si, ya recuerdo —hizo una mueca —libro seis —apuntó.
—oye, ¡no es justo! —rieron. —Creo que Dean estaría orgulloso de ti, Alice —dijo Sam con voz suave mientras ajustaban una de las piezas de la cuna.
La jóven asintió, sintiendo un nudo en la garganta. —Espero que sí, papá. Solo desearía que estuviera aquí para conocer a su sobrino —respondió, luchando por contener las lágrimas.
El más alto puso una mano reconfortante sobre el hombro de su hija. —Él siempre estará con nosotros, de una forma u otra —dijo con convicción.
Continuaron trabajando en silencio por un momento, encontrando consuelo en la compañía del otro. Finalmente, la cuna estuvo lista, un símbolo de amor y esperanza en medio del dolor y la pérdida.
—Estoy muy agradecida de tenerte, papá —dijo Alice, mirando a su padre con gratitud.
Sam le devolvió la mirada con ternura. —Siempre estaré aquí para ti, Alice. Y para Teddy —respondió, con la promesa de amor incondicional en sus palabras.
Se abrazaron con fuerza, encontrando consuelo y fortaleza el uno en el otro.
—por cierto, cariño, tengo un caso —dijo su padre mientras se separaban.
—¿Vas a estar bien?
—suspiró —lo intentaré —asintió —pasaré por Alex, lo resolveremos juntos.
—está bien —aceptó —mantenme al tanto, por favor.
—lo haré.
—y cuídate ¿Sí? —suplicó —regresa a casa, no puedo perderte a ti también.
—no puedo...no puedo prometer eso —negó devastado.
—pues ¡hazlo! —se molestó —Ben y yo te necesitamos aún y bebé Teddy quiere conocer a su abuelo así que...
—regresaré —la abrazó dejando un beso en su cabeza.
En cuanto su padre salió de la habitación, Alice pasó una mano por su rostro limpiando las lágrimas que no sabía que había derramado y procedió a colocar el pequeño colchón en la cuna, junto con las sábanas , la chichonera, una mini almohada y claro, no podía faltar el muñeco de apego que había comprado para su pequeño.
Cuando todo estuvo listo, pudo admirar su trabajo con orgullo mientras acariciaba su vientre —ya está todo listo, bebé —murmuró —puedes venir cuando quieras. —sintió una contracción bastante fuerte —pero, que no sea ahora. Espera a tu abuelo —rió, luego de aliviarse.
Regresó a su habitación y se sentó en la cama, en ese segundo escuchó una rápidas pisadas que se dirigían hacia ella, sonrió al ver al pequeño can entrar con emoción, saltó sobre la cama y se acomodó con su cabeza dulcemente apoyada en el vientre de Alice.
—Bebé Teddy, te agrada ¿eh? —lo acarició, en ese minuto sintió una patadita —y creo que a él también le agradas. —suspiró —extraño a Dean —murmuró —Jack, si estas escuchando, por favor, te lo suplico, regresalo —sus ojos se llenaron de lágrimas —no era su tiempo, él no debía irse aún.
Claramente no recibió ninguna respuesta por parte de su hermano Jack, por lo que algo resignada decidió ir a comer algo.
Cocinó algo rápido pero mientras lo hacía su mente divagó en los recuerdos, como cuando conoció a su tío y a su padre, él no confiaba en ella pero, luego se volvieron muy unidos.
"En un campo de tiro al aire libre, Alice se encontraba junto a su tío Dean, con un revólver en sus manos. A pocos pasos de distancia, Sam observaba con orgullo mientras su hija recibía una de las lecciones más importantes de su vida. El sol brillaba en el cielo azul, iluminando el momento de enseñanza y camaradería.
—¿Lista para esto, Alice? —inquirió el mayor con una sonrisa.
—Sí, tío. Estoy lista. —asintió con nerviosismo.
—Estamos aquí para apoyarte, cariño. Confía en ti misma. —dijo su padre desde la distancia que no era muy corta, a decir verdad.
—Lo haré, papá. Gracias. —sonrió en su dirección.
—Muy bien, primero, necesitas aprender a sostener el arma correctamente.—El cazador coloca su mano sobre la de Alice y ajusta su postura, mientras Sam observa con atención.—Mantén un buen agarre, pero sin tensión excesiva. Quieres estar firme, pero flexible.
Alice intentó seguir sus instrucciones — ¿Así está bien?
—Sí, así está mejor —asintió —Ahora, enfoca tu mirada en el objetivo.
Alice dirige su vista hacia el blanco a lo lejos, sintiendo el apoyo de su padre detrás de ella.
—Ahora, lentamente, comienza a presionar el gatillo. Recuerda respirar y mantener la calma. —murmuró Dean.
La castaña respiró profundamente y presionó el gatillo con determinación.El disparo resuena en el campo de tiro mientras el proyectil impacta en el blanco.
Sam: aplaudió emocionado —¡Bien hecho, cariño! ¡Estoy tan orgulloso de ti!
El mayor sonrió con orgullo —¡Eso es, Alice! ¡Lo hiciste genial! Eres valiente y fuerte, como una verdadera Winchester
—Gracias, tío Dean. Gracias por enseñarme y por creer en mí.
Dean la abrazó —Siempre estaré aquí para ti, princesa. Siempre."
—siempre —repitió Alice con tristeza y enojo —¡maldito mentiroso! —tomó la cebolla que había sobrado y la tiró lejos con bronca. La ira se transformó en impotencia y esto a su vez en lágrimas saladas que bajaron por sus mejillas.
Entonces, un sonido familiar resonó en la distancia, un ruido que hizo que su corazón diera un vuelco en su pecho. Era un ladrido muy característico de Miracle, solo ladraba así cuando veía a alguien en particular.
Con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, Alice se apresuró hacia la biblioteca, su corazón latiendo con la esperanza de lo que estaba por venir.
Y allí, al pie de las escaleras, estaba él. Dean, su tío querido, con una sonrisa radiante en su rostro cansado pero lleno de vida.
—¡Dean! —exclamó Alice, sus ojos llenos de alegría y asombro mientras se lanzaba hacia él en un abrazo emocionado.
Dean la sostuvo con ternura, su corazón lleno de gratitud y amor por su sobrina. —Hey, princesa —murmuró, su voz llena de emoción contenida. —Te extrañé.
Las lágrimas llenaron los ojos de Alice mientras lo miraba con gratitud y alegría. —Te extrañé tanto —admitió, su voz temblando con emoción. —Pensé que no volverías. —entonces, fue cuando la realidad le pegó, se alejó con rapidez al tiempo que sacaba el arma que tenía encima siempre por si acaso, y le apuntó —¿Cómo sé que eres tú y no un monstruo?
—pruebame. —La castaña no tardó en hacerlo, agua bendita, plata, hasta borax y nada, él realmente era su tío. —¿lo ves? Soy yo.
Alice otra vez lo abrazó con fuerza, no quería separarse de él por nada del mundo.
Dean la sostuvo con más fuerza, una mano acariciando con ternura su abultado vientre. —Nunca me perdería esto por nada del mundo —dijo con determinación, su mirada llena de amor y orgullo.
—bebé Teddy, necesitará que le enseñes algunas cosas —dijo ella divertida.
—presiento que no sólo a él —la miró.
—un segundo —otra cosa más ocupó su mente. —¿Cómo es que...?
—¿reviví? —asintió —bueno, parece que alguien realmente me necesitaba aquí, lo anhelaste tanto que...decidí regresar.
El asombro se reflejó en los ojos de Alice mientras absorbía las palabras de su tío. —Jack... —murmuró, una mezcla de incredulidad y agradecimiento llenando su voz. —Gracias, hermanito.
—¿Acaso huele a quemado? —preguntó Dean con el ceño fruncido tras sentir un aroma extraño.
—¡el guiso! —la jóven corrió hacía la cocina, la cual estaba llena de una humadera amarga, como pudo apagó el horno abatida. —oh no, arruiné la comida.
—eso se puede arreglar, no te aflijas —comentó su tío —por cierto —miró tras su espalda —¿y Sammy?
—en un caso con Alex.
—rió pícaro —seguro, un caso de resurrección del basilisco —guiñó un ojo pícaro.
—¿son reales? —al ver a su tío aguantando la risa, supo a que se refería —¡Oh por Dios, Dean! —Alice enrojeció de vergüenza —¡es mi padre del que hablas!
La puerta del bunker se abriéndose los interrumpe —hablando del rey de Roma...
Los dos salieron hacia la entrada, donde Sam se quedó estático al ver a su hermano —¿Dean? —miró a su hija —¿es...es él?
—hola Sammy —sonrió, el menor no lo pensó y se acercó con rapidez envolviendolo en un abrazo. —también te extrañé.
—¿Cómo...?
—Jack —respondió a lo que su hermano entendió.
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