Capítulo veinticinco "Mal presentimiento"
Unos besitos muy particulares en el rostro, despertaron a Alice sonrió y abrazó al can mientras abría los ojos. Lo cierto, es que Dean había adoptado al pequeño peludo de cuatro patas cuando Jack lo trajó de nuevo.
Se levantó siendo seguida por el perro, al parecer tenía una fascinación por ella y la verdad, lo amaba.
Tras arreglarse bajó a la cocina, al entrar vio a su padre cocinando y a Dean tomando unas tostadas —¡esta caliente! —se quejó poniéndolas rápidamente en un plato.
—¡buenos días! —exclamó la joven.
—buenos días, cariño —respondió el mayor.
—buenos días, princesa —Dean dejó en su cabeza al pasar por su lado.
—¿dormiste bien?
—síp —sonrió —bebé Teddy, estuvo tranquilo —apoyó una mano en su vientre.
—nada como un buen descanso ¿eh? Aprovecha, porque cuando nazca no podrás pegar un ojo —aconsejó su tío.
Sam le pasó un plato donde reposaba un omelette y un par de tostadas, se preparó un té y desayunó tranquilamente —¿Cuáles son los planes para hoy?
—aún no lo sabemos —comentó el más alto.
—me avisan cuando lo sepan —lavó los platos y subió a su habitación pero cuando estaba por entrar, retrocedió y se fijó en la habitación de al lado, se le ocurrió que podría arreglarla para que sea la habitación de Teddy.
Volvió a bajar y encontró a ambos cazadores en la biblioteca —saldré a hacer unas compras, tengo grandes planes para hoy.
—genial porque nosotros también —dijo Dean poniéndose en pie.
La joven frunció el ceño —¿a qué se refieren?
—un caso y no, no puedes venir. —mintió Dean.
—está bien —suspiró yendo por su hermano, pues necesitaba de su ayuda para las compras que haría.
Salió con su hermano unos minutos después con destino al supermercado.
El motor del auto ronronea suavemente mientras Ben y Alice viajan juntos hacia su destino. Ben dirige su atención hacia su hermana, quien está mirando por la ventana con una expresión pensativa.
—¿A dónde vamos, Alice?
—Vamos a la tienda de artículos para bebés. —lo volteó a ver —Necesito comprar algunas cosas para la habitación de Teddy y para poder cuidarlo adecuadamente.
—¿Por qué ahora? ¿Hay algo específico que necesitas? —frunció el ceño ligeramente.
—Después de todo lo que ha pasado, me di cuenta de que no tuve la oportunidad de preparar todo para Teddy—suspiró —No tengo ropa para él, ni accesorios, ni siquiera pañales.
—Entiendo. Es comprensible que quieras asegurarte de tener todo listo para cuando llegue Teddy. —asintió comprensivamente.
Un rato más tarde ambos se encontraban caminando por los pasillos de la tienda de artículos para bebés, examinando diversos productos.
Una adorable cuna blanca atrae la atención de la castaña, haciendo que su hermano pare abruptamente. —Mira esta cuna, Ben. ¡Es perfecta para bebé Teddy!
—Sí, es muy linda. Y parece ser resistente también. —estuvo de acuerdo, tomó una de las cajas que contenía dicho producto, y lo subió al carrito.
—Creo que la pintura azul suave que elegimos podría combinar con esta cuna. ¿Qué opinas?
—Me parece una excelente idea. Eso le dará un toque muy acogedor al espacio. —examinó la lata de pintura que ya habían escogido.
Después de seleccionar todos los elementos necesarios para la habitación, Alice y Ben se encaminaron hacia la siguiente parada en su aventura de compras: la tienda de artículos para bebés. Aquí, se sumergieron en un mar de biberones, pañales, chupetes y ropita adorable.
—Creo que necesitaré un montón de estos —dijo Alice, sosteniendo un paquete de pañales con una expresión reflexiva.
—Definitivamente —estuvo de acuerdo Ben, agregando un conjunto de biberones al carrito. —Nunca se sabe cuánto necesitaremos.
La cazadora dirigió su atención hacia las pequeñas prendas, alcanzó a ver un conjunto en particular de color verde pastel que le gustó mucho, lo tomó mostrándoselo a Ben —¡Mira qué pequeño y lindo es este conjunto!
—¡es adorable!
Eligieron un par más de conjuntos, baberos y alguna que otra prenda y se dirigieron a la caja listos para pagar cuando Alice se detiene abruptamente
frente a un estante y levanta un lobo de apego con un gesto de sorpresa y ternura. Lo examina con cuidado antes de voltearse hacia Ben, quien se le acerca para ver lo que ha encontrado
—¡Mira, Ben! ¿No es adorable este lobo de apego? —sonrió con ternura.
—Es muy lindo, ¿no crees que al bebé le encantará tenerlo?
—Definitivamente. Creo que podría convertirse en su compañero de aventuras. —una adorable escena se instaló en su cabeza. —Lo llevaré.
Pagaron por todo y regresaron al bunker, donde juntos llevaron todo a la habitación que sería del bebé.
Comenzó pintando las paredes mientras en su mente ya se imaginaba allí con su bebé en brazos, ella tenía una idea muy clara de cómo decoraría.
Mientras las paredes se secaban, fue a almorzar y ya para la tarde se encontraba terminando de decorar, había escrito con hermosa letra cursiva "Teddy" justo debajo de una luna llena la cual tenía luz Led y en plena oscuridad aparentaba una real, también le colocó algunas estrellas.
Descansó un poco y se puso a descansar un raro antes de sacar la cuna para comenzar a armarla pero, no pudo iniciar ya que un mal presentimiento la embargó.
—¡¡¡Ben!!! —gritó Alice.
El castaño no tardó en aparecer preocupado —¿Qué pasa? ¿Es el bebé? ¿Se adelantó?
—no, no —negó —tengo un presentimiento, una sensación de que algo no está bien.
—no entiendo.
—creo que algo le pasó a papá o...al tío Dean —admitió.
—seguro están bien, son los Winchester nada los para —intentó calmarla.
—no, esto es diferente —suspiró —tenemos que ir con ellos.
—sí, está bien, si eso te hace sentir mejor...
Ambos fueron a la cochera y se subieron al auto, fueron a toda velocidad hasta llegar hasta donde estaban los cazadores.
—Dean, está bien, puedes irte ahora —fue lo primero que la castaña oyó al asomarse por la puerta de aquel almacén.
—adiós Sam —cerró los ojos y su cabeza cayó.
—Alice abrió los ojos como platos cuando salió del shock —Un grito desgarrador escapó de sus labios, un sonido de pura agonía que parecía rasgar el aire.—¡¡¡NO!!! ¡¡¡NO!!! —hubiera caído al piso de no ser por su hermano.
Sam notó la presencia de sus hijos y se apartó de Dean, extendiendo los brazos hacia Alice. Ella se soltó del agarre de Ben y se lanzó hacia el cuerpo de tío, pero su padre la detuvo en un abrazo desesperado, sus brazos envolviéndola con fuerza.—¿Por qué? —sollozó Alice, su voz ahogada por las lágrimas. —¿Por qué él? No tenía que ser así, no tenía que morir. —golpeó el pecho del cazador tratando de safarse pero el agarre de su progenitor se hacia más firme. Las lágrimas de Alice fluían sin cesar, su corazón roto clamando desesperadamente por una solución imposible. —Por favor, papá —sollozó su voz quebrándose con el peso del dolor. —Tienes que encontrar una manera de traerlo de vuelta. No puedo vivir sin él.
Sam la sostuvo con ternura, pero su expresión era firme. —Lo siento, cariño—murmuró. —No puedo hacer eso.
La desesperación de Alice la impulsó a gritar hacia lo alto. —¡Jack, por favor! — imploró, su voz resonando en el vacío del almacén. —¡Tráelo de vuelta! ¡Haz algo!
Pero el más alto la detuvo con un gesto firme. —No, Alice —dijo con voz tranquila pero decidida. —Jack no lo hará.
La castaña lo miró con incredulidad, sus ojos llenos de dolor y furia. —¿Por qué no? —preguntó, su voz temblando con emoción. —¿Por qué no puede hacerlo? Dean no quería irse. No estaba listo.
Sam la abrazó con más fuerza, sintiendo el peso de su propia pérdida mientras intentaba consolar a su hija. —Lo sé — admitió con voz suave. —Pero Dean ya había aceptado su destino. No quería regresar.
Las palabras de él resonaron en el aire, llenando el espacio con una sensación de resignación y tristeza. La jóven sollozó amargamente, su corazón destrozado por la realidad implacable de la muerte de su tío. —pero ni tú ni yo estamos listos para su partida —las lágrimas no dejaban de caer por sus mejillas.
—Lo sé, cariño —murmuró el cazador con la voz quebrada por el dolor, sus brazos envolviendo con ternura a su hija. —Ninguno de nosotros estaba listo para esto.
—Pero puedo traerlo de vuelta —insistió, aferrándose desesperadamente a cualquier atisbo de esperanza. —Jack puede hacerlo, lo sé.
El eco de sus palabras resonó en el silencio del almacén, llenando el espacio con una sensación de resignación y desolación. Alice se aferró con fuerza a su padre, sus corazones destrozados por la certeza de que nunca volvería a ver a su amado tío y hermano. —Lo siento, papá — susurró, su voz apenas un susurro entre sollozos. —Lo siento tanto.
Ben que había estado todo este tiempo alejado se acercó uniéndose al abrazo.
—hijos, tengo que...será mejor que regresen al bunker, tengo algo pendiente que hacer.
—si es por lo del funeral, no te vamos a dejar solo —habló el castaño.
—no, es algo relacionado con el caso.
—¿Qué estaban cazando? —inquirió Alice.
—vampiros —gruñó con recelo su padre.
—los odio —dijo de igual forma la chica.
Los dos hermanos partieron de regreso al bunker, a la hora regresó su padre y los tres se pusieron a preparar el funeral de cazador para Dean. Claro que junto a ellos estaba el amado amigo de cuatro patas que Dean había adoptado.
Se puede decir que los días que le siguieron, fueron muy tristes, el bunker no se sentía igual.
Uno de esos días, Alice decidió salir e iba a bajar pero se detuvo frente a la habitación de su tío, entró y se quedó de pie en medio mirando todo a su alrededor, se acercó al escritorio pero su pierna golpeó una caja tirando su contenido. Comenzó a guardar todo o casi todo porque algo llamó su atención, era un collar con un dije muy peculiar. Sonrió y se lo puso sin titubear.
—¿Qué haces aquí, cariño?
—la joven estaba sentada en la cama con el pequeño Miracle en sus piernas —ah...tuve la necesidad de entrar un rato —admitió, Sam asintió entrando para acercarse y fue cuando vio el cuello de su hija.
—es...es el collar de Dean —se sentó a su lado —yo se lo regalé en una de las navidades que pasamos juntos —explicó —se supone que era para mi papá pero, él me mintió y estaba tan molesto que decidí dárselo a mi hermano. —sus ojos se llenaron de lágrimas, Alice lo abrazó del brazo apoyando su cabeza en su hombro. —ese collar representa nuestra hermandad.
—¿lo quieres? —estaba por quitárselo.
—no, quiero que tú lo tengas —sonrió apenas —Dean querría que lo tuvieras.
—lo extraño —bajó la mirada.
—yo igual —suspiró abatido.
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