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Capítulo treinta y siete "Salud impecable"

Alice entró a la habitación del hospital apresuradamente con Sam y Dean pisándoles los talones. Al ver a su hijito sano y salvó sonrió, el niño la volteó a ver y sus ojos se llenaron de lágrimas automáticamente —¡mami!

La castaña corrió hacia la camilla y lo abrazó con fuerza —aquí estoy, mi amor —murmuró para luego dejar un beso en cabecita.

—¿Qué me pasó?

—¿papi no te dijo? —Teddy negó.

—solo dijo que estoy bien ahora y eso es lo importante.

—bueno, lo que pasó es que te pusiste malito pero, como dijo papi ya estas curado —explicó peinando el cabello del niño con dulzura.

Sam se acercó con una sonrisa y le entregó un regalo envuelto, con entusiasmo.

—¡Hola, campeón! ¡Tengo algo para ti!— exclamó con cariño.

Los ojos de Teddy brillaron de emoción al recibir el regalo y abrirlo. —¡Wow, un muñeco de Wolverine! ¡Gracias, abuelo Sam! —respondió emocionado.

Mientras tanto, Dean se acercó con una bolsa de comida de dudosa procedencia en la mano —¡Y aquí tienes algo para llenar tu barriguita, Tigre! —dijo con complicidad.

Teddy sonrió feliz al ver la bolsa. —¡Gracias, tío Dean! —expresó con alegría.

Sam y Alice intercambiaron miradas desaprobatorias al ver la oferta de Dean. La preocupación era evidente en los ojos de la madre, quien no dudó en expresar su desacuerdo.

—No le vas a dar eso a mi hijo —dijo la jóven con firmeza, su voz llena de determinación.

El mayor señaló la charola que descansaba sobre la mesa de luz, con una mueca de asco en el rostro —¿prefieres que coma eso?

Lo cierto es que la comida de hospital parecía de todo menos algo comestible pero, seguro era más sano que la grasienta hamburguesa que el cazador había comprado.

Scott trató de mediar —am...se lo trajeron recién pero apenas ha probado bocado.

Teddy, con una expresión de desagrado, admitió: —Huele asqueroso y sabe peor —hizo una mueca que reflejaba su disgusto.

—no puede ser tan asqueroso —refutó la castaña.

—sabe a vómito, mamá.

La tensión en la habitación aumentó cuando Alice dirigió una pregunta seria a Scott, buscando su aprobación.—¿Tú apruebas que coma una hamburguesa de dudosa procedencia? —inquirió con una ceja levantada y una expresión seria.

El alfa, sintiendo la presión del momento, se rascó la parte posterior de su cuello nerviosamente antes de responder: —No lo sé...

La cazadora lo miró con intensidad, esperando una respuesta clara. —¿Sí? — preguntó nuevamente, con un tono que dejaba en claro que no había espacio para dudas.

Scott sintió un escalofrío recorrer su espalda. La mirada de Alice parecía lanzar rayos láser de desaprobación. Temiendo por su vida, decidió retractarse rápidamente, con un tono apresurado y tembloroso. —Digo, no, no, de ninguna manera comerá esa comida chatarra —respondió, con un ligero titubeo en su voz, mientras observaba a la jóven con terror.

Dean intercambió una mirada con su hermano Sam, sorprendidos por la determinación de Alice.—Increíble, Alice ha hecho que Scott, un hombre lobo alfa, por cierto, le tema —comentó, asombrado por la influencia de su sobrina.

—Si —murmuró Sam, impresionado. —Esa es mi pequeña Alicia —añadió con orgullo, sonriendo ante la fuerza y determinación de su hija.

—Mami, por favor —suplicó Teddy, deseando disfrutar de la comida que su tío le ofrecía.

—mmm...está bien —aceptó, dejando en claro que era una excepción.

Una vez que Teddy estaba entretenido con su regalo y su comida, los adultos se reunieron en un rincón de la habitación.

Alice miró a Scott con ansiedad y preocupación, buscando respuestas sobre la salud de su hijo. —¿Qué te dijeron los médicos? —preguntó, con un tono cargado de preocupación.

El castaño se tomó un momento para responder, tratando de calmar los nervios de Alice. —Me dijeron que Teddy está impecable de salud. Está como nuevo, es un verdadero milagro —dijo con una sonrisa reconfortante. La cazadora abrazó al chico sintiendo como él le correspondía.

Dean, siempre listo para agregar un toque de humor, intervino con un comentario sarcástico. —Sí, un verdadero "milagro" —dijo con una sonrisa burlona, haciendo comillas en el aire con sus dedos.

Sam asintió con una sonrisa cómplice. —Parece que Teddy tiene la misma suerte que nosotros —agregó con una risa.

—¡oh! Y que le harán unos estudios antes de darle el alto.

—¿Estudios? —intervino Dean, el chico asintió —¿De sangre?

—si —lo miró extrañado.

—a ver niño, corrígeme si me equivoco pero, ¿una prueba de sangre no arrojaría qué Teddy no es humano?

Los rostros de los allí presentes se transformaron —tenemos que sacar a mi bebé de aquí —dijo Alice preocupada. —cariño, ve a pedir el alta voluntaria de Teddy.

—si, claro, mi amor —dejó un besó rápido en los labios de la joven y salió de la habitación.

—¿A dónde fue papá?

—fue a hacer los trámites para irte del hospital —explicó la cazadora sacando la ropa de su hijo para cambiarlo.

—¡Sí! —festejó moviendo sus bracitos en un especie de baile.

Una vez terminó de arreglarlo, acomodó su cabello —¿puedes pararte, bebé?

—no lo sé —hizo una mueca.

Con cuidado Alice lo bajó de la camilla y lo puso de pie, el niño dio unos pasos pero casi cae de no ser por su abuelo que logró atajarlo alzandolo con rapidez. —aún está débil —comentó el más alto.

—¡wow! ¡Soy un rascacielos! —Exclamó Teddy maravillado.

Alice y Sam rieron recordando que fueron exactamente las mismas palabras que dijo ella cuando su padre la tomó en brazos por primera vez.

—¡ya está! —dijo Scott apareciendo por la puerta.

Los tres salieron de la habitación y se unieron a Scott para ir hacia el estacionamiento donde Sam le pasó a Teddy.

—bueno cariño, si necesitas algo estaremos en el motel —comentó Sam mientras se despedían.

—¿motel? De ninguna manera, vengan a mi casa —los tres adultos miraron al castaño —¿Qué?

—pues nada, me tomó de sorpresa —respondió la chica.

—tenemos espacio y me parece mal que se queden en una pocilga, cuando tenemos una habitación vacía —Alice frunció el ceño sin entender —Teddy no dormirá en su habitación hasta que estemos seguros de que se encuentra bien.

—¡oh! Es cierto —entendió.

—además, también tenemos el sofá, se hace cama.

—gracias Scott —dijo Sam agradecido —sólo iremos por nuestras cosas y luego los alcanzamos allí.

—perfecto —sonrió su yerno.

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