Capítulo treinta y tres "Revelación"
Alice y Scott salieron de la ducha y se arreglaron, quedando listos para cuando su pequeño regresara lo que no tardó en ocurrir.
Cuando la puerta se abrió y Teddy vio que allí estaba Scott no tardó en correr hacia él emocionado, por su puesto el castaño lo tomó al vuelo recibiendo la muestra de afecto por parte del pequeño.
-¡Scott! ¿Mamá habló contigo? ¿Por eso estás aquí?
El chico volteó hacia la cazadora, la cual se encogió de hombros avergonzada -am...en realidad estoy aquí porque quería invitarlos a quedarse unos días en mi casa ¿Qué dices campeón, te gustaría?
-¡Sí! -miró a su madre con ojitos brillantes -Mami ¿podemos?
-claro que sí, mi amor -sonrió enternecida.
Sam y Dean entraron encontrándose con la hermosa escena de Teddy cómodamente en brazos de Scott, muy emocionado.
-nos volvemos a ver, chico lobo -comentó Dean con una sonrisa burlona mirando de reojo a su sobrina, quién estaba realmente feliz con la presencia de Scott.
-am...sí, espero que no sea una molestia para ustedes.
-no lo es -aseguró el más alto -de hecho, me parece bien que estes aquí.
-abuelo -el castaño bajó al niño y este corrió hacia él más alto -Scott nos invitó a mami y a mí a su casa ¿no es fantástico?
-¡por supuesto que sí!
-me parece genial, siempre y cuando no hagas algo que dañe a mi sobrinos -dijo el mayor como quién no quiere la cosa.
-tienes mi palabra, soy incapaz de hacerles algo que los pueda dañar.
Sam asintió de acuerdo —confíamos en ti Scott, no nos defraudes.
Teddy comenzó a recoger sus cosas más que contento y Alice le siguió divertida por la situación.
Tras una pequeña despedida acordando con Sam que bajo cualquier inconveniente lo llamarán, se retiraron a casa de Scott.
—he pensado que la habitación de huéspedes, la misma que tu usaste podría ser de Teddy ahora —comentó Scott ni bien llegaron.
—y mía —afirmó Alice, el castaño la miró confundido y hasta un poco triste.
—creí que no te importaría dormir conmigo.
—y yo creí que querías ir lento —le recordó ella.
—perdió su valor cuando te hice el amor.
—entonces...¿Quieres que compartamos habitación? —inquirió. —¿Cómo se lo explicaremos a Teddy?
—am...¿Qué soy tu amigo con derechos?
—Scott, cariño, ¡tiene siete años! —gruñó entre dientes. —y no quiero ser tu amiga con derechos, o eres completamente mío o eres completamente mío, no tienes opción.
—sonrió —ni las quería, acepto ser enteramente tuyo. —la tomó por la cintura y estuvo a punto de besarla cuando Alice vio por el rabillo del ojo a su hijo, rápidamente empujó a Scott lejos.
—mira mami, Scott tiene un perrito —detrás de él se asomó un pequeño caniche micro toy color pimienta.
—¡es hermoso! —se puso de cuclillas para tomar al perrito y jugar con él.
—¿Cómo se llama?
—se llama Tobby —el castaño sonrió.
—mi tío también tiene un perro, se llama Miracle y es un poco más grande que Tobby —explicó Teddy.
—¿te gustan los animales?
—¡mucho! ¿Y a ti? —Alice se enterneció al verlos hablar tan animadamente.
—también me gustan, por eso trabajo en una veterinaria.
—¿eres doctor? —acarició al perrito.
—si —asintió —¿te gustaría ir conmigo un día a la veterinaria? También tengo un refugio donde hay muchos perros que esperan tener una familia.
—si, me gustaría —miró a la castaña —¿me dejas ir, mami?
—claro que sí, cariño.
El pequeño Teddy se fue de allí siendo seguido por el cachorro.
—por cierto, los chicos quieren conocer a Teddy —dijo Scott llamando la atención de Alice —espero que no te moleste ir a una pequeña reunión que harán mañana.
—por supuesto que no me molesta —negó.
—suspiró observando a Teddy desde su posición —aún no puedo creer que tengo un hijo, creí que...—movió la cabeza a los lados —no tendría, con Kira no tuve ese anhelo ¿Sabes? Pero cuando estuve contigo, sí. —admitió —gracias Al —llevó una mano a su mejilla acariciando tan suavemente, como si se fuese a romper con su solo toque.
—¿por qué? —sus ojos brillaban emocionados.
—por darme el regalo más hermoso que un hombre podría recibir —la cazadora lo miró confundida —un hijo —aclaró.
—no es algo que debas agradecerme, en parte tú lo hiciste también —soltó una pequeña risa.
—tú tuviste que pasar por la parte más difícil.
—hizo una mueca —en el parto creí que moriría —admitió —pero...—volteó mirando a su bebé —valió la pena aunque no puedo perdonarte qué saliera idéntico a tí —bromeó.
—¡oops! —se encogió de hombros —me disculpo, no fue mi intención —inclinó su rostro sobre el de ella —¿me perdonas? —sus narices se rozaron.
—¿Qué? —se atontó al tenerlo tan cerca.
—olvídalo —sonrió antes de unir sus labios en un dulce beso.
...
En la tarde los tres decidieron ir al parque, era un día hermoso para quedarse encerrados en casa así que decidieron salir, claro que se llevaron a Tobby de paseo.
Scott observó a su pequeño con una sonrisa amable. —¿Te gusta el lacrosse, Teddy? —preguntó, notando el brillo de interés en los ojos del pequeño.
Teddy asintió con entusiasmo. —Sí, me encanta, pero no sé jugar. Mi abuelo y mi tío intentaron enseñarme, pero no se les da muy bien —confesó con una mueca de decepción.
El castaño reflexionó por un momento antes de que una idea brillante iluminara su rostro. —Bueno, ¿qué te parece si te enseño yo?— propuso con una sonrisa.
Los ojos de Teddy se iluminaron con emoción y asombro. —¿De verdad? ¡Eso sería genial! —exclamó, apenas pudiendo contener su alegría.
Scott asintió con una sonrisa reconfortante. —Pero antes, necesitamos algo para ti —dijo misteriosamente mientras se dirigía a la parte trasera de la camioneta.
El niño observó con curiosidad mientras el hombre lobo sacaba un paquete alargado y se lo tendía con una sonrisa.
Con manos temblorosas de emoción, Teddy tomó el paquete y lo abrió lentamente. Sus ojos se iluminaron al descubrir el reluciente stick de lacrosse en su interior. —¡Guau! ¡Es increíble! — exclamó Teddy, mirando a Scott con gratitud y sorpresa, antes de abrazarlo agradecido.
Él recibió el abrazo del niño con ternura, sintiendo una calidez reconfortante en su pecho. Tomó su propio stick de lacrosse y miró a Teddy con determinación. —Vamos, Campeón. Es hora de que te conviertas en un verdadero jugador de lacrosse —dijo Scott con una sonrisa, llevando al niño hacia un espacio abierto en el parque.
—Primero, debes aprender a sostener el stick correctamente —comenzó el castaño, mostrándole a Teddy la posición adecuada de las manos en el stick. —Así es como lo sostienes. Ahora, intenta hacerlo tú mismo.
Teddy siguió las instrucciones de Scott con concentración, ajustando sus manos en el stick hasta sentirse cómodo.
Scott asintió con aprobación y continuó con las instrucciones. —Luego, debes aprender a pasar la bocha. Es fundamental para el juego —explicó, demostrando la técnica de lanzamiento con fluidez.
El pequeño observó atentamente antes de intentarlo por sí mismo. Al principio, sus lanzamientos eran torpes y descoordinados, pero con la paciencia y la guía de su padre, comenzó a mejorar gradualmente. —¡Eso es! ¡Lo estás haciendo genial, Teddy! —exclamó Scott, animando al niño mientras realizaba sus lanzamientos con más precisión.
—¡ese es mi bebé! —gritó Alice con emoción, avergonzando un poco a su niño.
Con el paso del tiempo, Scott y Teddy continuaron practicando, sumergiéndose en el juego con entusiasmo. Teddy se movía con determinación por el campo, siguiendo las indicaciones del jóven y mejorando con cada intento.
Mientras tanto, Alice observaba la escena desde la distancia, con una sonrisa de orgullo en su rostro. Ver a su bebé aprender y crecer bajo la tutela de Scott le llenaba el corazón de alegría. Sabía que, aunque Teddy aún no conocía la verdad sobre su relación con Scott, la conexión entre ellos era innegable.
Mientras continuaban practicando en el campo de lacrosse, Scott compartió con Teddy algunas historias de su tiempo en la preparatoria.
—¿Sabes, Teddy? Cuando estaba en la preparatoria, al principio me costaba mucho jugar lacrosse —comenzó Scott, recordando sus primeros días en el equipo. —Pero con práctica y determinación, logré mejorar y me convertí en el capitán del equipo.
Los ojos del pequeño se abrieron con asombro ante la revelación. —¿De verdad, Scott? ¡Eso es increíble! — exclamó, mirando a su mentor con admiración.
Scott sonrió con orgullo ante la reacción de Teddy. —Sí, lo logré. Y tú también puedes lograrlo, Teddy. Eres un jugador talentoso y con suficiente dedicación, estoy seguro de que serás el mejor —dijo con convicción.
La emoción brillaba en los ojos de Teddy mientras imaginaba su propio futuro como capitán del equipo de lacrosse. —¡Sí, lo seré! ¡Y tú estarás allí para verlo, Scott! —declaró con determinación.
Scott asintió con una sonrisa radiante. —¡Por supuesto que sí, Teddy! Estaré allí para animarte en cada paso del camino —prometió, sintiendo una profunda conexión con el niño y compartiendo su sueño de convertirse en un gran jugador de lacrosse.
El niño siguió practicándo mientras el castaño regresó con Alice, desde donde observaban al pequeño. El cual luego de un tiempo guardo su stick y decidió columpiarse un rato mientras observaba a otros niños con sus padres jugar, se sintió mal al ver que la mayoría de los que estaba allí, estaban con su padre.Sus ojos se nublaron con lágrimas contenidas mientras se balanceaba de un lado a otro, sintiendo un vacío en su pecho que no sabía cómo llenar.
—tiene talento —comentó el castaño con admiración en su voz.
Alice asintió, mirando a Teddy con amor. —Sí, definitivamente lo heredó de ti —respondió con una sonrisa, sus ojos brillando con gratitud. —apoyó su cabeza en el hombro del chico.
Scott sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras de Alice. Miró a Teddy con ternura antes de volver la mirada hacia ella, con una mezcla de felicidad y nostalgia en sus ojos.
—Gracias, cariño —dijo con voz suave, sintiendo la emoción abrumarlo. —Significa mucho para mí que Teddy haya heredado algo de mí, más allá del lacrosse. Me siento increíblemente afortunado de tenerlo en mi vida.
Finalmente, Teddy decidió regresar junto a su madre, Alice, y Scott, buscando consuelo en su abrazo reconfortante. Con una mirada llena de dolor, el pequeño rompió el silencio con su pregunta: —Mamá, ¿tengo un papá?
Alice se quedó pasmada por la pregunta que esperaba no tener que responder hasta al menos un par de días más, quería que se familiarizara con Scott antes de decirle la verdad.
Sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras de su hijo y se arrodilló frente a él, tomando sus pequeñas manos entre las suyas. —Sí, Teddy, tienes un papá —respondió con voz suave, esperando poder encontrar las palabras adecuadas para explicarle la ausencia de su padre.
—Entonces, ¿por qué no está aquí conmigo? —preguntó Teddy, con la inocencia propia de sus siete años.
La cazadora tragó saliva, luchando contra las lágrimas que amenazaban con escaparse. —Tu papá te quiere mucho, pero a veces hay cosas que no podemos controlar —explicó con tristeza, deseando poder aliviar el dolor de su hijo.
—En el colegio la mayoría tiene papá menos yo —murmuró Teddy, su voz temblorosa con la angustia que sentía.
El corazón de Alice se rompió al escuchar la confesión de su hijo. —Oh, cariño —susurró, envolviéndolo en un abrazo reconfortante. —Tu papá te ama más de lo que puedas imaginar, pero a veces las cosas no son tan simples como quisiéramos.
—¿Es porque no me quiere? —preguntó Teddy, con los ojos llenos de lágrimas.
—No, mi amor, no es por eso —respondió la jóven con tristeza, sintiendo cómo el dolor se apoderaba de ella. —Tu papá te ama mucho, lo prometo. —Alice volteó hacia el castaño buscando ayuda con su mirada, ya era hora de decirle la verdad a su hijo.
En ese momento, Scott se acercó a ellos con una expresión determinada en su rostro. —Teddy, necesitamos hablar — comenzó, su voz resonando con seriedad.
El niño levantó la mirada hacia Scott, sus ojos llenos de curiosidad y sorpresa. —¿Qué pasa, Scott? —preguntó, intrigado por el tono de su voz.
El joven se arrodilló frente a Teddy y colocó una mano en su hombro con ternura. —Teddy, quiero que sepas que yo soy tu papá —confesó, mirándolo directamente a los ojos.
El rostro de Teddy se iluminó con una mezcla de sorpresa y alegría. —¿En serio, Scott? ¿Tú eres mi papá? —preguntó, sin poder contener su emoción.
Scott asintió con una sonrisa. —Sí, Teddy. Aunque no pude estar contigo antes por razones de trabajo, a partir de ahora estaré aquí para ti. Nunca más te faltará un padre —prometió, abrazando a su hijo con fuerza.
Alice observó la escena con lágrimas de gratitud en los ojos, sintiendo cómo un peso se levantaba de sus hombros. Por fin, su hijo tenía el amor y el apoyo de un padre.
—Oye, Teddy, ¿qué te parece si vamos por un helado? —sugirió con una sonrisa, esperando traer un poco de alegría al momento.
Teddy, con los ojos aún brillantes por la revelación anterior, asintió emocionado. —¡Sí, papá, me encantaría! —respondió con entusiasmo, pronunciando la palabra "papá" por primera vez.
Las palabras de pequeño hicieron que el corazón de Scott se hinchara de emoción y gratitud. Una lágrima de felicidad amenazó con escaparse de su ojo mientras luchaba por contener la emoción. —Vamos entonces, pequeño — respondió, abrazando a Teddy con ternura, volteó hacia Alice —¿Vienes, cariño? —estiró su otra mano en su dirección, la cual la castaña tomó sin dudar.
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